Black Bird: Confesiones de un asesinoMiniserie

La serie tiene un arranque bastante interesante pero va perdiendo tensión con el paso de los capítulos y nos deja con la sensación de que lo que podía ser un punto de inflexión para remontar nos es más que una meseta. Con un nivel aceptable pero no brillante.

Sí lucen las actuaciones de Taron Egerton, Paul Walter Hauser y Ray Liotta. Desde luego un acierto del casting que solo pincha con Sepideh Moafi, que parece metida con calzador. Cuando aparece Ray Liotta el resto es puro decorado.

La música acompaña perfectamente. Siempre la estamos escuchando pero en ningún momento es la protagonista. La fotografía cumple. Sin errores pero sin nada que destacar.

Buena serie. Bastante mejor si se hubiera cotado en cuatro episodios. Solo hubiera necesitado un poco más de contraste, de matizaciones, que la hicieran cambiar el ritmo,.

Una réplica o variante de la siempre inspiradora y modélica: El silencio de los inocentes (1991) de Jonathan Demme. La sociedad gringa vive obsesionada por su violencia y los hitos de esa violencia son sus asesinos seriales: unos monstruos con piel de gusanos que se hacen pasar como normales transgrediendo la paz de su orden marcial.

La lección es moralizante siempre: no basta con el castigo sino que hay que obtener la confesión del delito. Invirtiendo la lógica de la Justicia usual. Reparar el daño siempre y anular para siempre a los desalmados en la cárcel perpetua o achicharrarlos en la silla eléctrica.

No sabía de Paul Walter Hauser: un actor que salva a Black Bird y es el epicentro de todo. Su naturaleza retorcida es producida por un ambiente malsano: como casi siempre ocurre. El resultado es convincente y las atmosferas carcelarias aceptablemente bien logradas. Ya que una cárcel es un manicomio para locos aún no dictaminados por los vigilantes de la salud mental.

Freud le disputa a Marx el olimpo de la filosofía humana en esa pretensión de conocernos de que va la condición humana. El hombre pasa su vida pensando en el dinero y el sexo. Aquí, el protagonista es el sexo. Un sexo malsano y desviado que hunde al victimario en las tinieblas del mal. Un mal parecido al de los tiranos que se practica sin empatía para con las víctimas.

Taron Egerton, Greg Kinnear y Ray Liotta completan una nomina actoral que da relieve y convicción.

A pesar de ser solo 6 episodios la serie logra preparar perfectamente cada una de las situaciones, tanto las emotivas como las tensas. Por desgracia al ser una historia real, todas las muertes como los hechos que nos cuentas son ciertos. Por lo que es algo que tener en cuenta si quieres verla. Otro punto a destacar es el gran trabajo de Paul Walter Hauser es impresionante ya que logra presentar las dos caras de este macabro asesino, muy merecido el globo de oro por este papel. Gracias a este premio fue como conocí esta serie, la cual recomiendo sobre todo porque aprovecha cada minuto logrando destilar la esencia de esta triste historia.

Es una de las miniseries de la temporada. La puesta en escena, tiempos, actores, historia, cuidado de cada uno de los planos, es una de las grandes sorpresas de la temporada. Lástima que esté en una plataforma menor (en usuario) cómo AppleTv y que sea una serie poco accesible por la gran masa social.

Es el claro ejemplo de cómo Netflix explota un excelente producto como Dahmer y lo lleva a lo más alto, y como AppleTv, por su hermetismo y no saber llegar, tiene un producto igual o mejor y apenas se conoce. Para mi, junto a Dahmer, los dos mejores productos que he visto hasta el mes de octubre de este año.

Siendo un caso real, me gusta porque no necesitan ir hasta el fondo de los casos para generar malestar y rechazo. es cierto que en ocasiones son demasiados explícitos en sus exposiciones, pero está bien. Es entendible y aceptable. Creo que ir a escenas más especificas, hubiera conseguido el efecto contrario. Así que perfecto en la ejecución.

Un caso basado en hechos reales pero tratado de una manera muy de serie yanky. Se aderezan los hechos con todo tipo de trucos, ingredientes, subtramas, posibles amenazas y demás juegos pirotécnicos para darle más sabor y tensión a lo que nos quieren contar. Para mi gusto, se les va la mano en el efectismo añadiendo amenazas que son solo humo, hechos inexplicables para subir de manera artificial el voltaje y subtramas que no llevan a nada y el uso de la sensiblería que en casos me resulta cutre y gratuita aunque esté bien filmada. Tampoco me ayudó la sensación de que los protagonistas siempre me parecieran al filo de la sobreactuación, sus diálogos me sonaran irreales o forzados en muchas ocasiones y que la forma simplona en que uno se camela al otro me resultara más bien poco creíble. Tan recargada que acaba empalagando.