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España España · almeria
Críticas de TOM REGAN
Críticas 5.239
Críticas ordenadas por utilidad
7
6 de octubre de 2014
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
145/20(28/09/14) El millonario Howard Hughes comenzó el film con solo 21 años, en 1927, la dirigió y produjo, siendo la producción más costosa del cine americano hasta entonces, 3’8 millones $, la rodó casi por dos veces, la primera llevaba más de la mitad del rodaje en género mudo y llegó el sonido, y Hughes la volvió a filmar con sonido. Film bélico centrado en la Gran Guerra y más concretamente en la pionera aviación, fue la comidilla de Hollywood con multitud de vicisitudes, entre ellas 4 muertes, un presupuesto que se multiplicó, la llegada del cine sonoro o demandas a competidores. Se combinaban sus dos pasiones, el mundo de los biplanos y las mujeres bellas, resultando una obra antológica en cuanto a las magnas escenas de acción aérea, pero bastante enclenque en la historia, siendo además la primera aparición de la bella Jean Harlow que en una escena se ve en technicolor, única vez en que se ha visto así. Sinopsis omitida por el límite de caracteres.

El guión es de Harry Behn (“El Gran desfile”), Howard Estabrook (“David Copperfield” 1935) y Joseph Moncure March (“Set-Up”), su fuerte está en las escenas de luchas aéreas, auténtico hito por su arrollador realismo, lejos de los artificiosos efectos digitales actuales, lo que se ve en pantalla es real, no hay maquetas, no hay cromas verdes, incluyendo primeros planos asombrosos rodados en pleno vuelo. La subtrama entre los hermanos de diferentes personalidades resulta harto simplona, el romance de Roy con Helen es de lo más inverosímil, tomándolo a él por un estúpido, cuando no lo parece, y a ella por una golfa calenturienta, en una visión bastante misógina, e insultante para las mujeres. Los actores lo mejor que se puede decir de ellos es que ni una mala palabra ni una buena acción, sin carisma, ni demasiada personalidad, cumplen sin más, bueno, por lo menos tenemos la insolente presencia de Jean Harlow en un rol pre-censura hollywoodiense donde expone con furibunda alegría la liberación sexual de la mujer, con poses y ropas (escotes de vértigo) bastante subidas de tono para su tiempo, además, da la impresión que en la mesa de montaje se han perdido fotogramas que darían cohesión al contenido, ejemplo es todo lo referente a Karl, denota al inicio que seguro tenía un peso en el guión que se perdió entre las tijeras de los montadores. Lo que no tiene que ver con los enfrentamientos de aviones son parches que seguro estorbaban a Hughes, imposiciones romanticuchas con las que esperaba dar fondo a los protagonistas, pero queda harto naif. Aunque Jean Harlow consiguió hacerse famosa en este film, por sus interminables escotes, y por la mítica frase <Le molesta me ponga algo más cómodo?>, apareciendo con una bata que apenas le tapa los pechos, ella fue la primera que pronunció estas palabras tantas veces escuchada en multitud de películas, la censura no llegó a Hollywood hasta 1934, con el Código Hays, es por ello la voracidad sexual que muestra sin pudor Helen.

También posee el aire del cine mudo, con actuaciones sobreactuadas, propias del cine silente en que la palabra era sustituida por el histrionismo exacerbado, el colmo es una escena en el final que llega a rozar el ridículo (spoiler) por lo que se atomiza la hipergesticulación teatral, incluso hay algunos intertítulos para mostrar lo que hablan los germanos, esto en el tramo del Zeppelin.

