Una película que pasa desapercibida. Siempre he sido de la opinión que una película es buena o mala dependiendo de si aporta algo o no a lo que ya hay anteriormente. Se puede equivocar en las bases, puede tener un guión malo, los actores pueden ser mediocres, la historia puede ser repetitiva, pero mientras aporte algo, aunque sea unos mínimos, la balanza puede declinarse hacia una postura positiva. En cierto modo Skyline no cumple esos mínimos, no aporta nada, absolutamente nada a lo que se ha mostrado en anteriores cintas y ahí debemos movernos: una historia típica con una estructura narrativa a medio camino entre un uso tradicional del lenguaje y algo más actual, típico documental, como cuando se ven algunas tomas a través de las cámaras de televisión. Y el resultado es mediocre. Los actores tampoco hace que sientas empatía por ellos, te da igual si mueren si se salvan, hay lagunas argumentales, no hay recreación en el tema del extraterrestre y eso que hay una invasión. Hay muchos puntos discutible de la película que hacen que el compendio final sea malo.

Peter Berg nos trae esta entretenida y divertida cinta de acción, pero de acción enmascarada en un desenlace, que es cuanto menos, discutible y poco creíble. Partimos de una premisa bastante interesante, prometedora diría yo, donde parece que nos alejamos del arquetipo del superhéroe convencional. Todo las características típicas por las cuales una persona se puede sentir rechazada por la sociedad, por la gente, por las normas estrictas por las que nos movemos, se reúnen dentro de Hancock, un carismático y egoísta personaje sin escrúpulos por dañar todo lo que no sea suyo, aunque de paso, intenta ayudar a los demás, saca de apuros a unos cuantos y todo lo tópico que suele realizar los héroes de viñeta. Pero aquí termina toda semejanza con los héroes de antaño y sucedáneos por el estilo, por las razones expuestas en reglones anteriores.

Un inicio bastante prometedor, pero que de pronto, mediante una trampa argumentativa, intenta meter con calzador a la guapa en el asunto como sea y es ahí cuando se va todo al garete, convirtiéndose la cinta en un drama sensiblero de los que hacen época, sin gracia, coherencia o maestría. Explicaciones carentes de sentido y ritmo rapidísimo en la recta final del largometraje ofreciendo un regusto agridulce al final. Una verdadera lástima como con una premisa bastante buena, un cambio de guión puede echar por la borda todo lo bueno que hubiera sido. O no, ¡quién sabe!

Sucia, áspera, rancia, desengrasante y con un asesino creíble. Una película que va directa, que rescata los mejores pilares del género slasher y proporciona una experiencia muy gratificante desde el punto de vista terrorífico. El desarrollo de los personajes, el grupo de chicos, raya a muy buen nivel y aunque abuse de ciertos clichés característicos del género, la película no defrauda para el amante de los slashers. Bajo mi punto de vista le sobra algo de metraje en la primera mitad de la película donde el ritmo de la misma es algo lenta, sin dejar de pensar que puede que sea para crear ese ambiente previo de calma antes de la tempestad. Recomendable.

Alex Proyas es un excelente montador a la hora de recrear y ambientar una historia. Lo hizo por ejemplo con El Cuervo y lo hace otra vez ahora. La historia parece situarse como muchas otras del mismo corte, pero los temas del determinismo, la simbología y el ocultismo de esos números, tintes catastrofistas, hacen que el proyecto resulte a priori bastante interesante. Y lo es durante una buena parte de la película hasta que desencadena en la más absoluta de las teorías más risibles que nos podamos encontrar. Catalogar la película de pretenciosa en este caso es quedarse corto, muy corto, y es por lo que voy a comentar en la parte de spoiler.

Maravilloso punto final a la labor interpretativa de un hombre, no voy a decir actor, como Clint Eastwood. En este caso nos encontramos ante una historia muy sencilla, pero no por ello carente de complejidad interpretativa, más cuando se dan situaciones tan ásperas y difíciles como las narradas en esta obra. Y lo más significativo para mí es simplemente la tesitura del personaje protagonista en la toma de decisiones, la convivencia con sus vecinos, exactamente con los coreanos, sus vivencias pasadas en la guerra. Muy, pero que muy significativo. Eastwood ha querido desarrollar una historia donde resaltan los planos opuestos para que el espectador se imagine cuáles podrían haber sido algunos de los actos que el protagonista ha realizado a lo largo de toda su vida, la guerra contra Corea, sus posiciones, sentimientos y posturas radicales y la necesidad de coger el toro por los cuernos y ayudar llegado el momento oportuno, que es en lo que se centra esta película. Dirección, música, todo es fabuloso, excepto la interpretación del chico, que no termina de convencerme. Aún así, no empaña el conjunto. Eastwood, sinónimo de calidad y de buen cine, de eso no creo que se tenga la más mínima duda.