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Críticas de Vivoleyendo
Críticas 1.746
Críticas ordenadas por utilidad
8
17 de septiembre de 2009
56 de 61 usuarios han encontrado esta crítica útil
7:00 Levantarse.
8:00 Ir al trabajo.
11:00 Dictar a la secretaria cartas interminables sobre monótonos contratos comerciales, o bien tratar de no perderse en el caos de pasarelas, telas y modas.
1:30 Comida apresurada en cualquier café con algún cliente, o con algún compañero.
4:00 El despacho se cae encima.
6:00 Regreso a casa. Probablemente discutir con la pareja porque habéis quedado para cenar en la elegante casona de tu madre y no es una de las actividades sociales en las que tu pareja se muera por sumergirse. O ya os habéis comprometido para salir con algún matrimonio amigo vuestro, como ya viene siendo habitual la mayor parte de las noches.
10:00 Os emborracháis durante la cena, discutís, os insultáis. Fingís que es como un juego para no asustar a los amigos, pero las frases que os decís encierran puñales camuflados. Como cada día. Como una costumbre que se ha instalado venenosamente.
12:00 Ya en casa otra vez. Hacéis el amor, o fingís hacerlo. Un amago bastante patético en el que habrá que simular algún que otro orgasmo que apenas es un débil espasmo de frustración.
4:00 No podéis dormir. Os levantáis a tomar unas copas y conversar educadamente, muy civilizadamente.
Y vuelta a empezar. Varias veces por semana, acudir al psiquiatra para que te escuche decir que estás harto de todo, que quieres a tu mujer pero deseas matarla. Revelar las mutuas infidelidades. Descubrir un instinto asesino que se agazapa entre los buenos modales, la pulcritud de la ropa bien planchada, la cortesía distante, la repetición de los mismos actos y de los mismos pequeños y mezquinos detalles. Amarla y odiarla. Amar y odiar sus gestos, su expresión, su cuerpo, sus palabras, su solicitud, su compañía.
Beber mucho. Drogarse de vez en cuando. Sentirse muy desgraciado. Asfixiado.
Y, cada vez más, el deseo de matar.
En su recurrente temática de la exploración a fondo de la vida matrimonial, Bergman destaca como uno de los grandes despellejadores de una de las instituciones más importantes de la sociedad. Y también analiza, siquiera fugazmente, algunas de las bases de los conflictos materno/paterno-filiales. Y los profundos e inquietantes pozos de la mente, esa eterna desconocida.
Cuando los anillos de la alianza se transforman en cadenas con eslabones de aburrimiento, las manos y el espíritu pesan como el plomo, y las frágiles defensas del subconsciente pueden llegar a romperse y liberar al monstruo que llevamos dentro.
Vivoleyendo
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7
5 de abril de 2008
56 de 61 usuarios han encontrado esta crítica útil
El director mexicano Iñárritu saltó a la fama mundial con esta ópera prima que fue nominada a varios premios internacionales, entre los que obtuvo el de mejor película de la Semaine de la Critique en el Festival de Cannes.
Iñárritu abarca con una mirada profunda, dura, amarga y cargada de denuncia los universos de las relaciones familiares y sentimentales, los malos tratos, la pobreza, la delincuencia, los submundos de las apuestas ilegales, de las mafias de matones y asesinos a sueldo, de la imagen idealizada de la belleza que ofrece la publicidad y el mundillo de la imagen, de la caída de las estrellas que viven de dicha imagen una vez que su cuerpo deja de responder a determinadas exigencias... En todos estos temas y más ahonda el guión de Guillermo Arriaga, inseparable de Iñárritu, y lo hace de una manera que me resulta más brillante en los ambientes y los climas que en los diálogos, que para mi gusto pecan de deficiencias y carencias (que yo achacaría a la no muy buena calidad del sonido, lo que hace que sea difícil escuchar con claridad todo lo que dicen los personajes) que restan calidad al resultado.
Nos vamos introduciendo en tres historias que se entrecruzan en el terrible punto de unión de un fatal accidente de tráfico, y en las que los perros son un exponente común y cargado de intensidad afectiva y simbólica. Perros entrenados en una extrema agresividad que aportan a sus dueños un medio de subsistencia, o mascotas mimadas tratadas a cuerpo de rey, o la única compañía en el mundo para alguien que estima más la vida de sus perros que la de las personas.
