Una miniserie británica, otra de las muchas que ya he visto últimamente y donde he encontrado un filón. Vayan de lo que vayan y traten el tema que traten el nivel de calidad que me he encontrado es siempre alto.

En este caso nos encontramos una historia criminal dura y brutal basada en unos hechos reales que poco tienen que envidiar a la más florida de las ficciones. Una historia que es prácticamente el seguimiento metódico de la investigación de unos asesinatos y de todos los implicados, ya sean afectados, sospechosos o investigadores. Una investigación ardua, frustrante y realista vista desde multitud de ángulos y perspectivas.

Los hechos son ya de por si bastante impactantes, están bien rodados y dirigidos, los aspectos técnicos, de vestuario y escenarios son impecables. Pero donde creo que esta serie y muchas de las británicas tienen ese plus que la eleva es en el trabajo actoral. En este caso ya no solo hablamos de un contrastado Stephen Graham, que además tiene un papel secundario, sino del resto de los protagonistas. Desde ese a simple vista típico, gris y anodino policía que se convierte en un obstinado perro de presa, pasando por esos dolidos familiares llenos de credibilidad o esos chanchullos entre los agentes de la ley más preocupados en el qué dirán que en resolver el caso, hasta acabar en un presunto culpable que borda un papel de despreciable narcisista. Las actuaciones son de esas para saborear como un buen vino añejo.

También resulta curioso y no acabo de decidir si me ha gustado o no, que la miniserie ponga casi desde el principio el dedo acusador encima de uno de los personajes casi sin dejarnos lugar a dudas pero haciendo a la vez que nos asalten esas dudas de una manera algo ambigua o por lo menos en mi caso es la sensación que he tenido. Parece tan claro que no sabes de qué manera se va a librar e intentas adivinarlo o con que giro descabellado conseguirá zafarse de lo que parece evidente. Y a la vez, ese personaje tan bien interpretado para ganarse tu odio visceral te dice a cada paso que no tengas la más mínima duda. Esa ambigüedad me ha mantenido intrigado, entretenido y atento durante los seis capítulos. Para mi es suficiente como para recomendarla.

Me encanta el género bélico en casi todas sus variedades pero en este caso me equivoqué. No era para mi aunque todo apuntaba a que si. La sinopsis, el trailer apuntaban a una película de mucha acción ambientada en la II Guerra Mundial y donde morían nazis a punta pala. Todo bien hasta ahí. Suena genial.

Pero a la hora de la verdad me he encontrado con una película tipo John Wick, donde cualquier atisbo de guion o historia con cierta profundidad que respalde lo que sucede es pura coincidencia y todo se limita a ver cuál será la próxima sacada de chorra que se saque de la manga el protagonista y a que nivel de suspensión de la inteligencia llega su invulnerabilidad de superhéroe. Que sea con nazis o con marcianos es lo de menos. Lo importante es una sucesión infumable de violencia, gore, explosiones, vísceras, peleas, casquería y toda esa parafernalia porque si, sin apenas argumento ni desarrollo ni nada que se le parezca salvo trivialidades y clichés de lo más cutres.

Que, oye, ese rollo John Wick tiene su público muy respetable y seguramente la culpa fue mía por hacerme unas expectativas de que iba a visionar algo con cierto sentido o empaque y no era el caso. Mea culpa.

Bonito documental homenaje a uno de los grandes nombres del rock o del Heavy Metal para ser más concretos. Un hombre pequeño de tamaño pero grande en el resto de los aspectos. Los amantes del rock duro seguramente conocerán a, sino la mejor, una de las mejores voces en ese estilo que nos ha dejado la historia. Esto no es ningún secreto.

Pero en el documental se nos abren también algo más las miras y nos retratan a un tipo con carácter, luchador, un trabajador incansable que no se cansó nunca de caer y volver a levantarse por sus ideales y su forma de pensar, además de pelear contra sus demonios interiores. El éxito y el fracaso, el fracaso y el éxito y vuelta a empezar hasta el fin de sus días. La voz del propio Dio, la de su mujer y la de los incontables compañeros de camino nos van guiando por el camino de la voz del heavy metal. Una voz que, aún sin ser uno de mis géneros musicales favoritos, me ha acompañado durante muchos años e hizo que sintiera mucho la noticia de que nos había dejado.

Un cóctel donde se mezclan pequeñas cantidades de drama, secuestros, maldiciones, supersticiones, intrigas, investigación policíaca, giros, acción, suspense, misterio y no se cuántos ingredientes más. Todo en tan pequeñas cantidades, a veces mal mezcladas, a veces forzando para que cuadren las medidas y de manera tan descafeinada que todo va pasando sin que te interese una mierda ni te cale nada de lo que sucede. Falta profundidad y sabor y sobran ingredientes. La receta hace aguas por todos lados. Y de regalo algún personaje es de lo más hostiable. El apartado técnico muy bien, gracias, pero a las alturas en las que vivimos se da casi ya por supuesto a ciertos niveles. Pasa sin pena ni gloria.

No, nadie me ha salvado de picar otra vez en las críticas de entendidos de la enésima mejor película del año de terror y ciencia ficción. Si esto es lo mejor, para mi vamos jodidos. Me ha parecido una mezcla bastante mediocre de un montón de películas del género bastante mejores, sustos de baratillo y alienígenas patéticos. Lo único que me ha parecido aceptable es que es de corta duración. A los 10 min ya estaba mosqueado y el resto ya me pareció una auténtica chorrada...