Esquematismo barato, actuaciones regulares y polarización de la psicología en la paranoia absurda. Parece como si Medem hubiera querido enterrar en el olvido la polémica de su anterior film (suscitada 'a lo tonto' por asociaciones sin sentido) y hacer un film que no hay por dónde cogerlo. Partiendo de un esquema formalmente horrible y prácticamente desacertado que fragmenta el conjunto del 10 al 0, nos encontramos con un producto alternativo-comercial que encaja perfectamente con la superficialidad del pijipismo, esa joven realidad de niños guapos, risueños y artistas donde los imperfectos no tienen cabida. El intento de emular la esencia interna del Gernika de Picasso es un objetivo perseguido e inalcanzable en el film en esa atmósfera de inestabilidad emocional, sufrimiento y, cómo no, caos.
Las actuaciones dejan bastante que desear; la chica 'aprueba' y algún secundario mejora el film. El sanchopancismo e inaptitud de Bebe hace que su personaje sea insoportable desde el principio y desvíe la atención del film con sus canalladas sobre feminismo barato, que reducen a la mujer a un papel donde quisiera relegarla un machista empedernido consciente del sufrido independentismo del que afortunadamente gozan las mujeres actualmente.
La idea de continuismo sin reencarnación es un tema bonito y materializable, pero la película no lo acaba de engranar con vistas a hacer un film bueno y entretenido, mientras se va perdiendo entre tanta paranoia que hacen del 'todo' algo un poco absurdo. Ese estilo 'tan Médem' se va agotando; vuelve a "Vacas", por favor.