Una de las historias es la de Octavio, quien provoca el accidente, y su cuñada Susana. La sórdida realidad de una familia de los suburbios golpea como un bofetón en pleno rostro. Una madre resignada y vacía que no puede hacer nada ante el hecho de que sus dos hijos, que no se pueden ver entre ellos, han tomado por el camino de la delincuencia, de los malos trapicheos, de los robos y de las apuestas en las peleas de perros como medios para llevar dinero a casa. Una nuera, Susana, esposa de uno de los hijos, sumida en el círculo vicioso de los malos tratos por parte de su marido, y que despierta el amor de su cuñado Octavio. Un triángulo amoroso triste y trágico, sumido en la sordidez y los malos presagios. Nada bueno se augura a esta familia desangelada.
Otra historia, la del empresario Daniel y su amante, la modelo Valeria. Daniel ha dejado el hogar en el que vivía con su mujer y sus dos hijas para comenzar una nueva vida con Valeria. Ella tiene por delante una brillante carrera como modelo publicitaria, pero el accidente en el que se ve involucrada arranca de raíz sus sueños. La luminosa vida en común que ella y Daniel planificaban con ilusión se va haciendo pedazos, mientras contemplamos la progresiva caída en depresión de una mujer bella que de golpe y porrazo tiene que hacer frente a su nueva condición de lisiada y olvidarse de su carrera como modelo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Vivoleyendo
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10
15 de diciembre de 2011
54 de 57 usuarios han encontrado esta crítica útil
Otra adaptación de Jane Eyre. ¿Era necesaria? Ni idea pero, lo fuese o no, sí que ha sido un placer reencontrarse con esta vieja amiga. Si Charlotte Brontë supiera que su inmortal novela iba a conocer tantas plasmaciones en un formato que sería algunas décadas después un fenómeno de masas, como lo es el cine, lo más probable es que a duras penas diera crédito a tanta popularidad. Ella, que tenía que escribir bajo seudónimo masculino para tener alguna opción de que su obra fuese publicada y reconocida, y para sortear en lo posible la desaprobación ante una mujer escritora, se abrumaría ante tal cantidad de fans que la Jane Eyre salida de su pluma iba a cosechar.
Las Brontë se criaron con algo especial en el ambiente. No se trataba buena salud, ni de una continua sucesión de jornadas felices, ni de un mullido bienestar, ni de un clima benigno, ni de un hervidero de relaciones sociales. Vivían en los inclementes páramos de Yorkshire, casi aisladas, en una casa muy modesta, con un padre austero y rígido y acorraladas por la enfermedad y la muerte que se llevaba a quienes más querían.
En tal perspectiva más triste que llevadera, su vía de escape era la imaginación. Las condiciones más adversas gestaron a varias artistas que en sus heroínas novelescas huían de sí mismas para citarse con vidas que en lo más íntimo habrían deseado abrazar.
Así nació Jane Eyre. Una huérfana despreciada por los parientes que la acogieron de mala gana, o cuya existencia era desconocida por otros que andaban desperdigados. Confinada a una institución caritativa para niñas abandonadas cuyas terribles condiciones hacían que imperase la selección natural, pues sólo sobrevivían las más fuertes. Hasta su joven adultez no probaría el sabor de la libertad y del afecto, hasta entonces siempre perseguida por una soledad de desierto, exceptuando su breve etapa junto a Helen Burns, la única amiga que había tenido.
Jane es un personaje peculiar, forjado a sí mismo con perseverancia y bajo el lema de que si nadie te quiere, tendrás que quererte tú. Una personalidad firme, una mente bien amueblada y un corazón generoso pero cauto son su estandarte. Cuando va a ser enviada a Lowood por su desalmada tía, el siniestro enviado la entrevista y le pregunta qué debe hacer para evitar ir al infierno, y ella responde con un sentido común aplastante que debe mantenerse sana y no morir. Ahí se advierte un anticipo de su ser individualista y terco.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Vivoleyendo
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7
28 de enero de 2009
52 de 53 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como el título de esta crítica se siente Cecilia, la protagonista de esta fantasiosa comedia de Woody Allen, cada vez que se evade de sus problemas en la sala de cine. Sus penas se esfuman y se ve ataviada con un vestido blanco y vaporoso, como si fuese Ginger Rogers bailando claqué con Fred Astaire. O una dama de alta alcurnia con trajes de diseño, sombreros coquetos y joyas, fumando cigarrillos con larguísimas boquillas y trayendo de cabeza al galán de turno.
