Con el título de la crítica resumo mi opinión completa de esta película. Visualmente es una maravilla. A nivel artístico es una continua sorpresa, cada nuevo decorado y cada nuevo personaje te asombra, y la sensación 3-D es perfecta: muy conseguida pero, a la vez, nada gratuita. No se abusa de ella y consigue resaltar los mejores momentos de la película. Ver en relieve el "otro" jardín de Coraline, el teatro de las vecinas o el circo de ratones es una experiencia sensorial formidable. Pero...
Pero la historia no conmueve. Desde el principio intuyes qué cosas pasarán y nunca te llegas a interesar realmente por la trama.
Aún así la recomiendo como experiencia audiovisual. Y, por supuesto, en 3-D.

Ya lo dicen todos: esta película es una amalgama de situaciones e ideas argumentales vistas mil veces. Es un refrito, sí, pero sabe a plato de primera. Porque el guión es inteligente, porque tiene pocos sustos pero introducidos con gran sabiduria, porque los actores son excelentes y porque la factura audiovisual es fabulosa.
Y sobre todo, porque logra lo más importante en las películas de este género, es decir, (y NO VOY A DESTRIPAR NADA), logra cerrar el embrollo argumental con astucia y honradez. Sorprende pero no engaña.

Parece que en España todo vale a lo hora de hacer una película con números musicales (porque a este engrendro patético no se le puede llamar musical): coreografía de parvulario, realización que poco ayuda a "ver" los números musicales, voces imposibles que no se adecuan ni remotamente a los actores que las interpretarán y unos playbacks... Bueno los playbacks merecen un punto y seguido porque es imposible sincronizar peor una voz con una boca que como lo hacen en este bodrio.

Todo esto no sería una tragedia si los números musicales solo fueran pequeños borrones dentro de una buena historia, pero el guión es lamentable, un buen comienzo que naufraga a los cinco minutos en una deriva incomprensible. Ni el director ni los actores parecen saber qué quieren contar, y no se esfuerzan en dar la más mínima credibilidad al conjunto: todo ocurre porque sí, porque a los guionistas y al director les sale de los mismísimos.

En resumen, un pretendido musical tragicómico que no tiene buenas escenas musicales, que no conmueve y que aburre hasta a la piedras.

(Y que conste que las cuatro estrellas solo las merece esta película por las vistas del barrio de San Luis de Sevilla que se ven desde la azotea en la que transcurren los títulos de crédito iniciales, vistas que son las mismas que yo veía todos los días desde una azotea que bien podría ser la de la película, y que fueron testigos del comienzo de la mejor época de mi vida)

Da pena ver a la gran Ariadna Gil nuevamente inmersa en un bodrio de campeonato. Intento fallido de terror psicológico, en el que no hay tensión ni emoción, con un guión plano y mediocre que no se molesta lo más mínimo en ocultar lo previsible de su desenlace. "Ausentes" es una muestra más del nulo talento de Daniel Calparsoro, uno de los peores directores, con permiso de Garci, del reciente cine español, emparejado esta vez con uno de los peores actores de la historia del cine español: el siempre patético Jordi Mollá, aquí tan pasado, sobreactuado e insoportable como acostumbra.

Solo Ariadna Gil da valor a esta película, y dignifica cada uno de los planos en los que aparece su imagen, se muestra su gesto y suena su voz.

Pues eso. Debo estar equivocado, porque para muchísimas personas "Ensayo sobre la ceguera" es un libro maravilloso. A mí me irrita su simplismo, su tono de fábula bienintecionada pero tremendamente obvia y previsble. El lobo es un lobo para el hombre. El microcosmos que constituye un grupo de personas encerradas que comienzan a desarrollar actitudes totalitarias y explotadoras. ¡Qué original todo!

La película hereda todos los fallos del libro: es simplista, superficial, no tiene desarrollo, los personajes son caricaturas sin alma, no se aprovecha el potencial de un buen punto de partida y sale del complicadísimo callejón que es la trama de la forma más facilona (y abierta, y poco trabajada) posible.

Por suerte, el director aporta cierto estilo visual y la cinta tiene un innegable empaque audiovisual. Incluso hay dos escenas que hacen despertar a este espectador del sopor e incluso le emocionan: el hermosísimo reencuentro de los dos personajes orientales y (no los contaré) los últimos minutos de película (antes de saber, claro, que ESO es el final.