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España España · Tenerife
Críticas de Quevedo
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Críticas 13
Críticas ordenadas por utilidad
7
5 de mayo de 2011
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Calle River, 99 tiene ese tierno regusto que te dejan en el paladar las películas donde los desafortunados hombres honestos, los íntegros perdedores en mil combates, no acaban tan mal, y acaban encontrando la estación de servicio de su vida, para poder compartir los beneficios de un buen cambio de aceite con la también honesta rubia que el destino puso de tu lado.
Quizás este final no sea mucho de mi agrado, pero he visto la película a la hora de la siesta y ...me he perdido la siesta! No he podido despegar el ojo de la pantalla porque me ha atrapado irremediablemente.
Tiene todos los ingredientes que yo le pido para que me entretenga a un clásico film noir americano: tipos duros capaces de matar sin despeinarse; esposas rubias platino, frías y codiciosas, que salen por la ventana cuando la pobreza entra por la puerta; malos de libro, que se dedican a la compra fraudulenta de mercancía robada y que tienen como tapadera un negocio de peluquería canina; bares cutres donde no entra nadie y se tiene que beber las cervezas el camarero mismo; yellow cabs, Nueva York de noche...y sin dejar caer la acción en ningún momento.
Los actores están todos muy correctos, aunque a veces un poquitín sobreactuados, pero esto no perjudica en ningún momento la narración; es más, dota de un necesario humor a la historia, como un contrapunto obligatorio para hacerla más llevadera. Memorables John Payne y Evelyn Keyes tanto como el resto de secundarios que hacen creible la historia.
No es -se ve en seguida- un film de mucho presupuesto, pero su clasificación como película de serie B no significa que desmerece artísticamente respecto de otras de la misma época que gozaron de mayor inversión. La ambientación está muy lograda y tiene escenas verdaderamente logradas y de cierto impacto en el espectador; la de la simulación en el teatro es la mejor, sin duda.
Un film para no perderse y pasar un buen rato delante de la pantalla, viendo como este exboxeador de carrera truncada por la desgracia de un desgraciado directo al nervio óptico, encuentra por fin, después de un tortuoso camino para salir de la trampa en la que ha sido atrapado acusado de asesinato, el amor de su vida y la redención de una vida sencilla y tranquila, exactamente como la de usted o yo...o no?
Quevedo
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7
6 de mayo de 2011
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Acabo de ver esta película y he comprendido, por fin, aquella celebérrima frase de Hemingway sobre por quién doblan las campanas...doblan por estos tipos. Y, por extensión, por esa generación que se resiste a abandonar la adolescencia y, ya en la cuarentena, se aferra a los clavos adiendo de los paraísos artificiales para olvidar las pobres vidas cotidianas a las que han sido empujados, sin remisión, por la fuerza irrebatible de la inercia.

La película es dura, vaya si lo es. Los personajes de esta historia tan triste, deambulan a través de la noche buscándose un poco a sí mismos y, lo que es aún peor, encontrándose. El espejo del desenfreno en el que se miran estos tres seres deslumbrados, no produce otro reflejo que la imagen distorsionada y patética de sí mismos, y los relámpagos que produce en las meninges el subidón de cocaína, así como la desabridez del sexo inmediato, los trae de vuelta a la cruda realidad, allí donde pululan esposas, hijos, perritos, horarios que cumplir, trabajos indeseables, maridos que esperan, etc. Yo los comprendo, porque siempre me pongo de parte de los que pierden o van a perder. Es duro de verdad mirar cara a cara la dudosa luz del día, y más aún aceptar que nunca se debe volver al lugar donde un día fuiste feliz.

Los tres actores principales están realmente bien, pero Willy Toledo lo borda. Su personaje es el del ser más solitario y triste del mundo, e interpretar con la convicción con que él lo hace semejante papel, me parece tarea reservada solo a los grandes actores.

Película que recomiendo absolutamente.

P.S. Aunque la puntuación de mi voto no sea muy elevada, me parece que le hace mucha más justicia al film que ese 5 coma poco con que consta en la cabecera de la presentación.
Quevedo
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6
29 de mayo de 2011
5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Bueno, este es otro de esos filmes que pertenece a la larguísima lista -un día tendremos que ponerle un nombre genérico a este contenedor imaginario de pelis- de los que empiezan una historia de un modo bastante atractivo, o al menos dinámico y sorprendente, y que te atrapan por los bajos a las primeras de cambio, pero que luego, según va pasando el tiempo, empiezan a decaer y perder sentido, o a llenarse de lugares comunes y reacciones demasiado previsibles.

36 horas se adapta bien a la forma de este contenedor de películas frustradas.

