Una idea, Una premisa, una base, un concepto, un boceto, etc... Eso es "Más extraño que la ficción", y ya está. Ahí se queda un esquema cuyo desarrollo es inocente, obvio, flácido, bobo y típico (dentro de su originalidad y rareza).
Sin embargo, la película mantiene el tipo el tiempo que dura y, pese a tener un final alargado hasta el hastío, nunca da señas de flaqueza dentro de lo que es: Un entretenimiento medianamente divertido, con romance de por medio, un Ferrell más serio que de costumbre, y una Gyllenhaal que lo rompe en cada escena, para variar.

Pero apreciarla como lo que es, y compararla con Charlie Kaufman, son cosas ya tan distintas que desentonan en demasía, porque Kaufman, con sus excesos y sus defectos, es uno de esos tipos que tienen una idea y la llevan al límite de una imaginación desbordante y aviesa, sin ponerse pautas, sin dejar que las barreras sucumban ante una historia que da todo lo que podría dar, y más.
Aquí no hay riesgo, la narración comienza siendo sugestiva, su arranque es curiosillo, graciosillo, grato... pero nunca se alcanza el nivel de potente imaginería que el guionista neoyorkino pone en sus escritos vez tras otra, no en vano, el único relato que parecía bastante más blando que los demás, no es otro que en el que Clooney decidió cortar por lo sano y lanzar una peli más mainstreamesca dentro de sus propios márgenes (hablo, como no, de "Confesiones de una mente peligrosa").

Forster, pues, intenta mostrar de nuevo que es un tipo polivalente, pero lo hace, para variar, con sus lagunas, chucherías y poco sentido del riesgo (la única peli en la que recuerdo que realmente arriesgase, fue "Monster's ball", las demás no vienen a ser más que una unión de sus tristes defectos con sus contadas virtudes).

"Mas extraño que la ficción" queda entonces, en un inicio donde su principal concepto es su mejor arma, pero termina siendo derrochada en pro de una estética más visual y resultona, un poco de melaza intentando esconder las falencias de un personaje que no se desarrolla prácticamente nada (no en vano, lo único que sabemos de él es lo que nos narra una seca voz en off) y una conclusión que, para variar, retoma viejos fantasmas y nos vuelve a recordar que por mucho que Forster quiera ser distinto, el lugar de donde proviene no lo es (Hollywood), y eso, a la hora de la verdad, pesa, y mucho. ¿O quizá el propio cineasta es un blandengue? Qui lo sá.