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Colombia Colombia · Bucaramanga
Críticas de Andres Botero
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Críticas 322
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
7
4 de septiembre de 2018
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vi “Le jeune Karl Marx” (“El joven Karl Marx”, 2017, Francia), dirigida por Raoul Peck [1953-], director y activista político haitiano. La vida de este hombre es bien interesante por su vida pública, además por su filme “Lumumba” (2000) y el documental “I Am Not Your Negro” (2016); este último fue nominado a un Oscar. El guion de la película que ahora reseño es mérito del propio director, junto con Pascal Bonitzer y Pierre Hodgson. El reparto es de lujo: August Diehl (quien logró reconocimiento mundial por su papel como SS-Sturmbannführer Dieter Hellstrom en “Inglourious Basterds”, 2009), Stefan Konarske, Vicky Krieps y Olivier Gourmet, entre otros. Estamos ante un biopic, esto es, cine biográfico. La obra se centra en la amistad desarrollada entre Karl Marx y Friedrich Engels, y la escritura del Manifiesto del Partido Comunista. Empiezo mis comentarios en torno a los temas estéticos. La película está bien hecha: las actuaciones, la fotografía, la dirección artística, etc., son más que correctas. Sin embargo, no puedo perdonarle a la obra que se haya evitado en algunas escenas el multilingüismo europeo que sirvió de trasfondo al pensamiento marxista. El alemán, el francés y el inglés debieron ser más protagonistas de lo que realmente se ve en la cinta. Además, en la versión que vi, no deja de molestar cómo se insertaron varios diálogos en alemán, desde estudio y no desde la escena natural, pues no todos los actores dominaban la lengua. Europa es ante todo una comunidad multilingüe. Pasando a temas de contenido, el filme genera un impacto positivo en el espectador cuando este es historiador o filósofo, especialmente cuando aparecen, aunque sea de manera esporádica, muchos personajes reconocidos de la época: Proudhon, Bauer, Bakunin, Ruge, etc. Sin embargo, esta misma experiencia positiva se puede tornar negativa pues ese tipo de espectadores no queda contento ante una biografía que se queda en las ramas: muchas veces se le pide al biopic que vaya a la exploración de las ideas y no solo la presentación del contexto, pero no olvidemos que ir al cine no es lo mismo que ir a clases, que estamos ante una película dramática y no ante un documental histórico. En alguna medida, las fuertes críticas que ha recibido la cinta giran en torno a lo anteriormente dicho: que no logra transportar la fuerza de las ideas que tenían entre manos Marx y Engels, para quedarse con la enunciación de un contexto general, el cual, sin embargo, para poder comprenderlo cabalmente exige un conocimiento histórico previo que no tiene todo espectador. Frente a la crítica anterior, solo estoy de acuerdo con lo último: esta obra, por las referencias tangenciales que hace, solo puede ser comprendida por quien tenga un conocimiento de los debates de la izquierda europea de mediados del siglo XIX. En fin, un biopic difícil para el público desinformado que tanto abunda, tristemente, en las salas de teatro, pero muy superficial para el experto. Dos cosas para finalizar. La primera que hay una escena que logró odios o amores: aquella en la que Marx y Engels se elogian mutuamente. A mi no me gustó… pareció más una escena seudo-romántica que una declaración intelectual. La segunda es que se reivindica la labor de la mujer en el surgimiento del comunismo, a pesar de que fueron los protagonistas varones los que pasaron a la historia. En conclusión, es una cinta buena, de la que se puede sacar buen provecho. La recomiendo. 2018-09-04.