La idea básica es plausible, más allá de que sea, o no, creible . Un doctor alemán (eso sí, nacido en los USA, por lo que pronto veremos que es el único alemán bueno y con sentimientos muy nobles en toda la guerra) tiene día y medio para hacerle creer al enemigo que capturaron ayer que la II Guerra Mundial ha terminado, y que acaba de salir de un estado de amnesia que le ha tenido 6 años en la cama sin enterarte de la misa la media. Cuando se despierta, le hacen creer, convenientemente disfrazados, con las noticias de los periódicos y con la fecha de los mismos trucada y nublándole la vista para que necesite gafas para leer, porque los años no pasan el balde, colega, que ellos son sus amigos de toda la vida y, por lo tanto, les vas a contar tú solito por dónde se va a producir el desembarco aliado, que va a tener lugar mañana, aunque tú no lo sepas. Cuando lo cuenta, el doctor sí se lo cree, pero su superior, un alto cargo de las SS, no. ¿Por qué? Porque es alemán de toda la vida, 100% puro nazi y, por lo tanto, tonto del culo, además de cabrón y asesino y gordo, además de ligeramente gilipollas, o qué se habían pensado?.

Al final, el médico termina ayudando, con la colaboración del segundo alemán bueno de la segunda guerra mundial, un jubilado orondo y dicharachero, que guarda la frontera con Suiza junto con otros miembros de la tercera edad alemana, a escapar al capturado y a la colaboradora obligada del truco de la amnesia, una judía violada diariamente por todos y cada uno de los nazis de Auschwitz. ¡Qué cabrones!

Al final todo sale bien para los huídos, pero mal para el gordo de las SS y el doctor, que al ser tan listo y tan poco alemán de pura cepa aria, no le queda más remedio que palmarla.

Ya digo, buena la idea principal, buenas las intenciones y buenas las interpretaciones de los actores, sobre todo James Garner y Rod Taylor, y malos todos los tópicos pueriles y los aburridos lugares comunes de barrer siempre para casa y de cogernos siempre el monopolio de la verdad y de las virtudes.
Quevedo
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8
30 de abril de 2011
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es curioso como el viejo Mr. Allen,después de hablarnos tantísisimas veces de sí mismo -y siempre de lo mismo-, desmenuzando sus manías y sus neurosis delante de sus boquiabiertos admiradores, desnudándose sin tapujos (como sólo los muy lúcidos saben hacerlo),delante de los ojos atónitos de los que, como yo, le siguen los pasos y lo admiran, no deja de resultar siempre fascinante, desmitificador, corrosivo, admirable y muy autocrítico.
En "Desmontando a Harry" el señor Woody carga las tintas sobre su fijación con el sexo y sus problemas de adaptación a su desastrosa vida amorosa, en contraposición con la riquísima vida de ficción de sus novelas, en donde versa sus afanes, sus dudas y sus inseguridades, y también las frustraciones de una vida llena de fracasos sentimentales.
Allen, como el escritor de gran talento que es, no olvida jamás el tarro de la sal y la pimienta de su enorme y tierna comicidad a la hora aliñar con ellos la ensalada barroca de sus ocurrentes despropósitos y boutades. Como director y como actor, Woody Allen nos ha ofrecido en multitud de ocasiones momentos de verdadero y alto disfrute de los sentidos. Por eso mismo le pienso pasar por alto la muy posterior patochada de "Vicky, Cristina, Barcelona"
Quevedo
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7
1 de junio de 2011
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Este relato visual de Gavras senior, parece querer explicarnos con detalle que la tolerancia al dolor de ciertos seres humanos, torturados por un solo hecho diferencial, tiene un límite bien preciso, y que rebasado ese límite -o aconsejados por otros seres diferentes que viven en los límites de la normalidad-, la papilla gris que llevamos dentro de la cavidad craneana corre el riesgo de desparramarse y empezar a considerar que, puesto que soy un tipo diferente, puedo permitirme desbarrar como un loco, comportarme como me plazca sin tomar en consideración las normas, o desplazarme a toda pastilla fuera de los límites de la realidad, a lomos de un buen Porche rojo, hasta que un globo aerostático me saque de este puto infierno, que me resulta incomprensible.

La peli se ve de un tirón, y tiene ese encanto que, en el cine de los últimos años, solo paladeo en películas europeas: duras historias que reflexionan sobre el individuo, de sus circunstancias particulares, de su profunda soledad, de sus miedos, de sus contradicciones internas y su desconsuelo. En fin, es una muy buena película que te mantiene continuamente en vilo y te estremece, te hace sentir en todo momento como tuyo el dolor irrenmediable que acompaña a estos dos seres marginales.
Quevedo
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