Los millennials pielfinistas que viven el los mundos imaginarios se escandalizarán, pero allá ellos. En un momento de la historia que cualquier tontería ofende a indocumentados, es imprescindible repasar los clásicos.

Una de las grandes comedias (si, nos podemos reír del racismo sin acabar en la cárcel por lo menos a día de hoy) con Hepburn y Tracy. Una producción típica de la época que siempre garantiza un buen rato. Una comedia de situación como las que ya no hay.

Un negro (perdón por lo de negro para quien se ofenda), llega a una familia conservadora con la intención de casarse con su joven hija. Evidentemente ello deriva en una alocada comedia que las personas normales pueden ver sin sentirse culpables.

Película que tiene dos secuelas decentes (cosa rara), que son muy disfrutables. Una época de hacer cine, que desapareció para dar paso a efectos y moralinas políticamente correctas en detrimento de la calidad.