Haz click aquí para copiar la URL
España España · Un lugar de La Mancha
Críticas de CarlosDL
<< 1 20 21 22 30 43 >>
Críticas 215
Críticas ordenadas por utilidad
8
3 de noviembre de 2012
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Quieres venir a Hollywood y fingir que eres un pez gordo, sin dar un palo al agua? Darás el pego.

En su tercera película como director, uno de los guapos de Hollywood se atreve a transformar una historia real al formato 16:9. En 1979, los conflictos por el petroleo se podían palpar en el mundo entero y, mientras Estados Unidos daba cobijo al dictador iraní, en Teherán se alzaban contra el régimen y pedían la repatriación de su máximo mandatario, llegando al punto de secuestrar a los miembros de la embajada de EEUU, a todos menos a 6, quienes lograron esconderse en la embajada canadiense. Con tal panorama, esas 6 personas terminan dependiendo de Tony Mendez (Ben Affleck), un experto en rescates cuya mejor idea es fingir una película en Teherán y que los estadounidenses vuelvan con él como parte del equipo de rodaje.

Acompañado de un elenco de actores de los que dan la talla; John Goodman (El Gran Lebowski), Alan Arkin (Pequeña Miss Sunshine) y Bryan Cranston (Breaking Bad), Ben Affleck firma un thriller cargado de intriga en el que logra controlar la tensión de los espectadores y mantenernos con los ojos como platos durante toda la proyección. Y no es que el protagonista tenga una interpretación de las de quitarse el sombrero (aunque sea mucho mejor que otras de sus películas), pero es una película con el sabor a cine negro y de espías de hace décadas, es vibrante y las interpretaciones secundarias aportan una fuerza aplastante cuando el protagonista se ve forzado a tomar las riendas del asunto.

Argo consiguió centrar toda mi atención en la pantalla con un argumento que se atreve a asaltar a Estados Unidos y a Hollywood, desde un punto de vista satírico y muy simpático, logrando arrancar alguna sonrisa en la sala.
CarlosDL
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
8
1 de julio de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Roma, 6 de mayo de 1938. Un día más en la monótona vida de Antonietta (Sophia Loren), si no fuera porque la capital fascista italiana se viste de gala para recibir al führer alemán. Todo buen patriota asistirá a ese desfile que quedará marcado en la Historia. Ella alaba al régimen, su imagen y rectitud, por ello también asume -algo hastiada- su obligación de continuar con las labores del hogar durante todo el día. Tampoco asistirá el vecino de enfrente, Gabriele (Marcello Mastroianni), quien parece superado, incluso amenazado, por una celebración de ese estilo. Prácticamente solos en el edificio, se producirá un encuentro fortuito entre ambos dando rienda suelta a sus historias más personales, amores prohibidos y ambiciones pisoteadas por un sistema opresor.

Los aviones y la radiodifusión del desfile conforman el grueso de una banda sonora disfrazada de enemigo de la racionalidad y la libertad, perseguidor de la diversidad. La rancia sombra del fascismo sobrevuela esta película de Ettore Scola magistralmente orquestada e interpretada, para generar un relato libertario en favor de los derechos de un colectivo históricamente vilipendiado y acosado, además de una oda al respeto hacia la figura femenina olvidada y despojada de sus esperanzas. En consecuencia, disfrutamos de una obra valiente y temprana, que conmueve gracias a su tacto y empatía, reafirmando lo importante que es abrazar la diversidad implícita en el ser humano.

Colaboración en RedrumCine.com
CarlosDL
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
8
27 de agosto de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El galo François Ozon es uno de esos directores con la extraña virtud de sobrevivir cual funambulista lanzándose a la cuerda floja de un guion atado por tramas desgastadas cercanas al telefilm. Lo consigue gracias a utilizar una soga perfectamente trenzada por personajes robustos y una particular visión de las relaciones humanas donde se asegura cabida para conceptos a veces complejos, aunque siempre narrados con un especial gusto por la dramaturgia cotidiana y verosímil. En su obra existe una clara evolución marcada por la estela francesa contemporánea, a la cual parece aventajar con su primer film de gran potencial narrado desde la inventiva de un joven alumno que descubre rápido haberse convertido en el pasatiempo favorito de un profesor hundido en la rutina de la enseñanza.

