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Laura

Cine negro. Intriga. Drama El detective Mark McPherson (Dana Andrews) investiga el asesinato de Laura Hunt (Gene Tierney), una bella y seductora mujer que ha aparecido asesinada en su apartamento. McPherson elabora un retrato mental de ella a partir de las declaraciones de sus allegados, algunos sospechosos como el cínico cronista Waldo Lydecker (Clifton Webb) o Shelby Carpenter (Vincent Price), prometido de la joven. Además el diario y la correspondencia de la ... [+]
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Críticas 108
Críticas ordenadas por utilidad
2 de enero de 2007
48 de 58 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por debajo de su apariencia de cine negro Laura es, básicamente, una historia de amor. Un amor celoso, obsesivo, que acaba (o más bien empieza) desembocando en un crimen. En este sentido “Laura” tiene algunos puntos en común con Vertigo, de Hitchcock: en los dos casos encontramos el mismo elemento de obsesión amorosa, la misma fascinación por una persona a la que se cree fatalmente desaparecida; y en ambos casos, también, la supuestamente fallecida vuelve a aparecer de súbito entre los vivos, dándole un nuevo giro al argumento.

Laura podría ser considerado, también, como un magnifico ejemplo del cine con el que nos obsequiaba Hollywood en su época dorada. Con todas sus virtudes, pero también con sus defectos. Entre las primeras se encuentra, a mi juicio, la fascinación y el glamour que desprende su protagonista, una Gene Tierney en la cumbre de su belleza (y que triste y trágica fue su vida, tal como se cuenta en el documental incluido en los extras del DVD). También habría que señalar elementos tales como la sobresaliente dirección artística, la espléndida fotografía, la mítica y evocadora banda sonora, etc.

Y llegados a este punto, me pregunto si una película como Laura tiene algún defecto que se pueda destacar. Pero antes de responder a esta cuestión habría que precisar que esos defectos -si es que los tiene- tendríamos que atribuirlos mayormente a ciertas características y hábitos a los cuales era proclive la industria de Hollywood en aquella época, más que a la película en sí considerada como obra individual. Entre ellos podríamos hacer mención, quizá, a un cierto estatismo producido por el peso excesivo de los diálogos en detrimento de la parte visual y de la acción. Con todo, esta preponderancia de los diálogos podría ser considerada, también, como totalmente natural si nos atenemos al origen teatral del argumento en el que está basado el guión. Otro factor que a mi juicio también sería mejorable tiene que ver con cierta sutil artificiosidad que planea sobre toda la película, atribuible básicamente a que –como la mayoría de las películas que se hacían en Hollywood por esa época- fue rodada íntegramente (incluso los exteriores) en decorados de estudio.

A pesar de estas leves objeciones, hay que reconocer que nos encontramos ante de una magnifica, además de mítica película. Una película cuyo elemento central es la irresistible fascinación suscitada por una mujer de misterioso encanto y belleza. Una criatura que conseguirá hechizar no solo a los personajes masculinos de la película, sino también al público de sucesivas generaciones.
alex
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8 de julio de 2010
61 de 85 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace falta algo más que un rostro adorable y una dirección elegante para lograr una obra maestra del cine.
Esta Laura de Otto Preminger es uno de los muchos clásicos claramente sobrevalorados. A mi modesto modo de ver, no hay mucho de excepcional en esta pequeña intriga, en esta sencilla película, aunque tampoco hay demasiadas razones para desdeñarla.
Lo mejor es el personaje que interpreta Clifton Webb, Waldo creo que se llama, que está enamorado de Laura (aunque da la impresión que lo que desea en realidad es SER Laura), no obstante parece que quién le hace tilín es el polícía al que da vida un Dana Andrews demasiado tenso y envarado, que a su vez también está prendado de Laura sin conocerla en absoluto, más que nada porque ha sido asesinada y a él le toca investigar su muerte, también anda por ahí Vincent Price para despistar... Inverosímil historia de amor, que se vuelve ridícula al final con ese beso en la puerta que no se lo cree nadie.
Aún así la trama, sin ser nada del otro mundo está bien construida, pero no llega a enganchar lo suficiente, yo diría que hasta es previsible. Demasiado diálogo y poca acción, y no me refiero a tiros y puñetazos, me refiero a que entre los excelentes diálogos no pasan demasiadas cosas, o por lo menos no pasan cosas que emocionen.
alfataurus
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23 de enero de 2009
35 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
De estructura narrativa ajustadísima, aunque con lagunas de guión típicas del género, y una realización perfecta en su sencillez, sobriedad y en su lechosa fotografía ganadora del oscar, Preminger se introdujo de lleno en los clichés de cine poliaco con ribetes negros -diálogos ácidos, usos sociales, veladas intenciones- para darles vuelta y media y presentarnos así un noir fantasmagórico en el que las bajas pasiones y los bajos instintos aparecen con sucesivos giros de perspectiva. Puntos de vista de diferentes personajes o de distintas realidades o irrealidades, según se mire; hilos que elípticamente se engastan en la trama, desembocando en un tenue travelling en el interior de una casa: ese movimiento, que lleva la cámara hasta una puerta que se abre y un personaje que entra, no se quiebra con el montaje, continúa siendo el mismo plano. La perspectiva obsesiva de Dana Andrews rastreando una casa vacía ocupa ya nuestra atención plenamente. La imagen no se corta. Quizás sea real lo que viene después; quizás no.

Es interesante ese doble prisma desde el que observar la cinta; bien como película de narrativa clásica, perfectamente engrasada, o como esa otra película que anda por detrás, agazapada luchando por aflorar contraponiéndolo lo aparente y lo real, lo expresado en una construcción clásica y lo susurrado en planos sutiles.

Todo ello, creo, perdura en la memoria del aficionado -aunque no tenga reciente la cinta- como una plasmación de la obsesión por un ideal -ya sea por parte de D. Andrews, V. Price, Clifton Webb o el propio espectador-, en forma de amor, posesión, lujuria o película de misterio, que ni muerto deja de ser irresistible. Aunque, quizás, precisamente por estar muerto nos atraiga con la vocación de extraña eternidad que tienen algunos cuadros o fotografías. Esos retratos que nos reclaman desde la ultratumba de la memoria, las invenciones o el subconsciente. Así nos reclama también esta película, ése es también su terreno, no sólo la investigación de un asesinato; y de esa forma la evoqué yo durante muchos años -antes de revisarla- sin recordar apenas nada de relojes de pared. Podría decir que fue eso precisamente lo que me impidió olvidar, pese a los años, aquel fin de semana en que murió Laura.
Bloomsday
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4 de octubre de 2008
31 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
Otto Preminger se adscribió a esa corriente de cine negro y de intriga que inmortalizaba a actrices bellísimas o de gran poder de seducción, mujeres dotadas de una belleza extraordinaria (que no siempre estaba tan relacionada con la perfección física como con cierta aureola irresistible, aunque en el caso de Gene Tierney se conjugaban ambos rasgos). En la era del Star System, de los rostros hermosos y/o carismáticos que lideraban la meca del cine, actrices como Gene Tierney levantaban un huracán de pasiones a su paso. Deseada por muchos, vio cómo las puertas de Hollywood se rendían ante sus encantos. Tuvo a sus pies a figuras muy famosas, como Howard Hughes, entre otros.
En aquella era cinematográfica se combinaba el rostro angelical de una hermosa estrella con el género policíaco, de intriga y de crímenes; con la presencia de galanes que reunían el perfil de dandis elegantes cuyas personalidades, fuesen como fuesen, confluían en la debilidad por la atracción que ejercía la protagonista; y con el empleo de una fotografía en blanco y negro tenebrista y de una música efectista que apelan a las fibras sensibles e impresionables del espectador, jugando con su tensión y su capacidad deductiva.
Laura es un thriller de los de aplaudir, con ese saber estar del cine de antaño, con ese brillante guión en el que un sutil humor irónico y agudo juega una baza fundamental junto con su capacidad fascinadora y atrayente hacia las incógnitas de la trama. Ésta se va desplegando de forma contenida y bien dosificada, con giros sorpresa que sin duda hacen las delicias del espectador que espera que le sorprendan, y con esa atmósfera de hechizo en la que el romanticismo, el encanto, las intrigas, los descubrimientos inesperados, las obsesiones, los desengaños y la fatalidad crean un cóctel consistente y de sabor duradero.
Laura, la arrebatadora y dulce Laura, impregnada de una deliberada ambigüedad que sin embargo no se corresponde con el clásico rol de femme fatale. Su protector Waldo Lydecker, el sarcástico columnista que desea secretamente lo único a lo que sabe que no puede aspirar. El superficial Shelby Carpenter, más enamorado del éxito que de la mujer en sí. La pragmática y determinada tía de Laura, que no duda en perseguir lo que ama. Y el sensato, curtido e inteligente teniente de policía, Mark McPherson, que no puede evitar caer en la seducción de una mujer que ha dejado huella y revuelto corazones por donde quiera que haya pasado.
Una historia oscura con un crimen de por medio, donde tres hombres muy diferentes caen atrapados, cada uno a su manera, en el embrujo de una mujer de rompe y rasga, desembocando en consecuencias trágicas en torno a las cuales planea la película. Amor sin esperanzas, celos enfermizos, amor interesado, gratitud, pasión alimentada por la evocación y por recuerdos atisbados en objetos personales, en un cuadro, en cartas…
Hay veces en que basta el aura de una persona para que otros caigan rendidos ante ella.
Todos caímos.
Vivoleyendo
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31 de marzo de 2014
74 de 123 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay un chiste intelectualoide que dice que un físico, un matemático y un ingeniero fueron a cazar ciervos. Vieron algo que se movía en los arbustos y le dispararon. ¿Como sabían que era un ciervo? El físico observó que su tamaño aproximado, su color, su comportamiento parecían los de un ciervo. El matemático le preguntó al físico y por lo tanto redujo el problema a un problema anterior. El ingeniero había ido a cazar ciervos, por lo tanto era un ciervo.

Aquí veo las tres características de los "cinéfilos" imparciales y no objetivos. Esa gente parece que ve lo que quiere ver.

Los que responden como el físico ven las cosas sueltas y deducen. Está en blanco y negro, es cine negro de la época gloriosa del cine negro, hay un detective que toma whisky y una femme fatale,algún nombre importante, parece haber un misterio que no se resuelve, etc... Por lo tanto no cabe dudas que es un clásico y merece un 10.

Los que corresponden al pensamiento "matemático" del cine, peor aún,. Leen las críticas especializadas y ven desde lejos el podio en que se encuentra y entonces ya no hace falta gastarse el cerebro pensando, esto ya fue investigado, es un clásico y merece un 10.

Y por último los que responden como el ingeniero y siempre se convencen de que tienen razón aunque no tengan mas explicación al respecto. Yo vine a ver un clásico, por lo tanto, es un clásico.


Pd: Por suerte hay una minoría que todavía sabe apreciar cada cosa por lo que es y no por lo que parece ser o quieren que sea.

Pd2: Ah... Mi 3. Por Clifton Webb, Vincent Price y la fotografía.
Nico
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