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España España · Vizcaya
Críticas de Cazale
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Críticas 30
Críticas ordenadas por utilidad
5
12 de agosto de 2019
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta obra, en líneas generales, es positiva para la ciudadanía. Las espectadoras y los espectadores pueden visionarla sin temor, al tratarse de una historia que combate el blancocentrismo. No obstante, sería conveniente corregir algunos aspectos que se exponen a continuación.


El título y nombre del protagonista alude a mecánicas dictatoriales ('Boss') y racistas ('Nigger'). Debe sustituirse por un término respetuoso e inclusivo: 'Afroamericano Empoderado'.

El western es un género cinematográfico fascista, en el que destacan figuras nazis y franquistas como John Ford. Por lo tanto, la historia debe trasladarse a un espacio seguro: una comunidad asamblearia y ecológica de algún país nórdico de Europa.

Durante toda la película se montan caballos. Esto supone una vil actitud especista que debe arreglarse introduciendo un medio de transporte no explotador: la bicicleta.

El personaje principal es de género masculino. Un claro rasgo patriarcal, que debe subsanarse mediante una ley de cuotas que haga que la protagonista sea mujer: Pam Grier. Como compañera puede contratarse a Oprah Winfrey, para que los cuerpos reales tengan representación.

La presencia de afroamericanos y mexicanos no resulta suficiente, puesto que no aparece gente de los pueblos originarios americanos. Tampoco asiáticos, árabes, gitanos o australoides. Alarmante racismo que debe remendarse con la inclusión de actores y actrices de todos los colores y culturas existentes.

Todas las relaciones que salen en pantalla son heterosexuales. Un sonrojante atentado contra la diversidad sexual, que deberá ser resuelto a través de la incorporación de personas LGTBI+. En esta misma línea, es necesario señalar que todos los personajes son hombres o mujeres. Transgéneros y personas no binarias deberán tener el mismo peso en la trama que los dos géneros tradicionales y opresores.


Tras estas correcciones, el filme mejoraría notablemente, y la ciudadanía lo podría visionar con un mayor respeto a los valores del siglo XXI y la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Cazale
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6
2 de diciembre de 2021
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tenía leídas tres novelas escritas por Alberto Vázquez-Figueroa: 'Tuareg', 'Sicario' y 'Bora Bora'. Todas me gustaron. Tenía vistas tres películas dirigidas por Monte Hellman: 'El tiroteo', 'Gallos de pelea' y 'Carretera asfaltada en dos direcciones'. Todas me gustaron. Era tiempo de abordar la fusión de ambos: 'Iguana'.

Antes del visionado, leí que el argumento se basaba en el irlandés Patrick Watkins, supuesto primer residente de las Galápagos. Supuesto porque ya siglos antes, hordas de piratas se refugiaban allí, en el archipiélago descubierto por Fray Tomás de Berlanga cuando acudía al Perú para reunirse con Pizarro y Almagro.

Una vez instalado en la butaca, los créditos iniciales me mostraron gran cantidad de españoles, como Gil Parrondo en la dirección de arte o Josep Maria Civit en la de fotografía.

El protagonista no paraba de recordarme a alguien. Claro: era Ed Hurley de 'Twin Peaks'. La isla también me sonaba. Con razón, pues era Lanzarote.

Seguí con interés la decisión del deforme Iguana tras sufrir el enésimo maltrato: "rechazar todos los dioses ajenos y declarar la guerra a la humanidad".

Vi cómo Iguana se autoproclamaba rey y esclavizaba a todo el que pillaba, fuera un viejo enemigo o un desconocido. Algunos detalles me chirriaron, como que plantase una bandera que revelaba su posición a los barcos, cuando gran parte de su poder consistía en que se desconociera su existencia.

Contemplé un duelo entre dos hombres retrotraídos a una violencia prehistórica mientras las olas les golpeaban.

Me deleité con el elegante final.
Cazale
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7
5 de diciembre de 2021
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Del ansia por deconstruir no se libra ni el género cinematográfico por excelencia. Cierto es que el western se ha nutrido de propuestas singulares desde siempre. Pero en los años dos mil diez cayó a un soporífero abismo: Kelly Reichardt. 'Meek's Cutoff' y 'First Cow' son dos bromas pesadas.

Hacer dramas intimistas con colonos no es reinventar el western. Para eso es mejor alterar su espaciotiempo sin suprimir la épica. Ahí están 'Comanchería' (gran western sobre la crisis económica de 2008), 'Lejos de los hombres' (muy buen western en la Argelia colonial) o 'La patrulla de la montaña' (atractivo western tibetano).

En Australia han usado más de una vez el truco espaciotemporal. Con poco éxito: ahí está, por ejemplo, la grandilocuente 'The Proposition'.

'The Furnace', en cambio, acierta. Un recio y exotiquísimo western. Su desierto encierra aborígenes, anglosajones, musulmanes, sijs, hindúes, chinos, camellos, caballos, dingos, rifles, lanzas, opio, lingotes de oro y muchas moscas.

Hay multitud de escenas rodadas en badimaya, lengua nativa australiana. Asimismo se escucha pastún, panyabí, darí, cantonés e inglés.

Los conflictos y objetivos están claros. Los personajes tienen hondura y sus relaciones se trazan con sentido. La muerte no se banaliza. Hay suspense y acción.

Las poco denunciadas masacres del Imperio británico aquí se exponen de una manera que no resulta cargante.

La película peca de acaramelarse en algunos momentos. También de introducir un par de personajes de aparente peso para luego no hacer uso de ellos.

Roderick Mackay, guionista y director de este su primer largometraje, no se anda con autorías. Está al servicio de la narración.

Aprende, Reichardt.
Cazale
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7
15 de abril de 2022
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me encantan las películas deportivas. Sobre todo las que colocan el deporte mismo a la vanguardia de la trama. Sin escatimar fisicidad y espectáculo. Con la actividad en cuestión funcionando como el duelo de un western.

'El buscavidas' (billar), 'The Cincinnati Kid' (poker), 'Junior Bonner' (rodeo), 'Hard times' (peleas), 'Rocky' (boxeo), 'White men can't jump' (basket), 'Evasión o victoria' (fútbol), 'Rush' (automovilismo), 'La fuerza del viento' (vela), 'Cockfighter' (gallos), 'El momento de la verdad' (toros), 'Dreamer' (bolos), 'Over the top' (pulsos), 'The Wizard' (videojuegos)... Dios, qué gran subgénero.

'Jockey' no entra en esa categoría. Es más como 'The Rider', 'The Wrestler' o 'Moneyball': se sumerge al espectador en las entrañas del mundillo, mostrando sólo retazos de competición pura. También aprecio este segundo escalón del cine deportivo.

En su debut como director, Clint Bentley aplica un pulso indie que da lugar a planos de gran belleza. Los llena un pletórico Clifton Collins Jr. que cabalga, fuma, bebe, baila, miente, se derrumba, le hace una peineta a la báscula y observa el cielo sentado en la puerta de su caravana.

Los jockeys sufren lesiones continuas. Destruyen su físico por pasión, para seguir a lomos del caballo, animal esclavizado y amado por el humano desde la noche de los tiempos. Sin embargo, llega un momento en el que la edad y la salud exigen dejar de ser un centauro.

La película tiene otro rasgo que armoniza con mi gusto personal: es minimalista y directa. No fuerza instantes lacrimógenos o subidos de tono. Yo la habría desnudado más incluso, limando una música a veces demasiado efusiva y algún diálogo un poco grandilocuente.

A mí no me interesan los guiones enrevesados ni las piruetas de centro comercial. Prefiero síntesis, franqueza y naturalidad. Prefiero 'Jockey'.
Cazale
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7
10 de abril de 2022
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
'La cornada', obra teatral de Alfonso Sastre, es el germen de esta película de personajes aplastados por sus traumas y la cruel lógica mercantil.

Juan Antonio Bardem, uno de los mejores directores de todos los tiempos, se rodea de pesos pesados como el veterano director de fotografía Alfredo Fraile o la montadora Margarita de Ochoa, poseedora de una filmografía impresionante.

Paco Rabal, uno de los mejores actores de todos los tiempos, comparte plantel con intérpretes de la talla de Nuria Espert o Julia Martínez Caba. Pero el que se roba el show es Enrique Diosdado con su papelón de empresario que explota toreros y controla la prensa.

Bardem camufla con naturalidad su pensamiento marxista en sitios como un diálogo entre un torero inseguro (Germán Cobos) y un trabajador de matadero (Manuel Zarzo). Amén de componer con la elegancia y precisión habituales.

Rabal derrama su carisma sobre la cicatriz de un torero arruinado. Intercambiando su compañía de animal mitológico herido por copas y cigarros. Humillado ante los aficionados, su amante y él mismo. Soñando con una redención al otro lado del océano.

América como huida hacia adelante, una vez más. Como si Caracas, México o Lima fueran capaces de matar unos demonios que llevamos dentro. Los traumas se arrastran por nuestras cavidades, tan inasibles como peces en aguas oscuras.

Para superar el pánico, hay que sumirse en cierto estado de abandono. Un paradójico no aferrarse a la vida para así conservarla.

Arrojo y al trauma.


" (…)
Ya luchan la paloma y el leopardo
a las cinco de la tarde.
Y un muslo con un asta desolada
a las cinco de la tarde.
(…) "

'Llanto por Ignacio Sánchez Mejías'
Federico García Lorca
Cazale
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