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Críticas de El ermitaño
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Críticas 23
Críticas ordenadas por utilidad
9
30 de diciembre de 2007
8 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Este film japonés trataba de un problema acuciante en el momento de su realización, como era la discusión en el Parlamento japonés de si debía procederse a .la abolición legal de la prostitución. Es el último film realizado por Mizoguchi, estrenado tras su muerte en 1956, crónica implacable de la vida de las prostitutas, obra brutal y feroz, pero dominada por un profundo pudor.
El ermitaño
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5
12 de mayo de 2008
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Inglaterra me hizo" de Peter Duffell es una película inglesa realizada en Yugoslavia en 1972, en el marco del bello lago Bled, al norte de Trieste, que parece arrancado de un cuento de hadas. El periódico londinense "The Sunday Telegraph" la colocó en la lista de los diez mejores films de 1973. El argumento, adaptado de una novela de Graham Greene, autor cuya obra ha sido llevada prácticamente al cine, nos sitúa en la Alemania nazi de la preguerra.
La realización es correcta, quizá algo fría; los actores, bien conocidos, actúan impecablemente y la fotografía, en las secuencias del lago, es de una gran belleza, a lo que contribuye el singular encanto del paisaje yugoslavo. Sin embargo, a pesar de los elementos puestos en juego, el resultado no es del todo feliz. Hay cierto despegamiento entre el espectador y la pantalla, no se produce la debida comunicación, supongo que debido a que no nos es posible identificarnos con ninguno de sus personajes. Ciertos puntos oscuros en sus relaciones y en algunos pasajes de la narración nos lo impiden. Parte del cine de aquel tiempo se hallaba bajo la influencia de la novelística, con su estructura fragmentaria y su contenido, tan a menudo, hermético, en el que caben distintas interpretaciones. No es éste el caso. En "Inglaterra me hizo", la narración es lineal y simple. Habría que ir a la novela original para aclarar lo que aquí no queda claro.
Peter Duffell, realizador de la nueva hornada en aquellos años, no parece haber creído demasiado en una historia que interesa sin apasionamiento y llama nuestra atención sin entusiasmo. Otra era la opinión de los críticos británicos. Ellos sabrían por qué.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
El ermitaño
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9
29 de diciembre de 2007
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Akira Kurosawa, triunfador en el Festival veneciano de 1951 con su film "Rashomon" permitió descubrir a Occidente una cinematografía que, hasta entonces se creía inexistente.
"A veces, pienso en mi muerte -declaraba en una ocasión nuestro autor- siento que me queda tanto por hacer, que he vivido tan poco... entonces, me quedo pensativo, pero no triste". Este sentimiento es la idea de partida de su película número catorce, "Ikiru"(Vivir), rodada en 1952, una obra maestra.
En "Vivir", Kurosawa nos pinta sin acidez, antes bien con infinito amor, desde su conocimiento profundo de las miserias y el corazón humanos, las lacras de una sociedad injusta, anclada en la mediocridad y el adocenamiento, en la rutina y la ineficacia de la administración pública, el papeleo y el trabajo inútil, denunciando la falta de ideales, la injusticia, la ingratitud y la incomprensión y lamentando que seamos tan ciegos que no veamos la belleza que nos rodea y el bien que podemos hacer. "Vivir" es un canto a la vida, pese al dolor de los humildes, a la incomprensión y a la soledad.
El protagonista es un modesto funcionario municipal que lleva más de treinta años fosilizado entre carpetas y expedientes y que un diagnóstico de cáncer de estómago le encara con la mediocridad de su vida pasada, que ha malgastado inútilmente. Y, sin embargo, la vida, que es "lo que hacemos y lo que nos pasa", proyecto vital, como lo denominaba nuestro Ortega, hay que vivirla conscientemente, darle un sentido. Vivir es estar despiertos, preocuparnos de nuestro entorno, hacer el bien; es, sobre todo, hacer algo por los demás, para que el final no nos coja con las manos vacías y un áspero sabor en el alma a ceniza y a metal. Kurosawa es un moralista impenitente que nos advierte de que la vida, a pesar de todo, merece vivirse y que nunca es tarde para descubrir la belleza de una puesta de sol y la felicidad que nos inunda cuando, por amor a nuestro prójimo, luchamos como nuestro personaje quien, al final, encuentra su camino, intentando levantar un parque infantil en un barrio obrero. Ni las negativas ni las humillaciones quebrantarán su tenacidad y su esfuerzo en conseguir su propósito.
