Escribo estas líneas cuando todavía canta esa voz ronca de aguardiente una canción triste y quejumbrosa durante los créditos finales de esta película buena y no suficientemente valorada.
Un pobre hombre con una compañía de extracción de oro en la bancarrota, descubre por sorpresa, de la mano del secundario Edgar Ramirez, un espectacular yacimiento del metal dorado. A partir ahí, todo son altibajos, éxitos y sobre todo fracasos, hasta el final inesperado, que no desvelaré.
La cinta tiene un metraje largo, excesivo para mi gusto, la historia se podría contar en menos tiempo. Y también se podría decir que adolece de falta de ritmo en ocasiones, o de falta de impacto, de garra o de fuerza, para que termine de ser un largometraje redondo.
Pero la pelicula merece la pena y el final terminó de convencerme.
Esta es la historia, no de un ganador, como Hollywood nos tiene acostumbrados, sino de un perdedor, un pobre diablo que, es cierto, al principio resulta odioso, con sus maneras de borracho, sucio y maleducado, con esa verborrea directa y sin tapujos del descarado. Pero termina provocando ternura y compasión, y empatía por tanta desolación que sufre.
Es un perdedor, un animalito en medio de las bestias de esta jungla de la vida que nos ha tocado jugar. Se cree listo pero no deja de ser una persona inocente rodeada de hienas muy listas y poderosas. Él, que se creía que se las sabía todas, todos le engañaron.
Esta peli trata del perdedor que, a pesar de todo y frente a todos, quiere ganarse su oportunidad en este mundo de lobos, y lo consigue pero se lo quitan, lo vuelve a conseguir y se lo vuelven a quitar. Este es el cuento de que, pese a todo, hay que luchar siempre y no rendirse. Como nunca se rindió el protagonista, Mathew McConagueou en una actuación espectacular como nos tiene ya acostumbrados en otros trabajos.
Merece la pena esta peli. Véanla y opinen.

Es mala, realmente mala. No hagais caso de las buenas críticas ni la nota, porque no la merece. En lo único que coincido es que la factura técnica (cromatismo, montaje) no está mal, pero todo lo demás es malísimo. Los zombies de pena, son muñecos que dan más risa que miedo, la sangre de tomate, las actuaciones de feriante, y cuando se ponen en plan lírico y emotivo es como ver a niños de parvulario. Toda la película da vergúenza ajena. No perdáis el tiempo, hay otras de zombies mejores y esta no es una de ellas

La cinta empieza con una familia que se muda a una nueva casa y comienzan a suceder hechos extraños de los que solo se percata la chica protagonista.
La película tiene un argumento muy parecido a The boy pero es todavía peor, mucho peor. Sus personajes son planos, los padres prácticamente inexistentes y la chica (que soporta toda la peli) no transmite nada, apenas hay secundarios. La trama absolutamente vista hasta la saciedad en otras cintas de miedo con casas con familia en las que suceden cosas extrañas. Todo es de manual.
La imagen tiene la textura de una cámara de video de saldo. El malo da más bien risa, y un segundo malo todavía más.
No hay miedo apenas y sí mucho sopor y aburrimiento, estuve a punto de cortar la peli antes de acabar pero decidí armarme de valor y aguantar para poder escribir esta crítica con conocimiento de causa.
Las dos únicas cosas buenas en todo este engendro es, por un lado, que la chica está bastante bien y, por otro, el giro final del largometraje, motivo por el cual, no le doy un cero a esto.

Realmente me ha parecido eso, una españolada. Pero en el estilo de película coral donde se suceden numerosas situaciones rápidamente, con enredos, líos, chistes, gags... A esto se suma un elenco de buenos actores reconocidos cada uno intentando dar lo máximo de su actuación que resulta ser más bien poco y lo poco demasiado soso.
En resumen, una loca historia disparatada que no lleva a ningún lado, que desemboca con desenfreno en una serie de situaciones que, eso hay que decirlo, no te dejan tiempo casi ni a pensar, lo que hace que la peli realmente no se haga larga ni pesada.
Pero lo dicho, realmente no hay argumento. Y algunos personajes sobran. Como he leído en otras críticas, tienen razón, Santiago Segura y el Areces sobran y mucho, porque no hacen nada de nada de gracia, intentan dar un contrapunto cómico a la cinta y consiguen hacerla más patética.
Por último diré que yo fui con los prejuicios creados tras leer las críticas tan malas que había por aquí y realmente no la encontré tan mala. Muy rápida, divertida a ratos, algo entretenida. Sin más, no es basura como otras mierdas americanas que hay por ahí (aunque le he dado un 4).
Y la Bang, que, al igual que muchos de los que escriben por aquí, no me gusta nada como actúa (estará por lo que está) en esta película no la he encontrado mal. Incluso borda el personaje de loca histérica, lo hace creíble. Esa es mi opinión, pero advierto tajantemente que sólo en este papel. Por lo demás está muy buena, eso hay que decirlo.
Y el gangoso de Mario Casas, he de admitir que esta vez se le entiende, pero su papel no es creíble, no vale este chaval, que se dedique a otra cosa.
En fin, desde El día de la Bestia, Alex de la Iglesia no ha hecho nada a esa altura.

Formidable largometraje de William Oldroyd, desconocido para mi hasta ahora, pero que tendré en cuenta en adelante.
La película es un relato descarnado, profundo y ausente de toda retórica, de cualquier efecto edulcorado, sobre un amor consumido por la obsesión enfermiza. La cinta transita por un metraje sin estridencias, sin banda sonora, por una historia pasional que a ratos se hace lenta, oscura, con la pesadez del tiempo inabarcable al que se enfrenta el hastío de lady macbeth, en la casa de su marido.
Ese aburrimiento, esos días repetitivos y esa falta de destino, de sentido de una vida lanzada a una existencia vacía, inane, es lo que impulsa y espolea esa pasión, ese ansia de salir de la nada en la que está sumergida la protagonista, y provocan su inevitable caída a una fuerza amorosa terrible, voraz, que va a consumirla como persona, una pasión que le pondrá una venda para no hacer miramientos a cualquier principio moral y poder cometer actos criminales, con el claro fin de conservar esa fruta prohibida: su pasión por el jornalero del que se enamora obsesivamente cuando su marido se ausenta de la casa unos meses.
En el fondo la cinta nos habla, con un ritmo moroso, lento (que muestra perfectamente la pesada carga del tiempo cuando nada se tiene que hacer) de la imposibilidad de ser feliz, de los obstáculos para alcanzarla impuestos artificialmente por la sociedad, por convencionalismos, etc... y del ser humano destruyendo monstruosamente, equivocadamente, esas barreras para poder ser feliz en este mundo.
Es una cinta impactante, lenta a veces, pero necesaria como he dicho. Florence Pugh actúa con una fuerza creíble para representar este personaje lleno de aristas.
Totalmente recomendable.