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Rusia Rusia · Stalingrado
Críticas de Ferdydurke
Críticas 2.924
Críticas ordenadas por utilidad
3
11 de septiembre de 2020
3 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es como asistir en directo a un asesinato a sangre fría, y eso no es precisamente agradable.
Maldad y estupidez, otra vez, eternamente dándose la mano, alentándose, alimentándose mutuamente. El espíritu humano. Negligencia y miseria, error evitable y cálculo bajuno.
Unos cuantos hombres rusos sacrificados en el altar del turismo más titánico. Acepto el cambio.
Mezcla de entretenimiento simplón, lleno de tristes trucos sentimentales, tan mecánicos y usados, el niño como recurso burdo, y denuncia tosca, de malos y buenos, esquemática, de brocha gorda.
La película es un fiasco, es gruesa, desganada, funcionarial, sin alma, como si esos hombres que parece homenajear le importaran casi tan poco como a los bellacos gerifaltes rusos, ¿hijos de puta estúpidos y arrogantes, necios, cutres y torpes?
Menos madres, misas, niños y cartas a última hora y más nombres, cargos, revolcones, cojones, rebuscar, remover, relacionar, investigar, dar a conocer, queremos saber más, no que nos entretengan con tópicos y sensiblería, con obviedades y banalidades.
Lo mejor es la fotografía, algunos bellos planos, clara y buena, limpia y nítida como el mar de Barents, y los actores, Matthias es una presencia poderosa y agradable, y qué decir del estupendo Colin Firth, más Max en su último papel y Lea que está muy cambiada, embarazada, de buen año, respecto a cómo la recordaba.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ferdydurke
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5
4 de septiembre de 2020
3 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
El chico y la paz mundial.
Petróleo. Dinero. Un gran imán. Centro de gravedad. Muchas moscas.
Toda organización mínimamente seria se funda con ánimo de lucro, para sustraer dinero, para quitárselo a alguien o a algo, lo que sea, no necesariamente con mucha violencia, sí obligatoriamente a través del crimen, pero no tiene que ser en primer plano, división del trabajo, siempre habrá gente que se manche mucho las manos, los de más abajo, y otros que se limiten a poner con elegancia, casi nada, el cazo, los privilegiados, más afortunados. Y ese grupo está en lucha con otros que pelean por lo mismo, el dinero, tristemente, no es infinito, hay que repartirlo.
La corrupción no es un fallo de sistema o un gran pecado de hombres buenos que se desvían del camino recto y de repente, ay, se vuelven malos, qué desgracia inesperada, ni mucho menos la excepción, es, al contrario, la regla primera, su motor inmóvil, el fin, el medio, lo que da sentido a todo, el objetivo común, el quid del pacto, el interés esencial, el único asunto en el que el consenso es absoluto, aunque en verdad no hay tal, es la hipócrita manera con la que nombramos, y así nos escandalizamos, eso que nos gusta tanto, lo que todos sabemos, el truco del juego, desde que nacemos, pues eso, el saqueo, el delito, todo lo malo que es la sangre que da forma a la vida cuando esta se eleva y consigue cierto grado de bienestar de manera tal vez un poco más disimulada, tampoco demasiado, y en los estadios inferiores igual, pero con menos medios y quizás menos fingimiento o moralina, más a la pata la llana, las cosas por su nombre y dame todo lo que tienes que no tengo todo el día.
Y cuando se descubre la verdad, en realidad nos la descubren en la misma medida que otras, muchas, la mayoría, no ven nunca la sagrada luz del día, el lógico funcionamiento del mundo, o alguna parte de ella, nos decimos también y abrimos mucho la boca, oh, qué morrocotuda sorpresa, nunca hubiéramos imaginado que todo estaba podrido, no, eso no puede ser, es imposible, todos no son iguales, que me hago el harakiri, bueno, pues cuando eso sucede lo que es seguro es que nunca es porque un chico bonito un día tan idealista se levante con el alma jotera y el ansia viva por tirar de la manta, vale con eso, basta de una vez, parad de mentir, por favor, dejad los innecesarios cuentos para nenes, apartad ya el lubricante y toda la vaselina, lo que ha pasado simplemente, si algo de todo el chanchullo se ha filtrado, es a causa de que algunos han caído en desgracia porque otros los han superado y, por lo tanto, serán sustituidos por ellos, o incluso muchas veces serán sus mismo hijos o parientes consanguíneos, nada nuevo bajo el sol, para hacer exactamente lo mismo que hacían los antiguos, con nuevas formas y otras caras a lo sumo, pero el mismo fin, parecidos medios, expolio seguro, de eso se trata, ni más ni menos, todo el lío.
Por lo tanto, obviamente, nunca cambia nada, se sigue robando y matando a puñados llenos, con la misma impersonal alegría, la guerra es eterna, una grotesca comedia, una inmensa farsa, siniestra, nunca descansa, todo el santo día. Unos caen y otros llegan, el ciclo rutinario de las cosas, de la vida.
Qué decir, entonces, de la ONU, los gobiernos, la OMS, la UEFA, las grandes empresas y bancos, el chiringuito, la TIA, la CIA, radio televisión española o los neutrinos sin que te dé un parraque, un infinito ataque de risa o epilepsia, tú eliges, sin que te entren a ti mismo unas ganas locas de ponerte a montar, día y noche, a pico y pala, fundaciones, oenegés, dar mucho dinero a la beneficencia, luchar por el bien general, contra el cambio climático y la brecha salarial, por la igualdad racial y todos los pobres refugiados y desplazados, todo eso que te tiene tan preocupado, sin poder dormir por las noches que hasta tienes que encender el aire acondicionado, todo junto de un eructo, si es que al final, aunque uno no quiera y por mucho que lo intente y al diablo le rece, te obligan, los muy cabrones, a acabar siendo buena persona, tan altruista y dadivosa.
Lo malo del mundo no es que sea atroz y despiadado, que claro, sino que los que tienen que contarlo se esfuercen tan poco en darle forma, sean tan vagos y dejados y poco talentosos, penosos escritores, lamentables guionistas, vistan tan mal el muñeco, tapen con tan poco ingenio todas sus vergüenzas, creen una mascarada tan burda, vulgar y descarada, en definitiva, que nos tomen exactamente por lo tontos y mansos que somos, que nos conozcan tanto, que sepan de qué pie cojeamos, que somos solo su apagado reflejo, y eso no gusta un pelo, algo duele todo ello.
Esta película abre la puerta y después la cierra de un portazo, nos ponen a un soso zangolotino haciendo el indio y eso no era necesario, hubiera bastado con algo más general e impersonal, no había tanta demanda de amores, aventuras, microchips y golpizas, no estábamos en eurodisney todavía.
Entretenida, tontorrona y simpaticona.
Vale.
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Ferdydurke
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2
10 de agosto de 2020
3 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
El niño y el mundo.
A galopar, a galopar, hasta enterrarlos en el mar.
Es muy mala, eso es obvio. Política e históricamente es una chufla; una inefable suma de escenas gruesas, de groseras simplezas y burdas propuestas, un panfleto a lo bestia, maniqueo, grotesco, nefando. Del resto, no hay mucho.
En la primera parte, de más chico, todavía; el bendito se masturba y mira animales y perece bueno y quiere mucho a los suyos; pero ya de adolescente se convierte en un fanático hierático que ni siente ni padece, capaz de quedarse helado, impasible, como un robot frío, mártir y tentetieso, aunque a su madre se le escape la vida a puro grito, pidiendo auxilio, que él la ayude un poco, y nada, ahí se queda parado, mudo, seguro que orgulloso de su heroísmo y delirio, hasta que llega otro y le salva. Ya no tiene ni sexo ni sentimiento, lo perdió todo por el camino.
La fotografía es cuidada (con aire acusado de telefilm, también es cierto) y los actores se esfuerzan mucho, demasiado, pero todo está viciado de antemano, al presentar la Historia en forma de espectáculo melodramático ahíto de un histerismo nefando que transforma todos los acontecimientos en una miniatura alocada y gritona, que no explica nada ni esclarece ningún contexto, solo ruido y furia, barbarie y espanto. El foco se reduce a confirmar los prejuicios con los que empezamos, no hay ni indagación ni investigación ni profundización, solo pirotecnia huera y sensacionalista, epidermis, animalidad, bajos instintos, tratar de exacerbar mediante lo más zafio y bruto, como si el espectador tuviera un recipiente vacío en lugar de, se supone, cabeza con pensamiento propio. Es tan tosca que aburre y distancia, nada importa, solo se contorsiona como si sufriera un ataque de salvaje epilepsia.
Lo mejor es el final, esas pocas líneas de un poema de Martí tienen más belleza y verdad que todo lo anterior tan cutre y basto.
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Ferdydurke
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4
4 de diciembre de 2017
3 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
(Agata Christie y Arthur Conan Doyle o El imperio británico y el empirismo como filosofía. Los dos escritores creadores de grandes detectives nacieron en el siglo diecinueve, cuando el citado imperio era todavía un monstruo de poder y grandes extensiones, en plena exaltación de sus valores e ideas, herederos de una tradición de pensamiento basada en la experiencia, en la contemplación activa de la naturaleza, en la consideración de que el conocimiento proviene de la observación, de la sensación que se convierte mediante su análisis en ciencia, es decir, el rechazo de las ideas preconcebidas, de toda forma de vago idealismo, de la metafísica y el dudoso cartesianismo. La realidad sin a prioris o prejuicios, tal cual, como un ente verificable y susceptible de ser aclarado y medido, tasado y comprobado. El hombre como una tabula rasa que viene al mundo desnudo, que conoce solo a través de lo que le acontece, prueba y experimenta, y que sus ideas son, o deben ser, consecuencia única e inevitablemente de aquello que vive y deduce. Bueno, pues ahí, en ese interesante contexto, con sus muy ricos matices y disquisiciones que ahora no vienen al caso por falta de tiempo y espacio aparecen estos investigadores tan concienzudos, Poirot o Sherlock Holmes (¿reflejos masivos populares de los no tan conocidos ni queridos Locke, Hume, Bacon... ? ¿ El triunfo definitivo, comercial, literario y hasta peliculero del alma británica, Robinson Crusoe, y su éxito militar-tecnológico-económico-lingüístico? ¿O no, o exagero y no sé ni dónde miro ni dónde veo, por dónde me da el aire?).
Un chiste. Una obra de teatro. Una iluminación.
Un chiste malo que acaba siendo bueno. Largo, espeso, ridículo, pesado y absurdo. Con final feliz. Con gracia postrera. Con sentido último.
Una obra de teatro caricaturesca, tediosa y atorrante que se conforma con representar la vida como si fuera un extraño vodevil, un cuento infantil repleto de casualidades imposibles y encuentros morrocotudos con un trasfondo negro y criminal de pasiones rebuscadas y personajes de cartón piedra. Un maremágnum o tótum revolútum anacrónico y pesadillesco, canoso, reumático y moribundo. Una farsa vieja y apolillada. Unas ganas de dormir hasta morir.
Y cuando la noche era más oscura y el amanecer no se intuía todavía..., nos dan el cambiazo o, mejor, lo vemos con la cara lavada, sin afeites, descubrimos el truco del almendruco, el quid, el matiz, el desliz. No era solo acumulación de idiotas ocurrencias. Ni suma de desafueros mostrencos. Ni viejos efluvios de entreguerras. No.
Era una imagen certera del mundo. Una visión exacta de nuestra realidad fracturada. Un abrazo sentido por/a nuestra tristeza y dolor.
Todos arrastramos miserias, cicatrices, heridas sin vuelta. Por eso disimulamos, fingimos, mentimos, para que no se den cuenta. Para que no huelan la sangre y acometan. Por eso nos disfrazamos, simulamos y de máscaras nos llenamos. Por eso nadie es quien parece y todos somos muchos, hermanos en el desconsuelo, unidos en el engaño, celebrando al unísono el cerrado trampantojo, la descarada mascarada. Intercambiables, indistinguibles, piezas, trozos, cachos, rotos. Personajes tronchados, descompuestos, disueltos.
Un iluminado. Un neurótico de cuerpo entero. Atrapado por el orden. Alérgico al desequilibrio. Un pobre niño con miedo. Aterrado, escondido, pertrechado tras su ridículo, grotesco bigote. Pequeño, limitado, lastimado, lleno de una soberbia forzada y torticera, cicatera, asustada. Un hombre diminuto, acosado por costumbres huecas, hábitos de monje ciego, rutinas de morsa, apariencia de seca alforja, arroba.
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Ferdydurke
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3
17 de noviembre de 2017
3 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Teatro de variedades, music hall y espectáculo de barraca de feria itinerante y muy nómada de los monstruos más conspicuos, tiernos y graciosos de la Tierra.
Mucho más cabalgata de reyes, desfile del día del orgullo gay, procesión de Semana Santa (esto tal vez no) y carnaval, carnaval..., carnaval, te quiero que película de acción norteamericana e intergaláctica que ha pasado con buena nota todos los aranceles (de la brutal, severa, implacable crítica especializada -es una vergüenza el nivel de exigencia, tan alto, que tienen, su cruel criterio que a nadie perdona, su extrema independencia y su imparcial condena- y del buen hacer del público pagador y pagano), entretenimiento de espada y brujería o cualquier mamarrachada o saga de superhéroes que uno ya no sabe si es la primera parte de los vengadores justicieros o la cuarta contratante de Lobezno cuando era hijo del Capitán América y los X-Men se montaron una orgía a calzón quitado con Los Cuatro Fantásticos en La taberna del irlandés mismamente. En cualquier caso, nada que ver con los mitos nórdicos de recia raigambre y bella estirpe que adornaron la imaginación del gran Borges.
Más bien eché de menos, para completar la faena, a Manolita Chen, Quique Camoiras, Juanito Navarro, Esperanza Roy o Lina Morgan.
Temía que en cualquier momento apareciese una cabaretera que se me insinuara pícaramente y que yo no me pudiese resistir para variar, que la mujer barbuda se afeitase delante de mí o que el hombre bala se me incrustara en toda la cara.
¿O si todo hubiera sido un sueño de los Rat Pack cuando tuvieron su momento de Luxe Kaká? ¿David Bowie surcando los cielos del espacio sideral? ¿Futurama? ¿Los Wachowski enloqueciendo al son del reguetón?
Basta.
Ciento treinta minutos. Así, a las bravas. La mayoría de ellos utilizados por mi, por quién si no, para un reconfortante semisueño, una redacción puramente cerebral de la crítica-coso que ahora con tanto esmero tecleo, pensamientos varios sobre mi triste destino, reflexiones sobre la cultura occidental, deseos (malos, para qué nos vamos a engañar, muy concupiscentes y libidinosos) al respecto de la Blanchet y la Thompson (reprimidos por el superyó freudiano con fiereza puritana, atroz), cuestionamiento profundo, y muy doloroso, es lo que tienen los exámenes de conciencia cuando son sinceros, de mi lugar en el mundo, toma de apuntes, puramente mentales también, para mi próxima novela súperventas (desde enero a su entera disposición en las mejores librerías de todas las ciudades de la nuestra santa patria), nuevas preguntas sobre el sentido del tiempo, asociaciones de ideas con otras vertientes, sentimientos u obras maestras como esta, Stranger Things, Confieso que he bebido, ¿Quién maneja mi barca?, Los gozos y las sombras, Un país en la mochila y... Basta.
Aburrida, sí, y tonta, mucho. Y simpática, ligera, imaginativa, broma, loca, chorra y, a pesar de todo, consabida. Y una pregunta sobrevuela: ¿Es posible que este sea el cine que nos ocupa, el que invade las salas, el que como público merecemos? ¿Qué nos ha pasado, a todos, para llegar a este puto punto? ¿Cuándo se jodió todo? ¿Qué hemos hecho mal? ¿De quién es la culpa? ¿A quién hay que matar más pronto que tarde?
¿Es la demostración definitiva del triunfo del Imperio americano o la constatación brutal de los estertores muy decadentes de su terrible malestar?
¿Están idiotizados, y nosotros con ellos, infantilizados para los restos, sin ya remedio ninguno, directos a la escombrera de la historia?
Todas las respuestas en el spoiler.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ferdydurke
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