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La herida

Drama Ana (Marian Álvarez) es una mujer de 28 años que se siente útil y satisfecha en su trabajo rutinario ayudando a otros. Sin embargo, fuera de su jornada laboral, Ana tiene serios problemas para relacionarse, pues es socialmente torpe, incluso agresiva, con las personas más cercanas y queridas. (FILMAFFINITY)
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Críticas 104
Críticas ordenadas por utilidad
4 de octubre de 2013
8 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es probable que a uno le toque enfrentarse en su trabajo a situaciones desconocidas en su vida personal. Así, a un actor puede llegarle el día en que le corresponda representar un ataque de ansiedad sin haberlo padecido nunca antes. No ha de ser nada sencillo.

Ahora bien, mucho más difícil ha de ser representarlo cuando se ha sufrido. Difícil no tanto en el aspecto técnico como en el personal. Ha de experimentarse una concatenación de sentimientos de difícil control, que pugnan por desbordarle a uno. Por este camino debe de orientarse la llamada introspección del actor para descubrir en su interior al personaje que representa.

Desconozco cuál ha sido la opción de Marián Álvarez para componer a esa joven que carece de la mínima habilidad social. A quien la menor contrariedad le genera una crisis en espiral y cuya profesión sanitaria le ocasiona un desgaste afectivo añadido e irresoluble. Sólo pienso que su interpretación en «La herida», de Fernando Franco, ha sido magistral. Ella sola conduce esta ópera prima, participando en todas las secuencias del film, transmitiéndonos la acción y los sentimientos de la trama.

La actuación principal no es el único elemento remarcable de esta obra. Fernando Franco transmite soledad e incomunicación, frustración y dolor, valiéndose de su cámara y de los intérpretes como medios de expresión cuyo valor ensalza. Minimizando el uso de recursos artificiales como fondos musicales o diálogos impostados, dosifica el ritmo narrativo y deja que fluyan acción y argumento, culminando una dirección magnífica.

En la información de presentación de «La herida» se enfatiza que el personaje adolece de una dolencia llamada Trastorno de la personalidad, la cual no aparece citada en ningún momento del metraje. Ello atraerá sin duda al público interesado en la psicología.

Por mi parte, el comportamiento del entorno familiar de «La herida», ese no saber querer, me hace pensar por contraste en aquella entrega ciega que interpretó Juan Diego Botto en «Todo lo que tú quieras» (NNOO 1513). Probablemente no representan personas diferentes sino diferentes aspectos que conforman la poliédrica realidad que a lo largo de su existencia encarna un solo ser humano.
Inaki Lancelot
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10 de febrero de 2014
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una película que no deja un buen sabor de boca. El ambiente que se respira en toda la cinta asfixia y ahoga. La tristeza más allá de la tristeza, la desesperación y el hastío por cada segundo de cotidiana realidad. Una actriz que llena la pantalla con su mirada perdida, sus adicciones, sus heridas. Me parece muy difícil hacer lo que Marian Álvarez a logrado transmitir: nihilismo en estado puro, con una gran sinceridad. Absolutamente gris y oscura , totalmente recomendable aunque sea como el limón en las heridas.
pilar
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11 de febrero de 2014
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Conozco de primera mano los efectos de convivir con una persona con TLP y por eso vi esta película.

A mi parecer, el aspecto de los síntomas está muy bien retratado, tanto que la película prácticamente no tiene historia y básicamente se limita a exponernos una a una las conductas y pensamientos irracionales que tienen estas personas. Casi podría haber sido un documental (como su director dijo que pensaba hacer en un principio) y apenas habrían cambiando un par de aspectos en el metraje, y es que están prácticamente todos: La conducta autolítica, la purgativa, la impulsividad, las relaciones sexuales disfuncionales, los robos, los sentimientos de soledad, el miedo al abandono, desconfianzas con las personas más cercanas, el abuso de sustancias, la inestabilidad emocional, la negatividad, y no sé si me dejo alguno, que lo estoy haciendo de memoria.

Respecto al reparto, bueno, básicamente solo se puede hablar de la protagonista, quien realiza muy bien su trabajo y transmite una acorde angusta existencial, que acapara el centro absoluto de atención. Goya a la mejor actriz merecido. Todo ella, y el descontento y hastío general que muestran los personajes allegados por su comportamiento, es lo que resumiría el film.

Todo eso hace que sea una película interesante, aburrida, muy aburrida, como casi todo el cine español, pero aún así interesante. De todas formas, no la recomendaría a absolutamente nadie que no esté interesado previamente en este trastorno.

