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Críticas de FATHER CAPRIO
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Críticas 641
Críticas ordenadas por utilidad
7
5 de octubre de 2007
64 de 72 usuarios han encontrado esta crítica útil
No es oro todo lo que reluce y el espectador busca y descubre, en cada primer plano de Jean Simmons, algo oculto, alguna perversidad que otra, porque lo de “Cara de Angel” está bastante claro que es una ironía y hasta Robert Mitchum se ha dado cuenta que algo no encaja y que la maquinaria mental de la niña rica no anda demasiado bien engrasada.

Claro que, uno se pregunta, ¿cómo se deja engatusar de esta forma? ¿Porqué no hizo las maletas cuando debía? ¡Vaya usted a saber! Exigencias del guión, tal vez. O quizás esa mezcla de ingenuidad, belleza y sensualidad le hizo perder el “oremus”. El caso es que el único culpable de ese deslizarse por la pendiente es él mismo. No hay excusas que valgan.

En el orden puramente cinematográfico, cabe decir que aunque la película tiene elementos destacables como por ejemplo la música de Tiomkin ó la labor en la dirección de Preminger no es, a mi parecer, la mejor obra de éste. Laura tiene un “algo” de lo que carece Cara de Ángel. Incluso Al borde del peligro ó Anatomía de un asesinato la superan. Y aunque nos deja escenas notables como por ejemplo el desarrollo del juicio ó la “confesión” en el despacho del abogado, tiene un algo previsible que la vacía un tanto de suspense y por ende de contenido.

Es de Preminger. Eso se nota. Pero aunque nos deja un buen sabor de boca, le falta algo de bouquet. Aunque como dice el refrán: “Sobre gustos no hay disputas”.
FATHER CAPRIO
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8
11 de diciembre de 2009
67 de 79 usuarios han encontrado esta crítica útil
Probablemente la inmensa mayoría de quienes se asomen a este comentario se retirarán a toda velocidad. No está la vida como para detenerse en lecturas de antiguas películas de romanos como es el caso de Quo Vadis. Las legiones de Tarantino y otros procónsules arrollan las Galias cinematográficas. ¿Dónde va el menda este con Quo Vadis?. Y tienen razón. Si es que no voy a ninguna parte, muy al contrario me quedo.

Me quedo en un cine donde se curraban los guiones y donde ser actor significaba algo más que ponerse al frente de una cámara y si lo exige el guión despelotarse. Me quedo con un cine donde la música transportaba el sueño y donde el tiempo se detenía. Donde la sangre y las vísceras no subían necesariamente la nota de la película. Donde los efectos especiales eran casi propios de Merlin el encantador.

Y eso es Quo Vadis, una historia del mundo que se entrega al espectador para que la deguste. No lleva etiquetas de "veracidad contrastada". Quien quiera realidades "carbono-14" que se apunte al Canal Historia. La historia de Nerón, de Petronio, de Lucano y de tantos otros pudo ser así o de otra manera. A mí me da igual. Pero lo que me cuentan me agrada, en sus fondos y en sus formas. No es una fotocopia del pasado pero tampoco ciencia ficción. El incendio de Roma allí estuvo, los cristianos también como una afrenta a la gloriosa Roma de los dioses paganos, el Coliseo estuvo y está para que los incrédulos pisen su arena y sientan aún el olor de los leones embalsamando el aire del siglo XXI. Y el cine, y en este caso LeRoy, me lo acerca hoy hasta esa ventana donde se asoman las maravillas que en el cine han sido.

Quo Vadis es de esas películas que uno no sabe cuantas veces se ha visto. Que no puede explicarse porque casi todos saben de que va. Pero que están ahí aunque las modernidades se empeñen en echar tierra encima a estos clásicos y ya ni siquiera las cadenas televisivas se acuerden de ellos. Tal vez me obstine en no darme por vencido y seguirla recomendando a quienes la vieron, porque recordar es volver a vivir y a quienes no la vieron para que puedan hablar y juzgar con conocimiento de causa.

Al final sin contarles nada, creo habérselo dicho todo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
FATHER CAPRIO
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8
11 de marzo de 2008
60 de 65 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estoy considerando seriamente la posibilidad de conceder a Frank Capra una autorización de estancia permanente en mi Partenón Olímpico particular de dioses cinéfilos, junto a los Wilder, Lubitsch, Lang, Hitchcock y Ford. Ha pasado algún tiempo, tal vez excesivo, desde las últimas incorporaciones y de vez en cuando hay que renovarse porque la alternativa es morir y morir por morir mejor morirse con la muerte en los talones, debatiéndose entre el to be or not to be, con Perdición ó Perversidad y siendo un hombre tranquilo ó incluso un Juan Nadie, que de un disparo errático y azaroso de bodriosos pistoleros daltonianos ó inmerso en Showtimes televisivos con salsa rosa a discreción.

Pero aquí, además de a hablarles de Capra, he venido a comentar la película Juan Nadie. Y Juan Nadie es una obra muy en la línea Capra, esa línea que se mueve entre la utopía de los sueños y el desencanto de las realidades, una línea de supervivencia necesaria para una sociedad en depresión y necesitada de esperanzas, una línea de poner una sonrisa en rostros ensombrecidos por la cotidianeidad de una América en crisis. Una línea, en definitiva, necesaria para la sociedad USA de los años 30 tan precisada de vitaminas morales para continuar sobreviviendo como de moralinas demo cristianas ó simplemente humanas para darle sentidos a su existencia.

Y estoy con ustedes en que Barbara Stanwyck le van más los papeles de mujer capaz de llevar a la perdición al más íntegro de los varones que aquellos de periodista sensacionalista con recatados hábitos monjiles en el tintero y también comulgo con la idea de que Gary Cooper está siempre más cerca del solo ante el peligro que de un revolucionario de multitudes forzado por el hambre. En todo eso estamos de acuerdo. Pero ¿Me negarán que el discurso-definición de Walter Brennan en su papel de Coronel sobre las sanguijuelas es de los que crean afición ó adicción? ¿Me negarán que la fotografía es más que notable? ¿Qué me dicen de la música de Tiomkin? ¿Y del duelo de armónicas? Ok...No es el de banjos de Deliverance pero está bien. Y por último, ¿Acaso no es cierto que siempre hubo, hay y habrá quienes intentan cambiar multitudes por votos y quienes intentan la manipulación de las masas?

Capra, se sale literalmente con ¡Que bello es vivir!, con Arsénico por compasión ó con Un gangster para un milagro. Incluso ese cuento-film ambientado en el Shangri-La tibetano (Horizontes perdidos) tiene momentos encantadores aunque no sea su mejor trabajo. Y Juan Nadie lo mismo. Es una buena realización. ¿Obra menor? Bueno. Si un Picasso menor siempre es un Picasso, pues un Capra menor siempre será un Capra. Ustedes me entienden… Seguro. No le estoy dando patente de corso. Simplemente que valoro la obra en su conjunto y me gusta. Si señor. Me gusta.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
FATHER CAPRIO
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8
16 de abril de 2007
57 de 60 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película interesante para aproximarse a los conceptos y maneras de lo que se ha llamado expresionismo alemán. Filmada hace más de ochenta años, su visionado es imprescindible para aquellos que quieran acercarse a los orígenes del llamado séptimo arte.

En algún manual cinematográfico se la califica de obra maestra. Yo no me atrevería a decir tanto. La obra de Wegener parte del eterno mito creativo, del hombre acercándose a Dios como fuerza generadora de vida, y lleva estos planteamientos, históricamente literarios, al terreno cinematográfico donde por aquellos años 20 resultaban absolutamente originales.

Prueba de esta originalidad es que, aun no siendo un cinéfilo de pro, la película se reconoce plenamente como precursora de aquella de Frankestein con la niña y la flor (observen simplemente la carátula frontal de la película).

Resultan altamente interesantes los decorados que, unidos a una fotografía de claroscuros, de sombras acechantes y claridades diáfanas y junto al propio argumento narrativo, conforman un film de acusados tonos surrealistas. Y no menos original e interesante es la escena en que se sobreponen el tiempo histórico del éxodo judío con el tiempo real. Un acercamiento, bien logrado, a esa idea del “cine” dentro del propio cine que también vimos en Tartufo, la obra de Murnau.

En resumen una película con suficientes méritos y valores cinematográficos para no defraudarnos y un aliciente mas para seguir profundizando en los trabajos de aquellos pioneros “chalados” con sus locos “cacharros”, dicho, como creo que se entiende, con un respeto imponente.
FATHER CAPRIO
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9
11 de febrero de 2010
56 de 58 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se hace necesario acuñar una definición para este género cinematográfico. Lo de neorrealismo italiano se le queda pequeño. El neorrealismo retrata realidades y en los años de postguerra estas realidades eran duras y en países como Italia o la misma España, la dureza llovía sobre un mojado histórico. Definir como neorrealista un film como Milagro en Milán es válido pero insuficiente. Hay que adjetivarlo. Me ha gustado lo de neorrealismo mágico por lo que supone de vuelta a la infancia y de recuperación de la capacidad de soñar.

No en vano De Sica inicia su película con ese “Había una vez” tan propio de esos cuentos que nos adormecían de niños y que, al llegar a adultos hemos redescubierto en sus significados eternos y profundos. No en vano, también, la concluye con la esperanza de un lugar donde tener un buen día signifique ni más ni menos que eso, tener un buen día. Y en medio, un film donde la pobreza se viste de honradez y la riqueza de fariseísmo y donde aquel niño nacido como en los cuentos domésticos de una col se convierte en líder entre espiritual y mágicamente pragmático de una sociedad de indigentes. ¿Connotaciones cristianas? Probablemente. Pero sobre todo un retrato donde las acideces neorrealistas se camuflan entre canciones, risas, organillos, milagros, seres celestiales, fuerzas antidisturbios en traje de camuflaje y cantando ópera. Donde al final de la escapada vía escobas voladoras se halla, o al menos nos queda la esperanza, la antítesis de un mundo donde se han atrincherado el recelo, la codicia y la ley del dinero, entre otros residentes similares.

Un cuento de magia e ilusión, repleto de bondad y de optimismo, con sus personajes buenos y sus bellacos redomados que han de acabar perdiendo porque si no, no sería cuento. Nuestro yo infantil, ese que conservamos en nuestro interior y nos mantiene a flote en los mayores naufragios, verá hadas, príncipes y enanitos gruñones pero entrañables. Nuestro yo maduro, con sus descosidos y sus remiendos, verá la dureza de la supervivencia y la injusticia de un mundo que no precisa que te descuides para pisarte y encima retorcer el zapato.
FATHER CAPRIO
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