Posee dos escenas por las que ha pasado a la historia del Séptimo Arte: La principal para mi es la Apoteósica del ataque del Zeppelin a Londres, brillantemente filmado, la primera aparición del aparato es cuasi-fantasmal a través de las nubes, lenta e inquietantemente se acerca a la urbe, vemos el interior de la nave en todo su grandioso esplendor, su magno fuselaje, cambia la imagen al puesto de control inglés, añadiendo tensión con el envío de aviones a la caza del “Monstruo Volador”, una cápsula con un soldado desciende del Zeppelin colgando de un cable, abriéndose paso entre las nubes, hasta emerger sobre Londres, es una visión cuasi-fantasiosa, lanzan las bombas del Zeppelin (no quiero spoilear con lo que ocurre), entonces se acercan los aviones ingleses, al Zeppelin le sobra peso, comenzando una cadena de sacrificios digna de la mejor secta lava-cerebros al grito de <Por el Káiser y la Patria> (me recuerda a un gag de humor negro de “Ser O No Ser” de Lubitsch, en que Hitler en un avión le pide al piloto que se tire en vuelo y este sin pensarlo obedece, quizás es copiado de aquí), se produce una cruenta batalla entre las ametralladoras del dirigible y los aviones de combate británicos, y cuando parece que el Zeppelin ha vencido a la jauría de avispas…(spoiler); También sobresale el Monumental tramo final cuando los 2 hermanos realizan la misión de bombardear desde un avión un polvorín germano, las explosiones son Impresionantes, a lo que le sigue una batalla aérea contra el circo del “Barón Rojo”, con el mismo Von Richtofen a la vanguardia, con imágenes de una belleza plástica por lo peligroso sublimes, desafiando a la gravedad, con la fascinante imagen de uno de los hermanos empuñando la ametralladora en medio de la inmensidad del cielo, con unas coreografías volátiles fascinantes de decenas de naves en vuelo; Luego está su tramo final en tierra, con la relación entre los dos hermanos bastante chirriante, pero sobresaliendo Lucien Prival aportando marcialidad y una acusada personalidad contenida.

Resulta curioso un tramo del film, 8 minutos que transcurren en technicolor durante un baile, especie de intento de Howard Hughes de que su cinta fuera en color pero la tecnología del Multicolor no estaba preparada para esto y se quedó en esta escena donde lo que destaca sobremanera es una Jean Harlow arrebatadora en su sensualidad. Este metraje coloreado se creía desaparecido, estaba en b/n, hasta que en 1989, Michael Wayne, hijo de John Wayne, encontró una copia de la película en la bóveda de su padre, y en ella estaba el material coloreado.
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TOM REGAN
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7
13 de agosto de 2014
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
104/10(26/07/14) Buena adaptación de la novela homónima de Charles Dickens de 1859, con las limitaciones propias del traspaso de un libro con muchas páginas al celuloide. Cinta que con el trasfondo de la Revolución francesa se nos relata una historia de sufrimientos, idealismo, odios, venganzas, amores, sacrificios y mucha pasión. Los guionistas cercenan subtramas y a personajes, incluso cambian el foco principal de la obra, acentuándolo sobre Sydney Carton, encarnado con gran potencia emocional por Ronald Colman.
<Fue el mejor y el peor de los tiempos, la era de la luz y la era de las tinieblas, todo el futuro era nuestro y no teníamos futuro alguno…en resumen era una época muy parecida a la actual>. Palabras sobreimpresionadas con las que se inicia el film y el libro.

La historia arranca pocos años antes de la Revolución Francesa, Lucie Manette (correcta Elizabeth Allan) es llevada por el banquero Jarvis Lorry (buen Claude Gillingwater) desde Londres a París a recoger a su padre, el Dr. Manette (buen Henry B. Walthal) al que creía muerto, ha estado en encerado en la prisión de la Bastilla durante 17 años, Lucie lo recoge trastornado por el calvario en la posada parisina de Ernest de Farge (buen Mitchell Lewis) y su esposa Madame Therese de Farge (gran Blanche Yurka). En el trayecto en por el Canal de la Mancha Lucie conoce a Charles Darnay (inane Donald Woods), sobrino del despótico marqués de St. Evremonde (gran Basil Rathbone), Charles lo ha abandonado por su hedónico estilo de vida, simpatiza con las masas empobrecidas y prefiere ganarse la vida trabajando. El marqués en represalia por haberlo dejado le urde una trampa para que los ingleses le tomen por un traidor, por lo que es juzgado, será defendido por C.J. Stryver (Reginald Owen), que tiene como ayudante al astuto Sydney Carton (gran Ronald Colman), consiguiendo por este su libertad, Sydney es alcohólico patológico, un nihilista que encuentra sentido a su vida en el amor platónico que le procesa a Lucie, ella termina casándose con Charles, Sydney entabla amistad con Lucie. Paralelamente en Francia con la miseria del pueblo se produce la toma de la Bastilla, el comienzo de la Revolución y el inicio del Reinado del Terror donde los oprimidos se toman venganza a golpe de guillotina de toda la aristocracia, esto provocará que Charles tenga que volver a París a intentar salvar a su antiguo tutor Gabelle (correcto H.B. Warner). En el relato también tienen importancia Barsad (buen Walter Catlett), un vividor que se vende al mejor postor, la Sta. Pross (Edna May Oliver), la tutora de Lucie, "La Venganza" (aterradora Lucille La Verne), cuasi-bruja chillona, histriónica y desdentada, compañera inseparable de Madame de Farge, y en un pequeño pero jugoso rol “La costurera” (buena Isabel Jewell)

Es una superproducción de de David O. Selznick dirigida por el artesano Jack Conway, con guión de W. P. Lipscomb (“Pigmalion” 1938) y S. N. Behrman (“Quo Vadis?) sintetizan la obra dickensiana tornando el protagonismo absoluto en Carton, personaje que en el libro no aparece hasta pasadas más de 100 páginas, este se erige en el pilar más sólido del film con la estelar interpretación de Ronald Colman, Sydney es junto a Madame de Farge son las personas que vemos evolucionar paralelamente, el primero lo vemos al principio como un nihilista, cínico y sin rumbo, que por el amor de una mujer encuentra sentido a su existencia, la otra evoluciona del odio a un aristócrata que la vejó a odiar a todos los nobles, deseando que todas sus familias sean pasadas por Madame Guillotina. Quien mejor representa el espíritu del film, y por ende del libro, es Madame de Farge, alegoría de lo que fue la Revolución gala, alguien que tiene motivos loables para derrocar a los tiranos pero que en la vorágine vengadora pierde la visión de la justicia convirtiéndose por el camino en algo cercano a lo que odia, metáfora sobre como la espiral de la venganza te termina devorando.

La cinta posee un buen ritmo, con una buena construcción de escenas, con una dirección artística de Cedric Gibbons (“El Mago de Oz”), con una extraordinaria fotografía de Oliver T. Marsh (“San Francisco”), derivando en grandes momentos, como la espectacular toma de la Bastilla, con un manejo de masas fastuoso, con tomas amplias suntuosas de cientos de personas, con un manejo de la tensión vibrante con la llegada del ejército, con el posterior asalto a la prisión, colosal, Conway fue asistido por los directores de segunda unidad Val Lewton y Jacques Torneaur, o el juicio sumarísimo en París a Charles, maravillosamente planificado, se siente el pavor de la justicia vengativa, con el enfervorecido y apasionado alegato en contra del acusado de Madame de Farge, soliloquio donde las ganas de vendetta traspasan la pantalla, o el estremecedor tramo final con la secuencia avernal del desfile de guillotinados, trémulo reflejo de lo que aconteció en la Plaza de la Concordía durante el reinado del terror donde las cabezas rodaban una tras otra, en un rio de rojo para aplacar la sed de sangre de los oprimidos, apoteósico fresco con una enorme muchedumbre, con las carretas con los condenados, con el cadalso de la guillotina en el centro, con los rituales de esta cuchilla, con las costureras de la escarapela cosiendo distendidamente, tramo del que han bebido cineastas en posteriores acercamientos fílmicos a estos hechos.

Ronald Colman es el alma de la cinta, exhibe su tremendo carisma en cada fotograma, transpira frustración vital, misantropía, cinismo, nihilismo, que cuando encuentra motivaciones se convierte en un abnegado servidor de su causa hasta el sacrificio si es necesario, excelente su contención, empatía, excelso. Blanche Yurka resulta arrolladora, con una poderosa personalidad, un ciclón que avasalla, sublime en el alegato en el juicio contra Charles, Yurka era una estrella de la ópera que cambió el canto por la interpretación. (continua en spoiler por falta de espacio)
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TOM REGAN
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6
24 de julio de 2014
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
82/05(09/06/14) El estimable realizador germano Wolgang Petersenen su segunda incursión en el cine americano ofrece un interesante homenaje al cine Hitchcockiano, oliendo mucho a “Vértigo”, con el mismo escenario, “San Francisco”, apareciendo el Parque de las Secuoyas en una escena como en la del orondo realizador inglés, resultando un entretenido thriller sin más, se ve con agrado por saber cómo se resolverá el misterio del relato, pero cuando acabas la sensación de trampa y vacío es notoria.

Arranca una noche de Año Nuevo con un coche conduciendo a gran velocidad por una carrera costera cercana a San Francisco, el auto en una curva se despeña por un tajo, milagrosamente su pareja ocupante sobrevive, ella es Judith que sufre (correcta Greta Scacchi) menores daños, su acompañante es su esposo Dan Merrick (buen Tom Berenger), su rostro ha quedado desfigurado y padece amnesia, le reconstruyen la cara, tras un largo periodo de rehabilitación salen del hospital. Dan es un acaudalado arquitecto con una gran mansión, es socio en san Francisco de Jeb Scott (buen Corbin Bernsen), este tiene una esposa, Jenny (correcta Joanne Whalley Kilmer) que tiene animadversión por Judith. Dan intenta recuperar su vida intentando componer el rompecabezas de su vida con la ayuda de sus conocidos y con flashes del pasado que tiene, todo parece ir de maravilla volviendo a enamorarse de su mujer. Por casualidad pistas de un secreto que ocultó Dan, un rollo de fotografías y descubre que tuvo relación con un singular detective que ejerce en una tienda de mascotas, Gus Klein (buen Bob Hoskins), entonces aparece el nombre de Jack Stanton (inane Scott Getlin), con el que parece ser que Judith tenía un lio y ha desaparecido. Dan se ve involucrado en una truculenta trama donde no se fía de nadie, todos son sospechosos de conspirar contra él.

El director guioniza el libro “The Plastic Nightmare” de Richard Nelly en lo que es un thriller de misterio e intriga, con dosis de cine negro, inspirándose en este género que triunfó en los 40 y 50 en Hollywood. Toca temas como el amor verdadero, la infidelidad, la traición, la amistad o la paranoia. La cinta engancha por las dosis de misterio que van goteando por el relato que hace que sospechemos que nada es lo que parece y que hay alguien que está jugando con el protagonista, Petersen hace que nos situemos en el punto de vista de él, solo sabemos lo mismo que él, con lo que vamos desentrañando el puzle con él, a través de giros sorpresa más o menos bien construidos, en un collage de personajes en el que todos son sospechosos por diferentes motivos, su esposa que parece tenía un amante, el amante por motivos obvios, el socio de su empresa para poseer todo el negocio, o la esposa de su socio que se sugiere tuvo algo con Dan, con ello se desarrolla una trama se suspense amena, con el previsible elemento de que cuando parece todo resuelto queda un último tirabuzón que busca descolocarnos y a fe que lo consigue, pues en primera instancia puede parecer una genialidad pero que rascando un poco es cuando menos inverosímil e incongruente todo lo visto, eso siendo benévolo, pues echando marcha atrás a la trama se atisban agujeros narrativos que no soportan el menor análisis pero sin profundidad, con personajes delineados superficialmente, a lo que se añaden diálogos insulsos.

Se surten del manido pero sugestivo recurso de la amnesia que tanto juego ha dado en el cine, que mediante este artificio arrancamos sin saber nada del que la ha padecido con lo cual despierta en el espectador por saber de él, es Universo de posibilidades que el que mejor lo explotó fue Christopher Nolan en “Memento”, así como también recuerdo con bastante agrado “A Propósito de Henry” de Mike Nichols.

Posee una meritoria ambientación, muy adecuada al tono sombría de la historia con una buen diseño de producción de Gregg Fonseca(“Pesadilla En Elm Street”), embellecida por la fascinante fotografía de László Kovács (“Easy Rider”), con tramos precisos en los que juega con la oscuridad y las sombras para crear congoja, a lo que ayuda la delicada música de Alan Silvestri (“Forrest Gump”).

Tom Berenger realiza un aceptable papel, le falta algo de fuerza dramática para movernos sentir empatía por él. Greta Scacci está como es ella, justita, ni molesta, ni suma demasiado, exhibe su belleza en un par de escenas de cama (meros artilugios comerciales) y poco más, una femme fatale escasa para lo que requiere su personaje. Bob Hoskins demuestra una vez más lo desaprovechado que ha estado en el cine, con un poderío carismático que apabulla, dotando de humanidad divertida a su rol, hace que los demás sea insignificantes a su lado, su carisma arrolla, magnífico. Corbin Bernsen expone simpatía distendida. Joanne Whalley-Kilmer está fuera de lugar, se ve confusa con su rol, equivocada su elección.

En conjunto un film que sin pretensiones entretiene, no aburre, sabe dosificar las migas del misterio, llevándonos a un final muy sorprendente y como he dicho pensándolo un poco inverosímil, final que debe ser la guinda y que al naufragar desinfla las expectativas de haber dado un salto de calidad mayor quedándose en un pasarratos que se olvida rápido. Fuerza y honor!!!

P.D. Menudos lumbreras los que ponen títulos en España, el original es “Shattered”, traducido es Destrozado, aquí el genio que los cambia no se le ocurre otro que “La Noche De Los Cristales Rotos”, o es un ignorante y no sabe que esto se refiere a una nefasta noche durante el nazismo en Alemania en que los hitlerianos arremetieron contra los judíos de modo salvaje, destrozaron escaparates de sus negocios, los apalizaron, los vejaron, en lo que fue el pistoletazo de salida que acabaría en los campos de exterminio, y si lo sabía es que un pusilánime que juega con algo tan trágico como el Holocausto para llevar gente al cine con un relato que nada tiene que ver.
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TOM REGAN
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6
31 de enero de 2012
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
13/13(25/01/12) Buen thriller, un clásico de los setenta, éxito taquillero de John Schlesinger, con momentos de una intensidad asfixiante, pero que en su conjunto el tiempo no le ha hecho ningún bien. “Babe” Levi (gran Dustin Hoffman) es un estudiante de historia en la neoyorkina Universidad de Columbia, como afición se prepara para correr una maratón, un día por sorpresa aparece su hermano “Doc” (buen Roy Scheider) que le hace creer es un ejecutivo petrolero, cuando en realidad es un espía de una agencia gubernamental de USA, La División, y se encuentra en la ciudad para una misión, encontrarse con un criminal de guerra nazi, Christian Szell ‘El Ángel Blanco’ (magistral Laurence Olivier), inspirado en Josef Mengele, que ha viajado allí para retirar unos diamantes de la caja de seguridad de un banco. Está basado en el libro homónimo de William Goldman, afamado dramaturgo, novelista y guionista (‘Dos Hombres y un destino’, ‘Todos los Hombres del Presidente’ o ‘La Princesa Prometida’), que también adapta, aunque cambiando algunos tramos, el más importante su final, curiosamente el no tuvo nada que ver con él, yo no he leído el libro, pero mi impresión es que en la mesa de montaje se quedaron partes fundamentales para la comprensión de la historia, pues hay cosas que no se entienden, es una continua marejada de información contada a medias, hay demasiados cabos sueltos, se nos habla del suicido del padre de Babe y Doc, pero no se nos cuenta el motivo, nos hurtan que en la novela se dice por estar inmerso por comunismo en la Caza de Brujas del lúgubre senador McCarthy, hay personajes que no se saben a qué juegan, Janeway (inane William Devane) es amigo de Doc o no? Es agente doble o va por libre? No sabemos qué ocurre en el segmento parisino de Doc, es un discurrir de acción envuelta en una nebulosa, se nos esconden demasiados datos para enganchar al comienzo. Que hace La División conchabando con un criminal nazi? En el libro se dice que es que ayuda a La División a capturar a otros nazis, pues en la película esto se obvia. Porque tanto lío con la llave de la caja de seguridad si Szell tiene una llave y en cuanto llega Nueva York puede ir a por ellos sin tener que torturar a nadie, un sinsentido, hay escenas que carecen de sentido, botón de muestra el del asalto a la pareja Hoffman-Keller en Central Park, hay demasiada humo en el desarrollo del film que bien resuelto hubiera mejorado mucho el conjunto. Además le cuesta arrancar, hasta que no aparece por vez primera Szell-Olivier todo discurre lentamente y moviéndose en lo rutinario, pero eso sí en cuanto se produce en el encuentro Doc-Szell la acción se desencadena de modo trepidante.
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TOM REGAN
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7
13 de septiembre de 2011
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
267/22(20/08/11) Primer episodio de esta buena serie de la BBC centrada en la vida del creador del icónico ‘Sherlock Holmes’, Arthur Conan Doyle, basada libremente en hechos reales, relata como Conan Doyle (correcto Robin Laing)) mientras estudiaba en la universidad de Edimburgo conoció en 1877 al carismático Joseph Bell (Grandioso Ian Richardson), profesor de la Facultad de Medicina en el S.IXX que utilizaba un método singular deductivo de minuciosa observación para diagnosticar casos criminales, el estudiante trabó amistad con Bell y pasó a ser su secretario, esto derivó en la mente de Arthur en la creación del más famoso detective de la historia, el relato hace los paralelismos con la serie literaria sherlockiana, Bell es Holmes y Doyle más escéptico pero receptivo es el Dr. Watson, y hay escenas sacadas directamente de sus libros, como lo de la deducción de la personalidad a quien pertenecía un reloj. Cada uno de los capítulos tiene entidad de film, por su cuidada puesta en escena y por su duración de más de hora y media cada uno. Este episodio piloto trata de cómo se conocieron en Edimburgo, Doyle quedó magnetizado por la poderosa personalidad de Bell, y entonces llega su primer caso serio, una serie de brutales asesinatos en los que el homicida deja un puñado de monedas, esto es contado con un ritmo sereno pero atrapante. Los personajes están muy bien descritos, la narración es fluida, el guión de David Pirie es ágil, alternando situaciones de suspense e intriga con buenas dosis de intimismo, y sobre todo se eleva en el retrato de Joseph Bell, donde el poco conocido en nuestro país Ian Richardson (‘Dark City’, ‘Desde el Infierno’ o ‘Brasil’), que ya había interpretado a Sherlock para la tele, crea a un majestuoso investigador, un fascinante héroe con un temple arrollador, tanto es así que cuando él no está en pantalla la cinta lo requiere a gritos. En este episodio también resalta Charles Dance (‘Buenos Días Babiloniua’, ‘Gosford Park’ o ‘Juego de tronos’) como el ambiguo noble sospechoso, un gran villano que transmite la clásica y sardónica flema británica. De lo que más resalta de esta obra es su cuidadísima ambientación, unos escenarios magníficos, un vestuario realista, una fotografía lúgubre de Jhon Kenway que envuelve al relato en unas calles en tinieblas, sucias, sórdidas, habitaciones en semioscuridad donde en cualquier momento puede aparecer Jack the Ripper, es una recreación fascinante de la Gran Bretaña victoriana. Recomendable a los degustadores de Sherlock Holmes. Fuerza y honor!!!
TOM REGAN
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