Las críticas que he leído en su mayoría, son justas, apuntan al sentido poético, quizá a la falta de garra; algunas hablan de la mejor obra de James Gray hasta el momento...
Se agradece la disparidad, porque obliga a verla, y cuando la has visto, por fin, entiendes que todos llevan su parte de razón.
Me ha gustado, y también, debo reconocerlo, que me ha aburrido en algunos de sus tramos; creo que mantiene su esencia de manera global, pero la historia, aunque visualmente bien narrada, adolece de algunos fallos de guión.

En conjunto no te decepcionará, aunque, eches en falta, ciertos elementos que se integran en este tipo de rodajes épicos.

Sus aromas de ricos platos, sus especias; incluso las esencias, brindan al espectador un abanico de complejas emociones, que derivan en un exquisito preparado a través de la cocina y sus elaborados.

Lasse Haliström juegan con la emoción que despiertan los sentidos, logrando que una comedia de sencillo planteamiento, se convierta en un producto de tan buen gusto como las equilibradas interpretaciones y los deliciosos platos que en ella se cocinan.

El rigor al enfrentarse a un trabajo de una determinada época, debe concretarse en algo más que la puesta en escena o la ambientación. Los diálogos, los comportamientos tendrían que ofrecerse de la manera más real, aunque la historia forzase otros.

Simón Casal ha puesto todo el empeño en mostrarnos lo que quería, tan solo disfrazando a sus actores, cuyos diálogos se encontraban inmersos en el siglo XXI, alejados de la primera mitad del XX, momento donde transcurre la historia.

Algo ha fallado, porque en ningún instante, sientes a esos personajes cercanos, aunque la historia se encuentre teñida de una cotiidana familiaridad impuesta.

Bradley Cooper tiene culo de cocinero... gordo y ancho, disconforme con el resto de su físico. Mirada de halcón y un talento que aplica desde actuaciones comedidas que evitan, tal vez, que nos demos cuenta de sus limitadas dotes interpretativas. La austeridad, en estos casos suele funcionar.

Escenas poderosas, de un virtuosismo extremo, pero mal entendidas por los críticos, acostumbrados, tal vez, a un cine que se mueve por unos parámetros que han evolucionado apresuradamente y mal.


Un guión inteligente, ágil; abarrotado de frases brillantes, que te hacen permanecer en la cocina, viviendo, sintiendo y padeciendo la tensión de un restaurante, así como el temperamento de su complicado chef.

Banda sonora tan deliciosa como los platos que acompaña.

La dejaba pasar creyendo que no la recordaba, aunque la hubiera visto.

Tropecé con ella, perdida entre otras y durante esta jornada festiva, busqué un hueco para verla.

Debo reconocer que la primera media hora. es magnífica, cuando se descubren los personajes y sus entramados; diseñada, a través de un guión certero y preñado de matices.

A medida que el metraje avanza, lo hace hacia una simpleza que solo se sustenta, si creemos que regresará a sus orígenes... Y en los últimos minutos lo consigue. De una manera esquemática aporta claves que descubren a los personajes, llegando incluso. a entender sus razones y el por qué actuaron como lo hicieron.

La he calificado con un siete, por sus buenas interpretaciones, y un acertado casting, que acentúa su más que correcto guión.