Para terminar, leí por ahí un comentario que decía "es que ahonda mucho en los aspectos negativos del TLP pero no en los positivos"... hombre, tócate los huevos, por eso la película se llama "La herida" y no "Viva la Pepa", porque trata precisamente de eso, del dolor que tienen estas personas con su día a día.
Zicmu
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3 de julio de 2015
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Interesante y recomendable película con una portentosa interpretación de su protagonista Marian Álvarez. Muestra del dolor más invisible y no por ello menos desgarrador: el de la psique. Una herida para la que la medicina se halla todavía en pañales, pese a los notables avances. Quien enferma del alma tiene un doble reto a acometer: por un lado los avatares de la propia enfermedad, que no son pocos; por otro, la incomprensión y el aislamiento. La certeza asfixiante de percibir que algo no funciona en ti, algo que no sabes cómo expresar ni describir porque no conoces, algo a lo que necesitarías ponerle un nombre para poder gritar que te ayuden. Tu entorno poco o nada puede hacer por ti, porque ni tú mismo sabes qué coño te pasa. No hay herramientas. No hay armas.
Alucardafromhell
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11 de octubre de 2013
7 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
El visionado de La herida, de Fernando Franco, no es fácil. Y no tiene por qué serlo. Primero porque lo que el debutante realizador nos propone es un viaje sin concesiones hacia un estado emocional que de desagradable, por inhóspito e incómodo, se hace difícil de soportar. Segundo porque La herida no pretende contarnos una historia al uso, sino que a lo que realmente aspira, y consigue con noqueante destreza, es a estamparnos con un golpe seco el proceso emocional, psíquico y sentimental por el que deambula sin mucha conciencia del mismo el personaje protagonista. Para ello, la opción de que toda la puesta en escena quede al servicio del personaje resulta ser no ya la opción más indicada, sino también la más respetuosa. De ahí que Franco literalmente pegue su cámara a la nuca de su actriz protagonista y nos obligue a seguir sus pasos, un tanto a la deriva, en un viaje inconsciente de malestar e insalubridad psicológica y afectiva.



Porque Ana, su criatura, padece serios problemas para gestionar adecuadamente sus modos de relacionarse con los demás e incluso consigo misma, lo que la lleva frecuentemente a autolesionarse. Retrato seco, árido y despojado de una persona afectada por el Síndrome de Borderline, La herida no quiere indagar en las causas ni en las consecuencias, no arriesga a ser maniqueísta ni propicia un mensaje o un discurso con el que sentirse más de acuerdo o no. En este latigazo cinematográfico, la cámara sólo asiste, como otro espectador más, a la cruda manifestación de la soledad en la que vive inmersa, angustiada y extraviada, la protagonista. Y es por ello por lo que se hace tan insoportable mirar esta película, porque la sensación de realidad que transpira toda la puesta en escena resulta insondable, lo que genera una dolorosa impotencia en el ánimo de un servidor, sobre todo ante la vívida contemplación de esa atmósfera enraizada que se desprende de los pensamientos y actos de Ana.



Hacía tiempo que un filme no llegaba a remover tanto la reflexión y la autoconsciencia en el respetable. La herida lo logra gracias a ese audaz manejo del tempo cinematográfico, que parece acompasarse con la propia respiración del personaje. Eso y el inteligente uso del sonido (fuera y dentro de campo), que logran hacer hincapié, aún más si cabe, en la enfermiza soledad en la que vive Ana y donde no es díficil sentirse identificado por momentos, lo que termina proporcionándonos una insostenible sensación de pánico. Por ello es de toda justicia señalar a esta película no ya solo como el mejor debut cinematográfico de lo que llevamos de año, incluso de los últimos años, sino como uno de los filmes más redondos y compactos de nuestra cinematografía. Un estoico y contundente ejercicio de estilo, capaz de noquear desde una impertérrita frialdad narrativa.



Algo de lo que La herida tiene mucho que agradecer al heróico trabajo llevado a cabo por Marian Álvarez. Decir que la película es ella puede ser la vía fácil para expresar que sin su salto sin red a las mismas entrañas de su personaje, La herida no supondría el mazazo a la conciencia que concluye siendo. Porque la actriz evoluciona desde la primera secuencia hasta el final completamente enfrascada en la piel de Ana, exponiendo sin estridencias y sin tabúes de ninguna clase, todos los pormenores, todos los entresijos, que construyen la precaria situación psicológica y emocional de su personaje. La generosa planificación de Franco, a través de planos secuencia, le sirven a Álvarez en bandeja la oportunidad de crear y confeccionar sin cortapisas el entramado interno de su rol, lo que nos invita a hablar de un modélico trabajo interpretativo, que debería ser ya objeto de estudio en cualquier escuela de interpretación. Convenientemente arropada en el reparto por un sobrio Manolo Solo, una emotiva Rosana Pastor, un tierno Ramón Barea y un gélido Andrés Gertrúdix, Marian Álvarez soporta con maravillosa autenticidad todo el peso de una película que, con y por ella, esculpe en nuestra consciencia una herida tan honda que duele solo contemplarla.

http://actoressinverguenza.blogspot.com
Juanma
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