Aunque a mi parecer no se trata de una de sus mejores comedias, Woody regala un sentido y tierno homenaje al séptimo arte. Aficionado a incluir guiños de numerosos clásicos, en esta ocasión no se conforma con eso; toda esta comedia adopta ese aroma inconfundible de los patios de butacas, de la penumbra en la que docenas de ojos brillan embelesados con la mirada fija en esa pantalla que es como una puerta a cualquier cosa. Pese a que creo que Woody podía haber dado más de sí mismo, sí admito que la fascinación por el arte del celuloide está plenamente condensada en esta hora y dieciocho minutos de largometraje. La duración justa para colocar ante nuestra vista un sueño recurrente: que la vida fuese como en las películas.
Woody se permite exteriorizar uno de esos sueños que la mayoría tenemos. Se salta las barreras de la lógica y de las distinciones entre lo real y lo ilusorio y, sin ánimo de crear una maravilla, agrada y enternece sin grandes alardes.
Con su estilo elegante, clásico, soñador y nostálgico al que ha añadido generosas dosis de fantasía, Woody elige a un ama de casa del montón, una don nadie de existencia gris con escasas perspectivas de felicidad, y la sumerge en su mayor ilusión, permiténdole soñar y tener al alcance de la mano todo lo que podría desear y lo que nunca imaginaría que le pudiese suceder precisamente a ella.
Realidad y ficción se mezclan con gracia, invitando al espectador a aceptar el simpático juego que Woody propone y a dejarse conducir de un lado al otro de la pantalla del cine.
“La gente real quiere una vida ficticia, y la gente ficticia quiere una vida real.”
En el cine todo es posible…
Vivoleyendo
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9
23 de mayo de 2008
88 de 126 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me gustaría dirigirle unas cuantas palabras a Carlos Boyero, el crítico del diario El Mundo: ¿De dónde demonios saca usted eso de que la película es "divertida"? ¿DIVERTIDA? Cualquiera se pensaría que va a ver una comedia familiar corrosiva tipo "Un funeral de muerte" o algo por el estilo. Yo no sé qué concepto tendrá usted de la diversión, pero desde luego no tiene nada que ver con el mío.
Porque a mí no me ha parecido en absoluto "divertida". Más bien es como si me hubieran dado una paliza en un cuarto oscuro y yo no hubiera sabido quién me daba los golpes ni por dónde iban a venir. Me he sentido como si me hubieran golpeado por todas partes y me hubieran dejado sin respiración y sin una gota de sangre en el cuerpo.
A mí la verdad es que me la repampinfla el movimiento Dogma o lo que quiera que sea, y no voy a entrar en detalles sobre eso, porque otros usuarios ya habrán profundizado en ese tema (disculpad, aún no he leído vuestras críticas sobre la película, prefiero hacerlo a posteriori). Me importa poco la forma, porque desde luego el fondo es como el derechazo de un peso pesado del boxeo dirigido insistentemente al sufrido estómago.
Y yo que creía que Von Trier era pesimista e impactante.
Pues Vinterberg no se queda atrás. Incluso creo que le gana.
Pocas veces me he sentido tan K. O. viendo una película. Incluso tuve que darle al botón de pausa y agarrar la botella (de agua, mal pensados), y ponerme a beber porque tenía que reaccionar, hacer algo para liberar la rabia y el estupor que me estaban inundando. "Es sólo una película", "es sólo una película", me susurraba a mí misma para convencerme.
Pero lo cierto es que sentía unas ganas atroces de colarme en la pantalla y empezar a repartir hostias como panes.
Millones de hostias para el padre.
Otros millones para la madre.
Otras cuantas para el hijo menor.
Y otra tanda para los invitados a la fiesta.
Estuve casi todo el tiempo en estado como de shock, como de alucinamiento, y me estaba surgiendo el instinto asesino como cuando se es víctima de injusticias, o como cuando se es testigo de ellas.
Vinterberg ha sabido sacarme como un maestro toda la bilis del cuerpo y toda la furia que yo raras veces he sabido que tenía.
Y vaya que he visto películas duras, pero a Vinterberg creo que ahora lo colocaré en la vitrina de los directores que más me han retorcido las tripas.
Pero lo peor lo sientes porque sabes que te están mostrando algo que sucede a diario en cualquier lugar. Incluso en tu entorno.
¿Cuántos cierran los ojos y vuelven la cara cuando tienen la verdad delante y se niegan a verla?
Enhorabuena, maestro, porque tú sí que eres experto en aguar la fiesta (en todos los sentidos) al personal.
Vivoleyendo
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