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España España · Madrid
Críticas de keizz
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Críticas 241
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
9
16 de enero de 2020
8 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
La cámara de Mendes nos hace acompañar a los dos jóvenes soldados por ese campo francés lleno de trampas y enemigos visibles e invisibles en una lucha contra el tiempo para lograr un objetivo. Sufrimos con ellos el agobio del camino por las angostas trincheras, el miedo a cada paso, luchando contra el horror, sin más opciones que seguir adelante. Barro, piedras, zanjas, ríos, ratas, cadáveres en el suelo, bombas y disparos, momentos de tensión asfixiante de la que no puedes escapar. Esto no es ver una película de guerra, es vivirla. Es pasar un rato dentro de la guerra.

Salí ayer del cine pensando que era una suerte que no tuviera que escribir esto hasta el día siguiente, porque estaba tan emocionado con lo que acababa de ver que seguro que exageraría, así que era mejor dejar pasar un día, que todo se posara y tener hoy una perspectiva más clara y desapasionada. Pero me temo que no va a haber mucha diferencia. Cuanto más pienso en la película, mejor me parece. Porque cuando la estás viendo disfrutas de su técnica, y no puedes evitar asombrarte ante lo maravillosamente bien ejecutado que está todo. Pero luego al recordarla te das cuenta de que es mucho más que eso. No es solo un prodigio técnico, es una obra maestra desde todos los puntos de vista que la quieras enjuiciar.

Es tan buena, que creo que cuanto menos escriba de ella, mejor. No hay cosas reseñables porque todo es perfecto. Hacía tiempo que no veía una película en la que la música tuviera tanta calidad y estuviera tan bien acoplada a lo que se ve. Hacía tiempo que no me impresionaba tanto una fotografía como la que se ve aquí, especialmente en las escenas nocturnas. Es que no se puede resaltar nada, cuando todo es perfecto simplemente hay que disfrutarlo.

Los actores, por supuesto, también están muy bien. Los dos principales protagonistas son actores de poco renombre lo que quizá ayuda a que el público empatice más con ellos, mientras que los pesos pesados de la interpretación aparecen muy poco (aunque de manera muy brillante). Hablo de Colin Firth, Andrew Scott y Benedict Cumberbatch.

Siendo, como es, una película bélica, San Mendes nos sabe hablar de la vida, de lo frágil que es, de lo vulnerables que somos, de lo cercana que está siempre la muerte. Cadáveres por todas partes, gente que muere en un segundo, pero también niños que nacen, brazos que los cuidan, la leche que los alimenta. Y se habla de la lealtad, de los vínculos que somos capaces de establecer, de la amistad que brota incontenible. Uno ve la película con el corazón encogido, y se emociona con la emoción de los personajes.

La maestría de Mendes hace que durante las dos horas que dura el film el espectador permanezca absolutamente inmerso en la película a pesar de que la trama no ofrezca muchas posibilidades y de asumir el riesgo de contarlo todo en un pseudo plano secuencia. Porque lo normal es que el espectador se canse, porque no puede subir la tensión narrativa eternamente, pero Mendes lo maneja con absoluta brillantez y va distribuyendo la intensidad con gran destreza, incluso metiendo algunos momentos de descanso como el de el encuentro con la niña o el de los soldados con el salmo. Es, de verdad, una auténtica barbaridad la dirección que hace el señor Mendes.

“1917” es una película maravillosa. Siento que todas las palabras que he escrito, y todas las que podría haber escrito, están de más. Hay que verla, disfrutarla y, si sois tan impresionables como yo, agradecer a su creador este regalo. Vivirla en una sala de cine es una experiencia que no os debéis perder (supongo que verla en la tele será otra cosa).

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keizz
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8
9 de enero de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La última película de Noah Baumbach se llama historia de un matrimonio pero en realidad es la historia de un divorcio. Cuando empieza la película, la pareja ya está en pleno proceso de separación, pues acuden a un mediador para tratar de reconducir lo que ya es irreconducible. A partir de ahí, los abogados, la disputa por estar con el hijo, las pretensiones económicas, todo ello irá fracturando más y más la relación hasta producir una explosión de reproches y rencor.

Baumbach construye una historia emocionante sin grandes efectismos. A los cinco minutos de película ya conoces y te has enamorado de los dos protagonistas, gracias a las cartas que ambos escriben sobre el otro, a petición de un mediador que tratará en vano de salvar el matrimonio. De este modo, el director nos presenta a los protagonistas de un modo rápido y efectivo, dándonos mucha información útil sobre ellos. En seguida sabemos por qué se enamoraron, qué cosas admiran el uno del otro y esas pequeñas cosas tan especiales que todas las parejas tienen. Son dos cartas preciosas que no llegan a leerse el uno al otro porque ella se niega a hacerlo, pero cuyo contenido sí conocen los espectadores.

La película es un viaje por las entrañas de una relación de pareja. Las relaciones nunca son perfectas, siempre hay uno que lleva las riendas y otro que se deja llevar, siempre se van produciendo situaciones que uno deja pasar pero erosionan, y siempre se termina agotando. Pero es precisamente en esta parte final, cuando todo es resentimiento y destrucción, la que Baumbach nos propone visitar, y vemos que incluso transitando por los ángulos sinuosos y oscuros de la separación, el amor aún puede estar presente, que se puede seguir amando a alguien aunque la relación ya esté completamente agotada.

La narración se aparta un pco de lo convencional. Vamos pasando por épocas concretas a través de elipsis en cada una de las cuales vemos el momento emocional en el que la pareja se encuentra, sus situaciones anímicas y el modo en que ambos sobrellevan las cosas y tratan de encontrar el equilibrio entre la ruptura legal, la ruptura sentimental, la necesidad de empezar una nueva vida, y el problema del hijo en común. Es una película de escenas. Hay varias escenas pontentísimas, inolvidables, que compensan esos saltos, a veces abruptos, entre ellas.

He escuchado por ahí que esta película es una versión moderna de “Kramer contra Kramer” y estoy en absoluto desacuerdo. Sin entrar a valorar cuál es mejor que otra, aquella se centraba en el hijo, mientras que ésta se centra en la relación entre los padres. El tema de que haya un hijo de edad parecida y cierto conflicto por el reparto de visitas (que no por la custudia, como en la película de Benton) no es suficiente similitud. Aquí el film ahonda más en el lado emocional de los padres, lo que es una relación de pareja con su magia pero también con su parte corrosiva, esa que hace que uno de los dos pierda inevitablemente su identidad por acomodarse al otro, y también esa desesperación al ver que el otro se va transformando y no hay nada que hacer para evitarlo.

Este camino escabroso por las tripas de una relación nos lo muestran los actores protagonistas de un modo admirable. Driver y Johansson están a un nivel muy alto (más él que ella, en mi opinión) pero también es verdad que las escenas que les prepara Baumbach son un caramelito para cualquier actor. A poco que tengas algo de talento interpretativo, esas escenas son la oportunidad perfecta para lucirte. Yo destacaría aún más a Laura Dern, que firma una interpretación sensacional de abogada arrolladora y sin escrúpulos. Está perfecta. Y no puedo terminar de repasar a los actores sin mencionar a dos que, más allá de que estén bien o mal (están bien, por supuesto), es la alegría que me da volver a verlos en la pantalla después de muchos años sin disfrutarlos. Hablo de Alan Alda y Ray Liotta, que aparecen en pocas escenas pero desde luego en ese poco rato que salen se ponen al mando de la película. Muy grandes.

La película es indudablemente dramática, pero no se recrea en ello ni tiene el almíbar tan caracteristico en este tipo de films. Está aderezada con varios toques de humor, un par de números musicales un tanto discutibles y amenaza un par de veces con convertirse en un drama judicial, pero finalmente no es así, pese a lo cual nos deja claro el terrible sistema judicial americano para este tipo de cosas. A los abogados los pega un buen palo, pero sobre todo al sistema judicial en general, pues además del dolor de separarte, te cuesta un riñón hacerlo. Y si quieres la custodia tienes que demostrar que tienes dinero para mantenerlo, pero entonces puede que tengas que pagarle al cónyuge una pensión para compensar. Se le quitan las ganas a uno hasta de divorciarse.

En la parte negativa de la película hay poco que decir. Personalmente pienso que, pese a que los protagonistas están muy bien, creo que con otra pareja de actores quizá se habría destilado más química. También (y esto es muy personal) creo que el niño está muy lejos de conmover, me resulta un tanto repelente y aporta muy poco a la historia. El guión es interesante pero creo que bastante mejorable. Y por más que pienso no se me ocurren más cosas negativas que decir.

No puedo evitar sentirme encandilado por películas como ésta. Es un film cargado de emotividad, naturalidad y resulta imprevisiblemente creíble. Sin duda, la mejor película de Baumbach hasta el momento. Una obra sólida y conmovedora, que hay que ver en el cine, pues me imagino que vista en un dispositivo con Netflix tiene que ser mucho más difícil meterte dentro de ella, lo cual es fundamental para vivirla como es debido.

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keizz
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8
9 de enero de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mastodóntico film de tres horas y media de duración en las que Scorsese se homenajea a sí mismo, especialmente en la primera parte de la misma, repleta de escenas que parecen sacadas de un recopilatorio de sí mismo, con su inconfundible puesta en escena, su ritmo narrativo tan peculiar, la música cuidadosamente seleccionada, y claro, que no falte esa voz en off. Por si todo esto fuera poco, todos sus intérpretes fetiches forman parte del elenco de la película. Ya lo tenemos todo.

He de decir que estoy en un término medio entre aquellos que piensan que esto es una obra maestra y los que hablan de película profundamente decepcionante, pero mucho más cerca de los primeros que de los segundos. A mí me decepcionó un poco porque es inevitable, porque de la grandeza de Scorsese siempre espero lo máximo, pero también es indudable que la disfruté muchísimo y que su largo metraje es un magisterio cinematográfico por parte del mítico cineasta.

Lo más chocante de la película, por supuesto es el tema del rejuvenecimiento digital. Esta técnica empleada para que actores que rondan los ochenta años interpreten personajes que no llegan a los cuarenta, todavía no está tan lograda como para que no te chirríe. Las primeras escenas en las que ves a De Niro y Pesci cuando se supone que tienen treintaytantos años te quedas descuadrado, porque se les nota mucho e inevitablemente le quita realismo a la película. No puedes evitar prestar más atención a la cara retocada de De Niro que a la propia historia. Y sobre todo que se nota mucho que la cara está rejuvenecida artificialmente pero los movimientos corporales son de octogenario. La escena en que De Niro se supone que da una paliza al frutero es un poco vergonzosa.

Pero a medida que avanza la película te vas olvidando de eso y logras centrarte más en la historia. Además, a medida que los personajes envejecen, los actores tienen más margen para brillar porque cada vez se van pareciendo más a ellos mismos y pueden desarrollar mucho mejor su talento.

Otro pequeño problema que tuve es que no logré conectar del todo con la película, con la historia y con los personajes. Me gustó mucho, pero siempre viéndolo desde fuera, no me integré en el film, no empaticé con los personajes. Supongo que en parte es por el problema de la digitalización que acabo de explicar, pero también por el propio desarrollo de los personajes, a los que siempre vemos como mafiosos o su faceta más profesional, sin que lleguemos nunca a conectar con ellos como seres humanos, salvo en la última parte con De Niro, y no del todo.

Por lo demás, la película rebosa calidad por todas partes. Scorsese demuestra que es un maestro detrás de la cámara y cada escena es un cursillo de cine. Los diálogos, sin tener la brillantez de otras películas suyas, también se te quedan para siempre. Y seguro que con el tiempo la gente recordará aquella pequeña discusión entre Pacino y Stephen Graham sobre si es falta de educación llegar tarde a partir de diez minutos o de quince, por poner un ejemplo.

El tema interpretativo es también un punto a favor. Cuando dejas de ver las caras digitalizadas y puedes empezar a apreciar las interpretaciones, éstas son de muy alto nivel. De Niro está bastante mejor que en sus últimas interpretaciones (aunque también lejos de las mejores), Pacino rebaja un punto su tendencia a la sobreactuación y tiene escenas magníficas en su papel de Hoffa. Y por encima de todos impresiona Joe Pesci. Nada que ver con su papel tantas veces visto, en esta ocasión nos brinda un memorable trabajo de contención, de matices, jamás levanta la voz y nos regala el personaje más sólido y creíble de la película. A estos tres grandes se le suman otros rostros conocidos y que también rinden a muy buena altura como el siempre espectacular Stephen Graham, el también retocado Harvey Keitel, y también aparecen Bobby Cannavale, Anna Paquin, Ray Romano y hasta Steve Van Zandt tiene un breve papel interpretando a un cantante de la época.

Pero no es solo una película de gansters. “El irlandés” en su última parte nos habla de la vejez, del deterioro físico, del ocaso de la vida, de la angustia ante la cercanía de la muerte. Y es entonces cuando se hace más sencillo conectar con la película. A pesar de que todos los que llegan a viejos en el film han sido unos hijos de puta, nos da pena verles en ese estado. El sentimiento de culpa del personaje de De Niro por no haber sido mejor padre, nos produce, por primera vez en toda la película una emoción de conexión con el personaje. Y el cierre del film que hace Scorsese me parece magistral.

Gran película, más allá de las expectativas que cada uno tuviera. Su verdadera dimensión la apreciaremos con el tiempo. “El irlandés” deja un poso melancólico que no se termina de quitar. El crepúsculo del cine de gánsters, el crepúsculo de Scorsese, y también nuestro propio crepúsculo. Una película potente y madura, de una factura impecable, puro arte cinematográfico. Quizá no sea lo que esperábamos, pero estoy convencido de que añoraremos este cine cuando Scorsese ya no esté para deleitarnos con obras como ésta.

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keizz
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7
12 de diciembre de 2019
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película de éxito asegurado, ésta de Rian Johnson, ya que está muy bien hecha, cuenta con un elenco de actores espectacular, y trata sobre el siempre fascinante asunto de un muerto y múltiples sospechosos, algo que siempre ha funcionado, tanto en las novelas como en las películas. Un claro homenaje a Agatha Christie y todos los detectives que a lo largo de la historia nos han deparado tantos momentos inolvidables, desde Hercules Poirot hasta Colombo.

Rian Johnson nos demuestra lo que ya todos deberíamos saber, que no es incompatible hacer una película para el gran público que además tenga alta calidad cinematográfica. Que hay películas que, si se hacen bien, pueden hacer disfrutar tanto al espectador que no le importa entrar a la película diez minutos tarde para hacer la cola de las palomitas como al que va a ver películas de arte y ensayo. Pues bien, esta es una de esas películas, aunque sin duda está más cerca del gusto de los consumidores de blockbuster que de los cinéfilos.

La película está más cerca de la comedia que del cine de suspense, pues hay un tono de parodia en el film que no permite que te la tomes realmente en serio. La caricaturización de algunos personajes (empezando por el detective) y el evidente toque cómico que tiene la cinta hace que haya cierta intriga pero nunca la tensión que tienen algunas películas de suspense que hace que las veas agarrado a la butaca. Aquí es todo distendido, y lo ves con una sonrisa desde el principio hasta el final.

Por supuesto, como pasa siempre en este tipo de películas, las cosas nunca son como parecen, y al final se descubre que no ha sido quien pensábamos sino quien menos se podía uno imaginar. Pero esto es precisamente lo fascinante de este tipo de películas o novelas, esta sorpresa final que nos devuelve a la niñez, como cuando veíamos a un mago hacer un truco que no podíamos ver. Del mismo modo, en estas historias, el detective ha visto lo mismo que nosotros pero lo ha analizado de forma diferente para llegar a una conclusión acertada que se nos había escapado. Así salimos del cine contentos, como los niños cuando han visto un truco de magia.

Como dije al principio, una de las claves de que la película funcione es el plantel de actores que se nos presenta. Algo que ya nos tira mucho a la hora de elegir la entrada qué película compramos. En “Puñales por la espalda” están ilustres veteranos, maestros de la interpretación como Christopher Plummer, M. Emmet Walsh o Frank Oz, otros veteranos pero no tanto como los anteriores que hacía mucho que no veía en la pantalla como Jamie Lee Curtis o Don Johnson; luego está Toni Collette, que siempre estará en mi mente como la protagonista de “La boda de Muriel” y a quien no veía en pantalla desde “Pequeña Miss Sunshine”; está también Michael Shannon, que es uno de mis actores favoritos de la actualidad, la guapísima Ana de Armas, el ya mencionado Daniel Craig, y tambiéns salen Chris Evans, Katherine Langford, Keith Stanfield, Riki Lindhome… en fin, un equipazo.

Además del suspense y la parodia, la película también es una sátira sobre la sociedad y sus prejuicios con los inmigrantes. A Marta, la asistenta del escritor fallecido, todos la tratan bien y se ofrecen a ayudarla de un modo condescendiente, pero en realidad nadie sabe (ni les importa) si es ecuatoriana, paraguaya, uruguaya o brasileña. Junto a esto, por supuesto, el poder del dinero. Los vergonzosos familiares de Harlan Thrombey sienten muy poco dolor por la muerte del patriarca, muy poco cariño los unos por los otros y mucha emoción por la herencia que les quedará.

La película dura algo más de dos horas, pero no se hace pesada puesto que hay continuas sorpresas y giros inesperados, y las ganas de saber qué ha ocurrido en realidad no te permiten aburrirte. Lo que sí considero un pequeño punto en contra es el excesivo y puntilloso recorrido por todos los estereotipos del género, sin aportar algo novedoso al mismo. Pero bueno, por otra parte tampoco me importa mucho, pues en el fondo uno espera esos estereotipos en una obra de esta clase.

