Haz click aquí para copiar la URL
España España · Madrid
Críticas de Charles
<< 1 90 99 100 101 213 >>
Críticas 1.065
Críticas ordenadas por utilidad
7
24 de agosto de 2018
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hubo una vez, una época, que tres brujas dominaban la Tierra.
Sus poderes se extendían más allá de todo límite, los seres humanos eran marionetas en sus manos y la realidad era la pesadilla que ellas querían que habitáramos.
Al menos, eso me cuentan, desde la magia que conjura una pantalla en sala oscura.

Meterse en 'Inferno' es abandonar toda esperanza.
Las calles tienen un fulgor marcadamente verdirojo, que les da aire a escenario irreal, como una representación teatral de la que sus actores no pueden escapar. Estanterías atestadas y estatuas vigilantes se ven cercando a protagonistas indefensos, demasiado patéticos para advertir la malvada vileza en lo inanimado. Muertos y cadáveres esperan a cada piso y paso de un monumental castillo en el centro de Nueva York, como muñecos de una niña antiquísima que les ata al sufrimiento eterno.
Es, literalmente, otra realidad, tan al borde de la que tenemos que puede despertar la duda en si existió de verdad.

El argumento a quién le importa, habrá quién lo necesite, pero no es necesario, de la misma manera que una verdad elemental como la existencia de las Tres Madres no se aprende ni se olvida: de alguna manera ya se recuerda, ya se supo cuando se desvela, como un sueño que no necesita guía aparente.
Lo único que se necesita saber es que el alquimista Varelli erigió una mansión a cada una de las Madres, dispuestas por todo el globo, y la poetisa Rose tiene la mala suerte de encontrarse en una, a la que acude su hermano Mark cuando esta le pide ayuda. Son, como ya digo, trozos de carne, muñecos, que en presencia de un Mal tan absoluto se comportan como niños asustados porque no pueden cambiar lo que lleva siendo así miles de millones de años.
Creemos, por típica estructura argumental, que ellos son algún tipo de protagonistas, pero no, solo son avatares mediante los que descubrimos cómo las leyes del espacio y el tiempo no tienen cabida en el edificio, demostrado por las noches negras cual boca del lobo en sus entrañas cuando es puro día, o ese mísero charco en el sótano que revela un salón de baile sumergido, semejante a un fósil acuático tan lleno de felicidad como dolor.

Creo en esas brujas, en la Madre de los Suspiros, en la Madre de las Lágrimas y la Madre de las Tinieblas, poblando cada catacumba de esa casa olvidada, como tantas que existen, en pleno centro de ciudad supuestamente moderna.
Me las creo porque me han metido en un embrujo sutil y nada obvio, donde la ayuda puede tenderte una puñalada y la palabra de libros viejos nunca ha muerto.
Porque, con el pasar de cada minuto, dejan notar que verán transcurrir el tiempo mientras nosotros intentamos averiguar si la pesadilla que sentimos es cierta.

Lástima que las matara un más poderoso encantamiento: el del cine, que no perdona años, técnicas de estilo ni carne mortal.
'Suspiria' nunca formó parte de esta historia hasta más tarde, y la conclusión tampoco podrá acercarse a esta extraña, psicodélica y punzante bajada a los infiernos que solo podría haberse filmado a principios de los ochenta.

Pero, al menos durante una época, las Tres Madres estaban aterradoramente vivas, y en esta película "vieja" como libro de biblioteca lo podemos comprobar.
Solo hace falta mirar a la bellísima y fugaz Madre de las Lágrimas, de dorado cabello y rojos labios, para darse cuenta de que las brujas existían, y si te querían hechizar no hay distancia cinéfila que te salve.

Porque hay imágenes, atmósferas y sensaciones que sobreviven al tiempo.
Charles
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
World of Tomorrow (C)
CortometrajeAnimación
Estados Unidos2015
7,2
1.548
Animación
7
3 de agosto de 2018
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Emily recibe la visita de Emily, un día cualquiera del pasado.
Como niña que es, no tiene ni idea de quién le ha visitado.