Andres Botero
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8
27 de julio de 2018
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vi “Jackie” (EEUU, 2016) dirigida por el reconocido director chileno Pablo Larraín [1976- ], a quien en el pasado le reseñé “No” (Chile, 2012). El guion, del que hablaremos algo luego, es de Noah Oppenheim [1978- ], escritor, periodista y presidente de NBC News. El reparto es magnífico: Natalie Portman (aplausos), Peter Sarsgaard y Billy Crudup, entre otros. La película narra los días inmediatamente siguientes al asesinato de J.F.K., y se centra en las reacciones de su esposa-viuda, Jacqueline, quien estuvo en el centro de la mirada mundial en ese momento. Sobre esta cinta tendría muchas cosas que decir y tengo poco espacio, por lo que deberé restringirme. El primer aspecto está en el guion. Resulta que es una obra, en sí misma, magnífica, lo que explica las nominaciones y los premios que ha cosechado (por ejemplo, en el Festival de Venecia); sin embargo, al tratarse de un ícono de la cultura estadounidense, estuvo en los cajones de los productores durante un buen tiempo, hasta que alguien se decidió, por fin, llevarla al cine: Darren Aronofsky, quien la iba a dirigir inicialmente. El segundo aspecto es que esta es la primera cinta en la industria estadounidense de Larraín (escogido por el propio Aronofsky); esperemos que siga una deslumbrante carrera como otros directores latinoamericanos en dicha industria tan competitiva. El tercer aspecto, es la actuación de Natalie Portman: brillante (nominada en aquel año a mejor actriz, en los Premios Oscar). Esta es una de sus mejores interpretaciones pues logra imprimir un carácter complejo a la vez que necesario al personaje. Obviamente los demás actores quedan silenciados, ante soberbia interpretación, pero no hay nada que hacer, todas las escenas se concentran en ella. El cuarto aspecto, es el tema del vestuario, lo que le valió otra nominación a la película en los Oscar así como en otros eventos, todo mérito de Madeline Fontaine); todos los vestidos que usa Portman son réplicas del vestuario original de Jacqueline Kennedy, ícono del glamour y del buen gusto en su época. Igualmente, los colores de los vestidos corresponden con el estado de ánimo del personaje. El quinto aspecto, está en los hermosos diálogos de Jackie con el sacerdote, donde salen consejos para cualquiera: i) la oscuridad tal vez nunca se vaya, pero hay un momento donde deja de ser tan pesada, y ii) Dios en su infinita misericordia permitió que la cotidianidad nos fuese suficiente. Sintetizando, estamos ante un buen Biopic que no cae en cursilerías o sensiblerías, ni hace concesiones indebidas a la biografiada. Esta obra hace un retrato crudo y justo de Jackie, para dejarle en claro al espectador que estamos ante un ser humano y no ante un ángel o un demonio. Igualmente, al humanizar al ícono, permite que entre el drama trágico; para nadie es un secreto que el apellido Kennedy pasó a ser sinónimo de tragedia, pero no solo en el sentido de infortunio, sino especialmente en el de drama, el que toca la esencia de lo que es ser humano. En esta tragedia aparece la utopía, representada por la canción central del musical Camelot, que tanto le gustaba a J.F.K. La tensión dramática está en la continua disyuntiva de una mujer que está en el límite entre dejarse llevar por el dolor de la pérdida de su esposo (lo privado) y el tener que asumir con la altura del caso su rol de primera dama de un jefe de estado asesinado (lo público). Solo pensar en cómo se manejó la dicotomía privado/público ya da para mil reflexiones. Gran filme. Vale la pena. 2018-07-27.
Andres Botero
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4
26 de julio de 2018
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vi “The Space Between Us” (“Un espacio entre nosotros”, EEUU, 2017), dirigida y coescrita por Peter Chelsom, con una amplia carrera de largometrajes flojos, pero con un reparto interesante: Asa Butterfield, Britt Robertson, Carla Gugino y el gran Gary Oldman, entre otros. La película narra la llegada a la tierra de Gardner (Butterfield), un adolescente que ha crecido en Marte, quien se enamora de una incomprendida estudiante de secundaria (Robertson). Debo decir que tuve muchas dudas iniciales. No soy muy del género romance, pero es bueno, de vez en cuando, salirse de los gustos tradicionales para ver lo que está pasando en otros campos. Además, viendo el protagónico de Gary Oldman, terminé por decidirme, muy a pesar mío. Sí, lo digo de entrada: dos horas perdidas que exigen una gran disciplina del espectador para no dejar empezada la cinta. Como dijo irónicamente el crítico Peter Debruge aludiendo al título del filme: "Si los espectadores que buscan romances saben lo que es mejor para ellos, dejarán algo de espacio entre ellos y esta película". Es que el desenlace es obvio, la trama está llena de clichés y lugares comunes que, tal vez, solo puedan interesar a los adolescentes, aunque la cinta recrea un amor tan idílico y sensiblero que raya con lo ridículo. No entiendo cómo Oldman, e incluso cómo Butterfield quien está haciendo cosas interesantes (por ejemplo en el filme, que ya reseñé, Journey's End, 2017), se prestaron para protagonizar esto. Leyendo algo más sobre la obra, veo información de que la productora estaba pasando por un mal momento económico y, tal vez por ello, el guion terminó siendo lo que fue, creyendo que esto podría reportar un éxito. No le daré más vueltas al asunto: es una mala película. Sin embargo, me estoy convenciendo que no perdí el tiempo, pues hay que ver qué pasa en otros géneros y eso supone aceptar que no todo gustará. Además, este tipo de cine, de cierta manera, afina los gustos del espectador, por lo menos por vía negativa. Finalmente, asumí un ejercicio muy productivo sobre cómo pudo haberse hecho una mejor cinta con los elementos ofrecidos. Se me ocurrió pensar que pudo haberse ahondado más en el drama de la imposibilidad del amor que se cree perfecto, o el dolor de una persona buena, que no ha conocido la maldad del mundo, al encontrarse de lleno, sin preparación, con él. Volvería la cinta un drama, algo personalista pero con un fuerte toque de crítica social, al estilo de Los Miserables, pero con naves espaciales. Pensar en cómo podría reconstruirse la obra me gustó más que verla. 2018-07-26.
Andres Botero
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7
12 de julio de 2018
19 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vi Journey's End (RU, 2017), dirigida por Saul Dibb [1968- ], hijo del documentalista Mike Dibb, y a quien ya le reseñé una de sus cintas previas: “Suite française”, 2014. Esta película en concreto es la cuarta que dirige y la segunda con una trama bélica. El guion es mérito de Simon Reade y R.C. Sherriff y el reparto está conformado por Sam Claflin (aplausos), Asa Butterfield, Paul Bettany (meritorio) y Toby Jones, entre otros. La obra se centra en un grupo de oficiales de una compañía de infantería británica, quienes esperan en las trincheras la muy temida ofensiva de primavera alemana, en 1918, durante la Gran Guerra (como fue conocida la Primera Guerra Mundial hasta 1939). La película, desde lo estético, es correcta. Las interpretaciones son buenas, sobresaliendo la adecuada caracterización de cada uno de los personajes. Al finalizar, todos logran ser apreciados, a pesar de sus diferencias, por el espectador. Hay que agregar que la puesta en escena es pertinente, lo cual es meritorio cuando estamos ante el género bélico, donde la recreación de los escenarios de guerra siempre es tarea más que compleja. Todo lo anterior permite un producto final entretenido; una cinta “que se deja ver” sin problemas, por decirlo de alguna manera. No obstante, para los fanáticos del género bélico, la obra no logra encontrarse con su destino o, mejor dicho, se queda a medias entre sus posibilidades. Resulta que las cintas bélicas tienen tres opciones básicas: las sencillas, (lo que no significa que sean malas) que son las que se quedan en la acción y la adrenalina de la batalla; las complejas, que son las que buscan movilizar las emociones del espectador para que logre percibir la angustia, el dolor y el miedo que están más allá de la adrenalina de los soldados (por demás, varias de estas cintas suelen ser antibélicas); y, por último, las legendarias, que son las que logran armonizar en un buen producto final, ambas cosas ya descritas. En este caso, la película de Dibb no logra ubicarse en ninguna de estas opciones, aunque estaba haciendo méritos para la segunda. Esto es, que –a pesar de ciertos diálogos profundos entre los oficiales– no me transmitió los sentimientos de claustrofobia, angustia, miedo y decepción que los personajes debieron haber sentido en ese momento. Aclaro, eso sí, que “sentir” no es lo mismo que “escuchar”, dado que es continúo en los diálogos que se aluda a dichos sentimientos, pero no hay un intimismo en la narración que lo vehiculice visualmente, que los vuelva reales. Ahora, pasando a otro asunto, invito al espectador a llenar esa falencia sentimental y se ponga en los zapatos (empatía) de un grupo de hombres, hundidos en trincheras fétidas, esperando una ofensiva que ellos mismos saben les costará su vida, en un tipo de batalla donde la mayoría morirá antes de ver siquiera al enemigo, ante unos mandos indolentes, etc. Recordemos que la Primera Guerra Mundial rompió las formas tradicionales de hacer la guerra, sino también la época. Para poner un caso, la visión nacionalista y patriótica que tanto se exaltó del soldado del siglo XIX se quebró en la mentalidad del soldado de trinchera quien empezó a cuestionarse sobre la utilidad de su sacrificio. Otro ejemplo sería el fin de la forma de concebirse las diferencias sociales que se reflejan a la larga en el campo de batalla. Por todo lo anterior, es que los historiadores le suelen dar un mayor puesto, en una “historia de largo aliento”, a la Primera Guerra Mundial que a la Segunda. La Primera Guerra marcó el fin del “largo siglo XIX” y dio inicio a la era contemporánea. Entonces, si bien la película no transmite que las trincheras que atravesaron Europa marcaron un cambio radical de épocas, le corresponde al espectador no dejar pasar de alto este aspecto y así darle mayor contenido dramático a la cinta. Y todo lo anterior cobra mayor importancia justo ahora que estamos cerca de conmemorar un centenario del fin de dicho conflicto. La recomiendo como entretenimiento. En este sentido no se pierde nada con verla. 2018-07-12.
Andres Botero
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7
5 de julio de 2018
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vi “Mi gran noche” (España, 2015), del ultrareconocido director Álex de la Iglesia [1965- ], y escrita por él mismo, junto con Jorge Guerricaechevarría. El reparto es de lujo: Raphael (aplausos), Mario Casas (muy bien), Pepón Nieto, Blanca Suárez y Carlos Areces (aplausos), entre otros. Estamos ante una comedia negra, una parodia irónica y afilada sobre el mundo del espectáculo. Hay que agregar que el nombre de la película corresponde a una canción popularizada justo por Raphael. La cinta narra cómo se graba una gala musical que será proyectada en la Nochevieja, lo que exige encerrar al elenco de artistas y extras para tal fin. En este encierro aparecen una docena de personajes, todos con su propia historia, que terminan por cruzarse alrededor del gran ídolo Alphonso, interpretado magníficamente por Raphael. ¿Qué decir de la cinta? Claramente se ve la mano de su director, aunque estamos ahora en una comedia y no en un drama. Uno de dichos elementos de autor es el encierro que logra aflorar la condición humana sobre los convencionalismos cotidianos; otro sería la narración subversiva, que trasmuta cualquier expectativa del espectador, en este caso para llevarlo a la risa. Hay que decir que la crítica especializada se divide entre los que odian o aman la cinta. Pocos se atreven a un punto medio al momento de evaluarla. Mi criterio es que la cinta es hilarante, en lo que toca con la comedia (aunque debo confesarlo que el esfuerzo por hacer reír se nota demasiado, de manera tal que no fluye con la naturalidad de las películas de culto del género) pero es un tipo de cine al que hay que ir sin muchas ilusiones y de la que hay que salir del teatro sin hacerle muchas preguntas. Resalto, entre varios aspectos posibles, los diálogos (afilados como cuchillos y algunos inteligentes hasta la médula), la trama satíricamente anárquica y las actuaciones de los protagonistas, en especial de Raphael cuya sobreactuación no desentona sino todo lo contrario: le da vida a Alphonso, quien es el personaje que queda en la mente del espectador hasta mucho tiempo después. Solo en un cine así, la actuación de Raphael sería meritoria. Quisiera, eso sí, reflexionar sobre la puesta en escena (película) de una puesta en escena (la gala artística) de lo que es una puesta en escena (la vida misma), lo que se constituye como una fuente de reflexiones y parodias con la cotidianidad misma: ¿acaso nuestro entorno es algo más que un teatro? La recomiendo entonces con los matices señalados. 2018-07-05.
Andres Botero
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