Críticas de Castro Ruz
9 de septiembre de 2008
11 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pensada y creada en términos clásicos, esto es, como el arte de crear emociones, de narrar historias sobre seres humanos, Che es una obra maestra que el tiempo, juez implacable para con los artistas, pondrá en su lugar.
Soderbergh, director con una estimable trayectoria, injustamente tratado por parte de la crítica, es capaz de rodar, y en Che se observa claramente, sin concesiones estéticas de videoclips o megaproyectos carentes de personajes o situaciones. La puesta en escena resulta sobria, intensa por momentos y siempre ausente de efectismos, sin por ello dejar de ser sofisticada.
Ciertamente, el guión no resulta lo más destacable, pero hay que tener en cuenta que las situaciones creadas descansan en el principio de reforzar el entramado sentimental y psicológico de las relaciones entre los personajes.
Capítulo aparte merecen las interpretaciones, sólidas, conmovedoras y turbadoras en algún caso, que vienen a demostrar, una vez más, el gran director de actores que es Soderbergh y el gran trabajo de casting realizado.
Benicio del Toro borda el papel del mítico político y revolucionario argentino, sin duda, una de las personalidades más fascinantes y enigmáticas del siglo XX. Sus dilemas morales y, en ciertos casos, dudas religiosas, nos muestran, gracias a una magnífica interpretación, a un personaje real, íntegro y con una conducta política irreprochable.
Che me emociona y su final me permite una libertad sistemáticamente negada por el cine actual.
Soderbergh, director con una estimable trayectoria, injustamente tratado por parte de la crítica, es capaz de rodar, y en Che se observa claramente, sin concesiones estéticas de videoclips o megaproyectos carentes de personajes o situaciones. La puesta en escena resulta sobria, intensa por momentos y siempre ausente de efectismos, sin por ello dejar de ser sofisticada.
Ciertamente, el guión no resulta lo más destacable, pero hay que tener en cuenta que las situaciones creadas descansan en el principio de reforzar el entramado sentimental y psicológico de las relaciones entre los personajes.
Capítulo aparte merecen las interpretaciones, sólidas, conmovedoras y turbadoras en algún caso, que vienen a demostrar, una vez más, el gran director de actores que es Soderbergh y el gran trabajo de casting realizado.
Benicio del Toro borda el papel del mítico político y revolucionario argentino, sin duda, una de las personalidades más fascinantes y enigmáticas del siglo XX. Sus dilemas morales y, en ciertos casos, dudas religiosas, nos muestran, gracias a una magnífica interpretación, a un personaje real, íntegro y con una conducta política irreprochable.
Che me emociona y su final me permite una libertad sistemáticamente negada por el cine actual.
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