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España España · Madrid
Críticas de Sagitus
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Críticas 29
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
9
11 de enero de 2012
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El aclamado director de ficción sorprende al público con un relato documental e histórico y se gana el respeto de la Academia. Su película logra salir galardonada con 12 estatuillas.
Spielberg se la juega con este gran proyecto, no sólo por la enorme inversión a la que tuvo que someterse, sino debido al delicado tema que trata. Recoge el argumento de la novela de Thomas Keneally ("El Arca de Schindler"), que recuerda cómo Oscar Schindler (Liam Neeson), un rico e influyente empresario alemán nazi establecido en Cracovia, pretendió levantar una fábrica sirviéndose de la mano de obra, barata, judía y así, lograr el máximo beneficio a costa del bajo precio de sus empleados. Sin embargo, viviendo personalmente la situación genocida de sus compatriotas y el abuso inhumano de la población judía, su espíritu egoísta y ambicioso se transformará y se convertirá en uno de los héroes más reconocidos de la historia al lograr salvar a 1.100 judíos del Holocaustro.
Es el relato del viaje de redención de un alemán compasivo y dual, que convence completamente de su frialdad y determinación con esos ojos azules del actor Neeson, pero que a la vez, muestra la cara más sincera de la bondad y la compasión. El sanginario Goeth estremece desde el primer momento de su aparición en pantalla, un nazi de decisiones firmes que refuerzan su apoyo incondicional a una obligación que él confunde con justicia.
La postura del director es demostrar la humillación y violación de los derechos y valores de las personas por el surgimiento de una ideología, frente a la entrega y clara demostración de caridad y sacrificio de un alemán de "raza pura".
La narración es perfecta, aunque enfrenta el melodrama de algunas escenas (el epílogo o el llanto de Schindler frente a sus trabajadores) con la dura realidad del suceso (la recreación de la pira de cadáveres).
Emplea una estética fotográfica excepcional. Combina el recorrido de imágenes grabadas con cámara en mano, que logra relacionar la película con una memoria histórica documental, con el empleo de una estética fotográfica de perfil clásico de tomas cargadas de un gran significado dramático. La banda sonora es bellísima y perfecta en su estructura, intimista y sencilla, compuesta de instrumentos de viento y coros, piano y arpa, protagonizada por el violín del maestro Itzhak Perlman. El film ha sido rodado en blanco y negro, lo que refuerza su autenticidad histórica y documental, salvo el prólogo y el epílogo (que rememora un acontecimiento actual).
Una excelente manera de demostrar un episodio en la historia de la Humanidad en la que parecía haber muerto la esperanza o la sinceridad del corazón humano, sería realzado por el coraje y entrega de un solo hombre en memoria de muchos. Sí, Oscar Schindler, "aquel que salva a una vida, salva al mundo entero".
Sagitus
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7
14 de octubre de 2011
8 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Féret nos traslada a la época del reinado de Luis XV de Francia, una sociedad refinada y exageradamente detallista y reglada, donde una familia trata de abrise paso en el mundo exigente y distante de la corte real para demostrar los dones artísticos de sus dos hijos. En sus exhibiciones, detrás, siempre detrás y a penas señalada, su hermana traza las notas sobre las que se apoya su hermano esperando igualmente, aunque sin éxito, el ser reconocida.
Más allá de la trama musical en la que la hermana de Mozart pretende destacar como artista, se narra la lucha interna y rebelde que sufre la joven Nannerl, que oscila perdida a lo largo de la historia con la discordia entre la música (arte restringido para los hombres) y su feminidad (esos impulsos naturales en la pubertad y la inquietud para despertar en el amor, que comienza a sentir por el joven Delfín). La joven artista bloquea su identidad transformándose en un mozuelo para brindarse de la oportunidad de alcanzar el escalón superior al que no podría acceder ninguna mujer, un disfraz que le impide alcanzar el deseo ferviente de ser una mujer reconocida por quien es. Nannerl siente desfallecer su don musical en sacrificio para levantar la maestría de su hermano, obligándose a esconder la mano que ha servido de empuje para el genio. Aunque el director, ya que se decide por recrear la historia de este personaje desconocido, se toma la licencia de dejar a Mozart en un segundo plano en la trama, a pesar de que es realmente Nannerl la secundaria en la historia real.
