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Argentina Argentina · santa fe
Críticas de rouse cairos
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Críticas 296
Críticas ordenadas por utilidad
8
24 de febrero de 2008
10 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Expiación" es una historia de amor romántico que nos remite a las intrigas de la Inglaterra victoriana de principios de siglo, para convertirse más tarde en una particular pel¡cula de guerra, que desemboca en una emotiva reflexión sobre la capacidad del arte como posibilidad de redención.
Todos los ingredientes del drama romántico están presentes en el relato pero su originalidad radica en la prodigiosa utilización del tiempo y los puntos de vista, elegidos para la narración por el joven realizador británico Joe Wright. A diferencia del formato más clásico de su primera película, "Orgullo y Prejuicio" (2005), el director propone una trama narrativa menos lineal y más compleja, a través de puntos de vista diferentes de un mismo hecho, acompañados de un ágil montaje paralelo que sigue a los personajes en sus devenires entre el amor y la culpa, que vinculan de distinto modo a dos hermanas (una niña y otra adolescente) con un joven de inferior condición social.
La acción se inicia en la Inglaterra victoriana de los años treinta, cuando en el seno de una familia aristocrática, la hija más pequeña (Briony Tallis) acusa al joven jardinero de un delito que no ha cometido. El origen de esa actitud está motivado en los celos hacia su hermana mayor y una desbordante fantasía exacerbada por las r¡gidas convenciones.
A través de este personaje, que se presenta en tres etapas diferentes (niñez, adolescencia y vejez), se inicia una historia que se compone de fragmentos temporales. A partir de un equívoco de consecuencias irreparables, el hilo del relato conduce hasta 1940, donde se muestra la retirada de los soldados aliados en la costa francesa de Dunkerque y los hospitales de esos tiempos bélicos, donde las hermanas protagonistas intervienen como enfermeras voluntarias para sanar heridas ajenas y propias.

Además de tematizar principalmente la posibilidad del arte como medio de expiación, el film posibilita otras lecturas, como la psicoanalítica, que la vuelve ideal para comprender los descubrimientos freudianos de la época, acerca de las distorsiones del deseo.
Además incluye varios homenajes al cine, siendo el más destacado la cita implícita de la pel¡cula francesa de 1938 "El muelle de las brumas", cuando en el tramo de Dunkerque, el protagonista pasa delante de una pantalla en la que se está proyectando la escena del emblemático beso entre Michele Morgan y Jean Gabin. Ese amor apasionado y condenado a la vez, entre un desertor del ejército y una joven desprotegida, funciona como eco del conflicto mayor que impone su realidad social que no invita al optimismo ni a la esperanza.

A pesar de cierta irregular distribución del ritmo narrativo, el film resulta un placer para los sentidos, a lo que contribuyen la acertada banda sonora pero fundamentalmente la fotograf¡a y la iluminación, con una clara tendencia a las tonalidades pastel y un uso maravilloso de la luz natural.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
rouse cairos
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8
7 de abril de 2014
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Todo ocurre en un indeterminado tiempo futuro, no muy alejado del presente. Las primeras imágenes del film muestran un frío universo en una gran y tecnologizada urbe. Theodore, (Joaquin Phoenix), un hipocondríaco habitante de edificios vidriados, trabaja en una empresa donde escribe cartas por encargo de clientes que precisan un discurso para expresar afectos y deseos que no saben exponer, pero que pueden pagar.
El suceso que dispara la línea argumental es una curiosa adquisición del protagonista, un sistema operativo con una extraordinaria capacidad de comunicación, verbalizada por una encantadora voz femenina que dice llamarse Samantha (Scarlett Johansson), con la que va estableciendo una relación cada vez más armoniosa, hasta que ambos se enamoran.
La película aborda con intensidad la extraña historia de amor que van a mantener este hombre y una seductora voz/alma que conoce sus gustos y necesidades.

