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Argentina Argentina · Buenos Aires
Críticas de AQUILANO
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Críticas 52
Críticas ordenadas por utilidad
3
31 de octubre de 2020
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo mío esta vez va a ser muy sintético, pues la película no es susceptible de mayores comentarios.
En principio, me vino a la memoria una antigua revista que existía en mi país, donde había una sección que calificaba los estrenos cinematográficos de la semana. Lo hacían en forma muy simpática utilizando el dibujo de un perrito que, cuando el film era muy bueno, se mostraba alegre moviendo la cola; luego iba decayendo gradualmente en entusiasmo si las películas no le eran satisfactoras, hasta llegar a dormirse (si resultaba soporífera) o bien por último salir corriendo ahuyentado. Creo que en cualquiera estas dos últimas categorías podría hoy esa publicación ya extinguida ubicar a "Rebecca".
Lo único rescatable de esta producción es una buena fotografía y los locales donde se filmaron sus tramos iniciales (Montecarlo especialmente, para retratar la dolce vita de las personas con grandes fortunas).De allí pasa, sin solución de continuidad, a un romance fulminante a primera vista nada creíble y apresurado donde un solitario y atormentado aristócrata deja de lado su melancolía para tomar la decisión de casarse en una semana con Lily James, quien podría haberse presentado ataviada con la jardinera de "Mamma mía, vamos otra vez" y el zapatito de Cenicienta sin que lo hubiéramos advertido. Sólo el despertar de sus pesadillas es una clara muestra de sus limitaciones para papeles dramáticos.
Se advierte entonces que ha sido muy deficiente en general la selección del casting, vaya como sustento de esta apreciación el papel del atormentado Maximilian de Winter, concedido a un galán que podrá seguramente hacer suspirar a las mujeres (Armie Hammer) pero nada más. Totalmente alejado del genial Laurence Olivier de la versión original que si bien tenía que recrear esa misma historia, lo hacía con su estatura de actorazo . Creo que este muchacho Hammer debería ser aprovechado en el futuro para películas de acción o bélicas sin demasiadas pretensiones y donde la expresividad no sea exigida.
Pero lo que resulta imperdonable radica en el desaprovechamiento de la talentosa y atrapante Kristin Scott Thomas, encerrada en un papel incómodo y esteriotipado, como preguntándose todo el tiempo ¿qué estoy haciendo yo en medio de esta mediocridad? o bien explicando: "El director me marcó esto y yo debo obedecerle, disculpen". Bueno, hay que comer.
En lo demás, no se entiende la tendencia a hacer remakes de films exitosos de otrora sin que se les agregue algún condimiento para aggiornarlo debidamente y con la calidad que merecen. El director (Ben Wheatley) y todo el staff deberian rendir homenaje a la memoria de Alfred (Hitchcock) y pedirle clemencia, pues profanaron la obra original que lo hizo merecedor de un Oscar hace exactamente ochenta años.
Sin más comentarios.
AQUILANO
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8
19 de marzo de 2017
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
El Japón cerrado al mundo desde el siglo XV (específicamente el "Sakoku") es un tema atrayente para desarrollarlo cinematográficamente, por todo el misterio de la cultura milenaria que quedó circunscripta al gran archipiélago que naturalmente la aislaba. En esta época debe situarse la historia que da motivo a este film de un Martin Scorsese diferente, donde se exhibe en forma descarnada al "bakufu", política que profundizó el aislamiento que hoy pasó al olvido con la increíble apertura de los japoneses y su dispersión por todo el mundo.
En tal contexto se ha ubicado en el guión a un jesuita portugués que ha renegado del cristianismo y es objeto de procura por parte de dos jóvenes sacerdotes de la misma orden. En este sentido, puede apreciarse levemente una reminiscencia de "Apocalypse now", donde el personaje de Marlon Brando sólo aparece en los tramos finales luego de una gran expectativa para saber si vive y cómo lo hace en un medio de gran hostilidad.
Más que una confrontación entre dos religiones diametralmente opuestas, se nos expone el choque de dos culturas con sus respectiva creencias y dioses, donde la occidental, encarnada por España y Portugal, intentó introducir pertinazmente la fe cristiana en pueblos que profesaban cultos milenarios, en este caso, a través de San Francisco Javier.
El conflicto era de esperar, y los japoneses reaccionaron, como lo hicieron otros pueblos ante la intromisión en sus tradiciones para imponer lo que los cristianos consideraban "la verdad" y que pivoteaba a sus emisarios hasta aceptar el martirio con el propósito de cumplir con sus misiones. Esa es la esencia argumental del film, pero atención, no implica "spoiler" alguno.
El padre Rodrigues (Andrew Gardfield) mantiene una constante lucha interior y un empecinamiento que lleva a desnaturalizar el noble cometido de evangelización que tiene internalizado, hasta traducirlo en un egoísmo capaz poner en peligro la vida de sus fieles (quienes, por otra parte, aceptan a un Dios cristiano bajo la influencia de su propia cultura, como bien lo explica el padre Ferreira -Liam Neeson- que viene a ser el "Marlon Brando" buscado durante todo el desarrollo de la trama). La confrontación filosófica nutre la riqueza del tema, con actores a la altura de las circunstancias, con escenas brillantes por la exquisita fotografía de Rodrigo Pietro y los muy destacados efectos especiales de fuego y oleaje impetuoso para dramatizar crucifixiones. En verdad, una película muy profunda para quienes quieren descubrir un Scorsese que, por fin, ha separado a Leonardo Di Caprio de su filmografía para retomar la senda de un cine con mayor seriedad, como era su costumbre.
AQUILANO
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10
20 de abril de 2024
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Debo admitir un prejuicio propio y rayano con la ignorancia antes de comenzar: Cuando Netflix estrenó la miniserie pensé anticipadamente: “Este tema ya lo agotaron en cine, es una historia de ficción que ya abordó con singular maestría Minghella hace 25 años. ¿Por qué insistir con una nueva versión y para colmo en blanco y negro?. Error garrafal.

Ya Steve Zaillian, su director, me había deslumbrado con “The night Of”, por eso le dedico el título parafraseando el de la película de 1999 sobre el mismo tema. Aunque también podría haber elegido "El talentoso Mr. Scott" por el actor principal.

"Ripley" es sin dudas un innovador aggiornamiento del film noir. También nos transporta a épocas doradas del cine italiano, pues por momentos da la sensación de sumergirse en el mundo fellinesco de la “Dolce Vita” (precisamente, y puede no ser casual, uno de los capítulos se titula así) o por su estética -aunque ciertamente lejos del género de la comedia dramática- en “il sorpasso” de Dino Risi (otra casualidad: también titulada "La vida fácil").

Es que ese toque mágico de fotografía (magistral blanco y negro, pero en HD) la convierte especialmente en una verdadera ambientación de la Italia de los 60’ y sus paisajes napolitanos o de la costa amalfitana, así como nos sumerge a su comienzo en un deprimente Harlem o el Bronx o el Brooklyn de aquellos tiempos (no sé si habrán sido los lugares exactos de rodaje, los presumo) con una sorprendente veosimilitud.

He leído por ahí que esta decisión del director de filmar sin color le quitó a Netflix puntos de audiencia, como le ocurriera con “Roma” o con “El Conde”, pues el público actual rechaza las producciones de este estilo, a las que presupone tediosas o fuera de época. Remito aquí al “ignorante prejuicio” que intentó invadirme y .mencioné al inicio, por suerte sin éxito, pero va a mi favor que lo generé antes de ver la película, no después. Porque una vez comenzada, nunca hubiera decidido abandonarla como parece haber ocurrido como la respuesta generalizada de los espectadores. Es realmente una verdadera injusticia que una producción de tal magnitud pierda fuerza o divulgación ante otras ofertas con menor calidad de la misma plataforma.

Volviendo ahora a la síntesis de Ripley, resulta imposible escindir al personaje de la encarnadura que le brindó el excelente actor Andrew Scott. Ahora sí, luego de esta personificación, será un intento inútil recrear la historia en un futuro lejano. Dista mucho de las características que le imprimiera Matt Damon en la anterior versión, aunque hay que reconocer que también componía un rol de un pusilánime que iba creciendo en un oscuro derrotero que nos inducia al rechazo de un personaje tan siniestro.

Pero creo que este Ripley de Scott (y desde ya, Zaillain) es el verdadero que imaginó Patricia Highsmith.

La autora de la novela original, sin dudas podría haberse inspirado en esta encarnación, de haberlo conocido antes de escribirla. Aquí vemos al auténtico psicópata sin culpa, mendaz y manipulador para los psiquiatras o criminólogos y al frío asesino alevoso para los abogados penalistas. Scott se desempeña con la naturalidad de un pez en el agua despertando incluso, dentro de la negativa personalidad del principal protagonista y por momentos, una pizca de empatía y hasta de compasión por las desventuras repudiables que le acarrea ir escalando una posición social relevante, para lo que debe usurpar sangrientamente una identidad ajena.
Dakota Fanning (sí, aquella estrella infantil, la niña prodigio de “Hombre en llamas” o “La guerra de los mundos”) se agiganta conservando en todo momento una apatía exasperante que contrasta con la brillantez que le diera anteriormente a “Marget Sherwood” la también destacada Gwyneth Paltrow. En la misma sintonía abúlica se coloca Johnny Flynn en la piel de Dickie Greenleaf, carente de reacción ante la evidente sordidez del asesino que cobija sin reparos en su casa.

Párrafos aparte merecen Eliot Paulina Summer, persona que se reconoce como no binaria en su vida real, quien compone a un Freddie Miles que desconcierta al espectador por la impronta misteriosa que le brinda a su personaje y todos los actores de habla italiana que participan en el mismo nivel interpretativo y nos conducen a una historia perfectamente creíble por su naturalidad.

También, párrafos aparte, el parangón con flashes que va a desembocar en la tortuosa vida del pintor del barroco Caravaggio, superponiéndose con el Ripley que admiraba la luz dramática de sus obras, como suplicando que iluminara la negrura de su ambicioso y voluntario destino criminal.

En síntesis, una producción majestuosa donde no se ha descuidado ni un detalle de la vida “analógica” de los tiempos en que transcurre el relato, altamente recomendable y digna de premiaciones internacionales. Es de presumir que no habrá de tenerlas. El cine noir generalmente no da actualmente satisfacciones a sus realizadores. Como se acostumbra a decir comúnmente en mi país, “no paga" (por "no retribuye"), pues el público contemporáneo va en procura, quizás no vana, ni insustancialmente, del color de la vida.
AQUILANO
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9
27 de mayo de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
No había visto este film que ha cumplido ya tres años. Quizás por eso mi comentario llegue un poco a deshora, pero llama la atención que pese al tiempo transcurrido no haya tenido más reconocimientos que los consignados en la ficha técnica.

De impecable factura, con actuaciones soberbias, especialmente las de sus dos protagonistas principales, Nora Navas y Francesc Garrido, uno va introduciéndose en una trama que parece estar viviendo realmente. Como diciendo "esto o algo parecido me ocurrió a mí", lo que puede abarcar muchos aspectos de la corrupción generalizada en todos los ámbitos y al parecer en muchas partes del mundo, pero cuando corroe un tema tan sensible como lo es la adopción cala más hondo.

Desde una de las secuencias iniciales relacionadas con el equipaje de la pareja va perfilándose un contexto hostil en la que ésta se sumerge para ir deshaciendo sus ilusiones y buenos propósitos. La coacción está presente y se agiganta porque las víctimas son dos extranjeros que tratan de vencer al sistema perverso que han descubierto sin proponérselo. Nos indigna, nos estremece, y nos hace participar de la pesadilla padecida por los personajes como si fuese verdadera. Están allí y podríamos ser nosotros. Podría ocurrir en cualquier lugar del planeta y, va de suyo, en nuestra propia tierra.

Un gran aplauso para la directora Féjerman que, con gran maestría, lleva este relato a buen puerto y sin lagunas, dejándonos un final inesperado que sólo habré de sugerir en la "Zona spoiler".
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
AQUILANO
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8
12 de marzo de 2017
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Podría coincidir en que "Fences" es una obra teatral filmada y no una película basada en una obra teatral. Quizás tenga poco de las técnicas cinematográficas que llevan a calificar un film como bueno o malo, pobre o deslumbrante, ágil o estático. En síntesis, a analizarlo como "film" en sentido lato.
Es sí una verdadera "master class" actoral para el regocijo.
La potencia de las actuaciones hace reflexionar sobre la validez de los parámetros en los que se basa la Academia para otorgar el tan preciado Oscar. ¿Es que Casey Affleck mereció pasar por sobre Denzel Washington con un monocorde y tedioso papel en "Manchester By The Sea"?. Nada más injusto.
El despliegue de todo elenco, comenzando por la sí reconocida Viola Davis, que tuvo aquí oportunidad de lucirse una vez más, tal como ocurriera en obras anteriores ("La duda" y "The Help") debe también atribuirse a la ayuda de un necesario y maravilloso contrapunto con Washington, para de este modo lograr una química que sólo se genera entre talentosos. Sin esta contrapartida, cualquier rol puede quedar disminuido o empañado, por más garra que ponga su intérprete.
El resto de un reparto de lujo parece estar elegido a dedo para que encajen en el conjunto armonioso a que se arriba mediante una historia simple pero de gran profundidad, con escenas de antología donde pueden reconocerse personajes humanamente universales.
Para los que gustan del teatro verdadero y para quienes no pudieron, como yo, apreciarla directamente en su versión de Broadway de hace cinco años, saquen ahora su ticket de entrada y no se la pierdan.
AQUILANO
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