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Críticas de Tony Montana
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Críticas 179
Críticas ordenadas por utilidad
10
14 de septiembre de 2006
100 de 119 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo primero que uno se imagina cuando ve aparecer a Pacino es sin duda: Ahí está Tony. Y ciertamente, Carlito's way no es más que la segunda oportunidad de Tony, se le da la oportunidad de corregir errores e iniciar una vida honrada. Pero lo que comienza bien, va torciéndose, y demuestra que el personaje calcado que pretende evitar su pasado, no tiene más remedio que volver a él. Como todas las películas de gángsters, una vez que inicias esta vida, es imposible huir de ella. Como Michael Corleone, como Tony Montana, como Cody Jarret.

Pero esta segunda película va más allá. Al presentarnos a un mafioso más maduro, consciente de los errores pasados, la cinta es mucho más oscura que su predecesora, mucho más madura, y así es también la puesta en escena de De Palma. Al no contar con un guión repleto de idas de olla de Oliver Stone se puede centrar más en la caída a los infiernos de su mundo, en esa imposibilidad de abandonar un mundo en el que siempre ha vivido, y que es lo único que conoce. A ello contribuye el grandísimo guión del mediocre David Koepp, que si una cosa buena tiene como escritor es que siempre sabe cómo llevar la película al punto que le interesa al público, y aquí conduce la cinta hasta un final apoteósico que permite a De Palma mostrar todo su repertorio hitchcockiano con una muestra de manejo el suspense total. Otra de las ventajas de esta cinta es que el guión más serio limita el barroquismo de De Palma, aunque siempre tiene la oportunidad de dejar su sello con sus ángulos imposibles y sus constantes movimientos de cámara, siguiendo la acción en todo momento. De Palma sabe recrear también de manera perfecta una época donde la cocaína y la música estaban a la orden del día, y con la labor del director nos hace sentir realmente que volvemos durante dos horas a los 70, y consigue hacernos partícipes de la historia en todas sus vertientes.

Uno de los grandes puntos fuertes de la película es la relación que se traza en los personajes. El personaje del abogado interpretado por Sean Penn fue el que le dió la oportunidad de meterse en el club de los grandes, un personaje totalmente desquiciado por el poder y la droga, el representa esa especie de Tony Montana del subconsciente de Carlito, la parte impulsiva que, aparentemente, dejó atrás, y que vuelve para mostrarle sus viejos fantasmas. Y un personaje tan pequeño como fundamental en la trama, Benny. Al verse mezclado con él, Carlito comienza a caer de nuevo en los mismos males del pasado, hasta que se da cuenta de que ya no es nadie y que un niñato que mueve 2 papelinas ya se cree un dios con capacidad para quitarle el trono. Pero el gran acierto de la cinta es mostrar el lado sensible de Carlito. Su relación con Gail es sencillamente maravillosa, con un lirismo que pocas veces saca a relucir De Palma en su obra, pero que aquí llega a emocionar por la belleza de las imágenes que proporciona el director.
Tony Montana
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8
24 de marzo de 2008
87 de 99 usuarios han encontrado esta crítica útil
El propio Cronenberg afirma concienzudamente su locura, la cual le permite rodar sus particularísimos films por donde se mueven una galería de personajes enfermos, psicóticos, raros y diferentes con respecto al concepto del canon social de lo que se considera moral o socialmente correcto, y criados en un orden social en el que la violencia no es algo visible pero sí perceptible. Quizás no soy el más indicado para hablar de su cine debido a lo poco atrayente que este me resulta en general, a lo difícil que me suele resultar ser ver una película suya por lo pretendidamente interesante pero lo tremendamente decepcionante que suele ser, pero no por ello le niego el mérito de ser, quizás, el más personal de los cineastas surgidos en los últimos años (con la excepción del maestro de maestros en este campo, Lynch). Quizás, las obras de ambos que más me han gustado han sido precisamente las que tenían un corte más convencional, tirando a clásico, donde su particular universo visual y su potencial narrativo (enorme en ambos casos, algo imposible de negar) se ponían al servicio de una historia menos personal pero sí más universal con respecto a su habitual mundo. Es por ello que me ha sorprendido gratamente ver esta película de culto donde el estilo Cronenberg es llevado a su paroxismo. Y más aún me ha sorprendido por haberse unido a uno de los escritores a los que más fobia le tengo, William S. Burroughs, del que he leído algunas cosas y casi siempre he salido asqueado, si es que he llegado a acabármelo, como el caso de la obra en cuestión.