Y, cuando la muerte nos llegue, como, a la postre, le llega a nuestro funcionario, feliz, por primera vez en su vida, por haberse dado a los demás, podamos recibirla confiados, plenos de calma interior, columpiándonos con suavidad en el parque recién inaugurado, mientras canturreamos, por lo bajo, una vieja canción de amor, y la nieve cae sobre nosotros, silenciosa y dulcemente.
El ermitaño
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9
29 de diciembre de 2007
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Luis Buñuel, aragonés de Calanda, maestro impar del cine, fallecido en 1983, sigue siendo casi un desconocido para el aficionado español, quien apenas si sabe poco más de su personalidad que sus exabruptos,-"soy ateo, gracias a Dios"-, o su rudeza aparente, bajo la que se escondía un hombre bueno con un gran amor por el prójimo. Y es que no hay demasiadas oportunidades de admirar una obra tan rica y sugerente, que abarca más de treinta largometrajes.
Considero "El ángel exterminador" una de sus obras más importantes y polémicas. Realizada en 1962, durante su período mejicano, según una novela de José Bergamín que Buñuel, junto con Alcoriza, adaptó libremente a su peculiar universo cinematográfico, su argumento le da pie, una vez más, para desarrollar una potente crítica de la alta burguesía, con un estilo seco y vigoroso, tremendamente corrosivo, arremetiendo contra una sociedad llena de lacras y vicios, egoista y resentida.
Lo más sorprendente es que consigue el fin propuesto con unos medios materiales escasos, con un pobre presupuesto, con actores grises cuando no malos, en donde ni siquiera la fotografía del entonces famoso Gabriel Figueroa brilla con las calidades que prestó a los films del Indio Fernández. Incluso la realización pudiera tacharse de descuidada, pero es tal la fuerza, la sugestión del relato, tantos los elementos que enriquecen la narración, que el espectador queda prendido, como fascinado ante esta extraña historia pintoresca, fantástica y demencial, a ratos irritante, zumbona otras veces, en la que Buñuel ha volcado su mirada incisiva, siempre lúcida, y su corrosivo humor, junto a toques oníricos y surrealistas, tan dentro de su forma de hacer.
Cuando el grupo de aristócratas consigue liberarse del maléfico sortilegio que los ha retenido juntos varios días encerrados en una habitación con la puerta abierta, pero infranqueable, y la tensión del espectador afloja, creyendo llegado el final, el maestro nos vuelve a sorprender y a inquietar en el solemne "Te Deum" de acción de gracias en la catedral, volviendo a la situación del principio, pero a escala mucho mayor, con ese plano final del rebaño de corderos dirigiéndose al recinto sagrado, recobrando la historia su aire mágico, que nos deja el ánimo sobrecogido, lleno de las dudas y zozobras que ha sembrado entre nosotros este gran baturro, moralista e inquietador de conciencias, que es Luis Buñuel.
El ermitaño
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3
29 de marzo de 2018
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Eternité" es una coproducción franco-belga de 2.016 dirigida por un vietnamita. Es una película lenta, casi estática, con una cämara con muchos planos fijos que nos enseña el entorno de los protagonistas. Valentine y Jules, es una pareja acomodada que tiene seis hijos. Los vemos nacer, crecer, enamorarse, reproducirse o morir. Hay dos hermanos gemelos que visten uniforme y no los volvemos a ver, y una hermana que se hace monja y muere en el convento. Y poco mäs. Nos dicen sus nombres, pero no los llegamos a conocer porque no se siguen sus trayectorias. Vemos como las familias crecen, cómo algunos mueren muy jóvenes, pero no hay historias, sólo muchas figuras inmóviles que se miran a los ojos porque se aman. Lo mejor, la fotografía; lo peor, el argumento, porque no existe y no llegamos a conocer a ningún personaje ni nos explican lo que sucede. ¿Por qué Jules se interna en el mar y nunca regresa? ¿Suicidio?
Mediada la película comienzas a aburrirte porque no te interesa nada de lo que ves. tan solo te interesas por el color, la fotografía, unos planos estáticos de madres acariciando niños o enamorados que se miran en silencio.
Si no hay argumento, si no se nos cuenta nada, es inútil tanto tanto actor dentro del cuadro, tanto plano "bonito", que roza, a veces, la cursilada, el ritmo lento y pausado al servicio de unas vidas que, como no se explican no nos interesan.
El ermitaño
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