Película negra de género en el difícil y muy realista marco del asfixiante ambiente político de el País Vasco en los años de plomo. Y Emilio Martínez Lázaro, director más destacable por comedias ingeniosas y encantadoras tipo "Amo tu cama rica" o "Los peores años de tu vida", sale airoso con una cinta con una progresión magnífica y unos personajes principales redondos, incluyendo a una chica/mujer fatal no muy comparable a las clásicas (Silvia Abascal, excelente) relacionándose con una increíble química con el sobresaliente personaje protagonista (callejero a la vez que muy frágil) que interpreta con la maestría que suele Eduard Fernández, quien, con casi emocionante credibilidad, consigue dar el tono y el punto de vista a la narración de la turbia historia. Película injustamente olvidada.

Sigue confirmándose que el iraní Farhadi es un cineasta pata negra incluso cambiándose de país y de idioma. Lo ha hecho ahora con España y encima en una población idealmente rural (Torrelaguna, al norte de la provincia de Madrid, en la realidad ; un pueblo más pequeño y como de la Castilla profunda en la pantalla): le ha salido igual de buena y con una ambientación igual de verosímil, con el mismo tipo de guión destinado a confrontar a un puñado de personajes no tanto con hechos como con unas relaciones que, a partir de un imprevisto, les plantean dilemas vitales, casi existenciales, siempre con una progresión clásica y un tratamiento narrativo matizado, sutil, más inteligente que emocional. Y Javier Bardem, Penélope Cruz y Bárbara Lennie están que se salen, como suelen (menos otros dos portentos de la interpretación en España : Ricardo Darín y Eduard Fernández, con personajes menos agradecidos).

Historia del mejor atraco de la Historia en una sola temporada : a la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre (La Casa de Papel), donde, entre otras cosas, se fabrica el dinero (también para los bancos durante la última crisis).

Alternando el tiempo presente del encierro con los rehenes con los flash backs que cuentan la preparación del golpe y parte de la personalidad de los atracadores, entre el drama y la comedia, uno asiste maravillado a la aplicación de las imaginativas soluciones previstas a los supuestamente imprevistos problemas que van surgiendo. A diferencia de un atracto normal, aqui el tiempo juega en principio a favor de los atracadores : quedarse dentro de momento implica poder hacer más billetes. Pero surge un imprevisto mayúsculo frente al cual el líder del golpe, siempre entendiéndose con los otros telemáticamente desde fuera, no tiene nada previsto y que añade, para el guión, un impagable elemento dramático a las ya intensas relaciones entre los atracadores encerrados ; y para los personajes, una bomba de relojería que puede complicar todo el montaje minuciosamente preparado.

Los primeros episodios son milimétricos y ágiles : gozoso entretenimiento ; los últimos se desvían un poco más hacia el lado melodramático y a veces se estiran más de la cuenta, contagiándose de esa tendencia de las series estadounidenses a meter diálogos muy sentidos en medio de la acción, restando ritmo y verosimilitud.

El desenlace se desarrolla entre los dos últimos episodios de una forma tan brillante como electrizante, aunque se echa de menos alguna conversación final entre los personajes protagonistas que cierre a la altura de las emociones vividas el aspecto personal del conjunto de la historia.

El problema con estas películas clásicas (por época como por la consideración general sobre su calidad) es que su guión, basado en una frenética sucesión de situaciones, basa el objetivo de su comicidad en personajes y diálogos que debemos entender y sobreentender perfectamente, y sin embargo, no es el caso para un espectador del 2007, para el que tanto unos como otros son de una ingenuidad incomprensible, con lo que la citada sucesión y los incontinentes diálogos de unos personajes que no se callan ni debajo del agua no consiguen su objetivo, la comicidad no aparece por ningún lado, salvo que nos guste el tipo de humor un tanto infantil que destila el circo.

En la línea de las películas clásicas sobrevaloradas, una pequeña tontería.

A uno le gustaría mantener el mito de la comedia madrileña de los primeros 80, en torno a quizá su mejor que no primera película, la "Opera prima" de Fernando Trueba (1980), protagonizada por, e identificada con, quien con "A contratiempo" hace la suya un par de años después : Óscar Ladoire.

Pero la verdad es que fuera de algunas pocas cintas de Fernando Colomo y aún menos de Jose Luis Cuerda, la cosecha en realidad fue de poca calidad, aunque con repercusiones muy positivas en el cine español. "A contratiempo" es sólo una más, que además sale muy perjudicada de su inevitable comparación con la de Trueba (por su mismo omnipresente protagonista), y que además resulta extrañamente mojigata. No siendo una comedia trepidante ni con diálogos muy ingeniosos (como "Ópera prima"), acaba resultando trivial.