A lo largo de la jornada, Emily visitante asoma a su tocaya al abismo de tiempo.
Gente imprimida y vuelta a imprimir, infinitas redes neuronales y recuerdos dispersos tienen cabida en él, demostrando que somos más pequeños de lo que imaginamos, en este gran esquema donde vivimos apiñados.
La niña escucha, asiente, entiende... solo que el brillo de las líneas la mueve más que todo lo que Emily le está contando.

Tras pasar el día, te quedas con una sensación agridulce.
Como si no pudieras abarcarlo todo, cuando deberías no solo tratar de hacerlo, sino atesorarlo y mantenerlo vivo cada vez que importe: yo fui Emily, y soy Emily.
Solo que nunca seré consciente de estar en el presente, y a medida que se vaya yendo más querré estirar una mano hacia el pasado.

Para comprenderme, para consolarme.
Para darme cuenta de que siempre hay razones por las que vivir, por mucho que la cosa empeore.

Esto pasará, como otro día.
Aunque alguna vez lo recordaré, todo lo especial que fue.
Charles
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
7
11 de junio de 2018
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
'Fahrenheit 451' siempre fue la distopía contemporánea por excelencia.
Uno de esos libros que, las pocas veces que levantabas la mirada de sus páginas, te sorprendías (o asustabas) al darte cuenta de que estaba sucediendo delante de tus narices.

El problema a la hora de adaptarlo nuevamente era que, tal vez, Ray Bradbury nunca pudo imaginar cómo evolucionaría un futuro cada vez más ausente en valores y plagado de entretenimientos digitales.
La gente ya no es tan inocente, la sociedad ya no es tan maleable. Puede ser que el fuego queme más, pero ahora muchos quieren que arda.
Gigantescas superficies de cristal y metal reproducen las andanzas en tiempo real de la brigada de bomberos de Guy Montag, como un infernal serial de moda del que no se puede escapar.

Sustituyendo de esa manera las pantallas de televisión gigantescas del original literario, Ramin Bahrani toca quizás la reflexión más atinada de esta nueva versión: nuestro entretenimiento ha pasado a ser destructivo y celebrado, más que manso y carente de contenido.
Montag y sus compañeros corean su valor camino a quemar otros libros, porque sirven a una sociedad acostumbrada a tapar su obediencia con furia.
Antes la pregunta era cómo es que nadie leía alguno de los libros que quemaban, ahora la pregunta es cómo podrían hacerlo, cuando cada quema te convierte en estrella.

El otro acierto de plasmar un futuro inmediato es aportar las necesarias luces y sombras al Capitán Beatty, mostrándole no tanto como un padre restrictivo, guardián de la verdad absoluta, sino como una figura dudosa que razona perfectamente por qué los libros empezaron a dividir gente y crearon opiniones que no se podían sostener.
El momento en el que ofrece a Montag llevarse el que quiera de una biblioteca llena casi nos hace creer que no los necesitamos: "ahí te los dejo, al alcance de la mano, buena suerte si crees que encontrarás algo".

Pero, por supuesto, no son los libros los que encierran respuestas.
Es la lectura tranquila ante una brigada violenta lo que las aporta. Es el dejarse quemar con ellos lo que las despierta. Y es el hecho de disponer de todo un servicio para erradicarlos lo que pide encontrarlas.
Un terrorífico Michael Shannon le anticipa a Montag que el fuego dejará de quemarle, pero no se da cuenta de que él ya ha experimentado un fuego que, bien alimentado, siempre arderá: el que pide conservar lo que ya existe, solo por el hecho de que algún día pueda desaparecer.

