Nevada Smith

No soy para nada un amante del género western, ya que prácticamente todas las películas que he visto no me han entusiasmado mucho. Aun así, de vez en cuando me gusta ver alguna para probar suerte y ver si en esa ocasión encuentro alguna historia que me guste.
La verdad es que "Nevada Smith" no me ha decepcionado tanto como yo esperaba. Creo que el secreto está en que no es el típico western, ya que su historia se divide en varias partes. La trama es bastante típica para este género: la venganza. En esta ocasión el hijo mestizo que ve como sus padres mueren a manos de tres hombres que no soportan las mezclas entre blancos e indios. Él recorrerá el país en busca de ellos para quitarles la vida. En ese recorrido, el vaquero inexperto no solo se moverá por el desierto, sino que pisará la cárcel, irá por pantanos o por ciudades. Es estos diversos escenarios, más el tema del racismo lo que hacen que este film se despegue un poco de los otros.
El director Henry Hathaway se encarga de dirigir la historia. Experto en el western, se pone tras la camara para presentarnos esta historia de venganza, donde el muchacho se hace hombre con cada disparo y con cada golpe; y amamantado por el odio y el deseo de sangre.
Steve McQueen da vida a este joven. Una actuación que no es de las más destacables de su carrera, pero que no consigue decepcionar. Junto a él, el siempre magnífico secundario Karl Malden. Un hombre famoso por su característica nariz, y por su gran talento interpretativo. Aquí vuelve a demostrar su capacidad actoral.
En fin, se trata de una película que no decepciona, pero tampoco consigue brillar. Tal vez sea que es un género que no consigue llegarme en su totalidad. El western siempre me crea un poco de rechazo, y salvo en algunas excepciones, suele decepcionarme. Aun así, en esta ocasión "Nevada Smith" no me resultó pesada e hizo que no me aburriera en sus dos horas de duración. Así que para el que le guste este género seguro que le que encantará; y el que no lo aprecie del todo como es mi caso, por lo menos pasará un rato entretenido con su historia y con esa sed de venganza.

“The Carpetbaggers” (Los Insaciables, 1961) fue, sin duda, la novela más exitosa de Harold Robbins. Vendió seis millones de ejemplares y fue llevada al cine dos años después, primero, como un fuerte drama donde el personaje central (también de la novela), Jonas Cord, heredero de una gran fortuna, pero, marcado por la muerte de su hermano gemelo en estado de locura y por el alcoholismo de su padre que también lo llevó a la tumba, termina convirtiéndose en un despiadado multimillonario que no anhela ninguna relación seria con las mujeres, pero sí aspira a hacerse ‘dueño del mundo’. Protagonizado por George Peppard, Alan Ladd y Carroll Baker, este filme lo dirigiría, Edward Dmytryk, con enorme acierto y conservando el título original.

Dos años más tarde, el mismo guionista del filme anterior, John Michael Hayes, retoma de nuevo la novela, pero, esta vez extrae de ella al personaje Max Sand -un expistolero que prácticamente se ocupó de Jonas Cord en ausencia de su padre- quien, cuando llega su momento de reformarse y accede al cine como stuntman, comenzará a llamarse, Nevada Smith.

Pero, este personaje será tomado muy libremente; Jonas Cord jugará un rol bien distinto; entrarán en escena nuevas figuras que se moverán en bandos contrarios… y <<NEVADA SMITH>>, se convertirá en un western que funciona como una especie de precuela de la exitosa película de Dmytryk.

Aunque lejos del nivel narrativo de “Los Insaciables” y la fuerza dramática que este filme posee, el director Henry Hathaway, consigue una atractiva historia donde, Max Sand, se convertirá en un muchacho con una insaciable sed de venganza, luego de que, tres hombres, ávidos de oro, asesinan a su padre y a su madre, una indígena kiowa, por quienes él sentía el más profundo afecto.

Steve McQueen, impone un valioso carácter a su personaje, logrando que simpaticemos con él sin dificultad alguna, no obstante que se trata de un chico analfabeta, terco y no muy atinado en ciertas decisiones. Pero, su innata destreza, su recursividad para abrirse camino y el empeño que pone para llevar a cabo sus planes, lo van convirtiendo en un ser valioso que, quizás, termine aprendiendo algunas cosas de la vida. “Hace falta valor, mucho más valor para renunciar a la venganza que para caer en la tentación”, le enseñará un monje… ¿conseguirá comprender Max el valor de este mensaje?

Un reparto que incluye a la siempre bella, Suzanne Pleshette y a los recordados y muy efectivos, Karl Malden, Pat Hingle y Brian Keith, entre otros, da fuerza a un filme que se deja ver con suficiente agrado.

Puro western clásico protagonizado por Steve Mcqueen, que por aquel entonces estaba en el mejor momento de su carrera, y dirigido por el gran Henry Hathaway, cuya prolífica carrera abarca grandes clásicos como Valor de ley, La Conquista del Oeste o Niágara entre otros.

Es evidente que el guión, basado en una novela de Harold Robbins, es bastante simple y clásico, una familia es asesinada por tres individuos y el único superviviente, Max Sands (Steve Mcqueen) los persigue a lo largo de medio país hasta vengar su muerte. Su deseo de venganza le persigue a lo largo de toda la película, su personaje va evolucionando desde un simple muchacho hasta convertirse en lo que está intentando atrapar. A lo largo de su búsqueda, las personas con las que interacciona intentan disuadirlo de que desista en su empeño, aunque él está decidido completamente a terminar su misión.

Esta aparente mediocridad del guión lo salva el director con un gran reparto, entre los que se encuentran Karl Malden, Martin Landau o Raf Vallone. Sus interpretaciones son sensacionales, apoyadas por una destacada fotografía cuyos planos largos de los paisajes que recorre el protagonista nos hace sumergirnos en su propia piel. Aunque no es el mejor trabajo de Steve Mcqueen ni de largo evidentemente, en líneas generales es una buena película donde disfrutar de un western clásico.

Tres místicos. No Tres padrinos.
Django, El conde de Montecristo, Pigmalión.
Papillón. Muerte en los pantanos.
Todo lo bien que comienza, unos treinta minutos buenos, bien escritos y rodados, las peroratas lecciones del maestro son brillantes, pragmatismo sabiduría en vena, secos y bellos (hasta hay una casa ardiendo sacrificio), se va al garete, al traste o a la mierda según transcurre en un in crescendo narrativo a cada momento más preñado de errores de bulto, inverosimilitudes abismales y disparates importantes que llegados a un punto dices basta, ya más no puedo, que hagan conmigo lo que quieran, no quiero seguir jugando a esto, es imposible continuar luchando a brazo partido con los elementos contra esta obra tan de broma, yo me rindo, me bajo en la próxima, auxilio, socorro, yo no he sido, yo no vine a esto, no estaba preparado para esta deriva, desvío (del paraíso), desatino, semejante giro al simpático infierno engendro tierno.
Es como una novela río comprimida en apenas dos horas de feliz tormento en la que cada aspecto compartimento de la trama casi merecería requeriría un capítulo aparte, cada venganza/búsqueda, cada muerte o sometimiento, desastre o desajuste desbarajuste, cada mujer o esperpento, indio o advenedizo, tanto tiro, paliza, golpiza, desierto, montaña, cuchufleta, cabalgada, remojón y tentetieso.
Kennedy, Malden, Landau, MacQueen, suma y sigue para apenas nada más que aventuras a lo que salga, barullo, encontronazos encontadizos en sucesión inopinada, con el viril Vallone de cura y la guapa Pleshette de cándida eréndida.

Una película tiene muchos aspectos que destacan, tantos como Oscars se conceden, pero para los críticos de El pais, en cuanto sobresale alguno que no les gusta valoran la película como mala. Es este el caso, donde destaca, además de la mirada fija de Steve los valores del guión, el amor familiar y en aquellos tiempos, el deseo de venganza y inocencia que McQueen interpreta a la perfección, sin olvidar las enseñanzas de la Iglesia, que finalmente Nevada acepta para perdonar al asesino de sus padres