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España España · Madrid
Críticas de Sagitus
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Críticas 29
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
6
9 de mayo de 2012
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Qué sentido cobra el salmón para un hombre de ciencia, para un jeque impulsado por la fe y una abogada, más allá de presentarse como simple instrumento comercial en su importación a la región de Yemen?
“La pesca del salmón en Yemen” es una novela de Paul Torday y recoge un intrincado panorama de propuestas que lo convierten en una extenuante obra de asimilación. Exterioriza, por un lado, un intenso análisis político de los intereses de las relaciones internacionales entre los países occidentales con los orientales, manejados bajo el control de un sistema económico innovador. Por otro lado, la película también construye una aguda sátira a los medios de comunicación y nos muestra cómo éstos actúan para proveerse de lo que a ellos les interesan. Pero lo que hay que destacar es su fondo moral, expresado como una simple fábula, donde nos declara cómo uno ha de escoger una nueva corriente cuando la vida le ofrece la oportunidad de hallar la manera de ser feliz.
Lasse Hallström es un director sueco, inclinado a realizar proyectos de carácter más bien melodramático, especialmente emocionales, que trabajan lo más hondo del sentimiento humano y las expresiones del corazón. Fue candidato a los oscars con su película “Mi vida como un perro” y bastante reconocido por la película de “Chocolat”. En su último proyecto, Hallström nos cuenta el camino que emprende un funcionario, de vida más bien apagada, hacia la felicidad más plena.
El doctor Alfred Jones (Ewan McGregor), científico del Centro Nacional para el Fomento de la Piscicultura, recibe una oferta de un jeque árabe, Mohamed ben Zaidi bani Tihama, para llevar el deporte de la pesca del salmón a las montañas del norte de Yemen. Por supuesto, el proyecto es sin duda una locura y no viable. Sin embargo, el joven científico finalmente marcha convencido que su empresa podría ser objeto de un benéfico trato con los orientales. En el desierto de Yemen, Alfred Jones no sólo aprenderá a reorientar su vida encontrando una inspiradora respuesta en el amor de Harriet (una sublime y energética Kristin Scott Thomas), sino que también descubrirá cómo abrir de nuevo su alma hacia una fe intensa, en sí mismo, así como también en las oportunidades que le brinda la vida.
La fotografía de las montañas de Ouarzazate en Marruecos y las Highlands de Escocia es fabulosa, que dota de magia a la cinta y sus efectos sanadores, tanto en sus protagonistas como en el espectador. La trama, aunque lenta por su profundidad e intensidad, se ablanda gracias a su lenguaje cómico y mordaz.
A veces, uno tiene que darse cuenta de que existen diferentes mareas en la vida, en la que uno, como nuestros protagonistas los salmones, puede elegir entre dejarse arrastrar por el agua o buscar nuevas rutas que nos conduzcan a un mejor caudal.
Sagitus
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6
7 de mayo de 2012
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cada uno es como una caja. En nuestro interior vamos guardando las piezas de nuestra vida y es el conjunto de ellas lo que nos hace seguir hacia delante. Sin embargo, si alguien de pronto abre la tapa de nuestra caja y retira de ella un grupo de recuerdos y acontecimientos que allí teníamos, ¿no estaría también eliminando parte de nuestro ser? Sería como si no hubiéramos dado esos pasos que nos han empujado a crecer, a conocernos a nosotros mismos o a escoger nuestro propio camino. ¿Podríamos volver a recuperarlo todo de nuevo, tal y como lo habíamos conservado? Esa es la cuestión que circula y sustenta la trama de este drama romántico, basado en una historia real.
“The vow” trata la historia de una pareja recién casada, Paige y Leo, que tuvieron un desafortunado accidente de coche donde ella sufrió una lesión cerebral que la dejó en coma durante cuatro meses. Al despertar, se había olvidado de todo cuanto aconteció los últimos años, así como del sentimiento de amor hacia su marido. Ella (Rachel McAdams) oscila perdida en los recuerdos de una vida que fue su pasado y combatiendo para recuperar su verdadera vida, incapaz de igualar o corresponder el sentimiento que su marido le demuestra. Leo (Channing Tatum) se sujeta con fuerza al lazo matrimonial que los une y al intenso amor que siente por su mujer, y se compromete a cuidarla, acompañándola en su adversidad y ayudándola a recuperar su identidad.
Los dos únicos proyectos cinematográficos de Michael Sucsy (“The Green Garden” -con el que consiguió el Globo de Oro y el Premio Emmy- y “The vow: todos los días de mi vida”) están basados en hechos reales. Es un director afianzado en la realidad, que pretende resaltar aquellos acontecimientos desbordantes de fuerza emotiva y positiva –simples historias que recogen sucesos particulares y sencillos, lejos de los grandes escándalos que tantas secuelas y versiones audiovisuales han inspirado- y gestos humanos que bien podrían convertirse en gestas.
La interpretación de los actores cobra una mayor fuerza por su capacidad de demostrar el debate psicológico al que se enfrentan que a través de las palabras. La atención del espectador cae en el personaje de Leo, contagiado por el dolor que él sufre por la pérdida de su mujer y motivado por la admirable postura positiva y de determinación por recuperarla, “amándola tal y como es, no tal y como él esperaba que fuera” y “en amarla, sin importar las dificultades que puedan encontrar”.
El guión peca de algo previsible y algo superficial, carente de más escenas que nos demuestren el drama y apoyen la intensidad del sentido del film. Sin embargo, a pesar de su sencillez y algo descuidada historia, se trabaja con muy buena voluntad y éxito lo que de verdad significa amar.
Sagitus
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7
3 de mayo de 2012
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una apuesta a la que todos debemos enfrentarnos: ¿qué es lo que podemos hacer para cambiar y mejorar el mundo? Es un reto que, como indica el profesor Eugenio Simonet, puede resultar utópico. Sin embargo, así no lo ve Trevor, quien emprende una sencilla propuesta con la que iniciar el bien mayor. Así, se empeña a ayudar a tres personas en realizar algo que por ellos mismos no serían capaces de lograr.
En un principio, el empeño resulta descabellado e ilógico, puesto que pocos son los acostumbrados a recibir un gesto bondadoso gratuitamente y sin importar a quién; sin embargo, es este mismo hito el que contagia a aquellos que lo reciben a responder con su voluntad. La película no cuenta con una gran espectacularidad, pero sí con una desbordante muestra de entrega y afectividad. La historia es inocentemente vista a través de los ojos de un niño que se cría bajo los cuidados de una madre desequilibrada e irresponsable, en los suburbios de Los Ángeles y educado en un colegio donde en el recreo impera la ley del más fuerte. Igualmente, su profesor (Kevin Spencer), es un hombre trastornado interior y exteriormente quien, tras una dura coraza, esconde un profundo dolor por un pasado no muy diferente al de Trevor. El niño, en un principio, convierte la tarea de su clase de sociales en un objetivo escolar; sin embargo, al final lo motiva para darse cuenta que con sus acciones, muchas personas realmente pueden dar un importante salto que los libere de su esclavitud personal.
La directora Mimy Leder recoge el argumento de la novela de Catherine Ryan Hyde para implantar en el espectador la semilla que nos mueva a reconocer que todos nosotros somos capaces de afectar diariamente en nuestras vidas, basta con simples gestos de bondad, que culminen en un mundo mejor. La interpretación del pequeño Haley Joel Osment es brillantísima, que declara una gran intensidad de una manera muy sincera y sencilla, reflejo de la inocente voluntad y empeño de un niño que verdaderamente se siente responsable de cargar con el enorme peso del mundo. Kevin Spencer y Helen Hunt representan los extremos de la balanza que acoge el protagonista de la película: una mujer desequilibrada que encuentra la liberación de sus desconsuelos en un hombre que parece firme y cálido, pero quien igualmente esconde un desorden emocional. Sin duda, la fotografía de la película es bastante sencilla, ya que se centra en captar la esencia de cada personaje, su alma y singularidad, en el significado e intensidad de una mirada o de un simple gesto de generosidad. La trama se muestra tan equilibrada, que vamos viendo los reales frutos de la cadena de favores, expandiéndose entre las personas y convirtiéndose en algo sorprendente, en una ola imparable.
El erróneo sentido del proyecto de la cadena de favores es que los protagonistas que la siguen acaban actuando más como una obligación de continuarla que como un acto voluntario y de entrega total.
Sagitus
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7
27 de abril de 2012
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Paddy Considine nos presenta ésta película, “Tyrannosaur” (símbolo del gran depredador), dedicada a Pauline, su madre, quien no sólo da título al largometraje, sino que también ostenta un papel en la vida de uno de los protagonistas. Luego, la historia no deja de ser una autobiografía y la confesión de una forma de vivir. Joseph es un viudo que ahoga sus desagradables circunstancias en el alcohol y en la violencia y quien, huyendo de sí mismo, conoce a Hanna (Olivia Colman), una mujer de clase medio-alta, religiosa, que desborda su caridad en él.
Joseph (un excepcional Peter Mullan) comienza con la trama y a través de él, vemos a un hombre perdido, ciego de ira, pero que alberga en sí el anhelo de encontrar la oportunidad de reconducir su vida. En el momento en el que descubrimos en Hanna esa necesitada luz, nos introducimos en las experiencias y circunstancias de ésta mujer que parece tener una vida tan cómoda y agradable. Sin embargo, lejos de las apariencias, Joseph y Hanna necesitan de la misma esperanza, la misma redención: alguna muestra de cariño en una historia en la que parece reinar la más completa maldad. El vínculo que entrelaza a los protagonistas es fruto de una unión espiritual, encontrada en el cruce de caminos hacia la esperanza.