Algo que ni todas las frases modificadas o reportajes trucados del mundo pueden contener, porque es el sentido último de estos animales que somos, aprendiendo a leer y escribir por sentirnos menos solos.
Esta versión tiene la rara virtud de recordar eso, y de paso demostrar que, no importa lo cambiado que esté el futuro, lo seguiremos intentando.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Charles
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
7
19 de mayo de 2017
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se está convirtiendo en costumbre, pero vuelvo a no entender las críticas negativas.
Convengamos que 'Alien: El Octavo Pasajero' es un mito del cine, un clásico inalcanzable y una rarísima combinación ganadora de talento, momento y azar. Nada la va a superar ni a sustituir, estará en las estanterías de los aficionados por siempre, a la espera de ser descubierta por todas las generaciones que quedan por venir.
Una vez hecha esa puntualización de dar a cada cosa su momento y lugar... ¿qué hay de malo en juguetear con una mitología existente, sobre todo si se hace de maneras novedosas y diferentes?

'Alien: Covenant' no es algo nunca visto, pero tampoco se ve todos los días.
No es un viaje placentero, y disfruta de sus aristas más siniestras e incómodas, lo que en época de fantasía espacial aséptica ya debería ser motivo de celebración.
Pero, sobre todo, no es la película original, y renuncia a ser un "grandes éxitos" de la saga por satisfacer la memoria de espectadores que buscan rememorarlos en el cine una vez más.
Se pringa, se revuelve, ataca y estalla como un xenomorfo: no tiene problemas en convertirse en un perturbador drama sobre la Creación y nuestro moribundo papel dentro de ella, quizá porque la saga ya ha tocado todos los palos, y le falta abordar la clase de circunstancias que darían luz a su estrella principal, una aberración tan perfecta como monstruosa, tan efectiva en su destructivo objetivo como horripilante cuando se ha revelado carente de orden natural.

¿Cómo se creó el Alien? ¿por qué?
Y Ridley Scott se vuelve loco (algo bueno tiene que traer la tercera edad) y manda la pregunta más lejos: ¿cómo nos creamos nosotros?.... ¿por qué motivo?
David se cuestiona esto mismo el día de su toma de conciencia, y es algo que le acompañará toda su vida. Un androide perfecto dándose cuenta de que procede de padres imperfectos.
Por si acaso su dilema no quedó lo suficientemente claro en 'Prometheus', aquí se vuelve a subrayar, con el agravante de que partió en una expedición para buscar a unos dioses que... sorpresa, tampoco eran perfectos.
Un círculo triste e infinito de errores biológicos cimentan la historia de la Creación, y los seres humanos llamamos a eso perfección.
Pues vaya, solo se puede decir.

Años más tarde, la tripulación de la Covenant aterriza en un paraíso perdido, un mudo edén que guarda en su silencio un latido de muerte.
Volvamos a empezar, en otro mundo, en otra galaxia, otra infinita colección de errores biológicos.
Con otro David, rebautizado Walter, y habiendo apagado en él la llama de una creación que solo a los humanos se le reserva.
Pero, si algo nos ha enseñado esta Creación sin sentido, es que el verdadero paraíso probablemente no se diferencie mucho del más perfecto infierno.

Hay que apreciar la doble pirueta mortal que se ha querido ejecutar en esta historia, estuviera planificada o no: se han recogido los restos sobrantes y sobresalientes de 'Prometheus' (por otro lado, una serie B terrorífica de lo más simpática, con tonterías incluidas) liderados por el fascinante David, se ha afinado el fondo filosófico-existencialista que hay tras la creación de una criatura que es puro mal, y se ha inyectado al conjunto de un terror misterioso, genuino y monumental.
Estamos solos en el universo.
Damos bandazos de aquí para allá, buscando creadores o creando, y en realidad seguimos siendo la célula que por azar se multiplicó, que por error evolucionó.
Eso no existe en una criatura como el Alien: sale de su huevo, deposita su larva en un anfitrión y crece desde el interior, alimentándose imparable y único. En un mar de errores biológicos, él es pura perfección, el único acierto que desde el principio fue creado sirviendo a un fin específico.
"¿Qué ojo o mano inmortal pudo trazar tu aterradora simetría?"; podría haberse citado a William Blake hablando sobre él, y no sería la referencia menos culta en una película que ya menciona a Byron y Shelley sin ningún tipo de reparo, con todo fundamento además.