Para comprender la situación de la cinta y disfrutar con ella (o intentarlo al menos) es obligatorio haber, si no leído al escritor, sí conocer un tanto de su vida y obra, de sus miedos, las inquietudes que le movían a describir los aspectos más malsanos de una personalidad atormentada como la suya propia. Y es que El almuerzo desnudo es algo así como el Ulyses de la generación Beatnik (a la que tampoco soporto, dicho sea de paso) de la que después se desmarcó, una obra culmen y difícil de leer por excesivamente personal escritura y su particularísima narrativa. Cronenberg, pudiendo intentar adaptar la (inadaptable) novela original, escoge narrar, a modo de falso biopic, el proceso de escritura de la novela en el momento más autodestructivo de la vida del escritor, cuando creó, producto de su subconsciente, la Interzona. Más, ¿Dónde están las virtudes de una película tan compleja como la novela, y, por tanto, difícil de digerir por el espectador? En que Cronenberg consigue hacer suyo un mundo tan particular y narrar esta trama detectivesca, un mero mguffin, que va mostrando, a modo de muñecas rusas, toda la vida de este escritor de culto, con evocadores pasajes puramente surrealistas en los que es fácil, realmente fácil, perderse y que requiere una aportación extra por parte del espectador de adentrarse en este estudio metaliterario sobre una de las más influyentes obras del siglo XX.

(Continúa debajo)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Tony Montana
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8
29 de abril de 2006
79 de 85 usuarios han encontrado esta crítica útil
En el cine de Peckinpah, todas las mujeres son zorras, y todos los hombres unos pendencieros borrachos hijos de puta. Es una regla que se cumple en la mayor parte de su filmografía, y esta, por supuesto, no es una excepción. Aquí la trama tiene, como siempre en el cine de este borracho genial, a un auténtico perdedor como protagonista. Lo vemos al principio en su cantina, Benny es como Rick Blaine pero sin glamour y sin carisma. Un auténtico bala perdida que va vagando por la vida sin un rumbo fijo, y que se agarra al último clavo ardiendo que le ofrece la vida, su novia Elita, otra de las putas de Peckinpah.

Benny, al enterarse de la oferta, inicia un viaje aparentemente sencillo que, tras varios altercados, irá complicándose, y se convertirá en un auténtico descenso a los infiernos. Si todo comenzó como un viaje motivado por el dinero, conforme avanza la historia, y pierde aquello que ama, Benny se convierte en un auténtico animal, guiado por las ansias de venganza, lleno de odio contra todo aquello que representa la cabeza, por cuantas vidas se cobra el dichoso Alfredo, aunque la propia cabeza de Alfredo le servirá como un inusual compañero de viaje, alguien con quien hablar y a quien le confesara sus penas, sus pecados, y sus sentimientos. Dos historias bien diferenciadas son las que encuentra el espectador: antes y después de encontrar la cabeza. A partir de aquí, todo el mundo de Benny se desborda, y resulta extremadamente surrealista, el ver a un hombre lleno de odio hacia todo, incluso hacia su prometida, hablando con una cabeza a la que, por supuesto también odia. Borracho como una cuba, y lleno de odio, intentará acabar con todo aquello que no le permite vivir, ya que, tras perder lo poco que le quedaba, se da cuenta de que nada le hace feliz, e intentará acabar con quien ha organizado todo este embrollo, y, al igual que un antihéroe de western crepúscular, un inadaptado, lo solucionará todo pistola en mano.

La película contiene las constantes de Peckinpah. La violencia siempre presente en la sociedad, la misoginia recalcitrante de la que hacen gala todos los personajes, el desencanto con el mundo, etc... todo ello aderezado con su conocida ultraviolencia, en la que se recrea mediante el uso de su ya conocido montaje en cámara lenta, y su menos conocido lirismo, que impregna algunas de las mejores escenas de la película. Resulta bastante difícil de creer que esta película la dirigiese un solo hombre en su totalidad, pues hay un gran contraste entre las escenas " peckinpahsianas " y las maravillosas escenas liricas, llenas de grandes diálogos y de una fuerza sentimental que pocas veces se asocia a Peckinpah. Y todo ello en ese mundo fronterizo sucio, corrupto, maloliente que todos asociamos al cine del director americano.
Tony Montana
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10
18 de enero de 2006
73 de 74 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde la primera escena en la estación de trenes, donde tres hombres esperan a no se sabe quién, vemos lo que va a ser la película en su totalidad. Lenta, agobiante, operística, elegíaca y agonizante.

Charles Bronson está perfecto, siempre con ese semblante de hielo, incapaz de mostrar sentimiento. Su característica armónica siempre nos adelanta que va a haber una gran escena violenta. Jason Robards está magistral, aportando los momentos cómicos tan característicos de Leone. Su personaje es simpático, aunque consciente de su condición de buscado asesino, y ansioso de tener una madre. Ese papel maternal lo encarnará la sensual Claudia Cardinale en su mejor interpretación. Una educada prostituta de Nueva Orleans debe convertirse en una mujer dura cuando descubra que alguien quiere acabar con su vida. Gabrielle Ferzetti en su papel de Morton ejemplificando lo que acabó con el viejo oeste: el magnate del ferrocarril. Este extiende sus garras metálicas, deshumanizando la tierra virgen y llevando la civilización hasta el árido desierto, y acabando con hombres de verdad, como Frank, encarnado soberbiamente por la mirada del cine: Henry Fonda. Hasta la matanza de la familia Mcbain, nunca pudo imaginarse alguien que Henry Fonda podría matar a un niño a sangre fría. Vestido de negro, representa la pura maldad, y ambiciona convertirse en un hombre de negocios como su socio Morton.

La relación que se establece entre los cuatro personajes es perfecta. Frank anda tras Jill para acabar con ella, lo que hace que Cheyenne y Armónica se acerquen a la sensual mujer. Uno por que ve en ella a su madre, y otro por que es la forma de poder acercarse a Frank. La relación entre Fran y Armónica es la que existe entre un hombre y su destino, entre alguien a quién los fantasmas del pasado vuelven para atormentarle y algo mas. Entre ambos existe una relación de interdependencia, hasta el punto de que Armónica salvará la vida de Frank, pero con un buen motivo. Y a su vez, la relación de amor-odio entre Morton y Frank, uno ambiciona ser normal, y otro un hombre de negocios.

La banda sonora de Ennio Morricone es digna de estudio. Cada personaje tiene un tema propio, desde el romántico tema de Jill, pasando por el juguetón y alegre tema de Cheyenne, hasta llegar al estridente y violento tema de Frak y Armónica, que al igual que su destino, comparten composición. La música se adapta a cada plano como un guante, ayudandonos a contemplar el oeste rodeado de una belleza elegíaca, casi operística. Y la fotografía también es digna de mención. A destacar, los grandes planos generales que Leone fotografió en el Monument Valley en homenaje a su admirado Ford. Y el montaje podría decirse que es un personaje más en la película, pues es el que transmite esa sensación de cansancio al espectador, además de los conocidos primeros planos de Leone en los duelos.
Tony Montana
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7
17 de noviembre de 2006
74 de 80 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como director, Mamet nunca ha sido plato de mi gusto, pero hay que reconocer que como guionista casi siempre ha sabido dar con el toque adecuado a las películas, y más aún si lo deja en manos de otro director más competente, aunque este no sea un Scorsese o un Clint. La película es una muestra perfecta de la tiranía del dinero y el trabajo en el sistema de bienestar que es nuestra sociedad, donde a veces nos convertimos en meras máquinas al servicio de un estado que nos da más que nos quita, y que para escalar en él hay que recurrir al juego sucio y a pisar al compañero, al precio que sea.

El guión mejora conforme avanza la película. Al comienzo, Mamet me transmitía la sensación de no saber qué contar, si una película de traiciones, si un drama... hasta que descubrimos que es una brutal sátira sobre el capitalismo. Un comienzo algo complejo, con todo el tema inmobiliario, que hace que el espectador se pierda por momentos dentro de la trama, deja paso a un violento estudio de personajes a raíz de la magistral aparición de Al Pacino con Jonathan Pryce. A partir de la mitad de la película, el desarrollo del guión y la puesta en escena son vertiginosos, dejando de lado el mcguffin de esta segunda parte y centrándose en las relaciones de los compañeros, el desprecio del fuerte por el débil, y la desesperación del más débil dentro de un sistema económico que no permite concesiones. Al final, Mamet va dejando piezas sueltas, lanzando un falso culpable, y ocultando la verdad hasta el último momento, en un ejercicio de escritura brillante, casi de thriller, al que hay que unirles unos diálogos totalmente brillantes, que ayudan a retratar aún más la crisis y la desesperación en momentos malos. James Foley tiene algunos momentos realmente brillantes, con una dirección totalmente heterogénea, dota de un ritmo frenético a la película, y gracias a ello, nos guardamos algunas escenas antológicas, pero en total, en otras manos, habría alcanzado un resultado notabilísimo. Foley no es un gran director, y lo demuestra en algunos momentos, sin estar a la altura de Lemmon o Pacino, jugando demasiado con la cámara sin necesidad alguna de ello.

El reparto entero está a un nivel sobresaliente. Al Pacino da uno de esos recitales exagerados que tan bien compone, recordando por momentos en su bordería a Tony Montana, ya que su personaje es probablemente el más carismático de la cinta, siendo su aparición de lo mejor de la película. Y Jack Lemmon es el otro pilar sobre el que se asienta la interpretación. Pasa de estar eufórico a estar totalmente desesperado en unos segundos, abarcando una serie de registros asombrosos. Pero igualmente destacable es Alec Baldwin. Sale 5 minutos, pero se come la pantalla.

Una película con un guión brillante, pero que si hubiera contado con un director mejor podrçia haberse convertido en una de las grandes cintas del cine moderno. Una lástima
Tony Montana
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