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Críticas de miguel
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Críticas 24
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
6
19 de noviembre de 2005
12 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
He aquí la diferencia entre una película con ideas buenas y una buena película en sí. Los renegados del diablo no está mal, pero uno se queda con la sensación de que esa historia y esos personajes daban para mucho más. El problema radica en que Rob Zombie no es director y eso se nota. No me cabe la menor duda de que este hombre
tiene grandísimas ideas, pero ¿están bien llevadas a cabo?

Ejemplo: la escena en la casa de Charlie, la música, las drogas, las putas, el ambiente, se respira tristeza, melancolía, cansancio en los protagonistas, pero falta ir más allá. No hay ni un solo plano general en todo la escena, queda demasiado artificial, refrendado además con el efectismo de la cámara lenta.

Otro fallo que tienen muchas películas al tratar un tema morboso es que piensan que con eso su película ya es radical. Le pasa a Carlos Reygadas en Batalla en el cielo y le pasa, en menor medida a Zombie (aunque las pretensiones del cantante, por suerte, están muy lejos del petardo mejicano). Las escenas con Mamá están muy mal rodadas, les falta un ambiente más desquiciado. La ambigüedad del personaje del policía está muy cogida por los pelos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
miguel
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10
16 de noviembre de 2005
76 de 100 usuarios han encontrado esta crítica útil
Olvidaos de cualquier inclinación política que puedan tener, pues una película puede ser apreciada positivamente aunque no comparta con vosotros ideología. Olvidaos de quien es Godard, pues las obras maestras trascienden a sus autores. Olvidaos de la época en la que se hizo la película por lo que acabo de decir. Olvidaos también de la Nouvelle Vague, porque es un movimiento que habla de la libertad y por lo tanto cualquier dogma es inexistente (salvo el del buen gusto). Olvidaos incluso de que estais asistiendo a una película.

La chinoise demuestra lo que el cine, como arte, puede llegar a conseguir. No hace falta seguir los diálogos, ni comprender las imágenes, solo asistir a una experiencia sugestiva en la que los sonidos golpean a las imágenes. Imágenes limpias y sencillas, como si el film fuera realizado en el Renacimiento. Es una película para ver una y otra vez, para comprenderla cada vez más, para atender, si se quiere a sus diálogos y alcanzar el summun del orgasmo cinematográfico que nos propone el que posiblemente es el mejor director vivo, Jean-Luc Godard. Todo cabe en su película, a pesar de que el ámbito de acción se reduce a un pequeño apartamento parisino: el fracaso de las ideologías, la necedad del amor, la incomunicación del ser humano, la insolidaridad...

Godard dijo hace poco: "Matar a un hombre para defender una idea no es defender una idea, es matar un hombre". Fue en su última obra maestra, Notre Musique. Pocas veces se ha definido el mundo y el ser humano de una forma tan genial y sencilla. Quizás esta idea comenzó en La chinoise, una de las películas más geniales del que quizás ha sido el último director capaz de cambiar la historia del cine. ¿Cómo? Haciendo, como dice él, "políticamente cine", a golpe de obras maestras, de cine sincero, complejo, poético, intenso, dramático, combativo, intransigente...
miguel
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9
16 de noviembre de 2005
25 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sobre Demonlover hay mucho que hablar. ¿Es buena o es mala? ¿Realmente importa? No se. Analizándola fríamente es una mala película. Sus imágenes me irritan, su montaje epiléptico me molesta mucho, su vaivenes con la cámara son lamentables. Ahora bien, ¿no es eso lo que busca Assayas? Los personajes se pasan toda la película hablando de la verdad, sobre mundos virtuales y sobre la dificultad de sentir.

Por eso Assayas los encierra en un complejo esquema argumental, no les deja tener imágenes propias. Es una película muy cruel, me ha recordado a Psicosis de Gus Van Sant, ambas hablan sobre la imposibilidad de que el cine continúe utilizando ciertos mecanismos que están a todas luces anticuados. Sin embargo, Assayas va mucho más allá que Van Sant. Muchos de los tópicos que aparecen en este film están presentes en otras "obras maestras" del cine actual, pero Assayas nos las muestra como falsas, como mentira

El problema de Demonlover es que no hay ningún cabo al que asirse, ninguna imagen que nos ponga sobre alerta ante este juego. Le falta una imagen que por fin nos diga: esta es la verdad, a partir de aquí se han ido construyendo mundos artificiales. Falta esa escena y eso obliga a partirte los sesos para llegar a la conclusión de que todo es mentira, de que todo existe de una forma virtual, no real y de la posibilidad de que el cine puede crear objetos reales.

