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Críticas de The Wild Side
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Críticas 44
Críticas ordenadas por utilidad
8
4 de febrero de 2019
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
La eterna dualidad del todo. Blanco y negro, violencia y paz, hombres y mujeres, el cielo y el infierno, el bien y el mal, derecha e izquierda, capitalismo y socialismo, esclavitud y libertad. La mayoría de los hombres habitamos en esa zona gris, sin tomar partido por ningún bando y solo vemos arder y renacer nuestro alrededor cuando estas facciones se enfrentan. Una solución es buscada en la destrucción de uno y final aceptación del camino hacia donde nuestra vida se dirige. A manera de hipérbole, la adaptación de Suspiria por Luca Guadagnino quiebra un paradigma personal y grupal, tradicional y arraigado, para un nuevo comienzo en un inesperado final.

La trama se centra en la incursión y aceptación de una bailarina americana (la histriónica Dakota Johnson) en una sofisticada academia de danza alemana alrededor de la década de los 70, en donde ira descubriendo, tras la desaparición de algunas compañeras, sartas de brujería. Es preciso mencionar que esta es una adaptación de la película Suspiria (1977) por Dario Argento, protagonizada por Jessica Harper (quien realiza un cameo en este ‘remake’) y con apariciones de Miguel Bosé, película considerada como obra de culto por su particular uso de colores estridentes y escenas viscerales novedosas, la cual forma parte de una trilogía alrededor del mito de ‘las tres madres’. En este thriller y filme de terror, Luca Guadagnino (a quien recordamos por la bellísima Call me by your name de 2017) toma solo el guion y, prácticamente la historia original, para crear una nueva versión con su sello. De aqui parten diferentes tramas (recuerden las primeras líneas de este párrafo): Susie Bannion es la bailarina americana de origen menonita con una habilidad innata para la danza en donde busca su destino; siguiendo la complejidad del guion, lo ortodoxo de su religión y familia es recordado a menudo en forma de culpa, represión y búsqueda de libertad. A su vez, el contexto político, que toma lugar en el otoño alemán, constituye un ambiente sombrío ideal comparado al caos en la academia de danza liderada por Madame Blanc (la multifacética Tilda Swinton); caos que se cierne en la sucesión del poder del aquelarre impuesto por Helena Markos (Tilda Swinton), quien sostiene ser la reencarnación de la ‘Madre Suspiriorum’. Asi pues son las distintas tramas su yugo y su corona (imagínense que aun faltaría ahondar en la culpa de un psicoterapeuta por los azotes de la segunda guerra mundial, el personaje de Grace Moretz con tendencias esquizofrénicas y radicales o el intento de exaltación matriarcal y femenina a través de la danza y el poder que se puede ver reflejado en cada escena de baile y, sobre todo, en el clímax de la película que se cubre en un escabroso tono rojizo que encumbre la aceptación del destino del personaje principal con una apertura en su tórax en forma y metáfora de un ciclo menstrual, con obvias pero sutiles referencias al largometraje original).

A sabiendas de la trayectoria de Guadagnino, no es difícil vislumbrar el carácter artístico de la fotografía. Desde las primeras escenas, la paleta de colores conforma un signo de reflexión; los montajes en la granja, donde proviene Susie, formarán las tomas más brillantes en comparación a la sombría escala de grises que se utilizan en los paisajes alemanes y la academia. Además, las tomas que siguen cada parte de la anatomía en las escenas de danza contemporánea crean un ambiente lleno de energía y ferocidad, destacando que el mismo recurso es utilizado para las escenas de horror.

Para concluir, y como se menciono anteriormente, la multiversidad del guion es tan vasta que puede llegar a ser incomprensible o, incluso, inconclusa. En aspectos técnicos, de vestuario y actorales parece no haber falla alguna. ¿El remake era necesario? No. ¿Hay alguna duda de la capacidad del director italiano? Tampoco.
Pd: no se puede dejar de mencionar el soundtrack por Thom Yorke, con el uso de sintetizadores y toques psicodélicos como referencia a Goblin (A Light Green), pero que guarda su esencia (no puede pasar desapercibida Suspirium).
The Wild Side
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9
13 de marzo de 2018
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una puesta en escena maravillosa. El arte de la moda es tan voluble y tan cambiante que cuesta trabajo imaginar que lo que un día es glamoroso y fascinante al otro día será olvido y obsoleto. Es un poco la analogía creada por PT Anderson con el personaje principal, un famoso y disciplinado diseñador de apellido Woodcock (llevado a la pantalla por el virtuosísimo DD-Lewis) que ha pasado la mayor parte de su vida enfrascado en el mundo de la moda de alto prestigio hasta que se encuentra con la hermosa Alma, realmente un alma jovial y perspicaz, para derrochar drama y amor en este encuentro que llevará a ambos hasta los límites, siguiendo la cita de Nietzsche “siempre hay un poco de locura en el amor; pero siempre hay un poco de razón en la locura”.

La dupla de sinceridad y elegancia de los hermanos Woodcock son aciertos solo logrados con tan sublimes actuaciones. DD-Lewis logra manejar con tal maestría el porte y la distinción, pero también lo feroz y egoísta del personaje (explícitamente en las secuencias en el automóvil) desbordando su magnífica y última actuación. Al final son la falta de diálogos lo que hace que con solo miradas y gestos estas actuaciones sean triunfales. Hay que resaltar de igual manera los perfectos tintes musicales de la banda sonora, solo imaginando a un Jonny Greenwood desarrollando partituras como un genio al ver pasar la bellísima historia.
The Wild Side
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9
8 de julio de 2018
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Han pasado momentos desconcertantes en México en tan solo un par de meses: sufriendo con la seductora, pero risible, selección nacional mientras sufrimos a su vez con la moda de la democracia pasado un mes de la casi desapercibida entrega de los premios de la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas, momento en el que se alzo con el premio a mejor dirección Amat Escalante (así como en el Festival de Venecia) por la insólita “La Región Salvaje”. No podía emerger en mejor momento.
La historia relata una típica pareja mexicana, con todos sus dimes y diretes (violencia y machismo convertido en un triángulo amoroso por el enredo secreto del hombre con el cuñado), acechada por Verónica (lucida Simone Bucio) quien trata de sumergir a los demás en el éxtasis conducido por las breves, pero concisas, apariciones de un ser alienígena en forma de molusco (con la referencia japonesa de Hokusai – El Universal, 2018-) quien no sabe distinguir entre daño y regocijo. La criatura no invoca al miedo. Lo hacen las personas. Ámbito que llena el largometraje de terror.
Este largometraje me recordó la apabullante Get Out. El tono de ciencia ficción y horror tratando de enmascarar el propio terror del colectivo nacional (ya sea por un tema racional o de género) logra consagrar una majestuosa obra de crítica social, galardonada con el premio Ariel. El trio protagonista, a pesar de su inexplorada carrera, enriquece la esencia del ser en estudio con momentos clave exaltados por la magnífica fotografía.
Finalmente, el placer surge como valor inherente del ser humano que se ve opacado por la ideología mexicana tergiversándolo en tabú. El placer nos aliena, huyendo cual verdad budista de la mano de Schopenhauer que se regocija en la limitación de este para alcanzar la plenitud. Y entre lo mas cínico del placer, es que a veces se pretende hundir al otro en nuestra propia adicción. Placer, adicción, violencia y horror nos parecerían cuatro palabras sin conexión entre sí. Solo La Región Salvaje logra de manera inaudita y perspicaz su conjunción. Ah, y también México lo logra, irónicamente.
The Wild Side
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8
28 de mayo de 2018
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
A finales del siglo XIX surge un hito en la historia de la medicina: el descubrimiento de la vacuna contra la rabia, con una interesante anécdota del científico francés, Louis Pasteur. Sin duda es una patología que ha acompañado al ser humano desde su conformación, mencionada en algunos pasajes desde las leyes de Eshnunna en Mesopotamia y con la clara referencia griega de Eurípides a la diosa de la ira y de la furia -Lisa-. Es una enfermedad que acecha irrefutablemente al canino domesticado, así como lo es la toxoplasmosis al felino silvestre. A manera de analogía, Wes Anderson toma esto y lo convierte en un largometraje.

Un ficticio clan japonés en el poder cumple de manera demagógica el tan ansiado exilio hacia una isla de basura de todos los perros nipones ante una enfermedad altamente contagiosa y peligrosa para los humanos, de la cual son reservorios. Es así como un joven comienza la odisea en búsqueda de su fiel amigo cuadrúpedo y guardaespaldas, con el trasfondo de un movimiento social que trata de colapsar el sistema regente incitados por el exilio canino.
Una cinta que promete en muchas maneras ser espectacular, desde la integración a manera irónica de lo japonés (con la muy sutil y casi desapercibida referencia al cine oriental) y el whitewashing (con un reparto coral), con el amor por los canes y la animación, con mínimos pero magníficos paisajes y una subversiva y tenue crítica social. A pesar de que posee de manera deliberada el incansable detalle andersoniano no logra al final cumplir con una trama certera que logre complementar el filme en la eterna disparidad entre guion/puesta en escena y que se queda vacía e inexplorada en muchos puntos de la historia. Aunque finalmente, sigue siendo un espectáculo audiovisual.
The Wild Side
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8
10 de agosto de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una de las películas mas importantes de la década de los 90 y del director Paul Verhoeven se encumbró gracias al alto nivel de erotismo en medio del drama de un crimen contando con Michael Douglas y Sharon Stone. Solo imaginen un guion que recurre al sexo, alcoholismo, tabaquismo, drogadicción, masturbación en múltiples ocasiones hasta llegar a su misma representación gráfica. La reiteración de diversos recursos para mantener al espectador en trance se diluye con la combinación de notas musicales perfectas, como en la escena inicial o mientras Catherine Tramell baila en un club nocturno con la misma mirada y seriedad de Michelle Pfeiffer en ‘Scarface’ (1983).
The Wild Side
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