Sin demasiadas destrezas estilísticas pero con efectividad narrativa, En la casa (Dans la maison, 2012) -adaptación libre de la obra teatral El chico de la última fila del madrileño Juan Mayorga- se descubrió como la madurez de su cine demostrando un estilo más conciso cargado de comedia negra y emoción erótica, sin olvidar al drama y una buena parte de retórica. No es casual que poco después llegara Joven y bonita (Jeune et Jolie, 2013), su siguiente obra, con la cual continuó la senda de la ficción fluida para hablarnos de un inquietante despertar sexual cargado de poder y feminidad: un paso más allá en la construcción de personajes, incluso en la orquestación de la composición del montaje, que sirvió como antesala perfecta a lo que puede ser considera como su obra magistral, y por extensión, nuestra recomendación de la semana. Principal competidora de la hipnótica Elle (2016) de Paul Verhoeven en los premios César 2017, con 11 nominaciones cada una, Frantz (2016) supone la consagración de Ozon como uno de los directores más relevantes del panorama francés, además de su mayor alarde cinematográfico.

Sorprendentemente, el film juega fuera del marco de comodidad habitual del director, a pesar de que sus personajes vuelven a utilizar reflejos y camuflaje para buscar nuevos espacios en la sociedad reinventando su propio ser. En esta ocasión se atreve a adaptar al cine moderno una reconocida obra de Ernst Lubitsch como es Remordimiento (The Broken Lullaby, 1932), aunque obviando el texto original de Maurice Rostand en la que el film clásico está basado. Decide además tomar herramientas cinematográficas de antaño, aportando una elegante fotografía monocromática, aunque permitiéndose jugar con fantásticos elementos dispuestos a todo color que funcionan como oníricas reminiscencias de seres queridos en momentos luminosos. No hay espacio para flashbacks rudimentarios y anodinos, siendo la propia concepción de la memoria la que hace fluir el pasado fundido en el presente, creando un espacio atemporal perfecto para advertir la crisis existencialista que sus protagonistas sufren al mirar de frente –aunque no diferentes ojos- al verdugo de la muerte. Dentro de estos oasis de memoria hay espacio, además, para la reinterpretación y la fabulación, pues llegamos a encontrar una puntualización en tono amoroso y de admiración entre los jóvenes que fueron soldados: un plano dramático tan lírico como bello, en contraposición a la dolorosa verdad de la que surge el germen de la trama.

Volvemos entonces a reconocer ciertos temas recurrentes en su filmografía, aunque relatados en un plano diferente. Mientras la historia narrada por el misterioso soldado francés Adrien (Pierre Niney) avanza, nosotros comenzamos a ser partícipes de las dudas y el interés que despierta en la prometida del soldado fallecido, Anna (Paula Beer); ¿qué ha llevado a un francés victorioso a llorar ante la tumba de una alemán derrotado? Las maravillosas y delicadas interpretaciones de los protagonistas nos adentran en el juego de descubrir la verdadera historia. Hasta entonces, las fichas se mueven por el tablero del guion entre el remordimiento, la redención y una visión antropológica de la mentira - siempre con un rastro de sacrificio que quizás la convierta en piadosa- como elemento esencial en la vida cotidiana donde en ocasiones la verdad puede suponer un colapso en la estabilidad.

El film culmina su bagaje por la miseria moral, las consecuencias del belicismo y las luces del enamoramiento dejando un poso de naturalidad complejo donde la culpabilidad se diluye entorno a la complacencia. En el camino queda belleza, sentimiento y emoción en las formas de una narración que se desprende de las ambigüedades y aporta diferentes lecturas abarcando temas como las relaciones humanas, el antibelicismo e incluso una llamada de atención contemporánea hacia la incipiente ola de movimientos de extrema derecha nacionalistas a lo largo de Europa, pues no teme mostrar cómo la llama aún viva de la Primera Guerra Mundial encendió la mecha del segundo gran conflicto bélico. Con todo ello, además de los detalles que surjan en sucesivos visionados, reconocemos en Frantz un ejercicio estilístico y formal ejecutado a la perfección, algo que puede jugar en su contra a la hora de convertirse en un clásico a pesar de tener todos los ingredientes para ello.

CarlosDL - Colaboración con http://redrumblogdecine.com/
CarlosDL
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
8
4 de enero de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Resulta gratificante comprobar la llegada de la temporada de invierno cuando repasamos la cartelera de nuestro cine habitual. Los blockbusters del verano y la superficialidad de las comedias fáciles de digerir que el público acostumbra a reclamar durante el agotador clima estival, ceden ahora cierto espacio en las pantallas aguardando la llegada de las nuevas propuestas con hambre de galardones. Solemos hablar de películas de mayor complejidad argumental que pueden suponer una digestión más densa en el espectador, generando lances desafiantes para impedir que nuestras neuronas queden congeladas. Al igual que ocurre en el cine, esta característica de componente estacional en la parrilla de entretenimiento ha pasado a moldear también en cierta manera las propuestas de la nueva Edad de Oro de la Televisión; una época donde destaca la firma HBO como germen primigenio, perseguida ahora cada vez más de cerca por otras productoras como Netflix, quien esta temporada se ha encargado de presentar su thriller más perturbador y mejor estructurado: Mindhunter (2017), una propuesta desarrollada en formato televisivo de diez capítulos concebidos como un provocador reto argumental que el calor de una manta y la comodidad de nuestro sofá nos ayudarán a superar en este frío invierno.

La serie, creada por Joe Penhall –guionista en la adaptación cinematográfica de The Road (2009)-, encuentra su filón en el desarrollo de un estudio acerca de los detonantes que llevan a algunos individuos a convertirse en el terror de la sociedad. El ágil desarrollo del diálogo aparentemente complejo y la potencia de las imágenes mentales que dichos textos proyectan, no tardan demasiado en reflejar el claro legado de uno de los mayores genios del thriller contemporáneo, David Fincher, quien ha participado activamente en su producción y dirección, apadrinando el resultado y fomentando el alcance mediático del drama.

Los primeros compases de este intrigante vals despliegan una contundente introducción que quizás provoque el rechazo de algunos espectadores, mientras que muchos otros caerán en sus redes viéndose abocados a adentrarse en un mundo de criminales tan desconcertados, como desconcertantes; seres que habitan realidades lejos de cualquier orden social o racional, y cuyos perfiles psicológicos dibujan una silueta sanguinaria, manipuladora, desquiciada… un boceto de personalidad que, lejos de repelernos, nos atrae reflejando un pasado en forma de sombra marchita, reprimida e incomprendida, el cual será el objeto que los protagonistas lentamente tratarán de descifrar.

Siguiendo la inmersión en este mundo de perturbados, no tardamos en disfrutar del ritmo constante que abarca toda la temporada y se debate continuamente entre macabros silencios y los efectos sonoros más refinados que podamos ver en televisión, mayoritariamente bañados por una banda sonora capaz de generar la tensión requerida, o despertar el lado más rockero al regalar brillantes momentos musicales. En el trascurso de los primeros capítulos, descubrimos además uno de los mayores aciertos de la producción, pues a lo largo del estudio comandado por los agentes Holden Ford (Jonathan Groff) y Bill Tench (Holt McCallany) no encontraremos crímenes con escenas explícitas ni casquería sensacionalista, sino relatos escalofriantes que perderían a estos personajes en laberínticas trampas mentales si no fuera por la magnífica sustentación que los personajes femeninos ejercen sobre la trama. Wendy Carr (Anna Torv) formará el tercer vértice del triángulo en la investigación, encargada del análisis psicológico de las toneladas de datos recogidas por sus compañeros, mientras que Debbie Mitford, pareja de Holden en la ficción, (fantástico papel de Hannah Gross) aportará buena parte de los momentos más lúcidos y reflexivos gracias a diálogos enriquecedores surgidos de la contraposición de los personajes.

El avance de la serie y la ambientación en la que se encuentran envueltos los personajes nos hacen también ratificar algunas de las primeras comparaciones que surgen al ver el apellido Fincher, antes incluso de pulsar el play; sin duda, en su fotografía recordamos una paleta artística similar a Seven (Se7en, 1995), aunque su carencia de violencia literal desvía la acción hacia el humo denso de los cigarrillos de oficina e interrogatorios siguiendo la estela de Zodiac (2007), para lograr entender mentes criminales basadas en asesinos reales, cercanas al nivel de la ficción del personaje de Hannibal. En cambio, es agradable descubrir que, a pesar de temer por la sobreexposición a lo conocido, la suerte de destino del drama, y su buen hacer, logran escapar del pecado que en ocasiones supone la admiración radicando su éxito en la combinación de tres líneas narrativas bien equilibradas.

[Continua sin spoilers]
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
CarlosDL
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
7
16 de marzo de 2016
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
A decir verdad... nunca sé con certeza cómo abordar el inicio de una reseña, pero en este caso menos aún. Quizás deba empezar con algo así como rompedor del estilo "Deadpool hará que vuelvas a tener fe en las personas con un escroto en la cara", o más bien: "Deadpool es la película de mierda más violenta de la historia", igual algo como "Reynolds la trae cargadita para ti" sea más acertado...

Nada más alejado de la realidad, muchos hemos sido víctimas de una campaña publicitaria extraordinaria, no lejos de titulares como los de arriba, y que ha asegurado el éxito de una película que gente más recatada no se hubieran planteado ver en ningún momento. Porque, de los millones de espectadores all around the world, ¿cuántos conocían realmente a Deadpool? En mi caso, sólo conocía sus poderes, sus niveles de obscenidad y aquello de lo que todos hablan con locura como si fuera la primera vez que se hace en el cine; ¡Deadpool rompe la cuarta pared! (Añadan emoticono de El Grito de Munch aquí). Pero Deadpool nos ha llevado al cine, nos ha mirado a la cara para reírse hasta de nosotros, ha cargado su película de violencia y ¡ha dejado satisfechos hasta a los críticos más conservadores!

Desde el principio, la película nos advierte de que no es una historia de superhéroes más. Sus créditos, además de acrobáticos, son divertidos como pocos, referenciando a sus personajes con descripciones vagas y canallas hasta llegar a los guionistas y definirlos como "Los auténticos héroes". En esto último estoy totalmente de acuerdo; la sucesión de chistes y violentas coreografías queda "de muerte". El espectador queda impresionado por el descaro que muestra la película en todo momento rompiendo todos los moldes de rectitud moral, trasgrediendo los límites de violencia que -en ocasiones- sólo el cine B se atrevía a trasgredir, y poniendo en juego la inteligencia del propio espectador al disfrutar de un entretenimiento tan absurdo, ágil y grotesco en muchos puntos. Pero, al final y al cabo, eso es lo que Deadpool aporta en sus cómics y eso es lo que el equipo de la película ha plasmado a la perfección.

Todo esto nos lleva a una idea básica; el gran acierto de Tim Miller y Reynolds no es otro que su atrevimiento a la hora de representar el cómic -atrevimiento que no vimos en otras adaptaciones como las de Kick-Ass. Aún así, el hecho de que Marvel (esa productora que parece hacer las delicias de todo friki en los últimos años, capaz -por desgracia- de acaparar la atención mediática) diera carta blanca a un proyecto en el que el héroe no es héroe -sino todo lo contrario- y el personaje enmascarado es un cínico de esta envergadura no deja de sorprenderme. Han dado una vuelta de tuerca a su humor más fresco -el que veíamos en su mejor película, 'Guardianes de la Galaxia'- para llenar la pantalla de ironía y chistes guarros, restringiendo la entrada a un público menor y haciendo a los mayores dar palmas al ver algo que sólo un adolescente en su época más 'salida' podría haber escrito.

No sólo su publicidad fue convincente, sino que la propia película consiguió mejorar las expectativas. Eso sí, en caso de que tengas dudas sobre algo, o cualquier decisión de guión te parezca mal, ten algo en cuenta; a Deadpool le da absolutamente igual, porque Deadpool se ríe de ti, se ríe de sí mismo, de sus productores, de otros personajes, de su presupuesto, del resto de sagas con sello Marvel, incluso del propio Reynolds... Y cuando Deadpool hace eso, nosotros disfrutamos.

CarlosDL - https://odiseaenelcine.blogspot.com/
CarlosDL
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
<< 1 20 21 22 30 43 >>
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow