Haz click aquí para copiar la URL
España España · Madrid
Críticas de Charles
Críticas 1.065
Críticas ordenadas por utilidad
5
4 de junio de 2015
Sé el primero en valorar esta crítica
La eterna maldición de las historias de terror que quieren terminar con el ULTRAGIRO FINAL: que durante todo el metraje han descuidado lo que contaban por dar el golpe de efecto.
(En serio, 'El Sexto Sentido' solo hay uno)

'Intruders' empieza algo desconcertante, sin conectar del todo hechos que suceden, pero durante ese tramo la va salvando la sorpresa y la extrañeza, para ir a un acto segundo donde parece que todo encaja y una recta final que a base de conveniencias termina de ejecutar la historia.
Una montaña rusa que quiere ser original, poética, terrorífica e intensa, y realmente se queda sin tocar todos esos palos de manera específica. Queda un batiburrillo donde se juega al despiste para una vez más condicionar el final, y eso no gusta nada.

Aun así, la leyenda contada es potente: Carahueca se configura como un buen mito que contar a los niños de noche, cuando es más probable que venga a buscarlos en pesadillas.
Su génesis y longevidad con los años, en dos historias separadas, deja una muy interesante mirada a los terrores infantiles y cómo estos son creados a menudo para explicar lo inexplicable en esos años en que no tenemos tan claros los conceptos del bien y del mal.

La historia juega con ese misterioso recuerdo que atormenta a un niño madrileño y a una adolescente londinense, difuminando unas fronteras entre realidad y ficción que a veces son más poco claras de lo que parecen.
Hasta ahí la mejor parte, ese cuento infantil oscuro con resonancias de realidad, como los mejores cuentos.

Lástima que esté atrapado en una historia que, otra vez, busca otra cosa, y no es ni beneficiar a los actores ni al propio argumento.
Basta de desperdiciar buenas ideas en desarrollos mediocres, hombre.

Ojalá menos sorpresas que no van a ninguna parte y sí arriesgados momentos poéticos como ese recuerdo que, asumido de veras, se desvanece por fin en el fuego del olvido en que se le intentó destruir.
Charles
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
6
25 de mayo de 2015
Sé el primero en valorar esta crítica
Más allá de la rivalidad entre dos hermanos que se dan cuenta de que nunca lo fueron, y la recuperación de ese cine de localizaciones colosales para una conversación de cinco minutos, lo que llama la atención de 'Exodus' poderosamente es el retrato de Dios.
Un Dios, frío y nada empático, por no mencionar casi negativo y esclavista. Dice "necesito un general para mi ejército", no un líder, no un portavoz. Ridley Scott pone en la mesa una manera interesante de concebir a Dios como un látigo para la fe, que se acepta muchas veces aunque se dude de su existencia y nos obligue a actos contra los que no estamos de acuerdo.

Así, Moisés tiene una misión, pero también un calvario, que debe llevar a cabo porque solo él ha escuchado la llamada divina.
Quizá por su escepticismo, Dios consideró que era mejor hablar a un profano, o quizás porque llega el momento en que no puede seguir huyendo de su pasado y la mayor prueba de su fe será enfrentarlo.

Realmente, 'Exodus: Dioses y Reyes' es una historia de fe, y de cómo su creencia ciega nos hace superar montañas, aun a costa de dolor y sangre.
La dureza de las imágenes se contagia a los actos de Moisés y Ramsés: dos hermanos, unidos por el destino pero separados por esa fe que profesan. Es interesante darse cuenta de que les da a ambos una identidad que no tenían: Ramsés se considera un Dios viviente porque años de su fe así lo dicen, mientras que Moisés abandona a su familia porque de repente se ve abanderado de una causa que contaba sin líder. Ambos cambian por su fe, aunque eso les separe.

También está la duda en la fe, pues el Dios cruel de Moisés apenas da explicaciones o clemencia y responde muchas veces con silencio. Resulta curioso comprobar cómo, en contraposición, Ramsés está acostumbrado al silencio de sus dioses, y confía ciegamente en quién le dice que puede interpretar esos actos silenciosos en entrañas de animales.

Por eso, ambos hombres, ambos hermanos, por fin son libres cuando aceptan esa fe como realmente era: Ramsés como algo que en realidad nunca fue real, desolado y derrotado, y Moisés como algo que llevará siempre, quiera o no.
Las tablas de los mandamientos, realizadas en una cueva en donde, distendidamente, Moisés comparte una bebida con Dios así lo demuestra: cargo una cruz porque solo yo sé llevarla.

Ojalá hubiera algo de historia anterior para hacerme de verdad creer que hubo un momento en que los dos hermanos harían lo que fuera el uno por el otro.
Pero Ridley Scott lo da por sabido y parece más interesado en mostrar como la fe es una cadena que es capaz de separarlos.
Charles
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
7
9 de abril de 2015
Sé el primero en valorar esta crítica
Es inevitable ver un cierto final del camino en 'La Travesía del Viajero del Alba'.
Los Pevensie se hicieron mayores, han aprendido mucho, han dejado atrás los juegos fantásticos de la infancia para ser ya parte de una vida adulta que cada vez les reclama con más ahínco. Quedan pocos lugares por esconder a nuestra madurez.

Es curioso que se abra con un plano que dice mucho: el sutil movimiento de una vidriera por el edificio que la alberga nos hace creer que estamos otra vez en aquel país encantado, y sin embargo pronto se revela como una catedral del Londres aliado de la 2º Guerra Mundial.
De nuevo los Pevensie (Lucy y Edmund, los únicos que se creería siguen recordando sus aventuras) se sienten atrapados por una realidad que insulta su pasado como soberanos del reino mágico, quizá en el borde de hacerles creer que todo fue un juego de la infancia que se fue de las manos.

Esta vez, la fantasía rememora otro escenario: las aventuras de mar embravecido y brillante barco, en busca de islas sacadas de la imaginación de unos piratas.
Una búsqueda de los antiguos caballeros de Narnia, ya olvidados y marchitos, pese a que todo en el reino va bien. De hecho, es curioso recalcar que tanto Lucy como Edmund sienten que no deberían estar allí desde un principio, pues, como ellos mismos dicen, "no hay ningún problema".
Pero como siempre, sí que lo hay: su propia infancia aventurera, que se resiste a morir.

Nuevamente hay otro símbolo de amenaza a ese recuerdo, la Niebla Verde, que amenaza con llenarlo de terror y dejarlo inservible.
Es una batalla por Narnia, pero a la vez por nuestra propia capacidad de ilusión la que libran los Pevensie. Aslan no está y permanece como conciencia dormida, pues la lucha contra nuestros miedos y todos los errores cometidos es una que se debe librar solo, pese a todo.
La Niebla tienta a Lucy con delirios de belleza y a Edmund de grandeza, pero para ambos es solo una ilusión, una sombra fácil pero débil que deben acometer.

Es curioso como, se comprueba, que a lo largo del camino yacen hombres tentados por la avaricia, la rabia, la verguenza, la locura... y sin embargo, ellos, simples niños, todavía tienen la llama que les impide caer en esas emociones. Al fin y al cabo, así se construyen los héroes: en grandes pruebas que dejarán su huella en ellos para siempre.
Las palabras finales de Aslan huelen a despedida, pero el mundo real no puede ocultar lo que pasó en nuestra juventud.

Que todo el mundo pudo ser un héroe en el camino a su madurez.
Charles
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
6
4 de marzo de 2015
Sé el primero en valorar esta crítica
John Turturro se arma del espíritu Woody Allen y le sirve un sencillo homenaje.
Con ayuda del mismo genio neoyorquino construye una historia sencilla y pequeña, de esas que alguna que otra vez se viven, a media voz en cualquier barrio de ciudad.

Fioravante, un librero en quiebra monta un nuevo negocio con su amigo, al que se puede llamar Woody Allen porque a estas alturas es imposible saber dónde acaba el actor y dónde el personaje.
La particularidad está en la naturaleza del negocio: gigoló, acompañante de mujeres que no tienen quien las acompañe.

Hay que reconocerlo, tener a Sharon Stone y Sofía Vergara diciendo que adoran tu piel no parece una mala excusa para levantarte tu película, querido John Turturro.
Parte de ese entendimiento totalmente festivo de lo que se está contando se cuela en las descaradas actitudes de Fioravante y Woody, tras los apodos de Virgil Howard y Dan Bongo, a medida que van descubriendo que el negocio se va volviendo más y más lucrativo.

Cuando aparece Vanessa Paradis es cuando la cosa toma algo más de solidez: la historia de esta mujer, inesperadamente triste para la comedia que estaba siendo, convierte a Virgil en un tipo sensible de un cínico y a Dan en el preocupado aprovechado que nunca ha dejado de ser.
A veces se puede confundir el matrimonio con el amor, como se descubre de manos de esta misteriosa mujer al ser simplemente "atendida" por Fioravante (ahora más que nunca, despojado de su identidad sexual y meramente utilitaria).

Probablemente sea esta la visión más interesante respecto a la sexualidad que se ve en este film: contrastando con las vivencias supuestamente más desenfadadas (pero a la postre, también insatisfactorias) de las pijas de los barrios ricos, vemos la de una mujer reprimida y obligada a no desearlas.
Valga la paradoja, probablemente Fioravante estaba haciendo más bien que mal dando una pequeña atención a esa gente que, por unas o por otras, ha pasado a considerar la compañía la última cosa en su lista de prioridades.

Luminosa, desprejuiciada y bastante más incisiva de lo que parece, así es la nueva de John Turturro.
Qué suerte que Allen esté ahí para guiarle.
Charles
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
6
4 de marzo de 2015
Sé el primero en valorar esta crítica
'The Amazing Spiderman 2' es todo lo que, hará dos años, por miedo o cautela, no pudo ser.
Una variedad de historias reminiscentes del cómic, con drama, fuerza y solidez suficientes para acabar de anclar a este nuevo Peter Parker en nuestra era.

Si algo marca a este joven de su encarnación previa es su tremendo sentimiento de soledad, atenuado y a la vez extendido por su otra vida tras la máscara.
Peter es Spiderman porque debe, pero también porque gracias a ello es libre, es otra persona que puede permitirse bromear y llevar la voz cantante ante cualquier matón neoyorquino que se le presente. Pero también ese tipo de vida peligrosa le aleja de Gwen, aquí más que nunca el amor de su vida.

Lo de Gwen en esta historia es digno de estudio.
Apenas relevo romántico en la anterior, aquí entre Peter y Gwen pasa algo muy, muy guay. Simple y sencillamente: amor.
Marc Webb saca músculo en momentos y conversaciones, en instantes que viajan más allá gracias a la indudable química de sus protagonistas. Y, como no, al final Peter se tiene que ir, porque necesitan a Spiderman.
ESTO, y no otra cosa, es el espíritu del original. La sensación de tener la felicidad en la palma de la mano, y a la vez no, porque le juraste a tu tío que un gran poder conllevaba una gran responsabilidad.

Y las responsabilidades son más altas que nunca.
De hecho, dos villanos, Electro y Harry Osborn, ambos marcados por pérdidas, al igual que Peter.
En el caso de Harry, pérdida por el padre que nunca tuvo (impresionante y casi surreal escena a cargo de un siniestro Chris Cooper), por el amigo que perdió y por la vida que se le escapa entre las manos. Dane Dehaan es un monstruo, literal y figuradamente, y te llega cada pedacito de rabia y odio que desprende cuando se da cuenta de que, no importa lo que lo intente, se ha quedado solo en el mundo.
Electro, el apocado Max Dillon, ya está solo pero no se siente como tal gracias a Spiderman, hasta que este le saca de su error recordándole que es solo otra cara anónima que salvar. La admiración se puede transmutar rápido en envidia, y su transformación ("frankensteiniana" y trágica) le da el momento de lucidez que le faltaba.

¿Algo habrá hecho mal Peter, no?
Lo cierto es que no. 'The Amazing Spiderman 2' es una historia donde el héroe siempre hace lo correcto, pero no tiene en cuenta que hasta eso tiene consecuencias.
Él solo quería hacer sentir mejor a Harry y Max, pero solo les presta realmente atención cuando se convierten en peligrosos maníacos llenos de rabia que amenazan no solo Nueva York, si no también su vida.

Y Gwen. De fondo, siempre Gwen.
Peter tiene que tomar una (otra) decisión, tenerla en su vida o alejarla para siempre, las dos con sus dolores y sus efímeras alegrías.
Hay una suerte de sensación "post-instituto", en la que ambos se dan cuenta de que ya son mayores, de que sus vidas se separan, y de que no saben si deben/pueden seguir teniéndose el uno al otro. De los seres queridos, y cómo aprovechar nuestro tiempo con ellos, de eso va la cosa en esos años en los que no se es adolescente ni adulto.

Aquí estaba lo que faltaba en el inicio: valentía. Creer en los conceptos.
En Spiderman llegando tarde a su destino, una vez más, porque la tía, porque el atraco de la Quinta, porque mi amigo está dolido y loco, porque un chiflado eléctrico en Times Square... porque, pese a todo, me moriré si la chica rubia se va de mi vida.
Spiderman, el superhéroe imperfecto, al que le sobran las ganas aunque le falten los motivos, uno más de nosotros.

El amistoso vecino que, no importa lo mucho que le hayan vapuleado, siempre volverá al ruedo con un chiste listo para el villano.
No se me ocurre mejor manera de dejarle que dando la cara pese a la mayor batalla (física y emocional) de su vida.
Charles
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow