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España España · Barcelona
Críticas de Harry Lime
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Críticas 53
Críticas ordenadas por utilidad
6
21 de junio de 2008
30 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace muchos años alguien describió acertadamente el mundo de la competición automovilística con esta frase, que refleja de forma concisa y fidedigna un tiempo donde el romanticismo y la aventura primaban sobre el dinero. Tiempos en los que a lo largo de cada temporada varios pilotos se encontraban a la salida de cualquier curva, de cualquier circuito, de cualquier Grand Prix cara a cara con su amiga la muerte.

Siempre se ha considerado “Grand Prix” más como un documental que como un film de ficción, porque por encima de cualquier valoración cinematográfica ha perdurado su condición de impagable documento fílmico de como eran las competiciones de Fórmula 1 en la trágica década de los 60. Rodada a lo largo de la temporada 1966 visto hoy queda en evidencia lo injusta que era esa valoración. Porque si “Grand Prix” es un tan excepcional documento vivo de tan intenso periodo es porque, a pesar de sus defectos, es un film dignamente realizado, por un John Frankenheimer en plena forma, que supo captar el genuino espíritu de la competición, y que nos transporta al pasado en un viaje inolvidable al corazón mismo de un momento único y fascinante que ya es historia viva.

Film interesante, “Grand Prix” nos introduce en las apasionantes vidas de cuatro pilotos con distintas motivaciones y un solo objetivo: Ganar el Campeonato del Mundo de Fórmula 1. Sin dejar de caer en ciertos tópicos que rodean el mundo de las carreras lo cierto es que, por una vez, la mención de estos tópicos está más que justificada y están insertados de forma notablemente fluida en el desarrollo dramático de la historia.

Con un más que aceptable guión, combinando ficción con episodios basados en hechos reales, quizá el mayor mérito del guión de “Grand Prix” sea el haber sabido dibujar con trazo preciso cuatro personajes arquetípicos que responden de forma inusualmente real y convincente a cuatro distintas tipologías de pilotos de competición, fácilmente identificables con personajes reales con nombre y apellidos. Bien interpretados por un grupo de actores bien escogidos, es justo destacar a un sobrio Yves Montand, que borda su maravilloso papel, y la estupenda réplica que le dan actores de la talla de Eva Marie Saint, James Garner y sobre todo a un espléndido Brian Bedford que defiende con brillantez el personaje más agradecido y mejor dibujado junto con el de Yves Montand.

A destacar la inolvidable y extraordinariamente bien filmada secuencia-reportaje del Grand Prix de Mónaco, el soberbio montaje, el espectacular sonido y la imaginativa fotografía, de audaces y rompedoras propuestas estéticas, -impactantes aún vistas hoy-, sin olvidar la inspirada partitura de Maurice Jarre, con un brillante tema marcial que marcó época y otro de hondo lirismo teñido de un profundo dramatismo.

Film a revisar para conocer otros tiempos, ni mejores ni peores, simplemente distintos.


Francesc Chico Jaimejuan
Barcelona, 22 de junio de 2008
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Harry Lime
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10
29 de septiembre de 2005
38 de 50 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pocas veces un rodaje tan caótico, tenso, improvisado y lleno de dudas ha cristalizado en una de las obras maestras más incontestables y reconocidas de la historia del cine.
Melodrama romántico por excelencia, es una de las cimas culminantes salidas de la fabrica de sueños del Hollywood dorado. Expresión máxima del “studio system”, se ha convertido en un icono de la mítica de nuestra cultura, y de la del cine en particular, y en una referencia de obligada visión para todos aquellos que son capaces de sentirse vivos y de emocionarse con las imágenes que surgen de una pantalla. Un guión milagrosamente bien construido, con diálogos, frases y replicas memorables, que son ya historia, y con un preciso y magistral dibujo de personajes se convierte -junto a una extraordinaria puesta en escena- en la sólida base en la que se sustenta esta obra cumbre del séptimo arte. El Rick endurecido y desencantado, pero profundamente idealista, de un H. Bogart memorable -en el papel más carismático de su carrera- y la Ilsa llena de sensibilidad de una maravillosa y bellísima I. Bergman protagonizan una de las más bellas, apasionantes y románticas historias de amor que guarda el celuloide en sus más de 100 años de historia. Una ilustre galería de actores irrepetibles, que dan lo mejor de si mismos, con especial mención para, el cínico Renault de un impagable C. Rains, el entrañable Sam de D. Wilson y el Ferrari del gran S. Greenstreet, y la magnifica e inmortal adaptación que hizo M. Steiner del tema compuesto para piano por H. Hupfeld, “As time goes by”, con la brillante dirección de un veterano “artesano” como M. Curtiz, convirtieron a “Casablanca” en un film intemporal y sublime, y en la más brillante sucesión de secuencias inolvidables que probablemente se haya visto jamás en una pantalla, culminada con la magistral -todo un master de planificación y montaje- secuencia final en el aeropuerto. Cine en estado puro elevado a la categoría de leyenda, sencillamente irrepetible.


