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Críticas de FATHER CAPRIO
Críticas 641
Críticas ordenadas por utilidad
7
6 de abril de 2010
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Clouseau y La pantera rosa se han convertido en iconos del siglo XX. La música de Mancini, los cartoons televisivos, Blake Edwards y por descontado Peter Sellers se ganaron gag a gag su lugar en la cinematografía internacional. El tiempo, generalmente clemente con las películas dramáticas suele ser mal aliado de las comedias, especialmente de las disparatadas y El nuevo caso del inspector Clouseau, siendo el buque insignia de la saga, también sufre en sus propios celuloides los rigores impíos de la modernidad.

Por ello se hace extremadamente difícil juzgar, de manera temporalmente aséptica, la calidad de una película que juega las armas de la comedia y el humor disparatado. Mucho más si a ello le sumamos la soledad del espectador frente al televisor, que elimina de raíz cualquier asomo de contagio por lo que a carcajadas se refiere, y si consideramos además que aquello que en los 60 pudo resultar sorpresivo u original, el tiempo lo ha manoseado hasta dejarlo irreconocible.

Clouseau en la fuente del jardín o Clouseau ventana abajo son instantes humorísticos, en la línea Coyote-Correcaminos, para entendernos, con cierta originalidad surrealista para los 60, pero que hoy han perdido gran parte de su efectividad. Lo mismo cabe decir de la memorable escena del campo nudista donde los detalles hablaban más que las palabras, en un magnífico humor de sobreentendidos, que hoy se nos quedó añejo tal ha sido la velocidad del destape. Los razonamientos deductivos, la búsqueda de hechos consistentes y sus inevitables conclusiones, las caracterizaciones de Clouseau al más puro estilo Mortadelo, sus lecciones domésticas de karate y , por si todo ello fuese poco, las absurdeces de su jefe Dreyfus, son momentos cómicos de un film que quizás convenga dejar en la memoria y no atreverse a visionados posteriores que añaden poco y restan mucho. De cualquier modo la presencia de Elke Sommer, icono sexual en unos años donde los Pirineos separaban muchas cosas, era un lujo tentador antes y ahora.

Dicen que recordar es volver a vivir, pero no es del todo cierto. Cuando nos sentábamos en aquellas butacas aterciopeladas de cine de barrio frente a la pantalla grande, éramos muy distintos. La vida, los años, las represiones, la religión o la política nos habían moldeado a su antojo. Películas como El nuevo caso del Inspector Clouseau suponían una válvula de escape, si quieren una especie de corte de mangas a la realidad. Hoy las cosas son diferentes. Los años, otros, las represiones, distintas. Los Clouseau resultan ñoños. La sociedad exige y obtiene nuevos Clouseau. Les anticipo que también acabarán ñoños.

Abstraerse de este tipo de reflexiones es casi imposible. Pero hay que intentarlo y tratar de ser justos. Blake Edwards realizó una película graciosa, entretenida, original y señera para su tiempo. Pedirle que soportase las inclemencias del paso del tiempo me parece una injusticia de tomo y lomo.
FATHER CAPRIO
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6
4 de septiembre de 2008
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
No suelo adentrarme mucho en el siglo XXI, en cuanto a trabajos cinematográficos se refiere. Probablemente sea porque, salvo honrosísimas excepciones, mis escasas incursiones se han saldado con derrotas y eso enfría los ánimos. Tomemos por ejemplo La boda del Monzón. Inicialmente atractiva. Filmografía india. León de Oro en Venecia año 2001. Nominación a los Globos de Oro como mejor película extranjera...

Uno se sienta en su butaca, pensando en encontrar algo original y distinto, una pequeña joya de un cine exótico con su buen chorrito de esas filosofías orientales de la vida que tan extrañas nos parecen a los occidentales y tanta falta nos hacen. ¿Y que se encuentra? Pues algo así como Hawai Bombay con 9 partes de insulseces occidentales (Hawai) y 1 de principios transcendentales: culto a los antepasados, integridades personales, respeto y entrega a la familia (Bombay).

Está muy bien eso de romper esquemas de que la India solo es miseria, hambre y pobreza. Está muy bien eso de mostrarnos sociedades occidentalizadas bailando rítmicamente canciones hindúes del verano (por cierto, de lo mejor del film). Todo eso está muy bien. Pero resulta que, eso, o algo muy parecido lo encontramos todos los días en pelis del montón de factorías Hollywood (con H) donde chico guapo busca chica guapa preferiblemente con pocas luces y eso no es lo que esperaba encontrar aquí en una película tan laureada.

