Entrenenida porque ciertamente lo es: una comedia familiar más de Spielberg con humor, amor, amistad y algunas escenas incluso desternillantes (todo hay que decirlo). Desaprovechada porque el film tiene unas pretensiones sociales que no cumple, y una vez más es por la falta grave de siempre de su creador: el maniqueísmo indignante (aquí en el pueblo musulmán integrista que invade el país del protagonista), la moralina del buen norteamericano (se llega a soltar una frase estilo: "debes tratar bien a tus empleados, es la base de nuestro país" refiriendose a los USA) y la sensiblería incontenida. El argumento base era muy interesante. El resultado es el clásico de Spielberg, que cada vez que se mete a tratar un tema social o político lo destroza.

Takashi Miike rueda esta vez un psichothriller/comedia de acción divertidísimo, original y completamente desprejuicidado sobre la violencia y las aberraciones del ser humano, en el que el humor aflora frente a casi insoportables sadismos. Además, cuenta con una excelente historia sobre obsesiones y traumas del pasado. Para un público desprejuiciado que lo pasará bien frente a tanta hiperviolencia y originalidad, para un público que no se escandalice estúpidamente.

Infumable videoclip de dos horas. Muchos directorzuelos "modernos" no se enteran de que una cosa es una PELÍCULA y otra muy distinta un VIDEOCLIP. En fin, ahí tenemos la nueva tendencia que está rompiendo en las escuelas de cine: atiborrar de imágenes y efectos especiales sin criterio ninguno. No la recomiendo a nadie. Y la segunda y la tercera parte va a pagar para verlas la madre de sus creadores.

Salvando el "Nosferatu" de Werner Herzog, pocos remakes valen la pena. El hecho en si de realizar un remake ya debería persuadir a no ver una película si se ha visto la original, a no ser de que este remake venga realizado de la mano de un director que se sabe personal y que tal vez sea capaz de otorgarle su propio ambiente o su propia vuelta de tuerca. Después de los fracasos en este campo de buenos directores como Tim Burton o Steven Spielberg con "El planeta de los simios" y "La guerra de los mundos" respectivamente, decidí darle una oportunidad más al "género" e ir a ver el "King Kong" de Peter Jackson y hasta pagar por ello. La sorpresa ha sido mayúscula: no innova en nada, pero tampoco lo busca y tampoco le hace falta. La versión del neozelandés es un más que digno filme de aventuras y amor al que no le falta de nada: acción frenética, monstruos, trampas, personajes mínimamente desarrollados, homenajes a la original, un poco de humor y una genial ambientación y efectos especiales. Tal vez se exceda en todo, pero esa es la marca de la casa, y realmente no importa. Muy divertida y hasta emotiva. Una auténtica joya comercial entre tanta bazofia en cartelera que demuestra que Jackson es un gran artesano del cine.

Es prácticamente idéntica a la primera parte: una Gothan oscura y verdaderamente gótica, dos villanos freaks (excelentes ambos) y un Batman también bastante freak, además de muy buenas escenas de acción. Se repite todo, pero con idéntica calidad, lo cual para un filme de aventuras es más que suficiente. Eso sí, vuelven Catwoman y El Pingüino a ensombrecer el carisma del héroe principal.