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Alemania, año cero

Drama Edmund, un niño de doce años, intenta sobrevivir a las duras condiciones de la postguerra alemana, especialmente en Berlín, una ciudad que ha quedado completamente derruida tras la Segunda Guerra Mundial. (FILMAFFINITY)
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Críticas 66
Críticas ordenadas por utilidad
25 de agosto de 2010
26 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras ver esta película, una de las obras más representativas de Rossellini, puedo decir que, en mi opinión, es un válido documento gráfico sobre la miseria y penurias de la posguerra, enmarcado en un gran decorado, Berlín, donde podemos ver las huellas de la guerra aun recientes. Pero, como película e historia, algo pobre; cierto que las gentes de aquellos años vivieron una pobreza extrema, pero no creo que la forma, y hago incapié en forma, como nos la presenta Rossellini sea muy fiel a lo que en cine se conoce neorrealismo; éste, se precibe gracias a los "decorados" donde el director se recrea desde el primer minuto para darnos esa visión visual de la miseria, la cual está presente durante toda la cinta. Más allá de las ruinas de la guerra la historia parece que busca un alegato moral sobre las males de las guerras, y por ello el drama va in crescendo hasta el drástico final, mostrando una historia algo atropellada donde los acontecimientos pasan sin el dramatismo y realismo que el director parece querer expresarnos.
Serch
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24 de marzo de 2008
23 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Alemania año cero (Germania anno zero, 1947) está rodado en el Berlín destruido de la dura posguerra de la Segunda Guerra Mundial. Roberto Rosselini pone la mira en el sufrimiento del ser humano desde el bando de los perdedores, derrotados por unas circunstancias que los obliga a pagar por culpas ajenas.

Vista hoy día, Alemania año cero trasciende de lo puramente cinematográfico para ser un verdadero reflejo de la Europa del 45. Esa época donde Europa empezó de cero (de ahí el título de la película) y desde donde según muchos se iniciaron gran parte de los problemas que ocupan la actualidad: el desequilibrio de poderes, el nacimiento del estado de Israel, el idealismo con el que se creó la ONU,... Y es que, desgraciadamente, es bien sabido que las consecuencias de una guerra suelen ser, en la mayoría de los casos, las causas de otra.

Con este film Rosselini puso fín a su trilogía de la liberación tras Roma ciudad abierta(1945) y Paisà (1946) y cerrando así una de las tesis que le acompañarían durante toda su carrera: no se puede construir sobre la desesperanza. Como dice el refrán, la esperanza es lo último que se pierde, puesto que después de ella y, como nos demuestra Edmund en el film, solo queda la muerte.

La obsesión realista de Rosselini es tal que algunas escenas bien podían haber salido de alguna película de Buñuel. Y es que los extremos a menudo están más cerca de lo que parecen. No hay más que ver una escena que roza el surrealismo: una muchedumbre queriendo descuartizar una res muerta desfallecida en medio de la calle, visiblemente podrida . A veces las situaciones más reales son las que más cuesta creer.

La escuela del cine neorrealista surgió del desaliento de una Italia devastada por la guerra, arruinada, ocupada por extranjeros y con la mala conciencia que da veinte años de fascismo militante. Ese mismo sentimiento era compartido por una buena parte de los europeos: alemanes, franceses, ingleses e incluso hasta los españoles, quienes vivían con el miedo que provoca la incertidumbre de un presente inseguro y confuso.

El cine italiano de aquella época se caracterizó por el uso del tono documental y el realismo extremo. Estas películas servirían de modelo para los cineastas que crearían en Inglaterra el free cinema y en Francia la nouvelle vague. Todos trataban de manifestar lo mismo: su descontento ante una Europa que era sacrificada permanentemente por políticos e ideologías extremas.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Favio Rossini
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8 de marzo de 2008
20 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hablar de "Alemania: año cero" es hacerlo de una de las obras más representativas del neorrealismo y de la gran joya del cine europeo de posguerra. El director de "Roma: ciudad abierta" o "Stromboli" muestra la cara más egoísta, oscura y paupérrima de una ciudad en ruinas, una capital de un país que no existe como tal. Y lo hace desde el punto de vista de un niño, un auténtico luchador que con 12 años mantiene a duras penas a su familia. El trato con los ocupantes aliados, el mercado negro y el racionamiento decoran el fondo de esta emotiva película.

Se dejan ver en la estética de los protagonistas resquicios del expresionismo alemán, pero con aportes modernos y apostando más por planos generales, para mostrar siempre la destrucción del paisaje. Las secuencias del niño paseando entre las ruinas de Berín (que no son un decorado) están ya en la historia del cine y son un símbolo de la inmediata posguerra europea.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Sibelius
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10 de octubre de 2015
18 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Rosellini filma un canto a la vida de la cruda juventud alemana.



Genial, maravillosa y dura, "Alemania, año cero" es un pequeño documento filmográfico de una realidad, la de una Alemania de post-guerra, azotada por el hambre, la miseria y sobre todo por la crueldad. La película nos traslada a una familia y su supervivencia, pero centrándose en la figura de un niño de 12 años, Edmund Keller, y la responsabilidades que debe asumir para alimentar a su familia, dejando a un lado la infancia.

En el film lo primero que muestra es el hambre, la falta de comida y las acciones que deben tomar cada persona para poder sobrevivir ante la escasez de alimentos, pero no es lo único, las comodidades básicas tampoco son atendidas, viviendo en comunas, casas aún en pie, hacinados como animales, destrozadas por la guerra, casi sin luz y agua.

Pero no es lo único, el pillaje, el mercado negro, la prostitución, la pederastia y demás elementos también son puestos de manifiesto en un film duro, de gran crudeza en algunos momentos, no por enseñar vísceras y sangre, si no por dejar entrever una realidad que muchos no quisieron ver, pero ahí estuvo, las miserias de una guerra en el bando perdedor.

Hermosos, a la vez que perecederos, son los planos de su director, planos documentales, de una ciudad destrozada, de calles llenas de escombros, donde los niños juegan como si no hubiera pasado nada, como si el mundo continuara.

Lo peor, lo hay, son las actuaciones, pobres, muy pobres y poco realistas, pero se le perdonan ante el mensaje que desea transmitir.

En definitiva, un corto film, que todos deberíamos ver, para comprender que las guerras son solo empresas llevadas por nefastos políticos que no ven más allá de sus egocentricas ambiciones personales. Recomendada.
Ranxomare
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5 de abril de 2006
21 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Durísimo documento histórico que refleja los horrores de la posguerra (de cualquiera, en realidad) desde el punto de vista de un niño que se ve obligado a cargar sobre su espalda (y sobre su conciencia) con las penurias de una familia asolada por la enfermedad y el miedo.
Su corta duración mejora el conjunto, logrando que ni siquiera los defectos técnicos ensombrezcan del todo esta obra tan comprometida.
jastarloa
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