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Críticas de PROT
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Críticas 704
Críticas ordenadas por utilidad
9
21 de agosto de 2008
18 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cautivadora y sin fisuras, El Nombre de la Rosa va a enamorar a todos los seguidores de las películas de suspense, a los fans de las construidas de manera equilibrada, a los apasionados del mejor cine y a los que persiguen sólo entretenimiento del más sano.
Un Connery al que Eco no quería y se comió a todos con patatas en la que con toda posibilidad sea su mejor actuación, un Christian Slater con tonsura por entonces voluntaria completamente enamorado de una Valentina Vargas felina y bella, un magnífico Murray Abraham bordando otro papel de villano, un Michael Lonsdale solvente e hipnótico que parece haber pasado toda la vida entre los muros de una Abadía, un Ron Perlman constituido de manera definitiva en el monstruo oficial del Séptimo Arte, un Feodor Chaliapin Jr asombroso como malo malísimo y un elenco de secundarios recogidos por todo el mundo para adaptarse a las necesidades de un Annaud en estado de gracia, hacen de el Nombre de la Rosa una de las cintas indispensables en todas las videotecas que se precien.
No sé si es a causa de que las sotanas de los monjes fueran encargadas a los descendientes de aquellos que las venían fabricando desde el Siglo XIII, a causa de la ambientación milagrosa, a causa del inconmensurable guión, a causa de la divina banda sonora de Horner o a causa de lo logrados que están los manuscritos y sus iluminaciones, pero con El Nombre de la Rosa el espectador puede sentirse en todo momento como un paseante privilegiado y oculto por todo lo ancho y todo lo largo del más profundo Medievo.
Da tan buenos resultados la conjunción de personajes históricos tan oscuros y controvertidos como Ubertino da Casale con otros tan ficticios como luminosos como Guillermo de Baskerville que ya es difícil imaginar un período tan llamativo de la Historia sin un detective como al que da vida ese ser aventajado al que conocemos como Sean Connery.
Si al abrir la novela de Umberto Eco el lector puede sumergirse de lleno en el Siglo XIII, con la película de Jean Jacques Annaud los más hermosos muchachos llegarán a sentir en la nuca el resuello fatigado y pedregoso de Berengario da Arundel.
PROT
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10
23 de octubre de 2008
18 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
El año en que se estrenaba FORREST GUMP surgió entre mis amigos el siguiente debate: ¿es más merecedora FORREST GUMP del óscar a la mejor película o lo es más, en cambio, Pulp Fiction?
Uno de mis amigos elevaba así las conclusiones a definitivas: depende de cómo te guste a ti participar en la vida.
Si en todas las películas -o en casi todas- hay alguna escena que destaca sobre las demás bien pudiera decirse que FORREST GUMP es una sucesión limitada de escenas destacadas: cuando Jenny y Forrest se conocen, cuando ambos se sientan a esperar a las estrellas, cuando Forrest busca consuelo en su comprensiva madre, la escena en la que se nos dice que el Teniente Dan ha hecho las paces con Dios y, sobre todo, aquellas en las que el rostro de una libertina y amoral Robin Wright queda transformado en el rostro de una criatura angelical sólo por el hecho de abrazarse a Tom Hanks.
Es con eso con lo que me quedo: con la forma que tiene Forrest de cambiar la vida de aquellos con los que se cruza: desde el triste fabricante de pegatinas hasta su amada de siempre pasando por el Teniente Dan, la madre de Bubba, sus compañeros de promoción o el mismísimo Elvis Presley.
Sí, es verdad: Forrest es un poquitito lento. Pero hasta las personas más lentas tienen en todo momento muchas cosas que ofrecer.
Y no sé si la diferencia entre FORREST GUMP y Pulp Fiction depende de la forma según la cual nosotros participamos en la vida, pero sí sé que, a mi juicio, el óscar a la mejor película de 1994 estuvo muy bien otorgado.
PROT
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7
18 de diciembre de 2008
14 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los guionistas de las películas basadas en los libros de Agatha Christie suelen tener casi siempre la sartén por el mango. Quiero decir que para el guionista encargado de transladar lo escrito por la Reina del Crimen al papel tiene que ser relativamente sencillo adaptar o esconder frases, giros, expresiones o escenas enteras de manera que el resultado final no deje de parecer sorprendente y atractivo a los ojos del espectador entusiasmado.
Es, por usar de otro símil, como el oficio del equilibrista cuya vida se protege con una red perfectamente acondicionada.
Son alucinantes los repartos de aquellas películas, es verdad. Tanto es así que si uno se pone a sumar óscars o nominaciones a los óscars de los intérpretes de las películas basadas en los libros de Agatha Christie casi pudiera llegar entre unos y otras al medio centenar, pero, no obstante, las actuaciones de todos esos monstruos del Cine, en cualquier caso con la excepción honrosa de alguno de los más monstruosos de entre los monstruos, resultan pobres y, hasta cierto punto, divertidas, como si ellos mismos se hubieran tomado su cometido en esos supuestos como un juego jacarandoso.
El juego de EL ASESINATO EN EL ORIENT EXPRESS es algo interesante. Es interesante, y notable, la caracterización de Albert Finney -a quien envejecieron casi treinta años-, que tuvo que fingir una papada de troglodita. Son interesantes los continuos guiños que esos guionistas de la sartén por el mango le compusieron al maestro Hitchcock intercalándolos en las apariciones de Anthony Perkins, es interesante comprobar lo guapísima que ha sido siempre Lauren Bacall, lo bien que le sientan las patillas de ballenero de Nantucket a Sean Connery, lo que disfrutaba de su profesión Sir John Gielgud o lo mucho de lo que tenían por qué maravillarse los elegidos que, en el momento de mayor expansión del Orient Express, el tren, tuvieron la fortuna de atravesar Europa en sus lujosos departamentos.
El desenlace también es interesante, si se soslayan algunos malabarismos necesarios y se evita al típico indeseable que, como en mi caso, una remota noche de verano de los gastados e irrepetibles años ochenta, me vino a explicar con toda su gracia quién se había cepillado al interfecto.
Y hubo que jorobarse, con todo el trabajo que habían puesto los guionistas en sus sartenes...
PROT
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9
22 de diciembre de 2008
16 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Parece ser que Mark Rylance y Derek Jacobi, dos de los pesos pesados de la escena inglesa, son unos manifiestos defensores de la Teoría Marlowe, una corriente que afirma sin tapujos que fue Christopher Marlowe, el personaje interpretado en SHAKESPEARE ENAMORADO por Rupert Everett, el verdadero artífice de las obras por las que el Bardo de Avon ha pasado a la historia.
Desde hace muchos años se dice se cuenta y se rumorea que William Shakespeare, un reputado actor de la Gran Bretaña de finales del Siglo XVI, no habría podido ser el autor de Hamlet, Romeo y Julieta, El Sueño de Una Noche de Verano o de La Tempestad en base al convencimiento de que para la confección de dichas obras se habría requerido un nivel cultural más elevado del que se cree que tenía Shakespeare. Al margen de ello, y por lo que respecta a la película de John Madden, que se aleja rotundamente de la Teoría Marlowe, se puede apuntar globalmente que los espectadores españoles tuvimos la inmensa suerte de poder disfrutar con ella el mismo año que pudimos disfrutar en el cine con La Vida es Bella o con Una Historia Americana X, y yo puedo apuntar, particularmente, que, tras la revisión de la cinta de Roberto Benigni y alucinar con la interpretación de Edward Norton como el nazi Derek, SHAKESPEARE ENAMORADO me tuvo mecido durante dos horas en un compás maravilloso al tercer viernes de estrenos.
Está muy bien el primísimo lejano Fiennes como el enamorado Shakespeare, magníficos Tom Wilkinson, Simon Callow, Colin Firth, Imelda Staunton e incluso Ben Affleck, y extraordinariamente comestible la rubia Paltrow, cuya belleza hubiera hecho enmudecer de envidia a la mismísima Julieta de Verona. Y es por todo ello que vengo a afirmar sin tapujos que SHAKESPEARE ENAMORADO es asaz recomendable, de igual modo que la Teoría Marlowe afirma sin tapujos que no fue Shakespeare el autor de La Tempestad. Y por cuanto a lo tocante a la dichosa y mencionada Teoría, y a diferencia de Sir Derek Jacobi o Mark Rylance, no me pronuncio.
Es un misterio…
PROT
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8
24 de agosto de 2009
12 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cinco extraordinarios estudiantes de Medicina deciden experimentar para descubrir si hay o no hay algo después de la vida, pero lo que en un primer momento se plantea como una conquista científica acaba convirtiéndose en una pesadilla real.
Curiosa y entretenida película con muchos residuos de los ochenta para estrenar otra década en la que las desiguales carreras de cinco prometedores actores también comenzaban. Y es tan curioso como la película que hoy, casi veinte años después del estreno de LÍNEA MORTAL, Julia Roberts haya conseguido llegar a lo más alto y William Baldwin, por ejemplo, se haya desvirtuado como segundón sin brillo en rollazos de sobremesa emitidos en pobres cadenas de medio pelo.
¿Hay o no hay algo después de la vida? ¿Por qué hay quien alcanza el éxito y quien se queda en el camino? ¿Por qué Uri Geller doblaba cucharas...? ¿Es bueno conocer las preguntas a todas las cuestiones que se puedan plantear? Nadie lo sabe. Pero lo que es seguro, y así dijo Sean Connery que avisa el Eclesiastés, es que en mucha sabiduría hay también mucha aflicción.
Quizá la verdadera conquista sea que, al final, y porque todos sabemos lo que hemos hecho, nos marchemos con la conciencia tranquila por ver si hay o no algo o alguien al otro lado esperando para darnos una cálida bienvenida.
PROT
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