Resumiendo, una película muy recomendable para pasar un buen rato, apta para cualquier público, en la que destaca el tremendo reparto (especialmente sorprendente, al menos para mí, Ana de Armas), especialmente degustable para los amantes del género de misterio, divertida y muy entretenida. Mientras salían los títulos de crédito y sonaba el “Sweet Virginia” de los Rolling Stones no podía evitar pensar en lo bien que me lo pasaba hace años jugando al Cluedo. Si alguien quiere una partida, que me avise.

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keizz
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9
5 de diciembre de 2019
5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
El surcoreano Bong Joon-Ho ha sorprendido al mundo con esta película difícilmente clasificable. Es un thriller, es una comedia negra, es una crítica social, es drama, es una absorbente fusión de estilos, visualmente espectacular pero también reflexiva. Una película repleta de ingenio, en el que la tragedia se trata con humor e ironía, y el tradicional tema de la lucha de clases se afronta con lucidez logrando que el espectador se sienta estimulado por lo que ve y se meta con suma facilidad en la historia.

Lo primero que hace Joon-Ho es presentarnos a las dos familias, de cuatro miembros cada una: padre, madre, hijo e hija. Comenzamos a ver a la familia pobre. Desde el primer fotograma nos queda clara su situación. Lo primero que hacen es tratar de robar la wifi a los vecinos, porque les han cortado el teléfono por falta de pago. Viven en un semisótano donde abundan los bichos, y desde su ventana ven la vida por encima de ellos, con vagabundos que se mean enfrente suyo. Cuando llega una fumigación en la calle, en lugar de cerrar las ventanas para que no les entre, las dejan abiertas para que también mueran los bichos de su casa. Está claro, es una familia que se encuentra abajo del todo, en todos los sentidos.

Cuando Ki-Woo llega a la casa de los Park para comenzar a trabajar allí, vemos la otra cara de la moneda, la segunda familia. Una casa enorme, deslumbrante, con grandes espacios, reluciente y llena de comodidades. Con empleada de hogar y chófer. Los Park viven en una casa que se encuentra en lo alto de una pendiente. La familia de Ki-Woo, en un semisótano, en la parte baja. Joon-Ho enfatiza de este modo la diferencia social entre los que están en la cima y los que están abajo del todo.

La puesta en escena y la dirección de Joon-Ho deslumbran continuamente. Su destreza con la cámara dota al film de una embriagadora belleza visual, incluso en las escenas más lóbregas y sucias hay una belleza artística, una composición estética que deleita y hace más grande la experiencia del espectador, aumenta su sensación cinematográfica. Si a esto le añadimos una propuesta narrativa espectacular, repleta de giros de guión y de personajes extraordinariamente bien desarrollados, no es de extrañar que el afortunado espectador asista a la proyección del film totalmente entregado a lo que sucede en la pantalla.

La parte central del film es excelente, cuando las dos familias se complementan y los unos se hacen dependientes de los otros, y viceversa. Y de la tercera y última parte intentaré no decir mucho, pues es muy importante no desvelar lo que sucede cuando todo lo que se ha ido cocinando estalla. Supongo que a esta parte final es a la que más pegas se le pueden poner, aunque honestamente me parece que era muy complicado resolverla y darle un remate apropiado. Personalmente, creo que pudo ser mejor pero tampoco me parece un mal final.

Para que todo funcione como funciona también era necesario que los actores estuvieran bien, y vaya si lo están. Todos y cada uno de ellos rozan la excelencia dotando a sus personajes de la suficiente vida como para que todos sepamos cómo son cada uno de los ocho, en muy poco tiempo.

Bong Joon-Ho se disfraza a ratos de Hitchcock y a ratos de Berlanga, y nos regala una obra redonda, un film que sin duda se convertirá en película de culto. Repleta de secuencias insólitas, “Parásitos” nos estimula y nos desconcierta durante dos horas y cuarto realmente fugaces. No creo que haya una película asiática (y además con una gran carga de crítica social coreana) que los occidentales podamos asumir y entender más que ésta, quizá porque la realidad oriental y la occidental cada vez se parecen más.

Peliculón, sin reservas. “Parásitos” te atrapa, mantiene siempre la tensión in crescendo, y no decepciona cuando se produce el clímax. Por supuesto que tiene cosas negativas, pero son tan pequeñas que es facilísimo perdonarlas. Una película extrañamente bella para ser un thriller, con espectaculares interpretaciones que quedan eclipsadas por un guión sobresaliente y una dirección sencillamente magistral. Hasta ahora he intentado disimular pero finalmente he de admitir que me ha gustado mucho la película.

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keizz
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