Al final, sí, es posible que quede la cosa algo pretenciosa.
Pero me gustaría pensar que para Ridley Scott todo eso son las típicas tonterías soltadas en una charla de bar para hacerte el culto: puede que aporten algo, pero a la larga son una excusa fetén para soltar al bicho de siempre, haciendo lo que más nos gusta. Y de sangrientas erupciones, truculencias corporales y tensas persecuciones va sobrada la cosa.
Repito, 'Alien: El Octavo Pasajero' es cojonuda. No le hace falta un "por qué".
Pero si la respuesta es "porque es demasiado perfecto para nosotros"... pues es la más retorcidamente adecuada que podrían haberse inventado.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Charles
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
7
4 de marzo de 2017
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Supongo que, bien mirado, es extraño que a nadie se le haya ocurrido que encerrarse en una jaula no puede ser una buena idea.
Pero supongo también que así somos, buscamos impulsos viscerales, terroríficos, que borren con su impacto las dificultades diarias.
Por eso nos metemos en jaulas, que bajan en medio del mar hasta quién sabe dónde, rodeados de tiburones carniceros como experiencia de vacaciones.

'47 Meters Down' es efectiva porque, tal cual, saca terror de una situación cotidiana, y tan comúnmente aceptada que nunca te plantearías sus posibles dificultades. Al fin y al cabo, siempre te bajan profesionales al gran mar azul, ¿verdad?
Algo parecido les ocurre a Lisa y Kate cuando les ofrecen una inmersión clandestina y barata cerca de la costa, deslumbradas por lo excitante de unas vacaciones entre hermanas y, en el caso de Lisa, resuelta a demostrarse a sí misma que puede atreverse con cualquier cosa.
Sobra decir que todo lo que podría ser sospechoso es sospechoso, y todo lo que podría salir mal sale mal.

Pese a todo, donde parecería que la historia tiene más papeletas de seguir un patrón, la sorpresa está en que decide no hacerlo (o, como mínimo, se aparta lo suficiente de los caminos de siempre).
Lisa y Kate son bajadas al abismo en un ascensor infernal, y una vez allí la dificultad no está en la profundidad o los tiburones (que también) sino en los pequeños detalles que permiten la supervivencia en un medio tan bello como hostil: ecualizar adecuadamente el oxígeno en sangre, no perder la calma ante la inmensidad que se extiende en todas direcciones, evitar consumir la bombona de la máscara respiratoria... por si fuera poco la cámara explora el espacio, gira alrededor del inquietante foco de luz en la oscuridad marina, despertando inquietudes inciertas ante la posibilidad de un depredador misterioso.
Además, se suman los habituales roces que salen a la luz en situaciones extremas, como Lisa confesando a Kate que nunca pudo competir con su extroversión y aparente facilidad para dirigir su vida, una pequeña decepción personal más mortal que nunca en un entorno en que debes mantener la cabeza fría.

Por eso supongo que existe cierta satisfacción en esta historia, que te hace sufrir más ante la posibilidad de que salga mal: porque no hay dos hermanas resentidas, sino una mujer que intenta crecerse ante la situación, pese a todas las penurias, para concederse una más que merecida segunda oportunidad.
La jaula varada en las profundidades quizá era el necesario purgatorio para darse cuenta de que puede aspirar a algo más, y la inmensidad submarina un adecuado reto para su fracturada psique.

Es probable que no vuelvas a ver las jaulas para avistar tiburones de la misma forma.
Un merecido privilegio que consiguen lugares comunes, en apariencia inofensivos, cuando se ha visto una impactante historia personal en ellos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Charles
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
<< 1 90 99 100 101 213 >>
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow