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Críticas de davilochi
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Críticas 273
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
9
23 de junio de 2011
8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
A estas alturas no es una sorpresa para mí encontrarme con que Srdjan Karanovic es un auténtico maestro del cine y un conocedor inigualable de la psique, ya me lo había demostrado en joyas como "Petria's Wreath" o "Virdzina", incluso -por qué no- "Loving Glances". Se puede decir con toda justicia que es uno de los mejores directores de cine balcánicos de las últimas décadas, "Besa" es la confirmación de toda una fantástica carrera.

Sea como fuere "Besa" refleja un momento muy concreto de la historia balcánica, un instante cargado con un particular dramatismo, quizás podríamos decir que un punto de inflexión en muchos sentidos: el estallido de la Primera Guerra Mundial. Ivo Andric reflejó de forma irrepetible el impacto de este acontecimiento en la ciudad bosnia de Visegrad, a orilla del Drina. En cierto sentido Srdjan Karanovic bebe del gran maestro para realizar esta pequeña joya que, sin lugar a dudas, marcará a todo aquel que la vea con la intención de intentar penetrar en las mentalidades y marcos de referencia de sus protagonistas. ¿Qué artista yugoslavo o ex-yugoslavo no se ha visto profundamente marcado por la obra de Andric? En cualquier caso, detrás de los trabajos de Karanovic siempre hay un gran trabajo de documentación, de modo que se puede reconocer sin miedo a equivocarse su indudable valor histórico como reflejo de una época. En este caso toma como referencia los primeros trabajos documentales de los hermanos Manaki, los viajes cinematográficos de Botoric, las secuencias de Slavko Jovanovic y, también, las escenas de la coronación del rey Pedro I.

En este caso el film nos traslada a un pequeño pueblo del suroeste de Serbia, por la presencia de población musulmana seguramente en la región del Sandzak, en alguna de sus zonas más occidentales, donde los serbios conforman la mayoría étnica. Precisamente, lo que la película nos permite observar son las difíciles relaciones interétnicas existentes en la zona en un momento particularmente tenso como fueron los meses que van de agosto de 1914 a diciembre de 1915. Srdjan Dragojevic trató de captar ese mismo momento en su "St. George Shoots the Dragon" y, es cierto, en ambos casos observamos cuestiones y enfoques muy similares, sólo que Karanovic tiene un mayor éxito a la hora de transmitir su mensaje al espectador. La primera baza a favor de "Besa" es que está basada en hechos reales, lo cual siempre aporta cierto lustre a toda película; su segunda carta bajo la manga es la participación de Miki Manojlovic como actor principal, quien no tiene nada que envidiar a ninguno de los considerados grandes, creo que pocas veces se ha visto a un tipo tan genial y versatil ante las cámaras. En esta ocasión ataviado con las ropas tradicionales de todo pastor albanés en una tradición islámica donde se une lo albanés con lo bosniaco. Los Balcanes son un mundo de tremendos contrastes, como podemos comprobar una vez más.
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davilochi
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7
23 de junio de 2011
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Todo el documental ofrece una visión global de la rotura del orden institucional en el Cono Sur a lo largo de la segunda parte de la última centuria, motivada fundamentalmente –de acuerdo con Gonzalo Varela – por dos factores: una crisis relacionada con el desarrollo económico y político y, en segundo lugar, otra de naturaleza geopolítica, relacionada con el contexto de la Guerra Fría y el ordenamiento de la economía mundial. Entre los años 70 y 80 dichas crisis se resolvieron con los golpes de estado llevados a cabo por los militares de los países afectados, en este caso Uruguay, Argentina y Chile. Las dictaduras se fijaron como fin fundamental la eliminación de la oposición interna, lo cual llevó a muchos individuos a solicitar asilo político ante la amenaza de posibles represalias. Los datos hablan por sí solos: 800 chilenos, 60 argentinos y 400 uruguayos se pusieron bajo la protección de las embajadas mexicanas en dichos países, asegurando su integridad física y el respeto de sus derechos políticos. A pesar de todo es significativo notar –siguiendo lo aportado por el documental– que era difícil acceder a esta vía debido a la vigilancia constante a que estaban sometidas las embajadas por las fuerzas represivas de las diferentes dictaduras militares.

Para entender esto hay que tener en cuenta la particular historia de México a lo largo del siglo XX, marcada desde sus inicios por el legado revolucionario recogido en la Constitución de 1917, sin lugar a dudas un precedente en lo referido a derechos sociales y a la protección de los derechos humanos. Con esta tradición México alcanzaría los años 30 y 40, momento en que se va a convertir en uno de los principales receptores del masivo exilio español derivado del estallido de la Guerra Civil y la victoria de los rebeldes. Quizás éstos fueran los más ilustres y reconocidos, no obstante, como ha demostrado Pablo Yankelevich, antes llegaron exiliados italianos, que huían del régimen fascista durante los años 20; alemanes y austriacos, tratando de evitar las consecuencias de la subida al poder de Hitler; judíos europeos, que desde la época de entreguerras huyeron del antisemitismo dominante en Europa; etc.

Para muchos México vino a representar el lugar donde poder seguir disfrutando de la libertad y, al mismo tiempo, conseguir acceder a los canales de expresión públicos desde los que poder elevar la voz contra lo que estaba ocurriendo en sus respectivos países. El país azteca parecía un lugar adecuado para continuar con la lucha.
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davilochi
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9
22 de junio de 2011
8 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
He aquí otro fantástico ejemplo del nuevo cine rumano que, cámara en mano, con muchas escenas de cotidianeidad de los protagonistas y pocos diálogos consigue un acercamiento crudo y fiel a la realidad, en este caso a la de la inmigración ilegal que atraviesa Europa oriental con destino a Occidente. El cine del este ha dejado magníficos ejemplos de la porosidad de sus fronteras, mostrando a las claras lo que a todas luces se ha convertido en un fenómeno definitorio de este nuevo siglo: a la eslovena "Piezas de recambio" o la croata "Melon Route" se une esta magnífica "Morgen", si bien todas ellas aportan cosas interesantes. En este caso nos encontramos con el debut de un joven director rumano, Marian Crisan, que, como digo demuestra una vez más la consolidación de la apuesta rumana por un cine de calidad con carácter propio y con una preocupación centrada en problemas sociales. En este sentido podría decirse que enlaza con la mejor tradición del cine europeo, en la que estarían ilustres como el griego Costa-Gavras.

El tema de la inmigración, sea legal o ilegal, ha levantado ampollas allá donde se ha venido dando el fenómeno con un carácter de proporciones considerables. Partiendo de una consideración de base habría que decir que uno de los problemas fundamentales, tal y como se observa en la película, es la percepción de mucha gente corriente de que el territorio nacional es patrimonio exclusivo de aquellos nacidos en éste y con determinadas características físico-culturales. A partir de este punto toda percepción en torno al asunto se envenena. Sea como fuere, el oxidado y desvencijado paso fronterizo entre Hungría y Rumanía a la altura de Salonta demuestra varias cosas: en primer lugar la gran cantidad de situaciones absurdas que se derivan de la existencia de eso que llamamos fronteras y, como consecuencia de ello, la obsolescencia de esta construcción política que, no obstante, tiene vida para rato, tal y como ha demostrado Francia con su deseo de revisar Schengen.

No voy a ser yo quien me posicione ante el problema de la inmigración ilegal, porque soy consciente de que ni es el lugar ni merecería la pena, dado su complicación. Lo verdaderamente interesante es ver la película libre de prejuicios y formarse un juicio, porque creo que es una de las cosas que el film de Crisan permite hacer. No hay sentimentalismos: es la realidad vista desde la perspectiva de alguien que, se nota, ha estudiado a fondo el asunto.

Rumanía es un país de tránsito para los inmigrantes con destino a Europa occidental, lo cual no es óbice para que nos encontremos con actitudes xenófobas a lo largo de la película. El nacionalismo es un problema que, por lo general, aqueja de un modo particularmente grave a los países de Europa oriental, su traumático legado histórico y el modo en que se han construido los relatos nacionales ha contribuido a ello.
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davilochi
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Estado de miedo
Documental
Perú2005
6,9
28
8
21 de junio de 2011
3 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
De algún modo se puede decir que Perú ofrecía un buen caldo de cultivo en lo referido a las condiciones socio-económicas para que germinara algún tipo de movimiento político de carácter radical y emancipador. Los precedentes no estaban lejanos en el tiempo, de hecho en 1962 tuvo lugar un gran levantamiento campesino en el Altiplano peruano con ocupaciones de tierras que, sin embargo, se acabaría diluyendo poco después. Sea como fuere en el documental se analizan algunas de las cuestiones que hicieron posible la aparición de un movimiento como Sendero Luminoso. Así, observamos un conflicto latente entre el mundo rural y urbano que en ciertas ocasiones recuerda a los jemeres rojos de Camboya: de acuerdo con el documental Lima vivía de espaldas al resto del país, de manera que las élites urbanas estaban muy alejadas de la realidad del resto del Perú, tanto en lo que respecta a la multiculturalidad como a las brutales desigualdades económicas. Esto está bien representado a lo largo del documental por las sinceras declaraciones de la abogada Beatriz Alva Hart. La población indígena, una parte mayoritaria de la población total del país, había sido despreciada y explotada por las élites político-económicas tradicionales. Sin embargo faltaba un elemento decisivo para convertir aquello en una situación explosiva: un ente social que codificara los problemas del Perú en un discurso dirigido a la acción política.

No obstante Renique critica este enfoque del documental al afirmar que Perú «no era el “apartheid” andino que el film pareciera sugerir. La imagen de una Lima completamente desconectada de la guerra – parte fundamental de la estrategia narrativa del film –, en ese sentido, es llevada hasta el extremo […]. Imposible tal divorcio en una gran ciudad que concentraba alrededor del 30% de la población nacional, migrantes o hijos de emigrantes – predominantemente andinos – en su gran mayoría y que, asimismo, desde 1982 había comenzado a sufrir el impacto de atentados y toques de queda».

Quizás habría que aclarar algunas cosas. El elemento decisivo para el estallido del conflicto sería precisamente lo que aportaron los jóvenes estudiantes, profesores y maestros rurales. De algún modo el carácter maoísta de la guerrilla tendría que ver con el auge excepcional experimentado por esta corriente del marxismo-leninismo entre los estudiantes y jóvenes intelectuales peruanos desde los años 70, muy influenciados por la propia tradición revolucionaria latinoamericana.
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davilochi
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7
21 de junio de 2011
11 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al ver esta película pensaba en el escritor europeo -así hubiera querido él ser recordado- Stefan Zweig, nacido en Viena a finales del siglo XIX. Es posible que, en un caso hipotético, de haber vivido lo bastante como para ver esta película, habría derramado alguna que otra lagrimilla ante este interesante y bello fresco costumbrista de lo que se conoce como Belle Époque, ese periodo de ingenuo optimismo que creyó tener un hermoso porvenir de finales del XIX al inicio de la Primera Guerra Mundial. Los hechos iban a demostrar muy pronto que nada más lejos de la realidad. La idealización del instante histórico llevada a cabo por Jirí Menzel es intencionada, ya que, de algún modo refleja la inconsciencia de la sociedad europea de la época, cuya ceguera precipitó a todo un continente a la guerra. Estamos, por lo tanto, ante un trabajo muy inteligente donde se percibe el gusto por los grandes relatos históricos. No debe de sorprendernos dado el impacto que el comunismo tuvo en Checoslovaquia (recomiendo "Ucho" de Karel Kachyna y "La confesión" de Costa-Gavras) y dado el carácter provocador del propio Menzel que éste señale con el dedo a este periodo señalándolo como el inicio de los problemas. Y de algún modo se puede decir que aquí comenzó todo: en este clima se gestaron las guerras más devastadoras que han asolado el continente europeo hasta ahora y cobraron fuerza los movimientos revolucionarios que servirían como escusa para el ascenso del fascismo, precisamente en la indiferencia de una burguesía preocupada sólo por su propio bienestar y por la culminación de sus expectativas individuales. Lo más genial es que Jiri Menzel nos muestra su propia visión microscópica a través de la mirada del joven director de una fábrica de cerveza en Dalesice, cerca de Brno, en plena Moravia.

La película se centra en un periodo indefinido que podemos situar aproximadamente en los años anteriores a la Primera Guerra Mundial, en el Imperio Austro-Húngaro. Para intelectuales idealistas como Stefan Zweig esta construcción política encarnaba todos los valores en los que podía creer: oportunidades, igualdad, respeto, etc. No hay que olvidar que Viena era por entonces una capital europea donde convivían pueblos de todo el imperio y que marcaba tendencias en lo artístico a nivel continental y, además, el grado de aislamiento al que estaban sometidos individuos como Zweig respecto a la realidad en que se desenvolvían sus vidas. Muy lejos de esta confiada Viena de la época en la forma, pero muy cerca en el espíritu se halla aquel pequeño rincón de Moravia. Allí el joven Francin trata de abrirse paso en la vida y conservar su puesto al frente de la cervecería que regenta a pesar de las reticencias de un consejo directivo que vive sumido en la autocontemplación, ese es su máximo anhelo. Con él vive su esposa, la bella y fascinante Maryska (Magda Vásáryová, todo un descubrimiento para mí), la cual tiene envelesados a todos los habitantes de la zona.
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davilochi
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