Te equivocas al elegir actuar en esta peliculita en la que, eso sí, nadie te hace sombra (ni un esforzado Sinise ni un ampuloso West), pero claro, tú sola, a pesar de tus esfuerzos, no puedes levantar.

Te equivocas porque no hay que ver mas que el torpe y engañoso guión de Gerald Dipego ("Phenomenon", "Mensaje en una botella") para saber que todo se va a ir desmoronando, a medida que la acción transcurre, como un castillo de naipes.

Te equivocas al confiar en tu director, Joseph Ruben (“Durmiendo con su enemigo”, “Asalto al tren del dinero”) que, aunque comienza bien, no sabe concluir una historia sin sentido.

Te equivocas al confiar tu inigualable talento en una loable historia de amor por un hijo que se entremezcla con peregrinos factores fantásticos.

Pero, sabes, querida Julianne, que desde “Boogie Nigths”, “El fin del romance” o “Lejos del cielo”… te proceso admiración incondicional.

Así que, te equivocas, la peli no funciona, pero qué más da, barres a todos de la pantalla y en la película, aunque es mala, sales tú, querida Julianne.

Convencional drama de un padre que pierde a su esposa. Su hija pequeña, de 8 años, acusa el golpe y, en principio se niega a hablar. El padre decide contratar a una niñera para que todo vaya mejor. Debut de Jeesi Nelson ("Yo soy Sam"), que escribe, dirige y produce. Narra con solvente aptitud la tierna mirada hacia la infancia a través de los ojos de Molly (Tina Majorino).

Lo más destacado del film es su reparto. El siempre interesante aunque irregular Ray Liotta y la conocida Whoopi Goldberg, más la aplicada niña Tina Majorino ("Waterworld") realizan un trabajo aceptable. Con otros intérpretes, el film hubiera pasado más desapercibido, sin duda.

La película se sigue bien, aunque quizá le falta algo de emoción, teniendo en cuenta su argumento propio del melodrama. Lo bueno, por contra, es que no cae en el sentimentalismo, que hubiera sido el recurso más fácil y socorrido.
A pesar de resultar una pareja algo extraña, Whoopi Goldberg y, sobre todo, Ray Liotta, estupendo hasta en este papel tan básico, el film funciona. En los momentos de humor, Whoopi Goldberg demuestra sus dotes como actriz cómica.

No se le puede pedir mucho más; la película cumple su cometido de película familiar y, aunque algo irregular, se puede ver. Acusa un poco el exceso de metraje (114 minutos) pero está muy por encima de otras producciones de corte similar. Ideal para sobremesas.

Reconozco no ser ningún experto en el subgénero zombi, pero también he de reconocer que por alguna razón siempre me ha gustado. Con la aparición de la serie “The walking dead” de nuevo ha vuelto el interés por estas criaturas.

“El amanecer de los muertos” de George A. Romero es, sin lugar a dudas, una de las muestras más destacadas. La idea de situar el centro de la acción en un centro comercial sólo puede ser calificada como brillante. Zombis y protagonistas campando a sus anchas por la sección de deportes, de moda o de música es una imagen imborrable.

Las películas de zombis han evolucionado técnicamente desde “Dawn of the dead” (efectos y maquillaje) pero ésta conserva la esencia de esa serie B depurada, alcanzando incluso el estatus de clásico. Recordemos que el film es de 1978 y está, ciertamente, muy logrado.
La escabechina, el río de sangre roja espesa, las mutilaciones, decapitaciones, el gore –si se quiere- es interminable, como lo son esos seres hambrientos de carne viva, de tez blanquecina y movimientos lentos pero inexorables, que tantos seguidores tienen.

No es una película de técnica intachable, ni lo busca Geroge A. Romero, y sin embargo resulta mucho más interesante que la mayoría. El ritmo que le insufla, la acción trepidante, el clima permanentemente agobiante, incluso la musiquilla que el mismo Tarantino firmaría para alguna de sus secuencias, la hacen trepidante a la par que atractiva. Casi no hay descanso. Sabe Romero encontrar el punto exacto entre lo entretenido y lo vistoso, con algún toque de humor, pero siempre muy calculado (excelente el detalle del «Hare Krishna»).

