Sin dudas que este tipo de películas asombraba en la década de los ochenta. El mito Rambo pesó fuerte gracias a una estupenda primera entrega que aquí baja en su calidad. Y ello pasa a mi criterio porque la cinta a pesar de tener acción en cantidades asombrosas la misma aburre porque sus exageraciones empalagan. Un filme de acción que nuevamente acusa una crítica al sistema político americano del momento y que exalta el patriotismo a más no poder. Más allá de ello, el argumento transita en el más simpático disparate donde un loco se carga a cuanto enemigo se le atraviese por el camino. Una misión pacífica que no termina siendo tal, una traición que enfurece a nuestro excombatiente, una compañera de batalla muy poco creíble, una interesante ambientación y unas despampanantes escenas de batalla...eso es lo que deja esta mediocre secuela que no llega ni por asomo a lo vibrante y crítica de su antecesora, Y que quede bien claro que no por mucha acción al mejor estilo videojuego se puede suplir los vacíos en un relato que no justifica del todo la realización de esta segunda parte más que para satisfacer las necesidades consumistas de los amantes de la acción más pura y vertiginosa.