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Chile Chile · Santiago
Críticas de KRIVO
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Críticas 75
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
7
17 de enero de 2023
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
He vuelto a verla, muchos años después de la primera vez (que evidentemente me impactó). Ahora la veo con ojo más crítico, pero siempre entretenida.
Mantiene el interés, con una trama diferente de las usuales de este tipo de cine. Primero, por el tipo de naufragio experimentado por el Poseidón, al quedar vuelto de campana bajo el agua. Y ese "detalle" marca toda la trama de sobrevivencia posterior, al distinguir una mayoría de pasajeros-sobrevivientes que está en el camino incorrecto y una minoría que está en lo correcto. Y en segundo lugar, al introducir como personaje protagonista, a un reverendo con ribetes heroicos y casi mesiánicos, quien rápidamente se transforma en el líder de esa minoría que se aferra a su pastor, representado por un inmenso Gene Hackman (como nos tiene acostumbrados, por lo demás). Gran papel, grandes diálogos con él en pantalla. Un guía proactivo, carismático y tremendamente efectivo en momentos límites y dramáticos .
El resto del reparto a buen nivel, destacando un enérgico Ernest Bornigne y una convincente Shelley Winters. El director se solaza mostrándonos a unas féminas con vestuarios livianos que las hacen ver muy sensuales (Stella Stevens, Pamela Sue Martin y Carol Lynley se lucen a su modo).
Los personajes están, en general, bien delineados, la cinta invierte buen tiempo en definirlos, en la parte pre-naufragio. Después van a aflorar características que eran menos evidentes y que consolidan los arquetipos. Es el punto fuerte de la película, junto con el guión y la música.
Pero el ritmo global, ahora me pareció algo lento, algunas escenas más extensas de lo necesario y en todo esto tienen que ver también, obviamente, los efectos especiales (si bien son buenos dada la época).
Por otra parte, me llamó la atención el factor "sin concesiones" que indico en mi título y que se refleja en el giro sorpresivo que nos muestra la historia hacia el final (véase spoiler).
En resumen, una buena película del sub-género, de la década por excelencia del cine catastrofista (los '70). Creo que es la segunda mejor después de "Infierno en la Torre".
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
KRIVO
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10
29 de octubre de 2022
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Un clásico entrañable del género. Soberbias interpretaciones de Steve Mc Queen y Dustin Hoffman, llenan la pantalla y están totalmente compenetrados en sus roles. Ambos son en gran parte responsables del nivel memorable que alcanza la película, en varios momentos. Asimismo, destacamos una sólida dirección, la maravillosa banda sonora y esa fotografía espléndida. Historia muy entretenida y bien narrada, diálogos concisos y plenos de sentido, llena de episodios diversos, aventuras, paisajes tropicales, emociones, momentos de suspenso y, por supuesto, la infaltable violencia carcelaria y descarnadas escenas.
Es un relato sobre el sueño de la libertad, el valor de la amistad, el compañerismo, la lealtad, pero también sobre el envilecimiento y la sordidez. Una mirada sobre la condición humana.

Todo en el contexto de las indignas condiciones de las cárceles en la Guayana francesa, creadas por Napoleón III a mediados del siglo XIX y considerada -en su conjunto- tal vez, como el peor presidio del mundo, guillotina incluida. El infierno en la tierra como fue llamada, especialmente la pequeña Isla del Diablo. Prisiones diseñadas no para rehabilitar ni recuperar presos, sino para quebrarlos y reducirlos a su más mínima expresión de seres vivientes.

Ya desde el comienzo de la película tenemos una clara señal, con esas magníficas imágenes, recreación de época y escenarios con los presos caminando por las calles en dirección al barco que los llevará al penal colonial y celosamente custodiados, fusil en mano. Como una representación testimonial de la escoria de la sociedad ante la mirada temerosa de los curiosos. El mismo viaje inicial en el barco penitenciario, filmado con maestría y con notables escenas, anticipa las durísimas condiciones de la vida carcelaria que se avecina, incluyendo la feroz lucha por la sobrevivencia.

"Papillón", como gran película del género, exhibe esa realidad presidiaria que, tal como se nos muestra, es bastante más bestial de lo que se ve en cualquiera de las destacadas películas sobre la célebre Alcatraz o la prisión de Shawshank (de "Cadena Perpetua"). Es cosa de comparar los comedores, la vida al interior de los patios o los dormitorios (en el presidio colonial francés, los reclusos duermen hasta engrillados, uno al lado del otro). O los campos de trabajos forzados o el confinamiento por mala conducta, si es que dura unas cuantas semanas en aquellos presidios estadounidenses, y si bien siempre es un castigo durísimo, no tiene comparación con los 6 meses silenciosos, y a oscuras, en una celda con barrotes en el techo, en la Reclusión del penal colonial francés. En ese lúgubre espacio, Papillón soporta un brutal encierro, con raciones alimenticias de hambre, sufre alucinaciones y hasta come cucarachas. De ahí sale convertido en una piltrafa humana, más cerca de la muerte que de la vida. Otros presos, simplemente no sobreviven en dicho lugar y son alimento para tiburones.

Metafóricamente, nuestro personaje es un equivalente de las mariposas, como la que lleva tatuada en su pecho. En busca de la libertad recorre un largo camino de transformaciones, diríamos de adaptaciones, a las implacables exigencias del medio. Hasta con una comunidad de leprosos debe tratar para concretar sus planes de fuga.
Y -usando un término psicosocial y educativo actual- es también una forma de resiliencia, en aras de alcanzar su gran meta.

En resumen, inolvidable película, con un final conmovedor. El carismático Mc Queen logra tal vez, la mejor actuación de su carrera y el histrión talentoso de Hoffman, en otra de sus celebradas creaciones.
Para ver y volver a ver.

Pero un alcance para la reflexión: No es fácil asimilar que Francia, cuna de los Derechos del Hombre y el Ciudadano (antecedente de los actuales Derechos Humanos universales) haya organizado e institucionalizado sistemas carcelarios tan crueles y vejatorios de la dignidad humana. Prácticamente un contrasentido cultural.

Epílogo: Cuando jóvenes, todos somos Papillón, de alguna manera. A medida que envejecemos, empezamos a ser Degas.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
KRIVO
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8
3 de junio de 2022
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película chilena “Pacto de Fuga” puede enfocarse desde dos perspectivas:
1) Enfoque político-ideológico.
2) Enfoque puramente cinematográfico.

Aunque entrega un claro contexto histórico-político, no es una cinta política en sentido estricto. No hay elaborados discursos ideológicos ni debates entre los personajes acerca del modelo de país post-dictadura. A lo más, cruces de opinión y algunas recriminaciones por fracasos políticos previos.
No va por ese camino, sino por el de la entretención dentro del género carcelario. Y bien que así sea.
En ese sentido, la película de David Albala cumple con creces. El mismo director lo dijo: “Quiero una película de acción, suspenso, entretención”.

Contextualizaremos la época (magníficamente recreada) en que se sitúa la película, para su mejor comprensión, especialmente del espectador no chileno.
Se basa libremente en un hecho real, ocurrido en enero de 1990. La fuga de 49 presos políticos, varios de ellos esperando condenas a muerte o perpetua, de la Cárcel Pública de Santiago de Chile, en lo que constituye el mayor escape y de los más impactantes en la historia carcelaria del país.
El plan fue ejecutado por 24 prisioneros políticos que trabajaron con enorme esfuerzo y tesón, bajo condiciones agobiantes y expuestos a ser descubiertos en cualquier momento, durante año y medio de ardua labor. En el más completo hermetismo, construyeron un estrecho túnel de unos 60 metros de largo. ¿Cómo se llegó a la cifra final de 49 fugados? (spoiler).
Esta huida masiva causó un “terremoto político-institucional" en las semanas finales de la Dictadura de Augusto Pinochet.