Es una historia narrada con la energía de una novela, es decir, detallista y ligeramente descriptiva, lo que genera una cierta sensación de lentitud y falta de ritmo. La luz es la que se encarga de perfilar la escena. Una luz natural, a veces sutil, que acentúa pieles suavemente maquilladas, perfectamente dibujadas en el contraste de la sombra, que simulan ser los retratos de los personajes de palacio que tanto conocemos de exposiciones de la época renacentista y del Barroco. El director se sirve de la música de la compositora Marie-Jeanne Serero y de sutiles consejos del tan aclamado compositor nominado al Oscar: Gabriel Yared (El paciente inglés, Coco Chanel), para aportar a la banda sonora una femenina sensibilidad con un acento barroco que pretende recrear las obras que pudo haber compuesto la hermana de Mozart, puesto que se carecen de referencias. La música se convierte en el espejo del alma de sus personajes y expone con tonos melodiosos lo que las palabras son incapaces de decir.
Férer crea la historia de una mujer con grandioso talento que podría haber traído mucho fruto al mundo del arte y que sin embargo, ha quedado retraída y aparcada tras la sombra de un genio.
Sagitus
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9
24 de abril de 2011
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
No es una película que nos quiera retratar reos condenados por su delito, temidos por la sociedad debido a sus demencias, ni se detiene para mostrar las crueldades o durezas que puedan existir en prisión. Es un film humano, que retrata una verdad, con juicio y correcta cítica, que nos invita a tomar partido de lo que se cuece entre las rejas de nuestro país y para demostrarnos la dirección que puede tomar nuestro propio corazón en situaciones tan comprometidas como la que Daniel Monzón nos muestra en su película.
Junto con el protagonista, quedamos encerrados en un ambiente que huele a corrupción, maldad... en el que, al igual que el joven Juan, nos camuflamos para descubrir lo que mueve a los presos, hasta que decubimos que tras su máscara de dureza y maldad no se esconden más que motivaciones que se salen fuera de lo criminal: simples derechos que cualquier persona, en su dignidad, tiene la necesidad de exigir.
Luis Tosar, que representa el personaje de Malamadre, el cabecilla de la prisión, recrea una fuerte e increíble personalidad que le hecha un pulso a los individuos más imponentes que se puedan en contrar en un mundo tan sucio como el que nos demuestra el film (el principio ya resulta chocante con esos planos directos de un reo desesperado), pero que sin embargo, juega con esa dualidad, esa máscara, que no deja de escondar el humano que realmente somos.
Una película que a veces resulta inquietante, otras veces emotiva por su sinceridad, pero sobretodo motivadora para mover a la crítica del público despertándoles la inquietud por saber verdades tan escondidas como las que suceden entre las paredes de prisiones como la de la película. Realmente, sorprende entre los films españoles.
Sagitus
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7
9 de abril de 2011
16 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
De nuevo nos vemos ante una película ambientada en ese trágico periodo de la caída del Imperio Romano, pero esta vez, Kevin Macdonald nos presenta la situación en la que se encontraba la Britania en esos últimos momentos de dominio romano del siglo II. Esta película, basada en la novela de Rosemary Sutcliff, nos abre el telón para enseñarnos el conflicto entre los romanos que defendían la frontera britana de las tribus del Norte a través de dos personajes, dos realidades distintas: un centurión romano, Marcus Aquila, y su esclavo Esca, de origen britano. Aunque el lazo de amistad que se establece entre ellos resulta en cierta manera artificial (en aquella época romana era inconcebible restarse a la dignidad de un esclavo o considerarlo incluso como persona), ambos protagonistas demuestran una idea profunda de amistad y fidelidad.
Los combates entre las tropas de Roma contra los bárbaros britanos están trabajados, convincentes, aunque de rápidos y confusos movimientos de cámara en los momentos de más acción.
Tanto el romano como el esclavo, se aventuran a cruzar el Muro de Adriano en un viaje por una exótica escenografía de Britania, presentándola salvaje y desconocida para recuperar el águila perdida de la Novena Legión (que no es más que un símbolo del Imperio), una búsqueda, y por tanto, una trama, que gira entorno al empeño del protagonista que pretende convencernos de su ansia de conocer la verdad y recuperar la honra de su padre con esos contínuos flashback a lo Gladiator.
Dos mundos enfrentados, una Roma civilizada (aunque de valores prácticamente cristianos ante el valor de la vida y la humanidad) y esa realidad bárbara, casi exótica y desconocida, presentada en un idioma antiguo, que no nos acaba de convencer.
Sagitus
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