Parece mentira que una película como "Scream" conste de cuatro partes, y es realmente sorprendente como el equipo de esta cuarta se ha esforzado en revitalizar una saga que debía haber finalizado. Por una parte, hay que valorar como Kevin Williamson ha sabido reciclarse y adaptarse a las nuevas generaciones, proponiendo un juego de referencias demasiado obvio y autocomplaciente pero que no deja de ser a la vez delirante y divertido -porque al final la propuesta resuelta ser más fresca que otras copias- y espeluznante cuando debe serlo. Pero a pesar de todo, tanta referencia así misma puede volverse en contra, ya que "Scream" pertenece a una generación de los 90 que ya es adulta para un cine de terror adolescente y en este sentido "Scream4" ya muestra signos de vejez y de falta de audacia, por lo que seguir exprimiendo sus puntos fuertes sería un craso error.
De todas maneras, "Scream 4" mejora con creces el varapalo que significó "Scream 3", ya que el humor se apodera de está y muestra que la historia es tan referencial que se ríe de sí misma y no se toma en serio en ningún momento- véase el prólogo del film que muestra 3 inicios de película entrelazados-, las escenas de suspense mejoran en su truculencia -la sangre fluye como nunca había pasado en la saga- y el último giro argumental se presenta delirante y demente, pero a la vez sorprende y deja un buen sabor de boca que su antecedente no había conseguido.
En conclusión, "Scream4" es un esfuerzo conseguido por obtener más dinero de una vieja gloria que no debería repetirse en una saga kilométrica -como "Viernes 13" o "Halloween"-, acabando en este posible último capítulo (ya se habla de Scream 5 (!)) que sorprende por no dejarse llevar por la idea del "refrito" y el "remake" para ofrecer un entretenimiento para fans y espectadores que simplemente quieran divertirse con Ghostface.