Lo primero: aquí hay un director con talento.

La película no funciona del todo, no tiene todo el encanto que se busca con esos detalles un poco marcianos y esos toques de ingenuidad y además el ritmo no está muy logrado (le sobran muchas escenas), pero se nota una manera de hacer las cosas que estoy seguro de que dará mejores frutos en el futuro. Desde luego, es mejor que muchas películas que se estrenan en el cine.

De todo el batiburrillo de cosas que hay en la película (porque la sensación es un poco esa, de batiburrillo), me quedo con las siguientes:

1. Leticia Dolera: es cierto que nunca ha estado más guapa.

2. La escena de la cena con la pija: un humor más popular, más cercano a "Pagafantas".

3. La escena del parto: me parece interesante que esté contada con ese protagonismo de la música sobre los diálogos.

4. La escena de la cena entre parejas: humor sin diálogos.

5. El chico de los numeritos teatrales en el bar: el del perro creo que es de las pocas cosas que me llegó a arrancar la risa.

En resumen, la película vale más por destellos de talento (del director y de los actores) que como conjunto.

La alquilé en su momento porque un crítico del que me fío la ponía bien (aunque era la típica película polémica y con poca aceptación entre los críticos) y me pareció muy divertida y con giros de guión muy dinámicos. La he vuelto a ver y me sigue gustando.

Por supuesto que no es original, ni tan buena como su referentes más obvios ("Pulp Fiction", "Trainspotting"...) pero sigue funcionando, se mantiene fresca, en parte gracias a su frivolidad, ya que no tiene la más mínima moralina (creo que por eso molestaba a algunos críticos).

Lo curioso es que se me había olvidado por completo que la había visto. No me dejó ningún poso. Quizás también por esa misma frivolidad.

Esta película se acaba convirtiendo en una pesadez tan grande para el espectador como la autopista para sus protagonistas.
No le veo mucho sentido a un guión en el que se introduce un factor desestabilizante en una situación inicial de felicidad idílica y a partir de ahí todo consiste en algo así como asistir a la descomposición de un filete fuera de la nevera.
Consejo a los guionistas: cuando unos personajes actúan tan al margen del sentido común sin que por ello resulten más graciosos o admirables, el interés por lo que les pase desaparece completamente.

¿Qué ganamos con ver esta película? Nada, absolutamente nada. Ya sabíamos de sobra que a nadie le gusta el ruido a la puerta de su casa.

Tiene un planteamiento original, estimulante y lleno de posibilidades,
pero el desarrollo es muy modesto, opta por el camino menos distinguido, el de la comedia romántica.

Sin ser reflexiva ni intelectual, suscita múltiples reflexiones acerca de cómo y por qué nos enamoramos,
pero no arriesga, se queda en la esfera del romanticismo tirando a ñoño.

Tiene un aire de película independiente, con actores desconocidos (o poco vistos), que le favorece,
pero visualmente es bastante sosita y plana.

Deja la sensación de que no se le ha sacado todo el jugo a la idea de partida,
pero es entretenida de principio a fin y la falta de pretensiones hasta la hace simpática.

Película correctísima en todos los aspectos aunque dentro de una modestia que le da un aire de producto para la televisión. Quizá lo que más llama la atención sea eso, que parece un producto más que una obra personal, algo bastante raro en el cine español.

En cualquier caso, uno se queda con la sensación de que las teclas que se querían pulsar en el espectador se han pulsado, aunque haya sido para tocar una melodía bajita bajita.

Mención aparte para Clara Lago, qué tiene el estilo interpretativo más fresco y desenfadado del cine español. La escena de la última conversación con su padre no se podía interpretar de una manera menos ñoña.