La película es muy entretenida, buen pulso narrativo, ritmo y montaje rápido, está llena de detalles significativos y algunas imágenes metafóricas con cierto halo poético. Logra captar desde el inicio la atención del espectador y meterlo en la trama. Tiene lo habitual en cintas del género. Códigos de comunicación de los protagonistas, estrategias para no ser descubiertos, posters de mujeres semi-desnudas para cubrir espacios intervenidos, hurto de elementos necesarios, o adquisición de ellos mediante estratagemas, inspecciones-sorpresa, castigos de aislamiento, visitas de parientes, prácticas deportivas y recreativas dentro del recinto y hasta un soplón entre los reos políticos.
Todo con mucho suspenso y adrenalina, y por momentos, con un ritmo vertiginoso. Y no podía faltar el temblor, hay que ubicarse, estamos en un país sísmico y esos fenómenos telúricos son muy habituales. Y así ocurrió en la realidad.

No estamos acostumbrados a que se produzca en Chile un cine de este tipo, de espectáculo puro y duro, acción intensa, adecuada dosis de emoción y una tensión permanente. Poco o nada que envidiarle a productos similares del género. Albala se atrevió y lo consiguió, bien secundado por correctas interpretaciones, todos muy empapados de sus respectivos roles, tanto los protagonistas presidiarios, sus parejas y el apoyo externo, como gendarmes y autoridades del régimen.

¿La musicalización? Estupenda. Se ha criticado por ahí el formato de video clip de algunas escenas. Sí, pero ese recurso otorga dinámica y emoción. Y en ciertos momentos, también entrega una adecuada ralentización de las acciones, ante tanta rapidez de los hechos. Escuchamos temas musicales de Víctor Jara, Sol y Lluvia, Los Prisioneros, y otros, muy a tono con el ambiente y la simbología de la ultra izquierda. También destaca la canción central, de Ana Tijoux, especialmente compuesta para esta película.

¿Que tiene ciertas influencias de grandes películas del tema carcelario? Por supuesto y qué director no las tiene, con mayor razón si es su primera obra.
Algo de “El gran escape” (1963), muy poco de “Papillón” (1973), algo de “Fuga de Alcatraz” (1979), un poco de “Sueño de fuga” (o Cadena perpetua 1994). Algo también de “La evasión” (Le Trou, 1960). Incluso, en el cierre, con los escapados en la micro, se cruzan con un carro de la policía y bajan la cabeza, reminiscencia de “Expreso de medianoche” (1978) y su escena final.
Esta cinta bebe de varias fuentes.

¿Que es una película claustrofóbica como se ha dicho por ahí? No lo creo. El túnel, obviamente, produce dicho efecto psicológico y físico, pero como película en general, no es más claustrofóbica que varias otras del tema. Y mucho menos que "El hombre de Alcatraz" (el ornitólogo, con Burt Lancaster, 1962) o “La evasión”, esa inmensa cinta francesa de Jacques Becker, que transcurre en su totalidad en espacios interiores.
“Pacto de Fuga” muestra bastantes escenas en exteriores, las visitas, los patios, las pichangas de fútbol, pasillos con luz de día, imágenes de afuera, en iglesias, conversaciones de las redes de apoyo externo, etc.
No todo es el túnel.

¿Cuestionamientos? Cierto uso de cámara nerviosa, casi no hay pausa para la reflexión, el abuso de primeros planos, y, a veces, se entiende poco lo que dicen los personajes. Éstos no son presentados directamente en el comienzo, sólo aparecen en pantalla.

El director elige, tal vez acertadamente, no ocupar tiempo en prolegómenos y el plan de fuga comienza de inmediato. Más adelante empiezan a perfilarse mejor los protagonistas y se van comprendiendo sus problemáticas y conflictos personales. Y después de la noticia del triunfo del No en el Plebiscito, la acción se acelera y el suspenso se incrementa. Los personajes ya están mejor definidos a esas alturas del relato, vamos conociendo sus dramas familiares y también a personajes del exterior, fundamentales en el éxito del plan.
Dato para los no chilenos: Plebiscito de 1988 dio la victoria a la opción NO, a la continuidad de Pinochet en el poder y abrió la puerta a elecciones libres (en 1989).