Francesc Chico Jaimejuan

Barcelona a 29 de septiembre de 2005
Harry Lime
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7
5 de junio de 2008
32 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
Rodada a continuación de “Misión de audaces”, Ford hace una nueva incursión en el tema de la caballería. Parece, después de ver el film, como si hubiera querido dar una nueva, última y definitiva vuelta de tuerca en su discurso desmitificador de creencias firmemente arraigadas en la crítica y el público respecto de sus posturas personales.

Si en la soberbia “Mision de audaces” caía con estrépito el mito del Ford militarista, en “El sargento negro”, aún sin ser uno de sus mejores films es, sin embargo, un film considerable que deja sin argumentos a todos aquellos miopes que siempre etiquetaron al maestro, antes de militarista y ahora de reaccionario racista, con un discurso diáfano y contundente contra el racismo más abyecto presente en la hipócrita sociedad americana.

El consejo de guerra al que se enfrenta el sargento de color Rutledge (Woody Strode), de intachable y brillante hoja de servicios, acusado de la violación y asesinato de una joven blanca y de su padre, el comandante del regimiento, y la defensa que de el hará el teniente Cantrell (Jeffrey Hunter), basándose en el testimonio decisivo de Mary Beecher (Constance Towers), son el sustrato argumental de este notable film de Ford.

Mezclando con habilidad el western con el film sobre juicios. Partiendo de un guión con elementos de thriller, no por efectista menos efectivo, Ford plantea el film como un puzzle de vigorosas imágenes. Con una estructura narrativa sustentada en brillantes flash-backs que hacen avanzar la acción, Ford va reconstruyendo, de forma maliciosamente alambicada, a través de las declaraciones de los distintos personajes implicados, los sucesos tal como estos supuestamente sucedieron; fotograma a fotograma; plano a plano, secuencia a secuencia, hasta llegar a esa impactante y sorpresiva resolución final, que consigue sorprender al espectador.

Con un tempo de implacable progresión dramática y un ritmo que no decae en ningún momento, “El sargento negro” mantiene vivo el interés del espectador a lo largo de todo el metraje. Ford alterna las secuencias que se desarrollan en el interior de la sala donde se celebra el consejo de guerra, -con una fotografía que enfatiza, sobre todo, las declaraciones de Mary Beecher, iluminándola al tiempo que oscurece la sala-, con logradas secuencias en exteriores, tanto diurnas como nocturnas, en las que visualizamos los acontecimientos que nos van contando cada uno de los protagonistas.

Rodado en un periodo de plena madurez creativa de su autor, la magnifica dirección de Ford, la elaborada y por momentos artificiosa puesta en escena, y su brillante trabajo de dirección de actores, al frente de un reparto sin grandes estrellas que, sin embargo, cumple con creces, aderezado todo ello con esos toques de humor tan fordianos, hacen de “El sargento negro” un film muy interesante, de visionado altamente recomendable.