Por cierto, que uno de sus protagonistas, Ken Foree, el actor de raza negra, me parece un líder excelente y carismático. El papel le viene como anillo al dedo. Da órdenes siempre con la cabeza, mantiene la calma, se anticipa a los hechos, no teme a los zombis pero no los subestima, se arriesga por sus compañeros, es decidido y valiente… Me encanta. Es como un John Connor de los zombis, aunque sin viajes temporales.

Film eminentemente efectista, sin sentido peyorativo, en un género que lo requiere. Una de las mejores películas de zombies que se pueden ver. Pequeña pieza de culto.

“Salidos de cuentas” es, prácticamente, su tráiler. De un tiempo a esta parte, los responsables de los tráilers se empeñan en mostrar tanto que casi lo muestran todo. Indudablemente, la peli abarca mucho más, pero en esencia es eso: ritmo, risa y recreo. Una comedia entretenida, sin complejos, gamberra, hecha para pasar un buen rato.

A Robert Downey Jr. ya le conocemos, todo un actorazo cuando se lo propone. La revelación es Zach Galifianakis, su pareja de baile, que interpreta con gran acierto y mnucha guasa a un plasta muy peligroso, por sus torpezas y sus extravagantes manías. También es cierto que su papel tiene todas las de ganar por sus continuos gags, pero no es menos cierto que lo borda, algo que no siempre resulta sencillo.

Aunque no es una comedia de altos vuelos, no hay que restarle mérito puesto que cumple a la perfección donde otras se estrellan. No pierde en ningún momento su sentido del ritmo y progresivamente cada acción supera a la anterior. Lo demás lo hacen los actores, con una química evidente que funciona muy bien.

En definitiva, una road movie disparatada, con puntos álgidos de humor muy conseguido, recomendable para pasar un buen rato entretenido sin mayores pretensiones.

Diez años después de “Bean, lo último en cine catastrófico” reaparece Mr. Bean en su último film, según palabras de Rowan Atkinson. Firma el guión el propio Atkinson junto el director, un semi-desconocido Steve Bendelack.
Bean ha ganado un viaje al sur de Francia, donde asistirá al famoso festival de Cannes. Como si de una road-movie se tratase, Mr. Bean va haciendo un recorrido por múltiples escenarios del país vecino, lo que le da al film un cierto toque europeo.
Esta estructura es un hábil truco de los guionistas que les sirve para enlazar un gag detrás de otro, dándole cierto sentido de unidad al conjunto, sin que parezca que son meros sketchs sin coherencia ni conexión.

Este excéntrico inglés, de manías particulares, es un personaje absolutamente definido y suficientemente célebre. Para no hacer la trama demasiado monótona, los guionistas propician que Bean encuentre a un chico que ha perdido a su padre y a una bella actriz francesa, con quienes repartirá protagonismo. Son evidentes las alusiones a Chaplin (“El chico”) o Buster Keaton, en un Bean prácticamente mudo, que apenas pronuncia tres palabras: “oui”, “non” y “gracias”. Evidentemente, tanto lo uno como lo otro, supone un acierto de guión.
La radiante Emma de Caunes (Sabine), actriz no muy conocida, es la chica que se ve envuelta en las aventuras de Bean muy a su pesar.
Willem Dafoe hace un pequeño papel de director que tiene que rodar anuncios comerciales para llegar a fin de mes, en el que hay una velada crítica al egocentrismo relamido y el abuso de de protagonismo de algunos directores de cine independiente.

Si bien es cierto que esta segunda parte intenta reinventarse y no repetirse, con la dificultad añadida de un personaje sobreexplotado y del que siempre se espera lo más insólito, al final puede acabar por cansar, denotando un pequeño bajón en la última parte del film. Posiblemente acuse un metraje algo largo.

De todas maneras, todo el mundo conoce a Mr. Bean y sabe lo que puede dar, es decir, no se engaña a nadie. Por otro lado, las pretensiones del film son sencillas y su único objetivo es buscar la risa. Cabía esperar, no obstante, algo más de ingenio en la búsqueda de la carcajada en algunos gags.