En suma, interesante película del género, en código hollywoodense actual, que refresca el ambiente del cine chileno, poco o nada habituado a apuestas riesgosas como ésta,


Sigo en spoiler (por exceso de caracteres)
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KRIVO
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9
20 de mayo de 2022
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sí, se sabe, "La maldición de Frankenstein" es una adaptación bastante libre que la Hammer hizo de la célebre novela de Mary Shelley. Y me parece correcta la opción, pues se crea un producto renovado, diferente, tanto del original literario como de la clásica versión fílmica de la Universal, con sus propias cualidades.

¿Qué más agregar a este admirable y muy entretenido clásico de la productora británica? Sólo ratificar la maravillosa ambientación y decorados de época (estamos en Suiza, a mediados del siglo XIX) y la acertadísima musicalización con el sello característico de James Bernard, siempre acompañando y creando la atmósfera adecuada. Insustituible aporte.
Terence Fisher lleva la película con dirección firme, elegante, ritmo ágil, con gran capacidad de síntesis, apoyado en un sólido guión y pertinentes diálogos. Muy buen rol de Robert Urquhart (como el tutor de Frankenstein) que antepone, de manera reiterada, el enfoque de la ética, el bien y el papel benéfico de la ciencia, al proyecto delirante del barón. Correctas interpretaciones de los secundarios, incluyendo las hermosas féminas y un sorprendente personaje del barón-adolescente.

El monstruo está bien construido por el gran Christopher Lee, aunque claramente no es su interpretación más destacada, pero logra darle un tono personal y grotesco, más desagradable si se quiere, destacando esa mirada atemorizante, es muy efectivo en lo que se quiere mostrar, un ser incompleto, no terminado. Muy distinto al monstruo clásico de la Universal. Y está bien que sea así, pues la Hammer entregó otro producto, no un remake. Primero, una apariencia física y particularmente un rostro totalmente diferente a aquella icónica figura que todo el mundo conoce hasta nuestros días. Y segundo, una mayor maldad, alejándolo de esa humanidad y compasión que producía la criatura de la década del '30.
Lee enfrentaba un desafío enorme y la tenía muy difícil, pues en el imaginario colectivo de todos (y diríamos hasta la actualidad) estaba grabada a fuego aquella inmortal figura y brillante creación de Boris Karloff. Pero salió airoso, logró entregar otro registro de la criatura, incluso más cercana a la novela original y hasta inspiró a más de una versión posterior.

Pero quiero centrarme en lo que considero es el principal mérito y aporte de ¨La maldición de Frankenstein", de Fisher. La película pone el foco no en el monstruo, sino en su creador y está desarrollada en un extenso flashback (en sentido estricto es un racconto), que es la historia contada por el propio barón. El amo y señor de la función: el Dr. Víctor Frankenstein. Con su complejidad psicológica, su concepto de la ciencia, de la moral y de la vida.
Peter Cushing en ésta -su primera interpretación del barón- y en las sucesivas secuelas de la Hammer, está magistral y carismático. Es EL barón Frankenstein, por antonomasia. El mejor del cine hasta hoy, para mi gusto.
Compone un científico brillante y competente, muy seguro de sí mismo, obsesivo con su trabajo y una absoluta convicción en sus paradigmas. Absorbente, elegante y cortés cuando quiere, de fina ironía y a veces derechamente sarcástico. Pero también es amoral (o podríamos decir, de doble moral), cínico, frío, manipulador, violento cuando alguien se interpone en sus planes, y de una perversidad sin límites. Nada lo detiene en su camino, está dispuesto a todo con tal de conseguir sus objetivos (incluyendo homicidios). De una ambición desmesurada, su ego es inmenso y está por sobre la ciencia misma y por supuesto, por sobre los demás. "No es suficiente con que los muertos vuelvan a la vida. Hemos de crear una criatura desde el principio", le dice el barón a su atónito tutor.
¿Qué es la moral? ¿Qué es el deber ser? ¿Cómo se crea la vida? ¿Dónde y cuándo termina la vida? ¿La muerte es definitiva? ¿Las posibilidades de la ciencia no conocen límites? ¿No hay bioética? (término actual). Son complejas controversias que están latentes y palpitan en el trasfondo de la cinta.