“Her” muestra las volátiles facetas del enamoramiento y se pregunta constantemente por su quintaesencia, un término actualmente casi en desuso, creado por los alquimistas para denominar la verdadera naturaleza de las cosas en su estado más puro y perfecto. En el vínculo que establecen Theodore y Samantha, la idea del amor está en la mente, en los recuerdos, en los sentimientos y sensaciones aún en la ausencia del cuerpo. Siguiendo las reglas de la estructura clásica de la película romántica, el argumento explora el costado abstracto, invisible y contradictorio de un vínculo sentimental. Parte de un argumento insólito pero su materia prima está en la mirada de uno y en la voz de otro.
El guion se vuelve filosófico al preguntarse por los límites sobre lo que es real y expone que no hace falta un cuerpo para transmitir y recibir sensaciones: todo está en la mente, en los recuerdos y sensaciones, donde el sexo interviene, pero trasciende más allá de lo físico y palpable, con la paradoja de que en el más visual de los medios se trabaje con otras sensorialidades. El oído surge como detonante del amor, casi como encuentro directo con el alma del otro, si es que por alma se entiende la risa, la manera de acariciar con las inflexiones de la voz, y ese tipo de seducción que se esparce como un perfume diferente sobre las figuras tonales.

Sostenido por una soberbia fotografía y por una magnífica banda sonora, el director nos convoca a una ceremonia de afectos verbalizados en la que consigue “carnalizar” la ausencia física de Samantha aprovechando la sedosa y sugerente dicción de Scarlett Johansson. El guión irá deparando sugerentes vueltas de tuerca para los sentimientos crecientes que alcanzan una puesta en escena riquísima en hallazgos y situaciones hondamente perturbadoras.
Alejado del malvado emperador que encarnó en “Gladiator”, Joaquin Phoenix consigue uno de los mejores papeles de su carrera, en una línea afín al personaje que hizo en “Los amantes”, de James Gray. Como contrapeso intenso de la mirada y la expresividad facial de Joaquin Phoenix, el film tiene a la voz de Scarlett Johansson, quien no sale ni un minuto en pantalla pero hace su mejor rol desde “Perdidos en Tokio”. Scarlett demuestra que no es necesario salir en pantalla para hacer un papel de peso. Por su parte, Amy Adams, a pesar de que tiene una pequeña intervención, también realiza una adorable interpretación que se cierra en un precioso plano final. Ella funciona como un complemento depresivo y femenino del introvertido Theodore.
El talentoso director y guionista Spike Jonze se mete con esa burbuja que implica el amor, la construye (y deconstruye) tan delicadamente, como un cuento de Bradbury, quien si estuviese vivo, habría disfrutado de este hermoso relato, delicado, inteligente y divertido. Una delicia en lo visual y con una banda sonora capaz de sostener esa constante poesía melancólica donde también aparecen todas las debilidades del amor y su repertorio de “pequeñas magias inútiles” (Borges dixit).
Tanto visto como un hito de la ciencia ficción romántica o un cuento futurista y conmovedor, la historia de Theodore y Samantha resulta mucho más real que la mayoría de historias de amor que abundan actualmente en la gran pantalla. Fervorosamente recomendable, “Her” está hecha con la pasta de las películas de culto.
rouse cairos
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7
28 de agosto de 2007
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
La adaptación al industrializado mundo actual y la "adaptación" de la vida
silvestre animal a partir de las "deliciosas basuras" que lo caracterizan
son el tema central del humorístico (y ecológico) planteamiento que los
directores Tim Johnson y Karey Kirkpatrick, ambos especializados en la
dirección y escritura de animación, ponen en marcha con un sustancioso
guión, basado en un cómic de gran éxito en Estados Unidos, creado por
Michael Fry y T. Lewis.
La reducción de la amplia oferta gastronómica natural de su bosque es el
origen del conflicto por el que atraviesa una pequeña comunidad de
silvestres animalitos recolectores, liderada por una precavida y noble
tortuga, integrada por una pareja de puercoespines, una comadreja, una
ardilla y sus respectivas proles. Al despertar de la hibernación,
encuentran que su hábitat natural se ha alterado radicalmente: su lugar se
ha reducido, acorralado por un imponente muro verde, debido a que una
anónima compañía inmobiliaria ha instalado allí un enorme complejo
habitacional. Sus moradores, llamados "humanos", sólo admiten animales
domésticos.
Los ingenuos animalitos no tardarán en caer en las prácticas manipuladoras
de un ambiguo mapache, empecinado en convencerlos de que, al otro lado del
muro de hierba, existen maravillas indescriptibles, aunque se cuida bien
de aclarar que internarse en ese espacio supone para todos ellos una
peligrosa aventura.
Sin embargo, terminarán formando una inesperada asociación, solidaria y
afectiva, mientras aprenden a coexistir con este extraño mundo llamado
urbanización.

