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Becket

Drama Inglaterra, siglo XII. Drama histórico en el que se narran los enfrentamientos entre Enrique II Plantagenet, rey de Inglaterra, y Thomas Becket, que llegó a ser canciller y después arzobispo de Canterbury (desde 1162). Las desavenencias entre ambos comienzan cuando en 1164 (Constitución de Clarendon) el rey lleva a cabo una reforma del sistema judicial que reduce substancialmente las prerrogativas de la Iglesia.(FILMAFFINITY)
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Críticas 28
Críticas ordenadas por utilidad
16 de octubre de 2010
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Siglo XII, los intereses del rey normando Enrique II de Inglaterra (Peter O’toole) chocan con los de la iglesia, con quien no logrará congeniar de ninguna manera. Para lograr hacerse con el poder del clero, Enrique II nombrará a su amigo y sirviente Tomás Becket (Richard Burton) como Arzobispo de Canterbury para así tener a la iglesia de su lado.

Las interpretaciones de O’toole y Burton son notables, destacando la del primero que da vida al rey Enrique II de Inglaterra, un hombre caprichoso, egoísta, juerguista y porque no decirlo, un Don Juan en toda regla de la época. Virtudes que no descreditaban su gran habilidad como Rey de Inglaterra, Duque de Normandía y Aquitania y Conde D’Anjou. Destacar que Peter O’toole repetiría cuatro años más tarde el papel de Enrique II en la adaptación teatral llamada “El león en invierno”. Burton, interpreta a Tomás Becket, un hombre sin un ideal definido que se acabará ganando la confianza del Rey hasta tal punto, que se convertirá casi en su mentor. Destacar que se convirtió en el primer inglés, desde la Conquista normanda, en ocupar un alto cargo. Así pues, en la película podemos apreciar como en no pocas ocasiones llaman a Tomás Becket “sajón” de manera despectiva, lo que da a entender que a los normandos no les hacía mucha gracia que un inglés tuviera un cargo tan alto dentro de la corte real.

La trama se centra en torno a estos dos personajes, los cuales a medida que avanza la cinta irán distanciándose poco a poco hasta tal punto que la amistad que conservan, se acabará difuminando sin poder tener opción a recuperarla.

Es curiosa la casi obsesión que mantiene Enrique II de Inglaterra por Tomás Becket, al sentirse traicionado y sólo tras ser nombrado su amigo, Arzobispo de Canterbury. Una serie de hechos que harán que Becket sea asesinado tal y como vemos al principio y que a medida que vayamos viendo el film se nos irán explicando.

Los diálogos que se ofrecen en la historia son excelentes, resaltando los que mantienen Enrique II y Becket de gran interés. Unos diálogos que le valieron a Becket (1964) para alzarse con el único Oscar al mejor guion adaptado de las 12 nominaciones a las que optaba.

(Sigue en el SPOILER sin desvelar detalles del argumento por falta de espacio)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
SCuenca
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3 de enero de 2010
10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Siempre, me han atraído especialmente las películas históricas ,pues aparte de ver buen cine te estas empapando de un trozo de historia. Los Británicos siempre han tenido buena mano para ellas sobre todo si se trataba de un pedazo de su historia.
Cuantas versiones se han echo de Enrique VIII, de Isabel I, Thomas Moro, María Estuardo y demás personajes de la realeza.
Casi todas ellas, con buen oficio y rigor histórico. Además de grandes medios y excelentes actores que ya habían curtido antes sus papeles en el teatro.
Becket, debe de estar sin ninguna duda en los mas altos peldaños del escalafón del cine históricos por muchos y variados motivos.
-Gran respeto a los hechos históricos acaecidos, pues creo que los acontecimientos que aquí se narran, no defirieron mucho de la realidad del momento.
-A pesar de su origen teatral, la obra tiene ritmo cinematográfico. La acción transcurre de manera ágil y dinámica.
-Sobria dirección, a cargo de un hombre que no se había distinguido antes con grandes películas, salvo "El cardenal" sí acaso.
-Muy buen plantel de actores, sobre todo Richard Burton, Peter O´Toole, y Jhon Gielgud. Sus trabajos son tan sentidos, que es difícil imaginarse a otros en su lugar.
-Y por encima de todo, creo que si algo deslumbra por encima del resto, es su inmaculado guión. Que maravilla de diálogos cargados de sabiduría, ironía, cinismo, pasión, tensión, y hasta un agudo sentido del humor.
Sin duda, una cinta larga, pero que se hace corta, porque paladeas con satisfacción cada escena, cada dialogo, cada plano, cada gesto...muy recomendable.
No diré nada, sobre la ofensa que le hizo la academia al darle un solo Oscar, sobré once nominaciones, porque ya lo han contado perfectamente otros usuarios.
Pero, sí quiero terminar diciendo que es una lastima, que a día de hoy solo, se haya editado la película en DVD, en una edición de kiosco, sin restaurar, sin la calidad de visionado que la obra se merece. Cuando se hacen innumerables ediciones de otras cintas de calidad muy discutible.
Walter Neff
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15 de mayo de 2010
11 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un hombre íntegro, con principios, y predispuesto siempre a la búsqueda de la lucidez existencial, sólo le debe lealtad a Dios, al amor y a la verdad. Pero, un rey, aferrado a los privilegios del poder y del vasallaje, sólo le deberá lealtad al sostenimiento de su trono a como dé lugar, pues cuando se cae en la trampa de la “superioridad”, es más fácil traicionarlo todo que renunciar a la “grandeza”.

Lo extraño, y a la vez admirable, en este maravilloso filme dirigido por Peter Glenville, es que vemos al rey, Enrique II, como un hombre que reconoce la amistad donde ésta se da y la valora casi hasta el límite de sus propios intereses.

La relación que se da entre él y su amigo, canciller, y luego su arzobispo de Canterbury, Thomas Becket, contiene el más notable, conmovedor y entreverado conflicto de emociones que hayamos visto por mucho tiempo en una obra cinematográfica. Diálogos agudos, profundos, capaces de sustraer la dualidad que se agita en el hombre conteniendo su grandeza y su fragilidad. Unas actuaciones vividas hasta rozar las entrañas de sus personajes (magníficos Peter O´Toole y Richard Burton); una recreación histórica de gran rigor, y el más impecable registro fotográfico por parte de Geofrey Unsworth.

Lo que resplandece en el filme son dos seres humanos con todas sus contradicciones, sus matices y su capacidad de enfrentar al mundo para defender una amistad que, en el ejercicio de lo que es justo, quizás encuentre sus propios límites. La obra da para trascender la epidermis de sus gloriosos personajes, y permea el alma, presiente el corazón y teje un hecho “histórico” que merece recordarse para siempre.

Estamos en el siglo XI. Se vive una época de confrontación entre los Normandos quienes detentan el poder con un régimen de opresión harto excluyente, y los Sajones (pueblo de origen germánico que se estableció en Inglaterra desde el siglo V), que repelen, sin mayores recursos, a un rey que es “un eterno adolescente atento sólo a sus placeres”. Pero, cuando el poder pretende jugar con la voluntad de los seres humanos, llegará el momento indefectible, en que se llevará las más extrañas e inesperadas sorpresas.

“BECKET” es cine esplendoroso que renueva el sello de la perennidad al arte cinematográfico.
Luis Guillermo Cardona
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20 de abril de 2010
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
122/05(05/04/10) Buena cinta histórica con el elegante sello británico, donde los actores brillan de forma extraordinaria y el guión destila gran fuerza. El argumento está basado en una obra de Anouilh, situado en el Siglo XII, va sobre la pugna entre el Rey de Inglaterra Enrique II (soberbio Peter O’Toole), frente a el arzobispo de Canterbury Becket (excelente Richard Burton), en Inglaterra había un gran choque entre la Iglesia y los intereses del país, y la solución es para Enrique II colocar a su mejor amigo de Arzobispo de Canterbury, Thomas Becket, o sea el que gobierne la curia inglesa, pero una vez es embestido Arzobispo, Becket siente la llamada de Dios y decide defender los intereses de la Iglesia en contra de su mejor amigo y Rey. La historia en su comienzo me recuerda al film de Orson Welles ‘Campanadas a medianoche’, donde un Rey inglés, Enrique IV es un parrandero que lleva en sus andanzas a su mejor amigo, en este caso Falstaff (fantástico Welles), aunque en su desarrollo difiere bastante y se acercar a otra cinta histórica inglesa ‘Un hombre para la eternidad’, donde la amistad de otro monarca, aquí Enrique VIII (Que curioso, todos Enriques) y Tomás Moro, deriva en un enfrentamiento encarnizado donde la integridad y el Honor de Dios es un muro insalvable entre los dos antiguos colegas. El guión de Edward Anhalt es un prodigio de grandes diálogos, donde el cinismo y la pasión se desbordan, creando situaciones de enorme vigor, de las que emocionan, donde las dos fuertes personalidades nos regalan dos soberbias interpretaciones antagónicas una de la otra, mientras Peter O’Toole compone a un soberano extrovertido, carismático, arrollador, que ensombrece a todos con su portentoso carácter, Richard Burton es todo lo contrario, sutilidad, matizado, contenido pero desprendiendo majestuosidad, hidalguía e integridad, los dos juntos paren un duelo magnífico. He leído bastantes críticas de esta película y en ninguna he visto referencia a la evidente relación amorosa-homosexual entre los dos protagonistas, más de una vez Enrique II dice lo mucho que ama a Becket, de ahí lo mucho que le duele que no esté de su lado, no es porque traicione a la monarquía, no es porque traicione su fuerte amistad, es por celos de que Becket ame más a Dios que a él, yo entiendo el argumento como una historia de amor entre dos hombres que evoluciona hacia un dramático desenlace. Tiene el hándicap de estar lastrada por una más que marcada puesta escena teatral, nunca dejas de tener la sensación de estar ante un escenario representando una obra teatral, esto le resta veracidad y dinamismo al relato, parece todo muy artificioso. Recomendable a los que gusten de magnos duelos actorales en medio de hechos históricos. Fuerza y honor!!!
TOM REGAN
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26 de junio de 2013
9 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Acercamiento a dos figuras vitales de la historia medieval, concretamente, del siglo XII, Thomas Becket, el Arzobispo de Canterbury (Richard Burton) y el Rey de Inglaterra, Enrique II (Peter O'Tole). La relación de estos hombres o bien la figura del religioso ha dado para numerosas recreaciones literarias que pueden ir desde "Asesinato en la catedral" de T.S. Eliot a "Los pilares de la tierra" de Ken Follett. En el caso concreto que nos ocupa Peter Glenville lleva a la gran pantalla la adaptación cinematográfica de la obra teatral de Jean Anouilh, "Becket o el honor de Dios", dicho sea de paso y a modo de crítica, pieza no muy fiel históricamente.

Esta película es un trabajo sólido, no en vano tuvo 14 nominaciones a los Oscars, en el que destaca la gran labor de sus primeros actores, un buen guión, una puesta en escena monumental en el que priman los espacios amplios y abiertos y la sobriedad del cine británico. Sin embargo me suena demasiado teatral y su visión es demasiado ácida y fría para entusiasmar. Para visión de la Edad Media prefiero a Robin Hood. Claro que aquí hay un duelo humano entre dos amigos y enemigos que es lo mejor de la película si bien resulta parcial. Os confieso que me cae mejor el rey que este arzobispo tan poco simpático (SPOILER).

Becket lo que demuestra es una obstinación fruto del orgullo y un fanatismo que le convirtió en el clásico asceta de cilicio y disciplinas. Además, su defensa de la independencia del clero respecto al poder civil, lo que le llevó a enfrentarse con el rey, era una tremenda injusticia. Recordad que hasta por un homicidio, un religioso, incluso con órdenes menores, salía bien parado pues no existía en su ley ni pena de muerte, ni apenas cárcel sino sólo multas y penitencias. Por lo demás, Enrique II fue un gran rey que puso en orden un reino caído en la anarquía e hizo justicia, y no una especie de pelele envidioso como sale aquí.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
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