Francesc Chico Jaimejuan
Barcelona, 5 de junio de 2008
Harry Lime
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9
26 de julio de 2006
51 de 77 usuarios han encontrado esta crítica útil
La línea que separa la obra de arte del esperpento con pretensiones artísticas es a menudo muy delgada y frecuentemente aparece difuminada. Baz Luhrmann después de su, más aparente que real, transgresora versión de “Romeo y Julieta”, da un paso arriesgado y nos deslumbra con este asombroso y fastuoso espectáculo integral de luz y color, con envoltura de musical a ritmo de videoclip, que es “Moulin Rouge”, que puede gustar o no pero que jamás puede dejar indiferente. Con evidentes referencias al mejor Ophuls de “Lola Montes”, a “La dama de las camelias” de Dumas con ecos de “La traviata” de Verdi y pinceladas del universo felliniano, Luhrmann bebe de las fuentes sin traicionar del todo su espíritu, rindiendo en cierto modo un homenaje a los grandes creadores de belleza de la historia, con un magistral y espectacular despliegue de imaginación y creatividad de rabiosa modernidad. Quizás su mayor merito sea haber sido capaz de conjugar con notable acierto la espectacularidad más apabullante con la profundidad de la bellísima historia de amor contada con un estilo narrativo cercano al clasicismo. Ambientada en el Paris bohemio de principios de siglo, somos mudos testigos presénciales de la intensa, triste y apasionada historia de amor entre Satine, la estrella del Moulin Rouge, y un joven escritor en busca de fortuna. Film hermoso, amargo y profundamente bello, de un romanticismo tan intenso que produce escalofríos, tomamos conciencia del elevado precio que hemos de pagar por amar y ser amados y de la herida permanente que dejan en nuestra alma los recuerdos. Musical extraño y fascinante, con un guión que conjuga con eficacia la estructura poliédrica del film y que destila poesía en sus diálogos, secuencias memorables, planos y travellings imposibles de insólita y acertada función narrativa y la excelente labor de todos los actores sin excepción, donde sobresale la sobrecogedora interpretación de una N. Kidman bellísima que enamora a la cámara, hacen de “Moulin Rouge”, con una banda sonora que combina con habilidad temas que forman parte de la memoria colectiva con una melancólica partitura original, unos memorables diseños de producción y vestuario, una fascinante fotografía y un trepidante montaje, una de las experiencias cinematográficas más discutible, pero también más gratificante e inolvidable de los últimos años.



Francesc Chico Jaimejuan

Barcelona 27 de julio de 2006
Harry Lime
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8
5 de junio de 2008
30 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
Melodrama romántico en el marco de la revolución cubana, “Habana” bebe en las fuentes del clasicismo y tiene el sabor y el perfume de las películas de antes, de las películas de siempre.

1958; últimos días de la dictadura del General Batista. Jack Weil llega a La Habana para jugar
la partida de su vida. Pero conocerá a Bobby, la esposa de un activista castrista…

JacK; -te casaste con el, pero no con una revolución... soy más honrado jugando a las cartas
que fingiendo que estas montañas me pertenecen.

…escéptico y desencantado, su mundo y sus valores serán dinamitados por la fuerza de los sentimientos y la toma de consciencia de su idealismo finalmente asumido.

Jack; -las ideas no se pueden vivir…
Bobby; -no es una idea, es un sentimiento…

Un amor desesperadamente romántico, de un lirismo arrebatador y sentimientos a flor de piel, desgarrado y profundo, basado en silencios y miradas, en la generosidad y la renuncia, de los que duelen más allá del dolor, de los que dejan cicatrices, de los que jamás se olvidan.

Bobby; -¿Por qué has venido?.
Jack; -¿quieres cambiar el mundo Bobby?, cambia el mío.
Bobby; -¿y que hay de mi mundo?, si me voy contigo, ¿qué le ocurrirá al mío?.

Tiempo de revolución, de lucha por la libertad y oscuras tramas internacionales, “Habana”, con un guión que cae en el tópico en su discurso político y en su crítica de la dictadura del régimen cubano, remonta con facilidad el vuelo en las alas de inolvidables diálogos cuando asume lo que realmente es: Una apasionada, emotiva y conmovedora historia de amor.

Bobby; -¿vendrías conmigo?.
Jack; -sin pensarlo… hasta el fin del mundo.

Bien ambientada y fotografiada; con una puesta en escena sobria y funcional y la dirección eficaz y correcta de un Sydney Pollack, con momentos brillantes e inspirados, -en uno de sus trabajos menos valorados-, sin embargo, “Habana” destaca sobre todo por la inspiradísima partitura de Dave Grusin, con temas de gran dramatismo y un bellísimo tema de amor, y por el trabajo impagable de todos los actores secundarios encabezados por un Alan Arkin perfecto.

Bobby; -¿me estabas esperando?.
Jack; -toda mi vida.

Triste y melancólica, “Habana” es más que cualquier otra cosa pura química entre la turbadora
y bellísima Lena Olin y un soberbio Robert Redford, que nos enamora. Que expresa solo con la mirada, el intenso drama desatado en las profundidades insondables de su dolorida alma.

Bobby; -no te crees del todo lo que sabes, ¿verdad?.
Jack; -si, lo creo, se que te quiero Bobby.

Notable film, desconocido y poco valorado, que merece una segunda oportunidad.


Francesc Chico Jaimejuan
Barcelona, 5 de junio de 2008
Harry Lime
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