Al director, Paddy Considine, ya lo habíamos conocido por sus anteriores trabajos de interpretación, y ésta vez, se atreve a desarrollar ésta historia a partir de un cortometraje suyo (“Dog Altogether”), también protagonizado por Mullan y Colman. Con éste trabajo, de una complejidad simbólica desbordante, encubierto por una pretendida simplicidad, Considine demuestra su más sincera inquietud por una realidad que perfectamente puede ser aplicada a muchos de nosotros. Trabaja los conflictos que sufrimos en nuestro interior, representándolos a través de ese dualismo que nos lleva del bien al mal, del odio al amor, de la violencia al arrepentimiento gracias a una dirección de actores admirable, en la que consigue sacar el espíritu de los personajes con un simple gesto o mirada.
La música de Chris Baldwin y Dan Baker que acompaña la trama, representa ese mismo conflicto del corazón de los protagonistas, chirriante y dolorosa cuando los vemos abandonados en la desesperación, y gratificante y sanadora en los significativos gestos de amor. La fotografía también pretende ser subjetiva, con planos que nos acerquen a la interioridad de los personajes y a sus desequilibrios y debilidades; omnisciente en las excesivas muestras de violencia, deteniéndose en acompañar en el dolor a las víctimas del mal.
Paddy Considine insiste en decirnos que, en nuestra soledad y por nuestra obsesionada individualidad, pretendemos solucionarlo todo con nuestras propias fuerzas hasta quedar rendidos en una ciega oscuridad de desesperación, cuando realmente, uno sólo puede encontrar su camino en el amor redentor de Dios y en el encuentro con los demás de una manera gratuita y sincera.
Sagitus
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7
23 de abril de 2012
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se recrea una sociedad, Panem -heredera de lo que hoy conocemos como los Estados Unidos-, dividida en doce distritos, todos ellos sometidos al Capitolio, sede central del gobierno, abandonado al consumismo y al poder de la imagen. Al producirse una serie de sublevaciones, el Capitolio decidió mantener el control del gobierno creando un espectáculo conocido como los Juegos del Hambre, donde cada distrito debía ofrecer un chico y una chica entre 12 y 18 para enfrentarse a muerte. El ganador conseguiría una vida en libertad y llena de honores. Como ya se advierte en la sinopsis, la autora ha recogido fuentes clásicas, como el mito de Teseo o la tradición romana del enfrentamiento de gladiadores en el coliseo, mero espectáculo para el pueblo, en el que luchaban defendiendo su vida de esclavos o para obtener honor y gloria.
La dirección corre a cargo de Gary Ross, un director algo inexperto (autor de “Pleasentville” y “Seabiscuit”), pero que ha logrado destacar con esta cinta por su notable recreación fotográfica y ambiental del mundo distópico. El hecho de que la novela esté escrita en primera persona, ha llevado al director a presentar la película desde la perspectiva de la protagonista, lo que ha provocado que el resto de personajes quedaran algo desdibujados y superficiales, que acentúan una carencia de empatía por parte del espectador y una infravaloración de las relaciones entre ellos y sus aportaciones dramáticas. La protagonista de la cinta (Jennifer Lawrence, nominada al Oscar por su aparición en “Winter’s Bone”) trabaja su personaje con una notable interpretación, demostrando con facilidad el carácter ambiguo y cerrado de Katniss Everdeen y el desarrollo del conflicto interior al que se enfrenta el personaje. Aunque se ha optado por manejar mayoritariamente a lo largo del film la cámara en mano, lo que dificulta en algunas escenas de acción seguir los movimientos de los personajes, favorece una visión mucho más subjetiva de la realidad que se nos presenta, haciéndonos partícipes y críticos de la ruda situación del mundo de Panem.
La película se centra más en resaltar la violación de la moralidad y el debate de la propia protagonista por mantener el respeto por la vida humana y sus derechos que en el trabajo de los personajes y el mundo distópico, por lo que nos puede parecer algo superficial. La pretensión de resumir una novela que esconde un transfondo crítico de la sociedad, no muy adecuadamente expuesto, en una película, provoca que no se le haya podido dar mucha más fuerza y profundidad. Sin embargo, la cinta nos invitar a tomar conciencia de que, por mucho que se nos haya impuesto una manera de actuar en contra de los principios humanos -donde las personas no son más que meros instrumentos de un espectáculo de diversión, fruto de unos deseos frívolos de placer, comodidad y soberbia-, cada uno tiene la capacidad de reaccionar y de seguir luchando por hacer triunfar al Bien.
Sagitus
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