Tal vez el problema esté en mi mismo porque los árboles de mis ideas preconcebidas no me dejan ver el bosque de una buena realización. Tal vez. Pero de una cosa ando seguro, el cine oriental nos ha dejado y nos seguirá dejando momentos mucho más sublimes que este.
FATHER CAPRIO
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8
6 de octubre de 2020
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
En la historia cultural del siglo XX los años 60 significaron una gran ruptura del, digamos, orden preestablecido. La aceleración del desarrollo tecnológico mundial, la expansión de la TV y sobre todo la contracultura asociada a una nueva juventud cuyas ideas se movían al ritmo de las músicas nuevas de sus nuevos líderes, dio carpetazo final a más de medio siglo de clasicismo y abrió la puerta a una nueva normalidad, moderna y revolucionaria. Para el cine también supusieron un antes y un después donde los westerns entraron en una fase crepuscular, en la que abandonando su primitiva moralidad empezaron a cuestionarse lo que estaba bien y lo que no. Los muertos empezaron a tener un entierro digno y una cruz en el cementerio No solo la muerte tenía un precio sino que la vida por primera vez parecía tener algún valor. Muchos de ellos fueron westerns psicológicos donde algo parecía retorcerse en lo íntimo de los pistoleros, otros viajaron a Europa de la mano de directores como Leone o Corbucci, impregnándose de un sabor a continente añejo del que carecían. En definitiva, se produjo una "humanización" de un género "in artículo mortis", en un desesperado intento de adaptarse a los parámetros marcados por una sociedad que renacía tras dos guerras mundiales y que ponía los cimientos de un futuro distinto.

En ese contexto surgieron westerns como "El hombre que mató a Liberty Valance" (1962), "Grupo Salvaje" (1969) y más posteriormente "Pequeño Gran Hombre" o "La balada de Cable Hogue" (ambas de 1970). Y entre estos y otros muchos encontramos "The hour of the gun" de John Sturges un film al que no calificaré de magistral aunque sí de notable y, por su año de realización y contenido, de crepuscular y psicológico. Una excelente segunda parte para aquella "Duelo de titanes" del mismo Sturges cuyo argumento se centraba en todos los argumentos y circunstancias previos que concluyeron con el famoso enfrentamiento entre los hermanos Earp más Doc Holliday y la banda de Ike Clyton. "La hora de las pistolas" retoma la historia en ese momento en que los cuatro hombres se dirigen con la lentitud parsimoniosa de los grandes westerns hacia el encuentro de quienes, lo sabemos, serán sus futuras víctimas, y la continúa con una serie de hechos que convulsionan a la familia Earp y hacen que el propio Wyatt se cuestione el funcionamiento de la ley dentro de una sociedad comprada o aterrorizada.

Bajo la atenta y extrañada mirada de Doc Holliday, el film recoge con sutileza pero de forma más que evidente la evolución psicológica de Wyatt Earp, su tránsito desde la defensa a ultranza de la legalidad establecida hasta su obsesión por conseguir, por otros cauces, la justicia que la ley parece negarle. La frase de Doc es absolutamente ilustrativa: "Eso que llevas ahí no son órdenes. Son licencias de caza" refiriéndose a las órdenes de arresto de los asesinos de su hermano y a su uso por Wyatt como licencias para matar. En este orden de cosas la película parece despojarse de sus ropajes de western para situarnos en una temática mucho más generalizada, la de la invalidez de la ley en la lucha contra los grandes gangs, la mafia, sea en Chicago o en Palermo o el imperio de la droga en Marsella o en el Bronx. Es por ello que no es el western clásico al que estamos habituados donde la justicia se imparte a balazos y no en tribunales, donde los muertos no se entierran sino que jalonan los caminos y donde los escrúpulos de conciencia son una realidad desconocida del quinto milenio. Al contrario, aquí se cuestionan los métodos y las formas y empiezan a sugerirse, muy levemente y con desigual fortuna, aforismos como "la justicia es igual para todos" o el "nadie está por encima de la ley" de ínclito recuerdo.

Excelente el color y la fotografía. De excepción la música de Jerry Goldsmith (como siempre). Magistral John Sturges (suyo es el western). Y punto y aparte para tres grandes actores: Jason Robards, Robert Ryan e incluso para un James Garner, espíritu burlón muchas veces cuestionado que aquí encarna de forma fiel, como siempre nos lo hemos imaginado, a uno de los mitos americanos por excelencia. En resumen una película que hay que ver de un género que, incluso en su declive nos ha dejado trabajos memorables.
FATHER CAPRIO
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8
4 de septiembre de 2015
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pocos serán los que desconozcan a Howard Hawks, director de films como La fiera de mi niña, Hatari, El Dorado o El sueño eterno, entre muchísimos más. Lo que quizás muchos desconozcan son sus películas de la era silente como esta “Hojas de parra”, su segundo largometraje, tras una inicial “El espejo del alma” cuyo relativo fracaso motivó que los productores le aconsejaran otro tipo de cine más acorde con los gustos del público y en definitiva más comercial. Hawks tomó buena nota y no solo cambió dramas por comedias sino que procuró llevar siempre las riendas de los proyectos en los que trabajaba.

Les diré que Hojas de Parra ha conseguido lo que otras comedias más modernas y afamadas no han podido: Hacerme reír, con una risa abierta fruto de un humor original e inteligente. Reconozco que no ha sido a carcajadas, modalidad que se suele dar más en el contexto contagioso de las salas de proyección y que suele responder a gags tan exagerados y previsibles, que los espectadores que tienen a la inteligencia en nómina, acaban dándole la tarde libre. Y no sólo me siento satisfecho por el buen rato pasado con la visión de esta película sino por haber sabido extraer su sutil comicidad a los inter-títulos ¡en inglés!, que uno con el idioma de la Thatcher lleva más enganchadas que ingleses y argentinos por las Malvinas. El fruto del esfuerzo resultó gratificante. La mies fue mucha…

Bien, me queda decirles someramente de qué va esto. Como habrán intuido por el título, la cosa tiene que ver con la prehistoria, pero no una prehistoria normalita sino la prehistoria de la propia prehistoria. Tanto es así, que las noticias del periódico matinal impreso al estilo Flinstone, es decir sobre autóctonas rocas del paleolítico o similar, se refieren a la “Bad Blood between Kain and Abel” y su publicidad viene a ser algo así como “An apple a day keeps the doctor away”. Pongamos que hablamos de Adan y Eva recién expulsados del Paraíso y ganándose las habichuelas como los demás hijos de vecino. Respecto a esto último sería necesaria la prueba de paternidad o releer las teorías darwinianas sobre la especie.

Nuestros primogénitos progenitores, con la serpiente metiendo cizaña, ya discutían sobre gastos domésticos y ropas femeninas, inaugurando Eva, con aquella frase de “No tengo nada que ponerme”, un conflicto universal atemporal que llega hasta la época actual y en especial aquella en que se rueda el film (años 20) con una variante, la serpiente se ha transmutado en la amiga y vecina del piso de enfrente. Por su parte, Adam, de apellido Smith, no es economista sino fontanero y Ana, por peliculero azar, acaba luciendo los vestidos del modisto más reconocido de New York, con el desconocimiento de su marido quien únicamente se dedica a desatascar cañerías. Hasta ahí quiero leer que sinó les quito toda la gracia.

Bien interpretada por George O´Brien (Adam), Olive Borden (Eve) , en los principales papeles, y con Heinie Conklin en un excelente trabajo secundario, “Hojas de Parra” es una buena opción para pasar un rato distendido y comprobar que nuestro músculo risorio sigue funcionando.
FATHER CAPRIO
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8
14 de enero de 2010
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
El día de los tramposos es una hábil combinación de western, comedia y película carcelaria que podría haberse quedado a medio camino de casi todo de no haber sido por un director con la talla y el talento de Mankiewicz. No creo sea preciso recordar obras magistrales como Eva al desnudo o La huella, donde Mankiewicz juega descaradamente con nosotros los espectadores. Así, en Eva al desnudo nos deja con las ganas de gritarle a los propios personajes las intenciones pérfidas de "mosquita muerta" Anne Baxter y en La huella nos maneja tan a su antojo que vamos de sorpresa en sorpresa.

Pues bien, en El día de los tramposos nada es predecible. Ni los guardias ni los propios reclusos, compinchados o no, ni por supuestísimo nosotros los espectadores, tenemos la mas remota idea de lo que va a suceder. Bueno, para ser exacto, al terminar el film seguro que dirán igual que yo, "esto me lo esperaba", pero reflexionen ¿Realmente lo esperaban o lo deseaban más bien? Acostumbrados a películas donde lo conveniente prima sobre lo real (fenómeno muy habitual en el cine, especialmente en el clásico) nos choca sobremanera encontrarnos frente a frente con una realidad hipócrita, falsa, ruin y egoísta, personificada por un Kirk Douglas al que le sientan muy bien papeles tipo "loco del pelo rojo", verbigracia Van Gogh.

Y junto al patriarca Douglas un elenco de excepción: Henry Fonda, Warren Oates, Burgess Meredith, Alan Hale, una espléndida fotografía y un guión que mantiene el interés sin decaer a pesar de las más de dos horas de proyección.

Por cierto, ya que hablábamos de Eva al Desnudo, aquí podemos hacer otro tanto respecto a los Adanes. La profusión de traseros masculinos resulta un tanto extraña para los años que corrían, dicho sea desde el punto de vista de nuestra condición hispánica carpetovetónica siempre limitadísima en estos temas y que llevaba años consecuentemente protegida de las malas tentaciones por los próceres patrios. Ídem de lo mismo para deshabillés, bodys y transparencias. E incluso, en una España que vestía Majas desnudas encontrarse frente a frente con pictóricos ángeles de sexo definido y plenitudes mamarias, pues también resulta curioso a la par que agradable.

"Son tal como los recuerdo", dice Kid (Meredith), contemplándo los angelicales pechos después de una veintena de años de ideas recalentadas en medio del desierto...
FATHER CAPRIO
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