El inicio y el cierre de la película (referidos al mismo momento), son extraordinarios. Aquí vemos reflejada, en la desesperación del barón, su lucha interna, su mentalidad paranoica por lograr su enajenado sueño de crear a un hombre a partir de restos de otros seres humanos. Pero no uno cualquiera, sino la perfección. Esos angustiantes momentos finales del ¨Moderno Prometeo¨, con un Cushing entregado y magnífico, son conmovedores. No muestra señales de auténtica contrición, se desentiende de su responsabilidad por los actos de su criatura y su arrogancia intelectual sigue incólume. "Guarde su consejo espiritual para aquellos que lo necesiten", le dice al sacerdote que lo visita en la celda, en su hora postrera, a quien le cuenta su historia, su verdad. Nadie le cree, nadie entiende su enrevesada personalidad (ni su ex mentor y amigo). Sólo lo ven como un desquiciado más cercano a un criminal, que debe ser ajusticiado y guillotinado.

Esta espléndida película transcurre en su mayor parte en espacios interiores, dentro de una atmósfera inquietante y envolvente, entregando momentos siniestros y detalles macabros. Es de imaginar el impacto que causó en su época de estreno. Al día de hoy podemos seguir apreciando esta notable narración, sus implicancias, cómo se desarrolla, cómo se maneja el suspenso y la tensión.
Para ver y disfrutar el sabor de lo clásico.
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6
19 de mayo de 2022
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Siendo admirador de estas películas de la Hammer desde mis años mozos, esta versión del célebre doctor creador de vida, me gustó menos que las dos primeras cintas de la saga de Frankenstein de la productora británica. Creo que está claramente por debajo de las notables ¨La maldición de F.¨ y ¨La venganza de F.¨ y también de la destacada ¨El cerebro de F.¨ (que es posterior a ésta).

Aquí, si bien tenemos un sugestivo inicio con guillotina incluida, una entrañable ambientación de época (como siempre, marca de la casa), la aparición del barón me trajo reminiscencias de cuando resucitaban a Drácula, no me cuadra ese descongelamiento. Sólo el Conde del brillante Christopher Lee puede resucitar, el Barón escapa a la muerte por otros medios, más terrenales, digo yo.

En esta película el Dr. Frankenstein ya no es el principal foco de atención, podríamos decir que hay dos sub-tramas paralelas, la trágica y breve historia de amor de la pareja protagonista, ambos cargando a cuestas penosas realidades de vida, y el interesante enfoque de la doble moral de las clases altas, de la desigualdad social y de la injusticia del sistema judicial, castigando a los humildes y beneficiando a los poderosos. Nuestro Barón pierde protagonismo, si comparamos con las anteriores versiones donde era el amo de la función.
Sin embargo, Peter Cushing mantiene su magnífica performance actoral, él es EL Dr. Frankenstein en propiedad. Reitera al científico competente, obsesivo, amoral, orgulloso, caballeroso, muy seguro de sí mismo y de fina ironía, a veces directamente sarcástico. Sólo que ahora no crea un monstruo, sino que sigue experimentando entre la vida y la muerte y se introduce en ámbitos más rebuscados. Aquí se encuentra acompañado de otro médico del pueblo, veterano con mucha experiencia, pero de un carácter más moralista, más tímido y mucho menos atrevido que su ¨jefe¨.

La idea de transferir el alma (¿la mente?) de un cuerpo a otro, es original, pero evidentemente exagerada, casi delirante. No obstante, Terence Fisher filma con tal seriedad , oficio y capacidad de síntesis, incluyendo diálogos pertinentes, que la historia se hace entretenida y puede seguirse con atención e interés.

Buen papel, sin brillar, de la bella Susan Denberg, pero me produce ruido cuando en un momento se expresa con esa voz masculina. Claro, sabemos que tiene el alma (¿la mente?) de su novio, injustamente guillotinado, pero se ve extraña. Los demás personajes están correctos y como siempre, estupenda musicalización de James Bernard.
El final, dramático, triste, y el barón abandona la escena cabizbajo, no puede dar con lo que quiere.
KRIVO
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