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España España · Shangri-la. Andalucía
Críticas de Maggie Smee
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Críticas 381
Críticas ordenadas por utilidad
7
11 de febrero de 2017
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Proyectada en varios festivales de prestigio, como por ejemplo los de Nueva York, Toronto, Roma o Chicago y a dos semanas que quedan para la ceremonia de los Oscars, se estrena en nuestro país “Moonlight”, que ha sido nominada en ocho categorías, a pesar de tratarse de una producción independiente, pero que ha encontrado el respaldo necesario, sobre todo entre la crítica especializada.

Barry Jenkins, director negro que nace del mundo del cortometraje, es de esa nueva generación que podría suponer no solo el relevo sino la renovación de la industria en sí, todo un soplo de aire fresco. “Moonlight” entra de lleno en esa clase de películas atípicas, que habla, entre otros asuntos, de la homosexualidad, pero desde una óptica nunca tratada, quizás porque el mundo marginal de color, exceptuando estereotipos, nunca ha tocado este tema al ser tabú.

A pesar de la sutilidad empleada y no cebarse en escenas escabrosas, supongo que habrá sido mal digerida por la comunidad heterosexual de color, siempre más preocupada por su imagen “varonil” al uso más que por el tema moral, es decir, se han acostumbrado a ver tíos que despiden testosterona por todos sus poros, heterosexuales y con “empleos” de dudosa honorabilidad aunque no por ello les rechazaban, pero poner a tíos más grandes que armarios que puedan ser homosexuales, en barrios deprimidos y no en clave de comedia, podría generar un cisma en algunos sectores. Por ello era un film necesario y que puede abrir puertas, no me refiero ya a nuevos géneros y personajes más creíbles, lo cual ya es una ventaja para todos, si no a la vida real, puede ser una ayuda para “normalizar”, con el paso del tiempo indudablemente, para una integración social y derribar ciertas barreras.

Por ello “Moonlight”, aunque sea un buen film, tiene otros méritos añadidos, que la convierten en un paso al frente, con más valor del que en principio pueda parecer. Y no nos estamos refiriendo ya al tema de la homosexualidad. La violencia, las drogas o los maltratos, sean físicos o psíquicos, están tratados con tacto, con cierta poesía, y que no significa en absoluto que hayan sido edulcorados por miedo, que es otro concepto diferente. Su propósito así también le podrá llegar a más público aunque no por ello convierte a “Moonlight” en un film abiertamente comercial de sentimentalismo fácil.

Su factura es modesta pero tiene su valía y su mérito, sobre todo en la fotografía, que intenta acercarse a un estilo de “cinema verité” muy coherente con lo que se cuenta y esquivando sombras o reflejos de cámara, agilizados por un diestro montaje y sin olvidar otro punto fuerte, su banda sonora. No es casualidad que estos aspectos hayan logrado ser también nominados con toda justicia.

En su plantel han conseguido que un actor y una actriz sean nominados como secundarios: Mahershala Ali y Naomi Harris. El reparto completo cumple de sobra, incluyendo los más pequeños, pero considero que a quien tenían que haber nominado en todo caso tendría que haber sido Ashton Sanders como el joven Chiron, aunque le auguramos que ya tendrá otras oportunidades.

Nos alegramos porque “Moonlight” se haya hecho un hueco importante entre las películas del año, y que sin la resonancia de los Oscars, posiblemente hubiera quedado relegada a un segundo plano, sin ni siquiera saber si hubiera llegado a estrenarse entre nosotros.

Especulando lo que se ya se pronostica que podrá ocurrir en el reparto de premios Oscars según sopla el viento, mucho nos tememos, o mejor dicho, nos alegraremos, que si no fallan los augurios, más que recordada por el número exagerado de “Oscars” que recaerán sobre “La, la, Land” con la intención de igualarla con “West Side Story” o “Gigi”, será a la larga recordada por otros motivos más razonables: que si un premio para el guión original de “Manchester frente al mar” (en el que no vamos a entrar si lo merece o no), que si otro premio para el guión adaptado para “Moonlight”, que si otro premio para la secundaria Viola Davis (que es la única actriz de color que ha conseguido con “Fences” ser nominada en tres ocasiones), que si algún que otro premio para “La llegada”, incluyendo la fotografía realizada por un operador de color, que nunca la Academia, dicho sea de paso, había premiado en este apartado hasta la fecha a alguien que fuera negro, o el Oscar como film extranjero para Farhadi, que serviría de guantazo sin mano a ese ser tan horrendo que es Donald Trump con sus pretensiones de vetar la entrada en territorio americano a quien le sale del culo. En definitiva, el triunfo de la variedad de razas y del cine independiente. Algo así ya ocurrió cuando con “Gigi” se volvieron locos y le otorgaron los nueve Oscars a los que estaba nominada, y que sus contrincantes, algunas sin premio o nominadas en menos categorías, la han sobrevivido con el paso del tiempo, incluso se han revalorizado dándoles miles de vueltas, como por ejemplo: “La gata sobre el tejado de zinc”, “¡Quiero vivir!”, “Fugitivos”, “Mesas separadas”, “Horizontes de grandeza”, la sublimada “Vértigo (De entre los muertos)” o incluso “Como un torrente”, un dramón colosal que dirigiera Vincente Minnelli, casualmente el director de “Gigi”, y que la propia Academia relegó a cinco nominaciones sin incluirla ni como director ni película.
Maggie Smee
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4
14 de marzo de 2015
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
No es la primera vez, y me temo no será la última, que cualquier gran director pueda meter la pata al ofrecernos una obra fallida. Y no se trata de un pensamiento pesimista o un maleficio. Es ley de vida (que se da también en el arte) que el autor/a que haya degustado un proceso placentero de reconocimientos, corre el riesgo de elevarse por encima del bien y del mal, aunque sea de forma inconsciente, se sienta omnipotente, flotando… y literalmente la cague. No digo que “Puro vicio” sea una mala película, pero sí que es deficiente.
Mi teoría subjetiva es que no le ha traicionado su ambición, pero sí el ombliguismo de sumergirse en una obra literaria, en este caso de Pynchon, y creer que esa zambullida era suficiente para no haber sido riguroso u ordenado como en otras ocasiones, tanto con sus personajes como el haberse centrado en lo que quería transmitir, que era suficiente plasmar el alud de sensaciones como lector y que todo valía. Hasta cierto punto podía llevar razón ya que el adaptar la obra al cine la convierte en otra, tiene libertad para tomarse licencias, en definitiva hacer lo que quiera. El error ha sido no haber plasmado su punto de vista como director, siempre férreo, y pretender dar el del autor, porque otra explicación no encuentro. Paul Thomas Anderson es un tipo inteligente, por eso me ha chocado que no haya sabido ni mezclar bien su humor con su crítica, sin darle credibilidad al mundo “marciano” que cuenta y pretendiendo meter lo que en el guión “no cabía”, con voces en off de tintes literarios para hacer más profundos unos personajes en su mayoría no estaban bien descritos y cuyo verbo no era imprescindible para la acción, y eso que no he leído esta novela, pero se nota, o al menos a mí me ha dado esa sensación.
Su factura es buena, aunque tiene una banda sonora muy adecuada aunque excesiva. Los actores, que cumplen, van y vienen, hay muchos innecesariamente, ya que a medida que avanza el film van desapareciendo, resolviéndose mucho “de boquilla”. El cásting sorpresivamente en esta ocasión no me ha parecido ajustado, formando disonancias en su conjunto. Witherspoon, del Toro o Brolin, resaltan con una labor comedida, mientras Wilson o Short suenan más a guiño o a chiste que a personaje. Hay casi cameos como el desaprovechado Eric Roberts y el caso de Joaquin Phoenix, con mucho pesar, a mí en esta ocasión me satura con su armadura externa, escudándose en la estridencia y en su “look” más que en su verosimilitud (qué bonitas las gafas de sol de lentes circulares que luce) y que por cierto, hay planos donde me recuerda muchísimo a Vincent Lindon.
Mucho ajetreo, demasiado bullicio gratuito para unos fuegos artificiales que nunca acaban estallando, oliendo más a pólvora mojada que a polvo, porque, dicho sea de paso, vaya mamarracherío las escenas de polvos y la utilización del sexo en sí. Aunque hubiera sido adrede su intención es difusa, tanto como la neblina que se dibuja a veces en algunas escenas, a veces tan forzada y ficticia, confundiendo lo que debería ser onírico y sugerente, empobreciendo el efecto de las drogas a las que se aluden, tanto visualmente como elemento dramatúrgico supuestamente importante.
Maggie Smee
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2
6 de septiembre de 2013
25 de 50 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es inconcebible que haya películas que, al no pertenecer a ningún gran estudio, no puedan encontrar un hueco en la cartelera y otras, inmerecidamente, se estrenen. Todo esto se debe a una política errónea de distribución (o mafioseo) que, con el paso del tiempo, acabará destruyendo cualquier ápice de cultura, pasando el cine a ser una fábrica, no ya de sueños, sino de pesadillas, de pésimos telefilms incapaces de alimentar el alma. Y como ejemplo esta imbecilidad llamada “Cruce de caminos”, que parece ser que algún que otro crítico, sin tener ni idea de cine ni de lo que es perder el tiempo, la haya podido encontrar ni siquiera aceptable. Y que “Cruce de caminos” es un fallo brutal en muchos sentidos: desde una dirección funcional y nada creativa, a un guión ridículo en el que parecen que se integran casi tres largometrajes en uno, mal hilados, peor resueltos, resultando más largo que cualquier chiste- río que los que contaba el mítico Paco Gandía, y para colmo sin una gota de humor, a lo que hay que sumarle diálogos vergonzantes y con unas interpretaciones mediocres o, como en algunos casos, de juzgado de guardia como la de Eva Mendes o el ridículo, casi cameo, de Ray Liotta, por lo que de nuevo la figura del director de casting, como en muchas películas, es de alguien que cobra pero que su trabajo lo podía desempeñar cualquiera, al tratarse meros mercenarios con el poder suficiente para anular cualquier posibilidad de ver una buena actuación, al tener en cuenta solo nombres o bien de moda o de los enchufados de turno. En cuanto a maquillaje o peluquería ya merecen pelotón de fusilamiento, sobre todo porque, como la película se desarrolla a través de casi dos décadas, la ocurrencia de avejentar a Eva Mendes poniéndole dos mechas manchadas de tiza y un jersey con cremallera es digno del peor cine de cuarta. Quizás sea su banda sonora lo más curioso, sea por incluir temas conocidos o por ese intento de hacer casi música planeadora con aires de Mark Isham, dándole cierta ínfula a la película, como si fuera de “autor”, pero es sin duda una de las mediocridades más aburridas que he visto en mucho tiempo y que sinceramente espero se acuerden de ella para la próxima edición de los premios razzies. Sirve también esta bazofia como ejemplo de lo que es una película que no se sabe a qué público va dirigida, que si esto parece un thriller, un drama o chascarrillo de la abuela con el que, a su término, poder decir: “Ay qué ver, las casualidades de la vida…”. Y es que el guión entero, los grandes como Peckinpah o Lumet, lo hubieran podido resumir en boca de un agente corrupto en cinco minutos. Hubiéramos salido todos ganando.
Maggie Smee
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8
2 de diciembre de 2022
22 de 44 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me lo he pensado, pero creo que parte del comentario de “Tár” va en el espacio del “spoiler” porque quiero hablar de algunas de sus escenas. No quisiera destripar nada a los posibles espectadores y no quisiera sentirme responsable, aunque sospecho que tanto algún crítico profesional como aficionado lo van a hacer. Para mí ha supuesto, en líneas generales y ante tanta mediocridad, un balón de oxígeno. Me alegra que aún haya dosis de riesgo y se pueda llegar a producir, no sin muchos obstáculos en su producción, películas que estén claramente fuera de toda moda y que se acerquen, y mucho, a lo que es “cine de autor”. Tanto es así que su protagonista, Cate Blanchett, para tener un mayor control ante un posible e inesperado cambio de rumbo por parte de la productora, está implicada en su producción, cosa que ya había hecho anteriormente en su carrera.

Eso sí, seguro que “Tár” no va a contar con apoyo popular, no es una película para la masa, concretando, para un público palomitero el cual pueda acusarla falsamente de “gafapasta”. Así que quedan advertidos todos los “fans” de películas de acción y explosiones, que es una opción respetable, pero son de un gusto incompatible en esta ocasión. Tampoco es un espectáculo suntuoso de presupuesto como “Amadeus” ni tiene los trucos necesarios para enganchar al público mayoritario como en el caso de la sobrevalorada “Whiplash”.

Es una película muy bien planteada, muy pensada en su estructura y muy bien resuelta, pero sin falsas piruetas, pecando hasta de concisa.

A mí me salen unas diez nominaciones para el “Oscar”: película, director, guión, actriz principal, doble nominación para sus secundarias, banda sonora, fotografía, montaje y sonido. No sé si son demasiadas para un film tan “outsider”, quizás demasiado optimismo por mi parte, pero ya el año pasado me alegré de que “El poder del perro” tuviera tantas consideraciones aunque al final en premios, lógicamente, se quedara muy corta, cosa que con “Tár” se podría volver a repetir.

Me tendría que remontar al clásico denostado de Andrzej Wajda “El director de orquesta”, o más recientemente a “Sinfonía en soledad: Un retrato de Glenn Gould”, de François Girard (también director de “El violín rojo”) o “El último concierto”, de Yaron Zilberman, para encontrar un film que siga el tono que se aquí se plantea y gire de forma tan rigurosa y formada en torno a lo que es la música clásica, la orquesta, sus directores y su peculiar entorno, aunque el único nexo entre ellas sea que precisamente no fueron éxitos comerciales.

Nada nuevo que yo recomiende verla en su versión original subtitulada, pero es que aquí se salta de un idioma a otro, aunque sea en breves momentos, y todo eso se podría perder, aún desconociendo el doblaje que le puedan hacer.

Pues paso al “spoiler”, pero si deciden verla, no se formen ideas preconcebidas ni se creen expectativas. Con sus virtudes (que hay muchas) y algún “defecto” es un film, al menos para mí lo fue, muy disfrutable. Y tirón de orejas a ciertos críticos de cuarta que emplean términos, a la primera de cambio, que contagian a los más profanos, con eso de “drama que se cuece a fuego lento” y paparruchas de ese talante. Aquí todo lo que no sea sincopado es como “bajo de ritmo”, sin tener la más mínima sensibilidad que hay cosas, como en la vida, que son soterradas. Mera cuestión de formación y de no ver tanto cine obvio.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Maggie Smee
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2
31 de octubre de 2011
9 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando hay una pandemia, la alarma mundial salta, se investiga qué clase de virus es el que afecta a la población y se intenta evitar que cunda el pánico, mientras las desalmadas industrias farmacéuticas luchan entre sí para obtener un antídoto y así obtener pingües beneficios. Desgraciadamente ya eso todos lo sabemos. Y este es casi el guión de “Contagio” exactamente eso, nada más, y se adereza, eso sí, con un reparto de rostros conocidos y rodaje a lo ancho y largo del planeta, para imprimirle grandilocuencia.Caritas de preocupación (porque el tema es serio), escenas de laboratorios con mascarillas (más de un actor se habrá escondido tras ellas con el ánimo de no ser más reconocido), muchos botecitos, charletas, escenas familiares (porque también se sufre en casa y en las calles), una labor de montaje meritoria que trocea constantemente la acción para darle algo de vidilla y unos flash backs inútiles para que parezca que durante el transcurso de la película se nos va a desvelar en ellos algo importante, cosa que tampoco ocurre. Se nos facilitan datos y horas en todo momento e incluso la” acción” se divide en días, empezando por el día 2, luego el día 3, el 4, y así hasta el veintitantos pero haciendo trampas y saltando días. Bueno, vale. Pero del día al 29 se salta al 131, supongo porque les vendría bien al que firma el “guión” y luego, sin concluir ninguna historia ni decir nada más, se salta al día 1 y te cuentan cómo se inició todo. Punto pelota, no hay más. Tanto es así que a uno de los espectadores de la sala se le oyó decir al finalizar : “Esto es que piensan hacer la segunda parte, pero la a ver su padre”. No sé cuáles eran las oscuras intenciones de su productora, para mí que era hacer caja y poco más. Han intentado hacer una peli como reflexiva y les ha salido un mojón. No irrita, pero aburre mucho, y es el antídoto ideal para el insomnio y la solución para echar una siesta en un día estresante. Por ejemplo, la reciente “Estallido”, que era también de armas tomar, al menos divertía a momentos, con esos virus en formas de pelotas de ping pong entrando en las bocas de los espectadores de un cine, por ejemplo. Aquí solo hay “seriedad” y asepsia. Rodada como hace su director desde “Traffic”, alternando tonos fríos con tonos cálidos (pero aquí porque sí) y dirigida de una manera rutinaria, al menos cuenta con una entrañable banda sonora que recuerda a composiciones de Jarre o Goldsmith pero sobre fondo de sintetizadores dignos de Kraftwerk o Vangelis, ideal para escuchar en una discoteca a la hora del cierre y donde haya humo de hielo carbónico, aumentado por el look setentero de su fotografía. “Contagio” no es ni para estudiantes de enfermedades ni consejera en protocolos de este tipo. No es un thriller, ni de aventuras, ni un publi-reportaje soso. Tanto es así que Jude Law se ha puesto una prótesis dental para hacer su personaje. Sería un aliciente para pasárselo mejor, porque da la sensación que se han debido aburrir como ostras.
Maggie Smee
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