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Bajo el signo de Capricornio

Drama Australia, 1835. El sobrino del gobernador, Charles Adare (Michael Wilding), que acaba de llegar de Inglaterra, está invitado a cenar en casa de Sam Flusky (Joseph Cotten), un antiguo presidiario que ha hecho fortuna y que está casado con una de una prima de Charles, Lady Harrietta (Ingrid Bergman). Charles descubre que su prima, que se ha convertido en una alcohólica, está aterrorizada por su ama de llaves Milly (Margaret Leighton) y, ... [+]
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Críticas 41
Críticas ordenadas por utilidad
3 de febrero de 2023
10 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Naufragando con mochilas de culpa. Amores enterrados. Sacrificios que envenenan. Escalas de comprensión y caprichos de alcurnia. Segundas oportunidades. Manipulación afectuosa. Estatus de amor. Complejos del estigma social.

Falla en el tono. Hitchcock recurre a temas explorados con calidad muy inferior. Se aleja de su estilo identitario (quiso repetir la técnica de planos secuencia utilizada en La soga y desistió en pleno rodaje). La obra se apoya en exceso en unos diálogos con pretencioso dramatismo. La sobreactuación de los actores la distancia. Su atmósfera es débil. El suspense escaso. Los distintos enfoques de amor se sienten forzados. Es ingenua y con deliberada intención recaudadora.

Ya lo dijo Joseph Cotten, una mierda demasiado cursi. Su fracaso no sorprende.
La puerta de Tannhäuser
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1 de abril de 2015
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me aburrí entre bastante y mucho casi todo el metraje.
En los dos primeros tercios de la película, lo único que hace que no la abandones, son los ingeniosos diálogos del petrimetre "Salvador" de Ingrid Bergman. A mí no me parece que esté mal elegido. Su pinta un poco de lechugino, con cara de pollito de gallina y cuerpo de grillo, me parece perfecto para el personaje. Además tiene con diferencia las mejores líneas de texto de la película (mérito del guión, no suyo. Pero ahí están) que dotan al personaje de un cierto humor gélido y cínico, cuyas pocas líneas en ese sentido constituyeron, como dije o quise decir, lo único que me hicieron no abandonar la película durante sus dos tercios iniciales. Sus interpretaciones en este sentido se limitaron a rellenar el personaje con su propia "petrimetrez", pero resultó suficiente, en mi opinión.
El resto de los personajes están desaprovechadísimos y... como mal colados. Bergman en lugar de borracha, parece una lánguida florecilla a punto de desmayarse cual dama de cuento. Sus intentos de caracterización cuando la gobierna el alcohol, se limitan a afearla con unos peinados horrendos, unos sobreros tan escandalosamente horribles que desviaban la poca atención por la trama que hubieran conseguido hasta ese momento, brillando en su fealdad como faros en la noche, llenando el vació de interés hacia sí mismos, consiguiendo distraerte del poco interés suscitado hasta el momento. Efecto parecido conseguían unos vestidos que parecían hechos con los restos de mandilones de un jardín de infantes, llenos de abullonados y tal profusión de enormes lazos, que no sólo te desviaban de la trama, sino incluso de la propia Bergman, que parecía bajo toda esa espantosa parafernalia, una especie de botijo cursi (Y ya es difícil hacer parecer a Ingrid Bergman, un botijo cursi).
Las fases en que no estaba borracha, la vestían y peinaban de un modo más normal. Y esa era toda la caracterización (como si lo que distinguiera a un borracho de un sobrio, fuera la elección del sombrero y el número de lazos imposibles de su vestuario).
Cotten, actor que me encanta, no me parece del todo apropiado para el papel. Tiene una cierta clase natural que no fue capaz de abandonar y hace difícil que una se lo crea como mozo de cuadras. Y tiene un aire sereno en todo momento que mantuvo incluso en sus supuestos ataques "pasionales" haciéndolos poco menos que increíbles.
Otro cantar es el ama de llaves que me pareció magnífica. Qué interpretación!.
El último tramo cobra interés pero como dije, ya pilla el cuerpo algo harto (sobre todo tras el infinito monólogo de la Bergman sobre las cirscustancias que llevaron a la situación presente, que parecía no tener fin. No estaba mal interpretado ni nada, pero ese tocho de guión, contando la película al completo, no había alma que lo salvara.)
El argumento en general, aunque un poco "culebrón", hubiera dado para algo infinitamente más interesante de lo que resultó ser esta película.
La ví entera porque era de Hitchcock, la verdad (y porque me chincha la tira dejar una peli o un libro por la mitad, aunque desespere de infelicidad). Si no, la hubiera abandonado, posiblemente antes de llegar a la mitad.
Choco
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19 de abril de 2008
16 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
Siguiendo mi instinto jamás debí haber visto esta película. Algo me decía que no pero...ah ¡cómo iba a negarme siendo Hitchcock el director!. Rápidamente comprendí que nadie es perfecto.

La historia no seduce porque, al fin y a la postre, es un melodrama romántico. Las desavenencias conyugales de los protagonistas se habrían solucionado con una conversación, pero aquí la cosa da para dos largas horas de película. Para colmo se repite el personaje del ama de llaves, tan acertado en Rebeca pero que aquí es como un sucedáneo insertado de mala manera. Lo único que se salva es la ambientación y el tratamiento de la luz en algunas escenas (por cierto mejor habría sido en blanco y negro, el color es de espanto).

Tan sólo me pareció recordar a Hitchcok en un plano: el de la copa de coñac que avanza hacia la protagonista. Pare usted de contar.

Y eso no es que sea muy poco, es ínfimo.
Francie
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1 de julio de 2013
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para Hichcock, esta película supuso uno de los peores sinsabores de su carrera. Una espina clavada en su alma artística y sobre todo financiera. Era el segundo proyecto (tras “La Soga”) de esta nueva compañía, “Trasantlantic Pictures” con un presupuesto de 2.500,000 $, que era un pastón para la época, cofinanciada con Warner Bros. Para el cineasta, sin embargo, el proyecto comenzó planteándose como la culminación de su carrera. Era la obra que iba a marcar el regreso a su país natal, después de etapa americana bajo la férrea mano del productor David O. Selznick, del que no guardaba buen recuerdo. Precisamente había formado esta productora con su socio, Sidney Berstein, para su independencia artística.

“Under Capricorn” narra la historia de los amores de una dama y un mozo de cuadra, un tema que puede recordar a “El amante de Lady Chaterly”, la novela, no la erótica película. También recuerda a pasajes de “Rebeca” o “Cumbres Borrascosas”, melodramas románticos donde la diferencia de clase (Señora y criado), crean un obstáculo insalvable en la sociedad de esa época victoriana y colonialista. Lady Henrrieta abandona su mundo por amor, por huir con su amante, “se degrada por amor”, según Hichcock, que siempre reconoció haber hecho esta película por Ingrid Bergman (en mi opinión excelente actriz de una belleza fascinante). En cambio creo que se equivocó con la elección de Joseph Cotten para el papel del marido y mozo de cuadra Flusky, quizás Burt Lancaster con su físico rudo y atlético, hubiera sido perfecto, el personaje debía tener las manos callosas y olor a estiércol.

El resultado es una película sombría y teatral cuyos personajes hablan sin parar callando lo esencial, el guión, mal construido no termina de convencer, y lo que es peor, cuesta indentificarse con los personajes, como este primo del gobernador, Charles Adare (Michael Wilding), un estúpido petimetre sin gracia ni inteligencia que puedan hacerle digno de la función que el guión le asigna. La ama de llaves Milly (Margaret Leighton) es una grotesca encarnación de la maldad gratuita, a años luz de la sra. Danvers de “Rebeca”. En mi opinión lo mejor es cuando Hitchcock pone las cartas sobre la mesa, por fin, y nos arrastra con sus personajes bien avanzada la historia, en un furioso torbellino de confesiones, mentiras, sacrificios y celos asesinos, que hacen creíbles a los personajes que hasta entonces no existían más que en la mente de los autores o en las páginas del guión. Añadir también la excelente fotografía del maestro Jack Cardiff que crea una atmósfera romántica y fatalista.

Pero lo que más perjudicó a la carrera comercial de la película y la consiguiente ruina de la recién creada Trasanlactic Pictures, fue el escándalo que se creó contra Ingrid Bergman en las fechas del estreno del film. Es sobradamente conocido el "affair" de Ingrid que abandonó a su esposo e hija en América para irse a Italia a vivir con Rossellini y hacer algunas películas. La Bergman tras ver “Roma, ciudad abierta” se enamoró del neorrealismo y de Rossellini, enviándole un telegrama que decía: “Si necesita una actriz sueca que hable perfectamente inglés, que no ha olvidado el alemán, a quien apenas se entiende en francés y que del italiano, tan sólo sabe decir, < ti amo >, estoy dispuesta a hacer una película con usted”. Evidentmente las ligas de la decencia ultraconservadoras la cruzificaron como una vulgar ramera y la película fue olvidada y proscrita.
Antonio Morales
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31 de agosto de 2005
12 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nos olvidamos a veces de que genios como Hicthcock, irónico y amable mago del cine de crimen, suspense y terror, no siempre dirigen películas tan inolvidables y grandiosas como Rebeca, Los pájaros, Psicosis, La soga...,y tantísimas otras que hicieron, durante décadas, las delicias de los aficionados al género, y que continuamente se reponen. Este es el caso de "Atormentada", curiosa mezcla de drama romántico y folletín de época, desarrollada en Australia y en la primera mitad del siglo XIX. Una gran actriz (nada menos que Ingrid Bergman) y un buen actor (Joseph Cotten, al que hemos visto reiteradamente en papeles de hombre atormentado y taciturno) son los principales protagonistas de esta incursión del maestro por terrenos más convencionales, pero no consiguen bordar la historia inolvidable que siempre se espera de las estrellas de Hollywood, mucho más cuando dirige
Hichtcock. No es tampoco, ni mucho menos, un bodrio indigerible, sino una obra menor de la filmografía de ese genio que nunca obtuvo un Oscar, pero que se mereció unos cuantos. ¿A qué sí?
ANTOINE
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