Desperdicio de tiempo. Ver algo así es como pedir la guillotina después.
Hastío, aburrimiento pedantería. Sinónimos de estas palabrejas, divierten, aportan, entretienen, enseñan, más que semejante longaniza visual.
Siempre habrán los que la califiquen de cine de autor y todo eso. Claro que sí.
Cine para pajilleros que no diferencian una buena historia de un onanismo del director de turno. Por cierto encumbrado por la crítica en general.
Me decidí a escribir este dislate, al ver que ningún crítico se había dignado a plasmar ni 3 líneas.
Me estoy extendiendo demasiado. Esta cosa, truño, no merece más.
La recomiendo a seguidores de Netflix, gente con amplios conocimientos de cine y psicológicos .
Si quieres ver una obra maestra y no entender el motivo, está es tu película.
Si haces o eres amante del psicoanálisis también te será beneficiosa.

Totalmente de acuerdo con la opinión del compañero. Fallida, ridícula y la puesta en escena entre lo repípi y lo grotesco. La banda sonora insufrible, hay que taparse los oídos en muchas secuencias.
El actor que hace de Landrú, mal escogido y el guión un potíngue de especias echadas al azar a ver que sale...
Pues eso le salió una grotescada. Con el temazo que había para un gran guión y además ni las vacas sagradas del cine francés lograron salvarla. Además cuando lees sobre la vida de Landrú es cuando te espantas de este pastiche culebronesco frantuchesco. Ahhh! y los colores escogidos para la fotografía están desteñidos. Ahorquen al fotógrafo. Y la Francoise Sagan se lució. Con lo rica en matices y vivencias truculentas que es la vida de este asesino, que en el fondo era un pobre hombre, un estafador de poca monta, más feo que pegarle a una madre pero que sedujo a muchas mujeres y a unas 15 asesino, estrangulándolas y después quemándolas. Fue un pionero de los nazis este Landrú, inspiro a Hitler. Fue un producto de su época, justo antes de la primera guerra mundial y lo cogieron casi por casualidad y porque tenía la manía de anotarlo todo en libretitas y le pillaron una sino se libra. El juicio duro mucho y se convirtió en un espectáculo de la época, aún no había televisión. allá por el año 1918 lo cogieron, justo recién acabada. Entonces la hipócrita sociedad Francesa miraba con buenos ojos tener una querida y Landrú se beneficio de esta y otras costumbres de la época. Las seducía con sus modales, palabrería y supuestas buenas intenciones. Tuvo tres hijos y una esposa de los que se ocupo hasta el final. Era un modelo de padre de la época este Landrú. Como dijo a los gendarmes: un caballero nunca habla de las intimidades de una dama. A partir de la primera le fue cogiendo el gustillo y llevo una doble vida ejemplar, como buen Francés.

Se recrea en escenas truculentas y malsanas y ciertamente produce pavor en la parte final.
Con el argumento de una abogada convencida que el ser humano se hace malo por el entorno o sea la sociedad y llevado a un extremo bobalicón por su parte.
La secuencia final se puede analizar desde diversos ángulos. Sigue en spoiler.
Que malos malísimos son los quinquis y que buena la abogada. Cae en el paroxismo maníqueo.
Tiene momentos pero es cine quinqui de baja estofa.
Lo mejor la interpretación de Assumpta Serna.

Técnicamente bien filmada. Notable iluminación, brillante fotografía de París tanto en interiores como exteriores.
Muchos momentos, llamativa conjunción de música e imágenes. Al unísono. Sin diálogos. Como un ballet, se diría.
Las chicas de esta obra coral, destacan, son llamativas, atractivas. Como un decorado más.
Pero con estos y otros atributos, la historia, lo que cuenta, la trama y desarrollo, aburrida, un tostón. Sin sabor.
Impensable en Chabrol. Una de las películas más impersonales, de cuantas he visto del gran Gourmet.
Anodina como una tarde de viento, insulsa cuán guiso sin sal , helado que se come con los ojos con sabor a corcho.
Si la hubiese visto sin saber quién es el autor, jamás hubiese adivinado ni de lejos. Firma sin señas de identidad. Para el cuarto filme del gran creador Francés.
Para mí, caramelo con envoltorio brillante, casi deslumbrante pero con un guisante aguado dentro.

Sentía curiosidad por ver este documental y me ha dejado igual.
Se centra en 4 tipos, años 60' vendiendo biblias por EEUU.
Más aburrido que una misa dominical y tan insulso como un sermón del vaticano.

Lo filmaron en blanco y negro pero ni así.
El montaje es deprimente, mete hechos anodinos, conversaciones tediosas y en conjunto es tan intrascendente como un erupto después de comer.