En la adaptación cinematográfica se ha perdido bastante de la profundidad
de las viñetas originales, donde Fry y Lewis incluían jugosas
conversaciones de los animales protagonistas, que podían discutir de temas
filosóficos y sociales.
No obstante, pueden percibirse ácidas observaciones sobre los defectos y
las absurdas contradicciones de los seres humanos que, paradójicamente,
son terriblemente deshumanizados, obesos o neuróticos que "viven para
comer, en vez de comer para vivir".

Cabe destacar que, más allá del modernísimo formato de animación 3D, la
médula de esta fabulita de tiempos modernos está cargada de un contenido
tan moralista y ejemplar como el que anida en los añejos relatos de Esopo,
dejando claro que "no hay nada mejor que la familia", lo que se dice
explícitamente, aunque, en realidad, deberían haber dicho "nada mejor que
una comunidad solidaria".
rouse cairos
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8
2 de marzo de 2015
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
El espectador que busque una inmersión profunda en las ideas científicas de Hawking puede quedar decepcionado, porque la película se dedica sobre todo a la vida personal del científico, con un guión basado en el segundo libro autobiográfico escrito por su ex mujer, Jane Hawking, quien se casó con él cuando ambos eran estudiantes universitarios y fue quien lo sostuvo durante su crecimiento profesional, paralelo a su declive físico, ayudándolo cuando perdió el habla y casi todos sus movimientos, lo que no le impidió tener hijos ni seguir desarrollando sus teorías acerca de la física cuántica y el funcionamiento del universo.

Las fórmulas matemáticas y físicas no son el centro del relato pero sobrevuelan en un par de imágenes de pizarrones indescifrables y laboratorios famosos por sus descubrimientos que hicieron avanzar el conocimiento científico. Las película intenta transmitir algunos conceptos en medio de momentos cotidianos, como una secuencia subjetiva, cuando el protagonista queda atrapado en su propio pulóver y esto lo lleva a entrever, tal vez como Newton y la caída de la manzana, una asociación científica visionaria.

Sustentado en un producción admirable y con sólidas actuaciones centrales, el film no se aleja de las limitaciones que suelen encontrarse en apuestas biográficas de este estilo. “La Teoría del Todo” es más bien una correcta película de fórmula, que apuesta a una narración convencional con picos emotivos subrayados: el deterioro físico en primer plano y apenas insinuados los problemas emocionales puertas adentro de un grupo familiar evidentemente anómalo.

Medianía y equilibrio, definen al biopic de James Marsh, profesional en todo sentido. La película amaga con algún momento de intensidad más real que realista, pero tiende a desembocar en melodrama cándido, en tanto se acerca a la versión más clásica del género. Intenta cubrir la vida entera de un hombre célebre sin ahondar en previsibles abismos humanos, apoyándose en los lugares menos riesgosos. En este sentido, la película tiene la prolijidad de un libro de cuentos. Es una "feel good movie" llena de buenas intenciones, que toma las crisis como simples obstáculos en el camino y las acompaña con secuencias tan bellas como la del baile universitario y la anécdota del jabón en polvo que, a su vez, permite hablar acerca de la luz ultravioleta. Siempre encuentra la forma de bajar algo abstracto en un ejemplo concreto y hasta divertido, sostenido con una banda sonora de espléndido poderío del islandés Jóhann Jóhannsson, la que no sólo tiene pasajes hermosísimos, sino que además está muy bien utilizada por el director, que en algunos momentos cumbre la combina con imágenes sobre la inspiración de las teorías de Hawking.

Más allá de sus aspectos conservadores, la película tiene interpretaciones notables del dúo protagonista (Felicity Jones y Eddie Redmayne). La extraordinaria entrega física para mostrar el proceso de deterioro de su personaje, que le valieron el reciente Oscar a mejor actor principal a Eddie Redmayne como Stephen Hawking, lo consolida en un papel que era muy vulnerable de caer en la caricatura. A su lado, Felicity Jones se erige como el alma máter que consigue elevar la película por sobre lo lacrimoso y artificial. El trabajo de la actriz inglesa aporta solidez y fragilidad, sin recursos efectistas, compone un retrato soberbio como la esposa sacrificada y por momentos, olvidada. Una arbitrariedad que, afortunadamente, el film afortunadamente ayuda a reparar.
rouse cairos
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3
6 de octubre de 2014
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tres jóvenes amigos subdesocupados, aburridos de subsistir haciendo lo que no les gusta, buscan en torno a una mesa de bar porteño, algo que les posibilite el dinero suficiente como para salir de su estancamiento. Entonces, como en la fábula clásica de la lechera y el cántaro, imaginan formas de salir inmediatamente de la chatura, sin contar con medios pero sí con muchas pretensiones. Uno de ellos, cree encontrar la solución en el cine: filmar algo con mínimo presupuesto pero que igual el público llene las salas. Sin ningún conocimiento profesional al respecto, suponen que el obstáculo más difícil será convencer al más famoso actor argentino del momento para que acepte filmar con ellos, lo que logran a partir de un equívoco.
Convencidos de que un nombre como el de Ricardo Darin puede ser la llave para abrirles las puertas del éxito, los tres pícaros intentarán realizar una película munidos de un equipo menos que precario y consultando un manual de principiantes. Así se construye un film adentro del film, que bien podría llamarse “El actor y los 3 chiflados”, donde ocurren todos los desatinos que una filmación normal evitaría.

Con una pizca de comedia costumbrista en torno a las divagaciones entre cervezas de los pibes de barrio (que van desde el mujeriego al descolgado); sumando un poco de comedia negra (la tenebrosa secuencia nocturna en el kiosco cerrado, donde entre nervios y risas se levanta el suspenso); hasta la delirante derivación final en una especie de falso documental con la participación de reconocidas figuras de los medios como Susana Giménez, Diego Torres, Mónica Gutiérrez, Guillermo Andino, Cecilia Laratro, Sergio Lapegüe, Catalina Dlugi y muchos más, el guión recorre un itinerario delirante que termina en un gran desmadre rompiendo todas las fronteras.

Calificar esta comedia de “absurda” no justifica que la risa sea un simple amontonamiento de equívocos y exageraciones o la permanente recurrencia al ridículo, al trazo grueso y al disparate. Quizás las escenas más logradas sean justamente aquellas donde aparece Ricardo Darín en el rodaje dentro del rodaje. Estos momentos recuerdan al film Ed Wood (1994) de Tim Burton y permite reírse de los errores garrafales que nunca deberían ocurrir en una pelicula normal.

El problema no es la falta de realismo , sino la falta de convicción para que todo el disparate tenga algún tipo de sentido, aun dentro de las propias reglas del film. El espíritu lúdico y desprejuiciado no le alcanza a la película para tomar altura ni funcionar más allá de la acumulación de chistes literales. Con planos chatos y pobres, personajes archiestereotipados y gags que se estiran insoportablemente en algunos casos, las subtramas van profundizando una torpeza improvisada y la comedia se desperdicia escena tras escena. Con actuaciones muy flojas y confusas ideas acerca del cine, “Delirium” es un film menor al que no le alcanza el paraguas de una figura mayor para no estrellarse.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
rouse cairos
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