Scream 4 es una película completamente alimenticia, tanto para su director como para los actores de la saga. Pero, claro, decir eso para vender la película no sería ni efectivo ni elegante. Por eso hay que utilizar términos como "autorreferencial", "revisitación humorística y desenfadada" y eufemismos del tipo.
No os dejéis engañar. Scream 4 no tiene sentido en 2011. La disfracen como la disfracen. Solo hay un par de razones para verla: coleccionismo ("he visto las otras tres, ¿por qué no ver esta?") o gusto por el revival. El resto es nada.
La saga Scream es puramente noventera. Es producto de su tiempo y traerla a 2011 es un anacronismo, por mucho que digas "Nueva década, nuevas reglas". No creo que Scream 4 enganche a los adolescentes de ahora. Meter el miedo en el cuerpo ya no es tan fácil. Cuando vi Scream 4 no esperaba cagarme de miedo, sino simplemente divertirme. Al final, ni una cosa ni otra.
Wes Craven y compañía, sois unos listillos. La jugada no os ha salido bien. Y encima habéis terminado de rematar una saga que ya quedó moribunda con la tercera entrega. Se acabó lo que se daba. Espero.