También hay que considerar hasta que punto es necesario utilizar unos instrumentos (narrativos, dramáticos...) malos para construir un discurso coherente. Es decir, ¿tiene sentido el film de Assayas? ¿No sería más lógico hacer un A través de los olivos, un Elephant o un Vento di terra buscando imágenes propias que tengan alguna trascendencia en lugar de negar todas las imágenes, negar el mundo? Para responder a eso hay que volver al Psicosis de Van Sant. ¿Una mala película? Sí, pero no. ¿Puede ir el cine más allá de la experiencia real de sus protagonistas, constituirse en un artificio que tenga un significado real? Creo que si, pero me parece más válido hacer Gerry que Psicosis. Demonlover es una película valiente, diferente (aún utilizando mecanismos trillados), pero a la que le faltan imágenes que puedan decir que hay un camino válido a seguir, que se puede alcanzar.
miguel
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9
5 de noviembre de 2005
39 de 47 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hacer un simple homenaje sería digno de un cineasta menor y no del que posiblemente sea el cineasta más importante del cambio de siglo. Evidentemente, el hecho mismo de hacer una película basándote en el mundo de otro cineasta indica una posición de respeto, pero no es el homenaje rancio, estéticamente vacío que estamos acostumbrados a ver. No. Hou Hsiao-Hsien cree en la válidez del cine de Ozu. Busca al pequeño director japonés en sus encuadres, viaja hasta su mundo para encontrarlo. ¿Por qué? Porque Ozu es la esencia misma de la vida. Es el amor, el respeto, la risa, la alegría. Aún siendo sus películas otoñales y profundamente pesimistas en su resolución, es fácil sentirse desbordado como espectador ante ese mundo y esos personajes que el gran maestro nos mostró en sus películas. Por contra, Hou Hsiao-Hsien, en su anterior film, Millennium Mambo, nos mostraba todo lo contrario, una sociedad completamente deshumaniazada, que avanzaba sin rumbo fijo hacia la total pérdida de identidad.

Preocupado por esa posibilidad, HHH echa la vista atrás y encuentra en Ozu una opción estética comprometida contra la deshumanización. El conflicto entre padres e hijos se traduce ahora en una completa incomunicación, dos generaciones que no se enfrentan, simplemente no se entienden. La protagonista se pasa toda la película intentando encontrar un pasado concreto, visible o tangible, en un Tokio tecnificado y donde los trenes parecen ser un refugio espiritual. La búsqueda de ese Café al que asistía un famoso compositor tiene que ver con la necesidad de reencontrarse con ese pasado del que fue apartada al ser abandonada por su madre. De nuevo vuelve a surgir el problema de esa pérdida de identidad, pero mientras los adolescentes de Millennium Mambo parecían poco conscientes de ello, Yoko tiene la necesidad de ir en busca de su pasado, aunque sea de forma indirecta. Pero esa búsqueda no es solo la de una mujer en una ficción, sino también la búsqueda de un director que busca las raíces del cine, busca su pasado, comprenderlo y así seguir avanzando. Avanzar si, pero sin dejar de mirar atrás. A pesar de que estamos en un "ecosistema Ozu", HHH elude ciertas coincidencias estéticas que podrían hacer pensar en que este film es un mero homenaje. Así, frente a la rígida ascesis de Ozu, el director taiwanes opta por una cámara menos fija, incluso a veces huye conscientemente del "efecto Ozu" aunque el plano no lo necesite. El Café que busca la protagonista se transforma, para el caso de Hsiao-Hsien en Café Lumiere, es decir, navegar, bucear por toda la historia del cine para dotar al cine de una identidad propia, frente a todos aquellos que quieren contaminar el Séptimo Arte con política, filosofía y demás. Y para hablar de la pureza del cine nada mejor que remitirse a Ozu. Para hablar de la grandeza del cine actual nada mejor que remitirse a Hou Hsiao-Hsien.
miguel
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10
22 de octubre de 2005
163 de 259 usuarios han encontrado esta crítica útil
Uno se pregunta por qué hay tanto interés en cargarse a Gus Van Sant. ¿Por qué se le critica por cosas que a él no le interesan? Mucha gente se queja de que apenas cuenta algo en sus películas ¿Y qué? ¿Realmente es fundamental hacerlo? No creo que Gus Van Sant pretenda hacer un drama al uso. ¿Por qué entonces quejarse de que no es tal? ¿Es que solo hay una forma de hacer cine?

Para mí en el cine, solo existe un dogma, el de la VERDAD. A lo largo de la historia del cine, desde Flaherty, todos los grandes cineastas, fuesen cuales fuesen sus estilos, se han caracterizado por situar a su protagonista, como ser humano, en un mundo comprensible (física y moralmente) para el espectador. Roberto Rossellini decía "el principio de lo verdadero es uno simple, mientras que los errores toman múltiples formas". Eso puede ser una definición sobre una base cinematográfica, a partir de ahí se pueden construir multitud de películas.

Hoy en día hay pocos directores que se guíen por este principio. Ahí siguen luchando hasta el último aliento Godard, Rohmer, Chabrol, Oliveira, incluso Bergman, y especialmente Abbas Kiarostami. Estos centauros cinematográficos, a pesar de la indiferencia que público y crítica (la mayoritaria) les profresan, siguen creando, innovando, evolucionando el cine. Pero nadie se puede olvidar de Gus Van Sant, un hombre que parece más interesado en lo que se puede construir a partir de sus películas que en sus películas en sí. Su obra, desde Psicosis, parece convertida en una labor de concienciamiento del espectador. De decirle que existe un camino más allá de lo que estamos acostumbrados a ver. De decirnos a nosotrosque, como espectadores (y algunos también como creadores) que heredaremos el cine, debemos buscar nuestra propia identidad, para que el cine no decaiga.

Y así llegamos a Last Days, la mejor, la más emocionante, bella y radical de sus obras. La deconstrucción narrativa y temporal es total, pero la belleza de la exposición es incomparable. El ser humano enfrentado a una naturaleza que le supera es el auténtico protagonista. Hablarán cuando se estrene del problema adolescente, de las drogas, de Kurt Cobain, pero la película va muchísimo más allá de eso. Es universal. El plano en el que Blake escapa de la casa y sus amigos para simplemente quedarse mirando el lago y el bosque es de una belleza primorosa, de una sencillez y verdad aplastante. Cuando Blake toca sus canciones, cuando rompe su guitarra, parece que es la naturaleza la que grita, el celuloide que se rompe.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
miguel
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