No funciona ni como comedia, ni como drama, ni como thriller. Esa indefinición de registro me ha producido en algunas secuencias una sensación entre el estupor y la vergüenza ajena, verbigracia la del judio con la pistola o la del intento de "liquidación" del negocio. Igual es que he pasado algo por alto, pero no le he encontrado ni moraleja.

En esta película todo es sórdido, feo y desagradable. Es la historia de una niña que crece entre la pobreza y el sufrimiento, cuya única válvula de escape es su fascinación por Elvis, víctima inocente de los pecados de sus padres y de la religiosidad de su abuela. Pero de esto te enteras muy avanzada la película. Hasta ese momento, te estas preguntando por el sentido que puede tener tanta miseria y sólo se te ocurre que es el propio regodeo en ella. Un papelón para la niña, sucia, desgreñada y harapienta. No creo que Dakota Fanning necesitase de este vehículo tan impostadamente dramático para demostrar que es una buena actriz.
El tonillo metafórico al que, al parecer, contribuye la proliferación de tanta serpiente, no ayuda tampoco a una historia que tendría que haber recibido un tratamiento más realista, incluido ese final de "justicia poética".

La historia que nos cuenta podría haber generado una película con grandes momentos de emoción. Sin embargo, yo no he llegado a emocionarme en ningún momento. La película muestra el funcionamiento interno de un campo de concentración de forma bastante pedagógica. Los conflictos morales de los protagonistas tampoco se desarrollan con el suficiente dramatismo. Visualmente, la imagen es obviamente gris. La realización y las interpretaciones son correctas. El material podía haberse resuelto de una forma mucho más emotiva, pero el resultado es definitivamente gris.

Tenía mis reservas con respecto al género, pero esta peli ha confirmado e, incluso, superado mis peores temores. Inenarrable. Se da la paradoja de que aunque el guión es increíble (de malo), las situaciones son predecibles y la resolución final es una salida por peteneras. En “Psicosis”, Hitchcock incluyó al final una innecesaria explicación “científica” de los trastornos de Norman Bates, pero cerró la película con un plano inquietante. Aquí, para justificar el desaguisado, también nos cuelan de matute la pertinente explicación. De llorar.
Un progresivo estado de estupefacción se ha apoderado de mí a lo largo del visionado, sobre todo pensando en que hay gente que la valora muy positivamente. Debo ser un poco corto de alcances, porque yo sólo he visto un subproducto que pudo tener un cierto tirón comercial entre el aún inocente público de los cines de barrio de los setenta por sus hoy inocuas truculencias, que han quedado tan superadas como la “tecnología punta” que se exhibe en el film.
Eso lo sospechaba, pero pensaba que tal vez el brillante talento visual de Argento redimiría artísticamente al producto. Y me encuentro con que Argento no es ningún fino estilista. Que es más bien chapucero y ridículamente efectista. ¿Qué queda? La buena fotografía de Storaro, porque incluso, por momentos, la música de Morricone es improcedente.
Peor que mala. En fin. Una y no más.

Una auténtica mamarrachada. No hay por donde cogerla. Un guión insostenible, una realización pedestre, unas interpretaciones para el olvido, una música invasiva, unos efectos especiales de caseta de feria y un atropellamiento narrativo que algunos llaman concisión. Se salvan algunos aspectos de la cutrérrima producción y de la fotografía. Un subproducto para los cines de barrio de los años 60.
Llegué hasta esta "joya" por un blog en la que la incluían en una lista de las quince mejores películas inglesas, junto a obras de Lean, de Emeric y Pressburguer o de Leigh. La lista incluía otra película Hammer, que no entiendo porqué se ha convertido en una productora de culto, y no mencionaba ninguna del Free Cinema. En fin.
Ni espanto, ni lirismo. Una mierda pinchada en un palo. Aunque hay algunos que, por hacerse los exquistos, son capaces de comer mierda.